Categorías
Masa madre Recetas de panes tradicionales

El pan italiano de harina “remolida” al que cantó el poeta

El pan italiano de harina “remolida” al que cantó el poeta


Valoraciones: 0 Comentarios

El pan italiano de harina “remolida” al que cantó el poeta

Valoraciones: 0 Comentarios

Para hablar del pan de Altamura debemos hacer una primera consideración: Altamura, que no Altamira, porque si bien estamos hablando de una elaboración italiana bastante antigua –tanto, que el poeta latino Horacio ya la mencionaba en una de sus sátiras allá por el año 37 a.C.-, no lo es tanto como para aparecer aquellas hogazas ensartadas en las lanzas prehistóricas inmortalizadas en las cuevas cántabras. 

Al grano. Estos panes, que se elaboran en el sur de Italia (provincia de Bari, región de Puglia) y que ostentan desde 2003 la DOP, están sujetos a unas normas estrictas de elaboración e ingredientes, que incluyen como parte principal el “lievito naturale” – lo que viene a ser masa madre– y la sémola rimacinata: harina “molida y remolida” de trigo duro, de unas determinadas variedades autóctonas. Con ello se consigue el color amarillento de la miga, el dulzor y consistencia de su interior y el acabado extracrujiente de su corteza. 

¿Y por qué usar esta variedad y no una sémola de trigo cualquiera? Además de por fardar de pureza para con la receta original, por algunos motivos más mecánicos: la sémola rimacinata tiene una molienda mucho más fina (para algo está “remolida”), lo que facilita una mayor absorción de agua de la masa, que la hace especialmente apta para elaborar panes y focaccias. Mientras, la sémola, llamémosla ordinaria, nos servirá para hacer pasta casera o cuscús.

Una curiosidad, en Andalucía, la sémola rimacinata tiene su equivalente en la harina panadera recia, elaborada igualmente a partir de trigo duro, y que es la que se usa para preparar esa maravilla achaparrada que es el pan cateto

Pero volvamos a Italia. Para seguir las directrices del auténtico pan de Altamura debemos tener en cuenta que la masa madre que usaremos de base ha de tener tres refrescos consecutivos para merecer su denominación y que las hogazas tendrán obligatoriamente forma de bola alta con solapa lateral (la versión A de la DOP, la del “pane accavallato” o solapado, nada que ver con los équidos) o de copete de cura (la versión B, o “pane a capelo di prete”, más baja y biensonante que la anterior). Eso y que, para rematarlo, deberéis plantarle una pegatina un tanto pasada de moda directamente en la corteza. Aunque esto no aparezca en la receta.

Pan de Altamura

Receta tradicional con masa madre y sémola rimacinata.
5 de 5 votos
Plato Pan
Cocina Italiana
Raciones 2 hogazas

¿QUÉ VAS A NECESITAR?

Ingredientes
  

Para la masa madre:

  • 50 g de masa madre inicial
  • 150 g de sémola rimacinata
  • 150 g de agua 18ºC

Para la masa final:

  • 500 g de sémola rimacinata
  • 100 g de masa madre al 100%
  • 320 g de agua a 18ºC
  • 10 g de sal marina

Elaboración paso a paso
 

Preparación de la masa madre (lievito naturale):

  • Para elaborar este pan, comienza 24 horas antes refrescando la masa madre en tres fases con sémola rimacinata:
  • Refresco 1: Mezcla 50 g de masa madre (usa la que tengas, sea de la harina que sea), 50 g de sémola y 50 g de agua. Fermenta 8 horas a 22 ºC.
  • Refresco 2: Usa 50 g de la masa madre del primer refresco, 50 g de sémola y 50 g de agua. Reposa 8 horas a 21 ºC.
  • Refresco 3: Mezcla 50 g de masa madre del segundo refresco, 50 g de sémola y 50 g de agua. Fermenta 6 horas a 21 ºC.
  • Después de estos refrescos, la masa madre estará lista para usar en el pan.

Proceso de elaboración del pan:

  • Echa la masa madre en el bol de la amasadora, añádele el agua y mézclalo. A continuación, agrégale la harina, la sal y mézclalo todo. Trabaja la masa a velocidad media en la amasadora durante 20 minutos.
  • Si lo amasas a mano, echa los ingredientes en un molde, mezclalos y trabaja la masa siguiendo el método francés, intercalando amasados plegados.
  • Una vez tengas una masa lisa, boléala y colócala en un bol amplio.
  • Cubre la masa con un paño grueso de algodón o lino para protegerla del frío excesivo. Deja reposar la masa en bloque durante 2 horas en un lugar cálido.
  • Pasado el primer reposo, vuelca la masa en la superficie de trabajo, boléala para preformarla y déjala reposar de nuevo 30 minutos. (Tradicionalmente, se usan cajas de madera cubiertas de lino para este paso)
  • Enciende el horno a 250 ºC para que alcance la temperatura adecuada mientras formas el pan.
  • Tras el segundo reposo, haz el formado final. Coloca la masa sobre una superficie y aplastala suavemente en el centro con las manos, empujando el gas hacia los bordes. Esto dejará el centro más fino y los laterales de la masa con más gas acumulado. Uno de los laterales debe quedar un poco más ancho que el otro.
  • En el lateral más ancho de la masa, realiza un pequeño corte (greñado), que en Altamura es donde se coloca la pegatina distintiva y que nosotros como hemos dicho anteriormente omitiremos.
  • A continuación coge el lateral más pequeño, levantalo y estira ligeramente.
  • Pliégalo sobre el lateral más ancho, como si estuvieras cerrando las solapas de un libro. La pegatina o el papel de horno, si lo usas, quedaría en medio.
  • Deja reposar el pan otros 30 minutos y justo antes de meter el pan en el horno, presiona con la palma de la mano sobre el extremo cerrado del pan (donde has hecho el último pliegue). Esto desplazará todavía más el gas hacia las solapas, ayudando a darle su forma característica.
  • Mete el pan en el horno previamente calentad, colocalo en la solera y añade agua en la Desh Stoom. Hornea el pan a 250 ºC durante los primeros 20 minutos.
  • Luego sube el pan a la rejilla, baja la temperatura del horno a 230 grados y dejalo cocer durante 30 minutos más. Abre la puerta del horno y déjalo dentro con el horno apagado 5 minutos para que se seque la corteza.
  • Una vez pasado el tiempo de horneado retíralo del horno y deja que se enfríe en una rejilla.
  • Y ya tienes el pan de Altamura listo para disfrutar.
    receta de pan de altamura
Categorías
Conceptos básicos

La fuerza no lo es todo: revisamos la absorción de agua de nuestras harinas

La fuerza no lo es todo: revisamos la absorción de agua de nuestras harinas


Valoraciones: 2 Comentarios

La fuerza no lo es todo: revisamos la absorción de agua de nuestras harinas

Valoraciones: 2 Comentarios

Dory, el pez azul de «Buscando a Nemo», encarna ese saber popular de que los peces no tienen memoria y que es tan falso como que la sal y la levadura no se pueden tocar porque la primera mata a la segunda.

Mitos y saberes populares que no son del todo ciertos hay muchos: el bacalao, por ejemplo, puede aprender a usar un mecanismo que le da comida cuando lo acciona, algo difícil de explicar si el delicioso bicho no tuviese memoria.

Otro creencia errónea, por suerte ya en decadencia, fue esa de que la harina de fuerza se elaboraba con trigo duro, ese cereal de molienda difícil que produce unas sémolas amarillentas con las que se hacen fideos y no roscones.

Seguimos: la proteína y la fuerza de la harina. ¿A más proteína, más fuerza tiene la harina? Sí, pero no. Puede servir de orientación, aunque en realidad no existe una relación directa entre las dos magnitudes porque la fuerza de una harina depende, tanto como de la cantidad total de proteínas, de la proporción entre dos de ellas en particular. Es como si creyésemos que la dureza de un forjado dependiese solo de la cantidad de hormigón y no de la proporción entre cemento y arena de la que está hecho.

Otra: ¿A mayor fuerza de una harina, mayor capacidad de absorción de líquidos? La respuesta es la misma que en el punto anterior: a veces se cumple y a veces no.

Aquí tenemos que pedir perdón porque llevamos años asumiendo que sí y respondiendo eso mismo a quien nos preguntaba. Hasta que nos dimos cuenta del error.

Hace unos meses publicamos, sin mucha fanfarria, una calculadora de hidratación. Como tuvimos que pesar y recopilar la cantidad de agua que usábamos para hacer bolas de masa con nuestras harinas, comprobamos con claridad cómo, por ejemplo, la harina de fuerza ecológica, con un W de 250, absorbía un 10 % más de agua que la harina especial para pizza, de W 400. ¡Incluso nuestra harina especial de repostería de fuerza cero absorbe más!

Por eso hemos decidido añadir en las páginas de producto de las harinas la hidratación mínima recomendada (también puedes usar la calculadora). Espero que a partir de ahora te resulte más sencillo saber la cantidad de agua que necesitas para preparar tu masa. Por nuestra parte, intentaremos evitar otras respuestas enlatadas.

Categorías
Empanadas Masa madre

La manzana y la ley del empanamiento universal

La manzana y la ley del empanamiento universal


Valoraciones: 0 Comentarios

La manzana y la ley del empanamiento universal

Valoraciones: 0 Comentarios

Si decimos empanada de manzana, habrá quien piense automáticamente en una tarta dorada y hojaldrada con superficie brillante de almíbar aroma a canela. Pues no. Nada que ver. De lo que venimos a hablar hoy se aleja del apfelstrudel y aledaños y se acerca a lo que en Galicia se entendería por “empanada, empanada”, si en Galicia se pudiese pensar en una única forma de empanada, que no es el caso. Pero a lo que íbamos: empanada básica, o lo que es lo mismo, masa de pan y bien de relleno. Sin complicaciones ni sutilezas. 

En este caso, la simplicidad de la cubierta (y de toda la receta) contrarresta la imposibilidad de subterfugios: aquí no valen láminas refrigeradas de hojaldre ni pasta filo, pero tampoco hacen falta, si tenemos en cuenta que la masa que prepararemos no lleva más que masa madre, harina panadera, agua y sal. Ni aceite, ni leche, ni huevo ni vino blanco, como sí llevan otras versiones de este emparedado al horno. Chimpún, que diría Newton al ver caer la manzana. 

Sí. La masa madre hay que prepararla con unas horas de antelación. Sí, la masa final hay que dejarla fermentar, amasarla y plegarla unas cuantas veces. Y sí, la manzana hay que pelarla y cortarla. Y cocinarla y extenderla sobre la masa. Y después llevarla al horno… Así son las leyes universales de esta empanada. Si algún  paso se os hace bola, igual es que no queríais formular vuestro propio postre. 

Si, por el contrario, el teorema de empanar manzanas os seduce, ni os contamos la satisfacción de ir ganando soltura con el repulgue (el cierre manual de la masa de empanada) o del olorcillo que desprende la fruta, el azúcar y la grasa durante el horneado. ¡Eureka!

Empanaza de manzana y la ley del empanamiento universal

Si decimos empanada de manzana, habrá quien piense automáticamente en una tarta dorada y hojaldrada con superficie brillante de almíbar aroma a canela. Pues no.
4.80 de 5 votos
Plato Merienda, Postre
Cocina Gallega
Raciones 1 empanada mediana

¿QUÉ VAS A NECESITAR?

Ingredientes
  

Para la masa madre:

Para la masa final

Para el relleno y el acabado:

  • 600 g manzanas dulces
  • 70 g azúcar
  • 40 g manteca de vaca cocida o mantequilla

Elaboración paso a paso
 

  • Disuelve 50 g de masa madre activa en 50 ml de agua tibia. Luego, añade 50 g de harina de fuerza y mezcla todo.
    empanada_maza_1_Disuelve_la_masa_madre_con_agua_
  • Deja fermentar la mezcla tapada durante unas 4 horas, hasta que esté burbujeante y haya triplicado su volumen. En ese momento estará lista para añadir a la masa.
  • Una vez la masa madre esté activa, échala en un bol (o en el bol de la amasadora) y añade 230 ml de agua tibia. Mézclalo bien y luego añade la harina panadera.
  • Mezcla todo hasta que los ingredientes estén bien integrados. Deja reposar la masa durante 20 minutos para que se realice la autólisis, lo que ayudará a desarrollar una mejor estructura en la masa.
  • Pasado el tiempo de autólisis, añade la sal y el agua restante de la receta. Trabaja la masa durante 3 minutos, y cuando esté lisa y se separe de los bordes, vuélcala sobre una superficie de trabajo.
  • Trabájala con las manos para unificarla, boléala y pásala a un recipiente amplio.
    empanada_maza_4__trabaja_la_masa_
  • Realiza 4 tandas de pliegues en la masa cada 10 minutos. Cuando la masa esté lisa y tersa, tápala y déjala fermentar en un lugar cálido durante 1 hora y media.
  • Mientras la masa fermenta, pela y corta las manzanas en cubos. Colócalas en una sartén y añade 50 g de azúcar y 20 g de manteca cocida de vaca (ghee) o mantequilla. Mezcla bien y cocina las manzanas unos minutos, solo lo suficiente para que se ablanden un poco (no deben cocinarse completamente, ya que terminarán de cocinarse en el horno).
  • Aparta las manzanas del fuego y deja que se enfríen a temperatura ambiente mientras la masa termina de fermentar.
  • Una vez la masa haya fermentado y el relleno esté a temperatura ambiente, precalienta el horno a 210 ºC.
  • Divide la masa en dos partes.
  • Estira una de las partes y coloca encima el relleno de manzana, distribuyéndolo bien por toda la superficie.
  • Estira la otra mitad de la masa y colócala encima del relleno.
  • Haz el repulgue en los bordes para sellar la empanada.
  • Haz un agujero en el centro para que funcione como chimenea.
  • Con los restos de masa sobrantes, haz unos cordones y decora la superficie de la empanada.
  • Pincela la masa con el resto de la manteca de vaca o mantequilla fundida. Si te sobra un poco, viértela dentro del agujero central.
  • Hornea la empanada durante 30-40 minutos.
  • Unos minutos antes de retirar la empanada del horno, espolvorea azúcar por encima y vuelve a meterla en el horno para que se dore.
  • Saca la empanada del horno y déjala enfriar antes de cortarla y disfrutar de este postre sencillo y delicioso, que solía prepararse cuando se hacía pan y las huertas estaban llenas de manzanas.

Notas

El azúcar que se espolvorea sobre la masa debe añadirse cuando la empanada ya lleva un tiempo en el horno.
Si echas el azúcar antes de meterla en el horno, se quemará.
Sobre Mónica Prego

Soy gallega de nacimiento y de corazón, y empezé a filtrear con la cocina al lado de mi abuela, amasando pan en la artesa. La artesa sigue allí, y mi pasión por las masas y los fogones ha ido creciendo. Hoy me dedico de manera profesional a la creación de contenido digital para marcas y medios Me gusta recuperar tradiciones, despertar recuerdos y emociones a través de mis recetas y mis fotos. Defiendo el consumo de cercanía, la calidad y la autenticidad del producto local.

Sobre Alba Barbadillo

Ni periodismo ni cocinismo: igual…bahh. La que escribe es Alba Barbadillo, redactora a la fuga y placera conversa en A Coruña. Desde, A Parva, la cantina del mercado de San Agustín, improvisa recetas veganas, perpetra bocatas improbables y escribe sobre comida, comunicación y lo que le pidan allá donde puede. Antes tenía un blog llamado Paso del Raxo y antes aún trabajó en El Ideal Gallego y a Nós Diario.

Categorías
Masa madre

Fougasse: la focaccia que germinó

Fougasse: la focaccia que germinó


Valoraciones: 2 Comentarios

Fougasse: la focaccia que germinó

Valoraciones: 2 Comentarios

¿Qué diferencia una fougasse de una focaccia, además del acento con el que se pronuncia? Si nos vamos a lo obvio, diremos que la forma, que en el pan italiano recuerda a una colcha de plumas, rectangular y abullonada, mientras que el de la Provenza, mucho más élégant, se convierte en espiga, estrella o corona. 

Existe también en la historia de la fougasse una funcionalidad que la distingue de su pariente, ya que este pan se usaba, tradicionalmente, en los hornos de leña franceses como medidor de temperatura: cuando nuestra espiga de masa estaba dorada, el horno estaba listo para acoger el resto de barras y hogazas, y el almuerzo del personal, preparado.

Pero es mucho más lo que las une que lo que las separa. Hablamos de panes tirando a planos que habitualmente (no siempre) se emplean en recetas saladas y que admiten multitud de condimentos: desde las más sencillas con aceite de oliva, sal en escamas y  hierbas aromáticas a combinaciones mediterráneas a base de aceitunas, cebolla o ajo y tomate seco, u otras más contundentes con anchoas o panceta. 

Los ingredientes que os proponemos para completar el pan no pueden adaptarse mejor al calendario hortícola: calabaza y nueces de otoño con queso azul, que aunque esté en las queserías todo el año contrasta a la perfección con la curcubitácea anaranjada, tanto en sabor como en tonalidad. En este caso, usaremos además sémolina, en un guiño a los panes planos italianos con queso por excelencia, y la combinaremos con harina integral, para un toque rústico, y con la de fuerza, para sostener todo este conglomerado. 

Con estos mimbres solo hace falta un poco de paciencia para obtener la masa y maña para espigarla, una vez que la tengamos aplanada y cortada en forma triangular, tipo abeto: un corte longitudinal en el centro bien abierto y otros tres a cada uno de los lados obrarán la magia de la germinación una vez pase por el horno.

Fougasse de calabaza, nueces y queso azul

5 de 3 votos
Plato Acompañamiento
Cocina otoño

¿QUÉ VAS A NECESITAR?

Ingredientes
  

Para la masa madre:

Para la masa:

Elaboración paso a paso
 

  • Disuelve 50 g de masa madre activa en 50 ml de agua tibia. A continuación, añádele 50 g de harina de fuerza y mezcla todo.
  • Déjala fermentar tapada a una temperatura de 22 ºC unas 4 horas, hasta que esté burbujeante y que casi triplique su volumen. En ese momento estará lista para añadir a la masa.
  • Una vez lista, échala en el bol de la amasadora y añade solo 300 g de agua (el resto lo reservas para un paso posterior) y mézclalo bien.
  • A continuación, añade las harinas.
  • Mezcla todo hasta que los ingredientes estén integrados y deja reposar durante 20 minutos para que se realice la autólisis. Este paso ayudará a que la masa desarrolle una mejor estructura y sea más fácil de trabajar.
  • Pasado el tiempo de autólisis, añade la sal y los 30 gramos de agua restante, amasando a velocidad media (velocidad 3, en una Ankarsrum) durante 3 minutos.
  • Añade el puré de calabaza, y sigue amasando hasta que esté lisa y suave.
  • Tapa la masa y deja fermentar a temperatura ambiente.
  • A la media hora, haz un pliegue.
  • Pasada la siguiente media hora, pliega de nuevo la masa.
  • Deja fermentar 2 horas más o hasta que la masa haya doblado su tamaño.
  • A continuación, y una vez la masa haya fermentado, echa las nueces y el queso azuls, desmenuzados y haz unos plegados a la masa para integrarlos.
  • Coloca la masa sobre una superficie ligeramente enharinada y divídela en dos partes.
  • Bolea ligeramente cada una de ellas y déjala reposar 5 minutos.
  • Con la punta de los dedos, aplana suavemente la masa para eliminar el exceso de aire, dándole una forma redondeada y uniforme.
  • Forma 2 batards siguiendo estos pasos.
    Formado de batard
  • Toma el tercio superior de la masa y pliégalo hacia ti, hacia el centro de la masa. Usa los dedos para presionar ligeramente y sellar el pliegue, creando una línea de tensión en la masa.
  • Toma ambos extremos laterales de la masa (izquierda y derecha) y pliégalos hacia el centro, superponiendo ligeramente una encima de la otra. Usa los dedos para sellar esta unión y crear más tensión en la masa. Repite este paso 3 veces, hasta que hayas llegado al extremo inferior.
  • Ahora, toma el tercio inferior de la masa, más cercano a ti y pliégalo hacia el centro, alejándolo de ti. Esto creará más tensión en la parte superior de la masa.
  • Pliégalo una vez más y sellando con los dedos, generando tensión en la piel exterior. Este paso es clave para obtener una buena estructura y tensión superficial.
  • Repite el mismo proceso con la otra masa y deja las piezas de masa formadas reposar durante unos 20 minutos, cubiertas con un paño limpio, para que la masa relaje y a continuación formar las fougase.
  • Precalienta el horno a 230ºC. Cuando los batards hayan reposado, vuélcalos sobre una superficie enharinada y, con un rodillo, aplánalos suavemente para darles forma de triangulo alargado.
  • Realiza los cortes característicos de la fougasse: Un corte longitudinal en el centro y tres cortes transversales a cada uno de los lados.
  • A continuación, abre bien los agujeros para que mantengan su forma durante el horneado.
  • Colócalas en una bandeja forrada con papel de horno y déjalas reposar durante 30 minutos, mientras el horno alcanza la temperatura marcada.
  • Coloca la fougasse en la solera del horno, añade un poco de agua a la Desh Stoom para generar vapor y hornea a 230ºC durante unos 20 minutos, o hasta que esté bien dorada y crujiente.
  • Deja enfriar sobre una rejilla antes de disfrutar. Hornea la otra de la misma manera, o ambas juntas si tu horno es suficientemente amplio.
Sobre Mónica Prego

Soy gallega de nacimiento y de corazón, y empezé a filtrear con la cocina al lado de mi abuela, amasando pan en la artesa. La artesa sigue allí, y mi pasión por las masas y los fogones ha ido creciendo. Hoy me dedico de manera profesional a la creación de contenido digital para marcas y medios Me gusta recuperar tradiciones, despertar recuerdos y emociones a través de mis recetas y mis fotos. Defiendo el consumo de cercanía, la calidad y la autenticidad del producto local.

Sobre Alba Barbadillo

Ni periodismo ni cocinismo: igual…bahh. La que escribe es Alba Barbadillo, redactora a la fuga y placera conversa en A Coruña. Desde, A Parva, la cantina del mercado de San Agustín, improvisa recetas veganas, perpetra bocatas improbables y escribe sobre comida, comunicación y lo que le pidan allá donde puede. Antes tenía un blog llamado Paso del Raxo y antes aún trabajó en El Ideal Gallego y a Nós Diario.

Categorías
Masas dulces

Doowaps de Lola Benavides

Doowaps de Lola Benavides


Valoraciones: 4 Comentarios

Doowaps de Lola Benavides

Valoraciones: 4 Comentarios

Las masas dulces fermentadas cobran otra dimensión si usas poolish (si todavía no conoces el argot panarra, el poolish es una mezcla de harina, agua y muy poca levadura que se deja fermentar durante horas para luego añadir a la masa).

Esta receta de Lola Benavides es la versión casera de los doowaps de supermercado, dulces, tiernos y sabrosos, pero sin ese regusto de los mejorantes de la bollería industrial (tras un tiempo sin probarla, si recaes, reconoces el sabor al instante).

receta de poolish casero con poolish

Doowaps caseros

En esta receta usamos poolish para mejorar el sabor, textura y conservación.
5 de 10 votos
Plato Merienda
Cocina Internacional
Raciones 19 doowaps

¿QUÉ VAS A NECESITAR?

Ingredientes
  

Para el poolish

Para la masa final

Para el relleno y el horneado

  • Pepitas de chocolate para rellenar
  • 1 huevo batido para pintar

Elaboración paso a paso
 

  • Prepara el poolish la tarde anterior. Mezcla los ingredientes y tapa.
  • Deja fermentar a temperatura ambiente 3 horas.
  • Guarda en la nevera hasta el día siguiente. Tras este tiempo, tendrá este aspecto.
    Aspecto del poolish ya fermentado
  • Pon el poolish fermentado, la leche, la nata, el huevo, la vainilla, la sal, la levadura y el azúcar en el vaso de la Ankarsrum y programa a velocidad 3.
    añade todo, menos la harina a la cubeta
  • Añade un tercio de la harina. Cuando se incorpore al líquido, añade otro tercio. Espera de nuevo a que se incorpore y añade el último tercio.
    añade un tercio de la harina
  • Cuando esté toda integrada baja a velocidad 1 y deja que se amase durante 20 minutos. No olvides mover la pala y el rodillo 3 ó 4 veces durante esta primera parte
    La masa irá cogiendo fuerza
  • Sube la velocidad a 2 y deja que se amase otros 8-10 minutos, hasta que la masa cambie de aspecto y se vea lisa y mas brillante. Durante esta fase no olvides mover la pala y el rodillo otras 3 ó 4 veces.
  • Pasa la masa a la cubeta de fermentación y haz los primeros pliegues.
  • A 25 grados de temperatura y 2 horas después he hecho otra tanda de pliegues.
  • Deja que complete el primer levado hasta que la masa triplique su volumen.
    Deja que triplique su tamaño
  • Saca la masa sobre una tabla ligeramente aceitada.
  • Divide en porciones de 50 gramos. Me han salido 19 porciones.
  • Aplana con las manos cada porción e intenta darle forma circular.
  • Pon dentro entre 10 y 15 pepitas de chocolate.
  • Haz un paquetito como se ve en las fotos.
    haz paquetitos
  • Dale la vuelta y deja sobre la bandeja de horno (con papel de hornear).
    Coloca sobre papel de horno
  • Repite el proceso hasta completar la bandeja teniendo en cuenta el espacio entre bollitos para que hagan el segundo levado y lo que crecen en el horno.
    Dos bandejas
  • Mete en el congelador las pepitas de chocolate que han sobrado.
  • A falta de unos 20 minutos para que estén listos enciende el horno a 180 grados con calor arriba y abajo.
  • Cuando hayan duplicado su tamaño estarán listos para entrar en el horno.
  • Bate un huevo con un chorrito de agua y pinta los bollitos con la brocha.
  • Saca las pepitas del congelador y pon sobre la superficie de los bollos.
    Listos para hornear
  • Mete al horno (segunda altura contando desde abajo) y baja la temperatura a 170 grados. En 20 minutos están listos.
  • Apaga el horno, deja 1-2 minutos dentro y saca la bandeja.
  • Pon los bollitos a enfriar sobre una rejilla.
    coloca sobre una rejilla
  • Pon el horno ahora a 170 grados.
  • Pinta los bollitos de la segunda bandeja.
  • Repite el proceso.
Categorías
Entrevistas panarras

Entrevistas panarras: Juan Rodríguez, de Panhabla

Entrevistas panarras: Juan Rodríguez, de Panhabla


Valoraciones: 1 Comentario

Entrevistas panarras: Juan Rodríguez, de Panhabla

Valoraciones: 1 Comentario

“En una micropanadería hay que ser profesional y tener cuidado para que esa idea romántica no se te vaya de las manos y acabes viviendo para trabajar”

Hablar de Panhabla Lab no es hablar por hablar. Del germen, como trabajo de fin de curso para una escuela gastronómica hace diez años, a su versión 2.0, con obrador, punto de venta y espacio de formación, y su canal digital funcionando a pleno rendimiento, el proyecto panarra de Juan Rodríguez, ciudadrealeño asentado vital y profesionalmente en Cáceres, ha ido transformándose, sin perder la esencia que lo impulsó en sus inicios: la vocación de divulgar y de no crecer desmesuradamente. Y esto, ¿cómo se hace? Al habla, Juan, de Panhabla.

-¿Por qué “Panhabla”?
Fue mi proyecto de fin de curso en los estudios de cocina que realizaba en Madrid hace una década. Se trataba de una panadería con espacio de divulgación, que creo que para aquel contexto podía haber sido viable, con una salita para lecturas y espacio para hablar de pan. De ahí viene el nombre.

-¿Qué queda de aquel proyecto?
Nunca he buscado seguir con aquello, pero creo que la esencia se mantiene en mi actual panadería, aunque el proyecto se haya trasformado y haya ido evolucionando. Aquí se habla mucho de pan, la divulgación es la base, así que podemos decir que la esencia ahí está, aunque tal vez haya perdido un poco de romanticismo.

-¿Cómo fue para ti el camino hacia el mundo del pan?
El motivo principal para adentrarme fue que empecé a alimentarme mejor, mejorar mis hábitos, ir al gimnasio… y como consecuencia, empecé a leer sobre nutrición. Era el año 2014. Casualidades de la vida, mi hermana empezó por aquella época a hacer pan espelta microondas, algo bastante raro. Pensé que aquello podía mejorarse, así que empecé a buscar en Youtube, en foros de pan, y llegué hasta el pan de espelta cuatro cuartos de Ibán Yarza, con su famoso proceso básico. Me encantó, salió pan, así que repetí y repetí. En aquella época trabajaba en un hotel como camarero, me gustaba tratar con la gente, aunque me di cuenta de que aquel era un nicho un poco raro. A quien lo probaba no le convencía ese pan, porque el que había, el que se tomaba, era un pan sin sustancia.

-Aún así, decidiste profesionalizarte.
Paralelamente a ese cambio de hábitos, con 25 años, tomé la decisión de estudiar cocina. Vi ahí una futura profesión, aunque nunca con la idea de trabajar de cocinero en un establecimiento. Lo que me gustaba era la rama formativa, transmitir lo que sé. Ya desde los inicios, con los primeros conocimientos sobre pan, empecé a dar algún taller. Me mudé de Alcázar de San Juan (Ciudad Real) a Madrid, empecé a estudiar e hice las prácticas en una panadería. Al terminar, me quedé trabajando en Panic. Fue cuando conocí a mi pareja y cuando decidimos marcharnos de Madrid a Cáceres. Con la experiencia que tenía, creí que lo más viable sería montar una micropanadería.

-¿Cómo definirías hoy tu proyecto?
Como una pequeña panadería de barrio. Hacia ahí ha evolucionado desde que nació en 2020. Al inicio realizaba ventas solo bajo pedido, que entregaba a domicilio con una bicicleta de reparto, y hacía lo mismo con las formaciones. En mayo de este año cogí el local actual, que se ha convertido en una pequeña panadería, que va a seguir siendo pequeña y a la que van a seguir viniendo personas que quieran aprender para montar su propio proyecto, pero que ha ganado en calidad y profesionalidad.

-¿Cuál es la relación de Panhabla Lab con su entorno?
No hay una parte romántica aquí. Yo no tenía ningún vínculo emocional con Cáceres, como tal, cuando llegamos, aunque hoy puedo decir que la gente, el carácter extremeño, me encanta y cuadra mucho con mi forma de ser. Me traje mi experiencia, mi manera de hacer, y ha tenido demanda, porque en Cáceres no había esto que yo hago. Es un nuevo registro, pan de calidad, fermentado con masa madre, con harinas integrales o semintegrales.

¿Qué panes ofeces?
Los fijos son la hogaza de trigo blanco con algo de integral, la de trigo integral, en hogaza o en versión molde, y el de mezcla, que tienen partes iguales de trigo blanco, integral y centeno integral, y que es el que más se demanda. También tengo centeno integral, espelta integral y trigo blanco con semillas. Después hago otras variedades, como el semintegral con sésamo tostado, con nueces y pasas, con aceitunas que traigo de mercado… Trabajo con productos de cercanía, del mercadillo que tengo aquí al lado, directamente con los productores.

-¿Cómo es una jornada de trabajo?
A las siete de la mañana se empiezan a amasar las masas del día siguiente. Antes, a las 06.15 horas, cargo la bicicleta con los productos del mercado. En paralelo al amasado, comienzan a hornearse las masas del día. Tengo un ayudante de panadería y trabajamos en paralelo. Entre las nueve y media y las diez abre la tienda, que atiende el otro empleado, mientras en el obrador seguimos plegando y dividiendo masas. El horno termina sobre las 10.30 o las 11.00h, aunque si hay masas en directo –masas retardadas, que no van a la nevera, sino que fermentan a temperatura constante, de obrador, como las broas de maíz o la de centeno, nos explica Juan– se puede alargar hasta las 12.00 horas. Y entre todo eso, hacemos masas de repostería.

Panadería panhabla en Caceres

-¿Qué dulces preparáis?
Hago galletas clásicas con mantequilla, cookies de chocolate, pastas de caramelo, que llevan mantequilla tostadita y dejan un regusto como a tofe… También preparo unas galletas de centeno integral con canela y jengibre, otra mítica receta de Ibán Yarza. Y magdalenas de trigo integral, o galletas abizcochadas de spéculoos y calabaza asada, que viene directa del mercadillo y es como una celebración: comprar una calabaza enorme, asarla e ir elaborando. Para nosotros son como rituales, aunque no deje de ser trabajo.

-¿Cómo ha cambiado tu vida el mundo del pan?
Tiene que haber vocación, si no no merece la pena. Muchas veces las micropanaderías nacen de una profesión frustrada, personas que se dedican a algo con lo que no se identificaban y prueban con el pan y ahí se encuentran. Cuando te gusta este mundo hay una conexión que hace que te encante. No es nada espiritual, sino que tomas decisiones que afectan a tu producto y eso mola. Entonces, hay que tener la cabeza en su sitio para no frustrarse. La profesión de panadería, como cualquier negocio artesano, va aumentando su complejidad burocrática según va creciendo, y eso hace que la llama romántica se vaya apagando poco a poco. Esto es lo que no se cuenta, es la parte fea. Cuando vas creciendo desde algo pequeñito, y vas gustando a más gente, todo se complejiza. Necesitas ser profesional, más allá de saber hacer buen pan. Hay que estudiar y prepararse para definir hacia dónde va tu micropanadería, plantearse cómo mejorar, cómo ser profesional, y tener cuidado para que esa idea romántica no se te vaya de las manos y acabes viviendo para trabajar.

-¿Y cuál es la parte bonita?
En mi caso, me propuse el proyecto mentalmente, desplegué una estrategia y lo conseguí, y esto me da tranquilidad personal y me hace sentirme contento conmigo mismo. No dependo de un trabajo en que alguien se coloca a mi lado o encima de mí. Eso no tiene precio.

–¿Cómo te ves en el futuro, por ejemplo, en diez años?
Esa es una pregunta que hago mucho a la gente que viene a hacer formaciones, cómo ven su proyecto a tres o cuatro años vista. En diez, veo una vida relativamente tranquila y un proyecto consolidado, que no me quite mucho tiempo, que no me genere intranquilidad. No me importa tanto en qué punto esté el proyecto como que allí donde llegue lo haga mediante decisiones correctas. Es lo que busco.

Categorías
Recetas con Ankarsrum Recetas de pan de molde

Pan de molde en Ankarsrum, de Breadchitchat

Pan de molde en Ankarsrum, de Breadchitchat


Valoraciones: 5 Comentarios

Pan de molde en Ankarsrum, de Breadchitchat

Valoraciones: 5 Comentarios

BreadChitChat, una cuenta de Instagram muy panarra, nos envía esta receta de pan de molde que aprovecha la gran capacidad de las amasadoras Ankarsrum para hacer dos grandes panes de una tacada.

Hola soy María, “panadera de pandemia autodidacta” una de tantas que en busca de levadura sin éxito de encontrarla empezó su masa madre sin ningún plan ni objetivo, sin saber que se convertiría en una parte tan fundamental de mi vida. ¡Mi vía de escape, mi hobby y mi obsesión! 

Sobre todo me encanta hacer pan de masa madre, en mi familia no podemos vivir sin él. Pero desde que me compré la amasadora Ankarsrum, los panes de molde, brioche, pan de hamburguesa…también son un básico! 

Esta receta me encanta porque me parece muy sencilla, súper rápida de hacer, y lo mejor es que es una opción mil veces más saludable de los panes de molde que compras en el súper. Es muy versátil también, en esta receta verás como con la misma masa puedes hacer pan de molde o pan de hamburguesa. Me gusta utilizar la harina de fuerza ya que el llevar aceite de oliva y huevos aguanta mejor y hace que se desarrolle mejor el gluten! 

Amasadora Ankarsrum
Pan de molde en Ankarsrum

Pan de molde en Ankarsrum

Cómo hacer dos panes de molde grandes aprovechando la potencia y capacidad de la amasadora
4.75 de 4 votos
Tiempo de preparación 25 min
Tiempo de cocción 50 min
Tiempo total de fermentación (orientativo) 4 h
Tiempo total 5 h 15 min
Plato Acompañamiento
Cocina Internacional
Raciones 2 hogazas

Elaboración paso a paso
 

  • Coloca un bol de cocina sobre la báscula y pesa la harina. Reserva.
  • Ahora coloca el bol de la amasadora sobre una báscula y vete añadiendo el resto de ingredientes en las cantidades señaladas en la receta.
  • Coloca el bol de nuevo en la amasadora, ponla en marcha a velocidad 1 y vente añadiendo poco a poco la harina hasta que esté toda incorporada.
    añade poco a poco la harina
  • Sube la velocidad a 2 y amasa durante 8 minutos.
    Amasa 8 minutos
  • Para la máquina y deja reposar 5 minutos.
  • Vuelves a amasar otros 8 minutos. Estos tiempos son orientativos, tienes que ir mirando cómo va la masa, cuando las paredes de la amasadora empiecen a estar limpios habrá acabado el amasado.
    Amasa otros 8 minutos hasta que empiece a despegarse
  • Yo hago el test de la membrana para comprobar el desarrollo del gluten: estiras la masa así, como ves en las imágenes, hasta tener una membrana muy fina y translúcida y no se rompa fácilmente, cuando la tengas, la masa estará lista.
    Haz la prueba de la membrana.
  • Después de esto, tapamos la masa con la tapadera de plástico, directamente en el bol de la amasadora la dejamos reposar hasta que doble el volumen, esto es muy relativo dependiendo del momento del año que hagas la receta. Yo la hice en verano y después del amasado la masa estaba bastante caliente, así que hice el reposo en la nevera y ¡en 2 horas ya estaba lista!
  • Una vez que haya doblado su volumen, desgasificamos la masa y la sacamos del bol. A partir de ahora solo utilizaremos aceite de oliva para engrasar las manos para que no se pegue. Nunca harina.
    Desgasifica la masa
  • Dividimos la masa 4 bolas de unos 300 gramos cada una.
  • Engrasamos bien el molde con spray desmoldante. ¡Ha sido un gran descubrimiento! ¡Te olvidas del papel de horno!
    Usa spray desmoldante
  • Si quieres para un toque de sabor puedes ahora poner cualquier semilla, yo utilicé semillas tostadas de sésamo. Como la masa es bastante húmeda y además has estado usando aceite de oliva para el formado, las semillas se pegan perfectamente
    Coloca semillas
  • Mete dos bolas de masa en cada molde y espera a que llegue o sobrepase el borde superior. Calcula unas 2 horas (dependerá de la época del año y tu lugar de residencia).
  • Cuando creas que la masa está lista, precalienta el horno a 190 ºC con calor arriba y abajo.
  • Pinta los panes con huevo para darle ese brillo tan bonito!
  • Hornea durante unos 50 minutos (he dejado unas notas al final de la receta)
  • En este caso los panes de hamburguesa tardaron 15-20 min y el pan de molde 50 minutos
  • Una vez horneado dejar los panes directamente sobre una rendija para que se enfríen. Y ya solo queda lo mejor: ¡¡A disfrutar!!

Notas

Los tiempos de horneado varían mucho dependiendo de cada horno, del tamaño de molde que uses, etc. A mi me gusta comprobarlo con un termómetro dentro de la masa y cuando la temperatura llega a 92 C doy por concluido el horneado.
Cómo comprobar el punto de la segunda fermentación
Una vez formado el pan esperaremos otra vez a que doble su tamaño, otra vez esto es muy variable dependiendo de la temperatura.
Puedes hacer la prueba de hundir el dedo, si hundes un poco el dedo y la masa se queda hundida, el pan está pasado de fermentación, así que hornéalo cuanto antes.
Si la masa vuelve a su sitio muy rápidamente, todavía le queda un poco.
Lo ideal es que se quede la huella del dedo pero la masa vuelva lentamente a recuperar la forma. Este es el punto exacto de fermentación. La única forma de perfeccionar esto es practicando mucho! ¡Empezarás a conocer cómo actúa la masa con cada pan!
Categorías
Masas dulces Masas hojaldradas

Moras de Velillas de Manuel Vizcarro

Moras de Velillas de Manuel Vizcarro


Valoraciones: 7 Comentarios

Moras de Velillas de Manuel Vizcarro

Valoraciones: 7 Comentarios

Reservo unos días a principios de septiembre para recolectar moras e higos alrededor del pueblo. Es una actividad lúdica en la que involucro a toda la familia. La recogida de frutas me da la posibilidad de hablar de antropología con mis hijos, de los cazadores-recolectores, de los yanomamis, de los bosquimanos o de los inuit y de la utilización de los recursos naturales que tenemos a mano, según el clima donde vivamos. Luego me pongo pedante y acabo divagando sobre los íberos que habitaron esta tierra, sobre sus costumbres, sobre su relación mística con la naturaleza y con la posibilidad de que hubiesen recolectado en los mismos barrancos que nosotros.

Al día siguiente, nos atrincheramos en la cocina y comenzamos a procesar la mermelada. Lo primero es limpiar y lavar toda la fruta; después pesaremos toda la cosecha. Apuntamos el resultado final: un tercio de ese peso es el azúcar que debemos poner en la receta. Es decir, para un total de 133 gramos de mermelada la receta contendrá 100 gramos de fruta limpia más 33 gramos de azúcar y añadiremos un chorro de zumo de limón y canela al gusto. Ahora quedaría poner a fuego suave la mezcla anterior hasta llegar a la consistencia deseada. En mi caso utilizo una olla de cocción lenta, la programo durante seis horas por la noche. A la mañana siguiente puedo triturar la mezcla y empezar a ponerla en botes. En el caso de las moras, después de triturarlas, paso la mezcla por un chino para quitar semillas o imperfecciones: el resultado es muy suave y homogéneo.

Con los botes ya cerrados queda un proceso muy importante para conservar durante meses nuestro trabajo: la pasteurización. En una olla grande pongo todos los botes que quepan, los cubro con agua y llevo la cazuela a ebullición. Desde el primer hervor unos 15 minutos al fuego mínimo son suficientes para crear vacío y haber asesinado las esporas malas. Una vez apagado el calor, dejo los botes un tiempo dentro del agua. Cuando se templan, saco los tarros a un paño y los pongo boca abajo para que acaben de enfriarse por completo. Durante este proceso la abuela es quien tiene la voz “mandante” -como casi siempre en la cocina- y explica a mis hijos los sistemas de conservación de los alimentos que han existido durante siglos: los escabeches, el secado del higo al sol, la conserva del cerdo, el queso, el vino, la mermelada, los tomates secos…

Esta receta tiene como resultado final un trampantojo en forma de mora o más bien es una pareidolia, esa cualidad humana en la que nuestra mente sugiere conceptos o ideas a partir de un estímulo impreciso o vago, como intuir animales en las nubes o la cordillera del Himalaya en un pan de centeno.
Cuando nos quedan pocas de nuestras moras encierro la más bonita en un bote y la escondo en mi armario.

En nuestra siguiente visita al pueblo guardo un paseo para mí.

Antes del primer atardecer me dirijo solo y en silencio hacia el este, hacia el cerro de San Bartolomé. En su cima plana se observa la ruina de la ermita del siglo XVII, a su alrededor existe el yacimiento de un poblado fechado antes de la era cristiana a través de numismática íbera y romana, pero no me dirijo allí… porque esta vez tomo el camino que recorre las faldas del monte en busca del monumento al que voy a honrar, el más importante del pueblo y sin datación posible porque nació en la prehistoria hace milenios y se utilizó hasta el siglo pasado. Hoy se puede ver desde la autovía A-22 Huesca – Barbastro.

Peña mujer huesca

Peña Mujer es una “sacra saxa”, una piedra sagrada fecundante utilizada durante siglos, una pareidolia ya que su perfil evoca a una mujer embarazada y su cúspide al órgano reproductor masculino; de la conexión entre lo femenino y lo masculino nace la vida con la gracia de la fecundidad. Intento mirar su perfil con el pensamiento de un cromañón, como alguien no viciado por el bombardeo constante de imágenes que tenemos en la actualidad y sí, su perfil me recuerda a una mujer en un estado de gravidez avanzada.

No tenemos testimonio de la ceremonia fecundativa prehistórica. Se presume que las mujeres escalaban por la parte de atrás (hay asideros picados en la roca) y posteriormente se deslizaban por la “barriga” como si estuvieran en un “esbarizaculos”, impregnándose de la fecundidad de la roca. Sí que sabemos que en el siglo veinte, las mujeres que no quedaban embarazadas se dirigían a Peña Mujer, rezaban con un rosario en la mano y frotaban su vientre por la misma cargándose de esperanza.

Me he creado mi propia liturgia, saco la mora del bote y la dejo a sus pies, abrazo la piedra y respiro profundamente… le pido en voz baja que en septiembre la fecundidad de moras e higos sea generosa y que mis hijos quieran seguir faenando con el ababol de su padre en la cocina de la abuela un año más.
Durante el camino de vuelta al pueblo me siento muy celtíbero.

En la actualidad hay rutas por toda España que han puesto en valor estos monumentos como en mi provincia Huesca, en Castilla y León o en Extremadura.

Receta de moras de velilla

Moras de Velilla de Manuel Vizcarro

5 de 9 votos

¿QUÉ VAS A NECESITAR?

Ingredientes
  

Elaboración paso a paso
 

Día 1: masa vieja

  • Mezcla los ingredientes de la masa vieja y deja fermenta 4 horas a temperatura ambiente.
  • Pasadas las 4 horas, guárdala en la nevera hasta el día siguiente.

Día 2: plastón y masa

  • Haz el bloque de mantequilla. Es decir, forma un plastón de 18 por 18 centímetros. Yo me ayudo con una bolsa de congelación; hay gente que lo hace con papel de horno. Utiliza el método que mejor te parezca.
  • Junta todos los ingredientes de la masa y empieza a amasar. Yo utilizo el sistema de reposos y amasados, es decir, 5 minutos de amasado, 20 minutos de reposo, 5 de amasado, 20 de reposo, 5 amasado, 20 reposo. Al final la toco un poco y la dejo descansar cubierta por un film. Transcurrida una hora la introduzco en la nevera hasta el día siguiente.

Día 3: laminado

  • Estiro la masa hasta obtener un rectángulo de 36 centímetros por 18 centímetros, pongo el plastón en medio (Foto 1).
  • Mido la temperatura de la mantequilla y cuando llega a 9 grados, cierro el plastón con el resto de masa.
  • Comienzo a estirar la masa hasta el medio centímetro de espesor.
  • Lo hago ayudándome de la laminadora, bajo pistón a pistón el grosor y cada dos pasadas le doy la vuelta a la masa, enharino un poco la superficie y continúo. Tal vez mareo la masa demasiado, pero es mi sistema. Compruebo la temperatura cuando enharino; si paso de los 14 grados la meto un rato en la nevera o la saco a la terraza (si la temperatura exterior es menor) siempre cubierta de plástico.
  • Con la masa ya laminada vamos a hacer el primer pliegue, que es un pliegue doble. Antes retiro el exceso de harina que pueda haber con una brocha y rocío con un spray de agua la superficie. Tenemos que visualizar donde está la mitad de la lámina. Ahora doblaremos un cuarto de la extensión hacia dentro llegando a la mitad de la longitud.
  • Después doblaremos el otro cuarto de la masa hasta llegar al centro.
  • Por último doblaremos las partes dejando la juntura en el interior de la masa.
  • Cubrimos de plástico la masa y la mandamos a descansar a la nevera, al menos una hora, para que el gluten se relaje y su temperatura baje.
  • Después de esta primera siesta y tras comprobar que la masa está dentro de los parámetros de temperatura para estirar (de 10 a 14 grados), comenzaremos el laminado de la masa. Para facilitarnos la faena cortaremos la tensión de la superficie del pliegue central.
  • A continuación laminaremos con la máquina, hasta otra vez el medio centímetro de espesor. Bajando pistón a pistón y cada dos bajadas, enharinando un poco y dándole la vuelta, comprueba de vez en cuando la temperatura de la masa. Recuerda que si pasa de los 14 grados hay que llevarla a la nevera.
  • Con la lámina estirada vamos a hacer el segundo pliegue: limpia la harina que pudiera haber en la superficie, moja un poco la masa con el spray y forma un tríptico con la masa; acabas de realizar un pliegue sencillo.
  • Cubrimos de plástico la masa y la mandamos a dormir a la nevera una hora, dos horas, tres horas, las que tú quieras pero que duerma un poco, le sentará genial.
  • Es el momento de realizar una “mise in place” puntillosa. Mientras la masa esté abrazada por Morfeo, prepara unos moldes para hornear tus moras, el cortador para dividir la masa, un pincel para pintar, una rejilla y un sitio donde puedan fermentar.
  • Saca la masa del plástico y corta la tensión de su pliegue mayor, pasa por la laminadora hasta tener un ancho de más de 24 centímetros, cambia el sentido del laminado y estira la masa hasta tener una longitud de más de 36 centímetros.
  • Recorta hasta obtener un rectángulo de 24 por 36 centímetros lo más exactos que puedas, reserva los recortes para hacer un pan o lo que te dé le gana. Corta 3 columnas de 8 centímetros y 12 filas de 3 centímetros. Obtendrás 36 cuadriláteros.
  • El formado de la mora consiste en una trenza enrollada, es decir, corta el cuadrilátero para formar tres cabos.
  • Sepáralos y comienza a trenzar.
  • Cuando tengas la trenza, enróllala sobre sí misma y dale una ligera redondez con la palma. Resérvalas en tu molde para hornear; también puede ser encima de una bandeja.
  • Llega la hora de la segunda fermentación: en mi caso las dejo reposar en un ambiente húmedo y cerrado a unos 27 grados durante 3 horas.
  • Calienta el horno a 180 grados con ventilación, cuando esté “rusiente”, introduce las moras durante 18 minutos. Controla su color desde el minuto 15.
  • Una vez horneadas deja reposar sobre una rejilla y en cuanto las puedas manejar comienza a pincelarlas con mermelada de mora. Es conveniente ser generoso en esta acción.
  • Cuando se hayan secado un poco, pincha cada mora con un palito y colócalas en un jarrón.
  • Su existencia es efímera, no como Peña Mujer que seguirá allí imperturbable.
Categorías
Panes planos verano

Pan del cuñao de Manuel Vizcarro

Pan del cuñao de Manuel Vizcarro


Valoraciones: 7 Comentarios

Pan del cuñao de Manuel Vizcarro

Valoraciones: 7 Comentarios

Hay un dicho que se cuenta en mi familia política que dice: “La familia con U pa´ tú”, mis parientes son una fuente inagotable de diretes, motes y chascarrillos.

Soy amigo de Luis desde el principio de la adolescencia. Cuando rondábamos los 25 años, gracias a un cruce entre Venus y Orión, comencé a festejar con su hermana y nos convertimos en cuñados. Ahora nos estamos haciendo maduros juntos. Durante todos estos años de relación hemos seguido siendo muy amigos y de vez en cuando nos comportamos como “cuñaos”, hay veces que en una conversación fluimos de la amistad al cuñadismo sin control, incluso hemos llegado a cambiar de opinión después de un acalorado debate, este hecho siendo aragoneses es casi milagroso.

Cuando aparecí en el pueblo con la Celsius se me quedó mirando y me dijo con ironía:

—Otro cacharrico para pan… ¿esta vez qué tiene de especial?

Después de morderme la lengua y sopesar mis palabras le respondí:

—Ya lo verás… cuñao, ya lo verás…

Aquella “puyita” avivó mi imaginación culinaria. Podría haberle explicado que gracias a la Celsius ha comido pan con unas greñas fabulosas durante años pero igual nos perdíamos en divagaciones técnicas, decidí experimentar con su intelecto y su curiosidad.

El domingo de barbacoa coloqué la Celsius al lado de la fogata, fue cogiendo temperatura a la vez que se quemaba la leña. Hice a la plancha calabacines y tomates, los reservé en un colador para que perdieran agua, el líquido lo reduje con un poco de salsa de soja y tabasco, posteriormente hicimos la brasa típica de nuestra zona: cordero y longaniza. Cuando estaba bien farto y abordaba al postre le escuché de fondo:

—Pues como plancha funciona muy bien…

Sonreí entre dientes pero no quise hacer sangre y me guardé cualquier comentario.

Al acabar de asar enterré con las brasas sobrantes la Celsius. Mi “cuñao” oteaba desde la distancia extrañado y no pudo más que preguntarme:

—¿Por qué sepultas la plancha?

—Por la noche lo sabrás…(le dije con cierta malicia)

El día anterior había preparado una masa recia, un pesto de almendras y albahaca y una salsa de yogur con pepino.

Por la noche cuando volvimos de la piscina, formé dos panes en formato de cañada, coca o pan persa. Agrupé las brasas casi muertas a un lado y coloqué los panes encima de la Celsius, esperé unos minutos, curioso mi amigo Luis dijo:

—Los estás haciendo con el calor residual, muy interesante…

Les dí la vuelta, regándolos con el pesto de albahaca, para que acabarán la cocción dispuse un papel de aluminio sobre los mismos y los cubrí con las pocas brasas que quedaban al poco tiempo el pan estaba hecho.

Corte los panes en triángulos y puse en un bol la salsa de yogur y pepino, lo llevé a la mesa.

—Has visto el uso de la Celsius Luis… ¿Qué, es este otro “cacharrico”?

—Un aperitivo fresco y excelso “cuñao”, con solo azuzarte un poco eres capaz de cosas grandes, bien se vale de mí.

—Cuñauuuuuuu (respondí con voz del Risitas).

Soltamos unas carcajadas notorias y dijimos al unísono:

—La familia con U pa` tú”.

Nosotros utilizamos leña porque tenemos acceso a ella. No he probado con carbón vegetal para barbacoas, creo que tiene una capacidad calorífica mayor por lo que supongo que puede dar unos resultados sorprendentes. Si algo nos ha aportado ser panaderos caseros es intentar llevar al límite los utensilios que tenemos y la Celsius es casi indestructible.

receta de pan cuñao

Pan del cuñao de Manuel Vizcarro

Un pan hecho con el calor residual de las brasas. Dedicado a Luis, cuñao.
4.88 de 8 votos
Plato Pan
Cocina Panadería casera

Ingredientes
  

Para la masa de pan

Pesto de almendras

Salsa de yogur

  • 270 g pepino rayado
  • 250 g yogur griego
  • 1 ajo pequeño
  • 5 g sal

Elaboración paso a paso
 

  • Juntar todos los ingredientes del pan y amasar con reposos. Con estos días de calor es muy bueno que el agua esté muy fría.
  • Dejarla reposar 3 horas a temperatura ambiente, desgasificar y dejar en la nevera al menos 24 horas, dentro de un tuper con tapa.
  • Hacer un buen fuego para hacer tu barbacoa o brasada preferida.
  • Si quieres puedes poner la Celsius al lado y cocinar a la plancha.
  • ALERTA para los Panarras gafotas como yo, acercarse mucho al calor del horno o de la barbacoa con cristales orgánicos los acaba estropeando, ningún óptico te avisa simplemente porque no cree que seas un obseso del pan. Las gafas de la izquierda son solamente para la brasa y el horno, cuando me pongo los guantes, me pongo esas gafas.
  • La semolina es mágica para formar panes planos, además de que ensucia mucho menos que la harina blanca. Estirar las masas hasta tener dos lenguas de pan recio.
  • Colocar las piezas en la pala de pizzero o en lo que tengas.
  • Apartar las cenizas de la Celsius y pasar un trapo para eliminar restos gruesos.
  • Colocar con mimo las masas sobre la plancha rusiente, el sonido es magia.
  • Pasados 10 minutos o menos, depende del calor que haya conservado la Celsius, darle la vuelta a los panes y pintar con el pesto de almendras el lado tostado.
  • Ubicar un papel de aluminio de varias hojas encima de los panes y cubrir con lo que quede de las brasas.
  • Esperamos unos minutos y vamos comprobando la cocción.
  • En pocos minutos lucirán así de brillantes.

Pesto de almendras

  • Triturar todos los ingredientes con un punto de sal hasta que quede homogéneo.

Salsa de yogur

  • Ralla un pepino y mezcla con 5 gramos de sal, ponlo en un colador, empezará a perder agua de manera inmediata, déjalo reposando al menos una hora.
  • Pica fino el ajo y júntalo con el yogur griego, el pepino y un chorro de aceite de oliva y resérvalo en la nevera.
  • Lleva el pan recio a la mesa y unta directamente en la salsa de yogur.
Categorías
Recetas de pan de molde

Pan de molde de centeno y rimacinata

Pan de molde de centeno y rimacinata


Valoraciones: 11 Comentarios

Pan de molde de centeno y rimacinata

Valoraciones: 11 Comentarios

¿Eres de los que tiene incontinencia a seguir una receta de pan al pie de la letra y acabas cambiando las combinaciones de harina cada vez que repites una masa? Tranquilo, no estás solo. Nosotros también sufrimos de ese síndrome, pero no hay que avergonzarse. Eso sí, haz un pequeño esfuerzo y respeta la combinación de harinas de esta receta, al menos la primera vez. Confía en nosotros.

La sémola rimacinata es una harina de trigo duro italiana, de color ligeramente amarillo y textura fina pero más gruesa que una harina de trigo convencional. Su sabor hace que sea muy usada en Italia en masas de pizza, focaccia, panes y pasta y, a nosotros, nos encanta agregar siempre un poquito en la masa de nuestras hogazas.

Este pan de molde tiene lo mejor de varios mundos, la fibra y aroma del centeno y la textura y sabor de la sémola rimacinata. Y, como ambas son flojas de gluten, compensamos con harina de fuerza para soportar la estructura. 

El resultado es un pan de molde semi integral muy fácil y rápido de hacer y muy resultón. En esta receta seguimos el método directo, sin prefermentos, ni masa madre, ni fermentaciones en frío pero, si tienes tiempo y ganas, ya sabes que puedes adaptarla y mejorarla añadiendo alguna de estas opciones.

Pan de molde de centeno y rimacinata

El resultado es un pan de molde semi integral muy fácil y rápido de hacer y muy resultón. En esta receta seguimos el método directo, sin prefermentos, ni masa madre, ni fermentaciones en frío pero, si tienes tiempo y ganas, ya sabes que puedes adaptarla y mejorarla añadiendo alguna de estas opciones.
4.58 de 7 votos
Plato Pan
Raciones 1 hogaza de 850 gramos

Elaboración paso a paso
 

  • Esta receta no utiliza ni masa madre ni prefermento, por lo que puedes comenzar añadiendo todos los ingredientes a la vez en el bol de la amasadora. También se podría amasar a mano, alternando varias repeticiones de amasados cortos con reposos. En un horno doméstico caben hasta 3 moldes de este tipo, por lo que puedes multiplicar por tres la receta y aprovechar el trabajo. Además, si utilizas la Ankarsrum, te cabrá sin problemas esa cantidad de masa.
  • Nosotros lo amasamos en la Ankarsrum, a velocidad 3 y con el rodillo, durante 10 a 12 minutos. La masa es ligeramente húmeda y, al tener una cantidad importante de centeno integral, no tienes que esperar a tener un desarrollo del gluten perfecto, con una membrana bien formada.
  • Para terminar el amasado, pasa la masa a la encimera, dale unos últimos pligues y forma una bola.
  • Pasa la masa a un bol grande y tápalo con un paño, con un gorro de ducha o con un film.
  • Deja que la masa duplique su volumen en el bol. En nuestro caso, a 24ºC tardó 1h30 en duplicar. Si lo prefieres, este paso lo puedes hacer en frío, en la nevera, durante toda la noche. Con esto harás que el pan gane en sabor y mejore su conservación.
  • Una vez hecha la fermentación en bloque, toca formar el pan, para ello pon un poco de harina en la encimera y, con la ayuda de una rasqueta flexible, vuelca la masa del bol.
  • Pon un poco de harina sobre la masa y desgasifica bien aplastándola con la mano. 
  • Para formar el pan de molde, dobla la masa en tres hasta tener un rectángulo con un ancho menor al largo del molde, como se ve en las fotos.
  • Pasa un rodillo por la masa para aplanarla.
  • Ahora ve enrollando la masa hasta tener un cilindro.
  • Engrasa el molde con spray desmoldante y pon la masa dentro. Tápalo con un gorro de ducha y deja que vuelva a duplicar el volumen.
  • En nuestro caso, a 24ºC tardó 1 hora. El momento idóneo para meter en el horno es cuando la masa empieza a sobre salir del borde del molde.
  • Cuece el pan en el horno precalentado a 200ºC sin aire, con calor arriba y abajo.
  • Tienes que cocerlo bien para que no se colapse al desmoldar. En nuestro caso tardó de 35 a 38 minutos. Si tienes un termómetro digital, pincha el pan y comprueba que el interior está a, al menos, 95ºC antes de sacarlo.
  • Una vez listo, sácalo del horno, desmóldalo sobre una rejilla y deja enfriar completamente.
  • Este pan, al no tener masa madre, no dura muchos días fresco, por lo que te recomendamos que congeles lo que no vayas a consumir en el primer o segundo día.
Categorías
Pizzas

Pizza al estilo de Nueva York, cada porción a su hora

Pizza al estilo de Nueva York, cada porción a su hora


Valoraciones: 0 Comentarios

Pizza al estilo de Nueva York, cada porción a su hora

Valoraciones: 0 Comentarios

En una época en que el imperativo de las aceleradísimas tendencias gastronómicas parece haber encumbrado las pizzas napolitanas como las únicas auténticas, la pizza al estilo de Nueva York puede resultar un poco old school: aquellas porciones gigantes que se empezaron a comercializar a finales de los años ochenta y apenas se ven ya por las calles y centros comerciales no son, quizás, tan fancy como las abultadas, tostadas y muy sobrerrepresentadas “artigianale”… Pues tanto peor. 

Por suerte, con unas cuantas indicaciones y un horno Ooni podemos rememorar en versión casera aquellos enormes triángulos de tomate, queso y nada más, pensados para comer sin plato y hacernos felices en una tarde de sábado. 

El objetivo, conseguir una masa lo suficientemente resistente como para que el pico del triángulo nos indique la hora a la que engullir la pizza, y que esta sea las tres y cuarto (o las cuatro y veinte) o, ya como meriendacena, las ocho menos veinte, pero nunca, jamás, las seis y media. 

¿Cómo lo haremos? Con una masa que, a diferencia de la napolitana, incorpora a la harina, la levadura, la sal y el agua un par de ingredientes que facilitan que adquiera la consistencia justa, crujiente pero jugosa (no queremos una galleta salada) y fina pero capaz de sostenerse una vez que la doblamos al medio para morderla. Apunta: aceite de oliva y azúcar. 

El primero consigue que la corteza sea más densa y más tierna que la que daría una masa sin grasa y, en cuanto al azúcar, además de aportar un toque de sabor, logra un dorado más uniforme.

Teniendo esto claro, lo que nos queda es bregarnos en el arte del estirado, para conseguir una circunferencia tan amplia como nuestro horno de jardín nos permita, teniendo en cuenta que las de Nueva York son pizzas finas (no más de un centímetro de grosor) y que la corteza solo debe quedar un pelín más alta. Eso, y adquirir agilidad para voltearla y sacarla tan pronto como empiece a estar tostadita. 

Finalmente, para que nuestro isósceles portable de pan tenga el regusto a Little Italy –donde nació hace ya más de un siglo– que corresponde, podemos fiarnos de la receta clásica y añadir a la salsa de tomate un poco de mantequilla, una cebolla cortada en dos (que retiraremos) y ajo picado, además de aceite de oliva, orégano y albahaca, y usar mozzarella seca, la óptima para rallar en grueso sin conseguir el “efecto charco” que hace la fresca sobre la masa si no la escurrimos a conciencia.

Pizza al estilo de Nueva York

De masa fina, salsa sabrosa y capaz de aguantar el "New York fold"
4 de 4 votos
Plato Plato principal
Cocina Americana

Ingredientes
  

Para la masa de pizza estilo NY

Para el condimento

Elaboración paso a paso
 

  • Pon el agua en el bol de la amasadora, añádele la levadura seca y espera que esta se hidrate un par de minutos.
  • Activa la amasadora a velocidad suave y ve añadiendo la harina, el azúcar, el aceite y la sal, amasando a velocidad media durante 6 minutos hasta que la masa esté lisa y uniforme y se separe de las paredes del bol.
  • Pon la masa en la superficie de trabajo y unifícala con unos pliegues.
  • Colócala en un recipiente hermético untado con aceite y tápalo.
  • Deja reposar la masa una hora a temperatura ambiente, para que se active la levadura. A continuación, guárdala en la nevera un mínimo de 24 horas y hasta 5 días.
  • 5 horas y media antes de hacer las pizzas, saca la masa de la nevera y déjala atemperar a temperatura ambiente dentro del propio recipiente durante 2 horas.
  • Pasado este tiempo, pon semolina en la superficie de trabajo y divide la masa en 4 partes iguales.
  • Forma una bola compacta con cada una de ellas. Comienza recogiendo la masa con los dedos hacia el centro, formando una especie de hatillo. 
  • A continuación, dale la vuelta a la masa, dejando los pliegues hacia abajo.
  • En una parte de la mesa de trabajo sin semolina, arrastra la bola hacia ti empujándola con la palma de la mano. Verás que la la bola gana tensión.
  • Una vez tengas las 4 bolas de masa hechas de la misma manera, añade harina o semolina en un recipiente hermético y colócalas dentro, separadas entre ellas unos 4 cm y tengan espacio para expandirse al fermentar.
  • Tapa el recipiente y déjalo fermentar a temperatura ambiente 3 horas. Las bolas tienen que doblar su tamaño.
  • Una vez la masa haya alcanzado el punto óptimo de fermentación, prepara las pizzas: comienza rallando la mozarella y colocando la salsa de tomate en un bol.
  • Enciende el horno Ooni según las indicaciones del fabricante, dale máxima potencia, espera 15 minutos para que alcance la temperatura idónea.
  • Mientras el horno se calienta comienza a preparar la pizza. Cubre con semolina la superficie de trabajo y ayudándote de una espátula coge una bola de masa y coloca encima de la semolina. Abre un poco la masa ayudándote con las yemas de los dedos.  
  • 14. Extiendela ayudándote de un rodillo hasta conseguir un disco fino de de 30 cm de diámetro.
  • 15. Pasa el disco de masa a la pala de horno.
  • 16. Condimenta la pizza con el tomate y el queso.
  • 17. Pon una cucharada de tomate en el centro y extiéndelo con el reverso de la cuchara, haciendo movimientos circulares cubriendo toda la superficie.
  • 18. A continuación, reparte la mozzarella de manera uniforme por toda la superficie de la masa.
  • 19. Introduce la pizza en el horno, ayudándote de la pala y con un golpe seco. Deslízala de manera precisa asegurándote que quede en el centro de la piedra, no demasiado atrás, y evitar así que se queme.
  • 20.No te separes del horno, coge la pala de girar las pizzas y pasados 20 segundos, gira la pizza unos 90º dentro del horno.
  • 21.Pasados otros 20 segundos, gírala de nuevo otros 90º.
  • 22.Después de otros 20 segundos, gírala nuevamente y termina la cocción.
  • 23. Finalmente, con la pala grande, retira la pizza y sírvela.
  • 24. A continuación, prepara la siguiente pizza de la misma manera, con rapidez y precisión. Condiméntala y hornéala de la misma manera, repitiendo el proceso hasta tenerlas todas listas.
Categorías
Panes planos Recetas

¿Que el calor no importa? Toma torta

¿Que el calor no importa? Toma torta


Valoraciones: 1 Comentario

¿Que el calor no importa? Toma torta

Valoraciones: 1 Comentario

Naan en Ooni. Ni que hablásemos sánscrito. No. No pretendemos aquí desvelar los sagrados misterios de esta lengua ancestral. Nos conformamos con emular la técnica para preparar este pan plano indio lo más parecido a cómo lo harían allí, con los instrumentos que tenemos disponibles aquí.

Naan en Ooni: una torta esponjosa, flexible, levemente fermentada, cocinada en nuestro horno portátil Ooni, ese que consigue también pizzas napolitanas dignas de Nápoles

Naan en Ooni. Naan en Ooni. Ya nos va gustando la cantinela. 

Y la cantinela va de emular las condiciones caloríficas de un tandoor (o tandur), ese horno cilíndrico de arcilla o metal que funciona a carbón, tradicional del norte de la India y Pakistán, y usado para cocinar, entre otras cosas, el naan, el pan que acompaña sus muy especiados guisos y aderezos. Para eso tenemos que movernos entre 400 y 500 grados, bastantes más de los que alcanzamos en nuestro horno de casa. 

Que sí, que ya sabemos que sabes que el naan puede cocinarse también en sartén, pero lo de hoy es otro nivel. Porque el Ooni es capaz de alcanzar los 500 grados del horno indio en 15 minutos, que es más o menos el tiempo que nos llevará amasar, reposar y estirar nuestra masa para formar los discos.

 Luego, solo quedará  hornearlos el tiempo necesario para que se cocinen, formen burbujas y se tuesten ligeramente por algunas partes, algo como un minuto. Igualito que si tuviéramos que pegarlos a la pared de un tandoor del Punjab, pero sin tener que salir de nuestra terraza o jardín y sin riesgo de que la torta acabe en el fondo de un pozo abrasador.

Naan en Ooni

Aprovecha las altas temperaturas de tu Ooni para conseguir la textura del pan naan hecho en tandori
4.50 de 2 votos
Plato Acompañamiento, Pan
Cocina India

¿QUÉ VAS A NECESITAR?

Ingredientes
  

Para la masa

Para pintar

  • perejil fresco
  • manteca cocida de vaca (ghee)

Elaboración paso a paso
 

  • En el bol de la amasadora pon el agua con, la levadura seca de panadería y el de azúcar. Mézclalo un minuto y déjalo reposar a temperatura ambiente hasta que se formen burbujas.
  • Añádele el aceite, el yogur y la sal. Activa de nuevo la amasadora a velocidad 2 y vete agregando la harina poco a poco.
  • Sube la velocidad de la amasadora a 4 y sigue amasando 3 minutos más. Sube de nuevo la velocidad a 5 y amásala otros 3 minutos.
  • Tendrás una masa lisa y elástica. Pásala a la mesa de trabajo, pliégala un par de veces para unificarla.
  • Colócala en un bol amplio, untado con un poco de aceite, tápala con un gorro de ducha y déjala reposar en un lugar cálido, a 21ºC una hora, hasta que doble su volumen.
  • Cuando la masa haya doblado su tamaño, enciende el horno ooni a potencia máxima para que se vaya calentando mientras das forma a los panes.
  • Vuelca la masa en la superficie de trabajo previamente enharinada, y divídela en 8 partes iguales.
  • Haz bolas con cada una de ellas. Una vez tengas la masa boleada, coge una de las bolas y aplástala un poco con las manos. Tapa el resto con un paño para que no se sequen.
  • Tamiza un poco de harina encima y ayudándote de un rodillo, extiéndela en forma ovalada y con un grosor de unos 5 mm.
  • Haz lo mismo con el resto de las porciones de masa y una vez tengas los panes todos estirados ya puedes comenzar a hornearlos.
  • Pon un poco de semolina en la pala y coloca uno de los panes encima.
  • Mete el pan en el honor. Déjalo 30 segundos y gíralo 90 ºC ayudándote con la pala pequeña. Verás que se van formando burbujas y el pan se infla.
  • No te separes del horno y pasados 30 segundos  vuelve a gírarlo. Déjalo 30 segundos y voltealo y pasados otros 30 segundos, retíralo y colócalo en un plato.
  • Haz lo mismo con el resto de los panes y  cuando los tengas todos cocidos, pincelalos con ghee espolvorea un poco de perejil y apílalos en un plato para que se mantengan calientes.
Categorías
Conceptos básicos

Otros consejos para hacer pan en verano

Otros consejos para hacer pan en verano


Valoraciones: 0 Comentarios

Otros consejos para hacer pan en verano

Valoraciones: 0 Comentarios

Llega el verano (es un decir, va buena que llegó, pero ahora podemos decir que arrecia) y llega el momento de refrescar algunas de nuestras recomendaciones para hacer buen pan en esta época del año o, lo que es lo mismo, para mantener nuestro nivel panarra cuando las temperaturas suben. 

Pero mira, es que este año estamos hasta el límite de escucharnos, así que hemos pensado en callar un poco  y dejar que hablen quienes saben de todo esto. ¿Vagancia redomada, haraganería, dejadez estival? Puede que de eso haya un poco también, pero no hay mal que por bien no venga, a la vista de todos los consejos, técnicas, recetas y hasta viajes por el mundo que proponen nuestras voces expertas. Vamos allá. 

Más es menos y menos es más

Para la escritora gastronómica Susana Pérez (Webos Fritos), las condiciones climáticas de estos meses tienen sus ventajas. “En mi caso, como en casa hace mucho calor, lo que hago es aprovechar para hacer más cantidad de pan, congelar, y tenerlo listo para cuando me hace falta y así no estar usando el horno tan a menudo como en los meses fríos”, sugiere. Para ello, juega con las fermentaciones, que son más rápidas que en otras estaciones, y se vale del frigo para ir manteniendo las masas.

Cuando no quiere encender el horno, aprovecha para hacer algún pan fácil en sartén

El panadero granadino Joaquín Labayen resume su modus operandi veraniego en tres maniobras, dirigidas a controlar la fermentación con alta temperatura ambiente: aumentar la cantidad de sal (en un 0,5% en masa final, o adiciones de hasta el 1% en masas madre), reducir la hidratación y plegar con frecuencia, para conseguir que la masa enfríe más rápido y de forma más homogénea en las fermentaciones en bloque en frío. 

Para estos meses, él apuesta por un pan “automático” de centeno –con receta de Ibán Yarza en su volumen Pan casero–, para evitarnos dolores de cabeza con la fermentación. “Al centeno le gustan las temperaturas altas, el proceso completo desde el amasado llevará pocas horas y, si lo hacemos en molde, él mismo nos avisará de cuándo está listo para meter en el horno”, incita.

Por si fuera poco, lanza una recomendación que es panadera, pero un poco también vital: “Aprovecha para hacer pan al aire libre con el más despreocupado espíritu veraniego durante una acampada o una barbacoa. Olvídate de fórmulas, recetas y porcentajes: mezcla a ojo harina con agua, sal y levadura. Forma una pelota con eso y deja que repose un rato (ni mires el reloj). Haz unas tortas con las manos y ponlas en la sartén del camping gas o en la parrilla. Unos minutos por cada lado y estará listo”.

Qué calor ni qué calor

Como gallega asentada en Galicia, a la creadora de contenidos gastronómicos Mónica Prego el calor estival no la atosiga. “Encender el horno no es un problema, al menos por las temperaturas. Y si el problema son las pocas ganas de trabajar, siempre podemos recurrir a las maravillosas panaderías que tenemos por aquí”, reflexiona, desde la comodidad de los 23 grados de máxima de este mes de julio, antes de echar la vista atrás: “Al contrario. Cuando lo que había en las casas eran grandes hornos de leña, lo que condicionaba e impedía calentarlos para hacer pan era el mal tiempo y el no poder ir a coger leña al monte”. Como rememora, entonces tocaba hacer panes en sartén o sobre las brasas, o filloas o panes hervidos en la olla del caldo (lo que por esas latitudes se conoce tradicionalmente como “bolos no pote”). 

Lo que sí incide, al menos en su caso, en las rutinas panarras son las vacaciones escolares, las fiestas en el jardín, los picnics y los picoteos con amistades. Para afrontar tales vicisitudes, tiene sus métodos.

“Mi primer consejo pensando en el pan para el verano es hacer un buen acopio de tostadas en el congelador para los desayunos y las meriendas e incluso para las cenas con tostas y de picoteo. Así que, como el trabajo es casi el mismo, en lugar de hacer un pan, lo mejor es hacer varios, cortarlos y congelarlos. Incluso hacer diferentes tipos de bollitos para poder recurrir a ellos”, propone.

“El pan al vapor es siempre la gran opción para el verano; los panecillos bao o el pan mantú, al que le podemos dar diferentes formas y utilizar tanto para los clásicos bocadillos, como para hacer perritos si le damos forma alargada”, sugiere Prego, que también aconseja abonarnos a la sartén para viajar a través del mundo en cada cena, “desde las tortillas de maíz o trigo para tacos o burritos, las piadinas, el naan y pan de pita, las arepas, muffins ingleses, unos blinis salados, batbout, chapatis y un largo etc”. “Aquí nos funciona y nos ayuda a decidir los menús del verano”, reconoce. 

A todo vapor

El panarra oscense Manuel Vizcarro se decanta también por el vapor para hacer “baozi a cascoporro” entre junio y septiembre. Se refiere a esos bollos orientales blanditos y esponjosos destinados a prepararse (y comerse) rellenos. ¿De qué? “De casi cualquier cosa”, adelanta. “Además, se puede jugar con diferentes tipos de líquidos en las masas para dar colores diferentes. Yo utilizo restos de acelga y, sobre todo, remolacha para dar color”, pone como ejemplo. 

Para Vizcarro, el “más aclamado” es el baozi de remolacha y salmón, con una salsa de soja, zumo y ralladura de limas y unos copos de guindilla. Otro muy especial es el relleno de queso con una masa coloreada con pimentón.

A la hora de elaborarlos, realiza una primera fermentación en frío. “Luego los formo con el relleno y los rebozo en alguna semilla, que siempre da un efecto en el comensal como de sorpresa cuando lo ven”, apunta. Los de remolacha van con sésamo negro, los de pimentón con sésamo dorado. “¿Por qué creeremos que si está rebozado en semillas es mejor?”, se pregunta. 

La barbacoa (hey)

Otra posibilidad: aprovechar la barbacoa donde hemos hecho las costillas, las verduras o lo hayamos querido churrascar para sacar a pasear nuestra plancha Celsius. “Hago una masa básica de pan, la divido en trozos de 300 gramos y la guardo en tuppers en la nevera –revela Vizcarro–. Pongo la Celsius o la piedra de horno debajo de la barbacoa y luego hago un fuego encima. Cuando hay brasa empiezo a hacer la comida y dejo la fogata encima de la piedra o Celsius, e incluso echo un par de troncos más. Cuando llega la hora de la cena, saco la masa y la estiro en una rudimentaria pala de pizzero, limpio la fogata hasta llegar a la piedra o la Celsius, le paso un trapo mojado por encima de manera muy rápida y deposito las masas estiradas. Pasados unos minutos, les doy la vuelta y las riego con una picada de aceite de oliva, ajo y perejil”. “Para la cena es un éxito con una salsa de yogur y pepino”, asegura, y no nos cabe duda de que es así. 

El secreto está en la masa… madre

Para el especialista en micropanadería Juan Manuel Rodríguez, la clave durante el verano está en concentrar la producción y alargar las jornadas de horneado. “Que las masas vayan despacio no será el problema y, ¡es más!, cuidado con sacar las masas más allá de 26ºC porque se disparan que no veas”, advierte, y recomienda, para estos meses cálidos, tirar solo de masas madre. “Por muy fofita que la tengamos no dudo de que tirará”, confía el divulgador, mientras confiesa que, en est época, sueña con duchas de agua fría desde el mismo momento en que llega al obrador a 30 grados.

De propina, Rodríguez propone una receta, la de sus chapatas con sésamo, que en verano servirán tanto para bocatas que llevar a la playa o la piscina como para hacer unos tostones de hummus de calabacín, tomate seco y albahaca, por ejemplo, con que culminar una noche en la terraza.

Para elaborarlas, usa 850 gramos de harina de fuerza, 700 gramos de agua, 18 gramos de sal, 150 gramos de sésamo tostado y 300 gramos de masa madre líquida, con un 100% de hidratación. 

El panadero divide el proceso en tres sesiones, para conseguir dos hornadas de tres chapatas de unos 350 gramos cada una: la de preparación de la masa madre, la del mezclado de ingredientes y amasado y, por último, la de división, reposo y horneado. 

“El día 1 haremos un refresco de masa madre usando ya la harina de la receta”, pauta. El objetivo es obtener 300 gramos usando un ratio de 1:2, 5:2,5 aproximadamente. “Como hará calor, lo dejamos 2 horas a temperatura ambiente y metemos en la nevera hasta el día siguiente”, señala.

Segundo día, momento de mezclar todos los ingredientes, reservando 70-80 gramos de agua, que incorporaremos tras 20 minutos de reposo. Tras un leve amasado sin llegar a conseguir la malla de gluten, untaremos en un tupper plano y ancho la masa de unos dos kilos. “Es importante que el volumen del continente triplique el volumen del peso de la masa para evitar que se salga”, avisa. 

Tras media hora de reposo en el recipiente, toca realizar un pliegue sin mucha tensión y meter en la nevera hasta el día siguiente.

En la tercera jornada, sacaremos la masa de la nevera, espolvoreamos la mesa con sémola de trigo fina y volcaremos la masa, que dará para 6 chapatas de 350 gramos cada una. “Con sutileza, dejaremos la masa regular, dividiremos y la colocaremos en unos trapos de fermentación”, indica.  Así deberá reposar durante un par de horas para que se relaje y termine de fermentar. Con el horno preparado ya precalentado a 240ºC, será entonces momento de hornearlas durante 15 minutos con vapor y acabar sin vapor durante 20 minutos más.

Madre mía, qué sofoco

Para indagar un poco más en esto de las masas madre en verano recurrimos a la panadera autodidacta María Dolores Asensio que, antes de darnos sus claves, hace una advertencia: “Leo muchas veces que el verano es un momento bueno para empezarlas, ya que la cosa irá más rápida y la elaboración del pan también. Yo no estoy de acuerdo con esto, ya que me parece muy difícil controlar la fermentación a 30 grados. La temperatura que le gusta a la masa madre es calentita, más bien de 25º o 26º. Me resulta más fácil empezarla en primavera o en invierno dejándola cerca del radiador”, confiesa, para recordar que los panes de masa madre son de fermentación larga. “Esa es parte de su esencia, y de muchas de las cualidades únicas que tienen estos panes. Querer acortar el proceso no es la clave”, opina. 

Sus “tips” para elaborar sus panes en estos meses pasan por utilizar los ingredientes fríos para controlar así mejor la fermentación y agua fría del grifo en la receta de pan. “Si aún así resulta difícil controlarla, usa menos cantidad de masa madre de la que indica la receta”, pauta, y recuerda que la humedad ambiental también afectará a la masa, por lo que utilizar menos agua de la que se emplearía en invierno en la receta también puede resultar recomendable. Hacer reposos entre pliegue y pliegue en el  frigorífico es otra opción para controlar la temperatura.

En cuanto a la alimentación de la masa madre, previa al pan que quieras preparar, también recomienda agua fría y ratios de alimentación altos (por ejemplo, alimentar por la noche con un ratio de 1:10:10). “Todo lo necesario para que la fermentación no se dispare y no acabemos el verano con una masa madre demasiado ácida y débil”, avanza.  

La educadora de panes caseros de masas madre y editora de https://masasdemadre.com/ coincide con la valoración de Asensio. “Mucha gente piensa que el verano es ideal para hacer panes de masa madre debido a las temperaturas más elevadas, que en principio facilitan la fermentación. Sin embargo, esto depende del lugar donde vivas (no es lo mismo A Coruña y Sevilla, por ejemplo), ya que estas temperaturas pueden ser un poco demasiado, o, si estamos acostumbrados a hacer panes de masa madre en invierno, con la llegada del calor nos descolocamos”, confirma Veka, que se declara “entusiasta” de este tipo de masas. 

Para evitar “cualquier desastre”, nos comparte algunos de los procedimientos que suele aplicar el verano, que le permiten mantener más o menos intacto su horario de hacer panes, sin acortar el proceso de forma significativa, ya que, como observa, las largas horas de fermentación “no solo son beneficiosas para el resultado del pan sino que también nos permiten hacer vida normal, es decir, dormir, trabajar, cuidar de los niños y la casa, etc.”.

“En mi casa, en verano, la temperatura en la cocina sube unos 7-8ºC. Lógicamente, este cambio es muy significativo y, si quiero mantener los mismos tiempos de fermentación, tengo que reducir la cantidad de masa madre o de prefermento que uso para hacer los panes”, resuelve.  En su caso, en verano reduce un tercio (o incluso más) esta cantidad (es decir, que usa aproximadamente dos tercios de la cantidad de la que emplea en invierno, o incluso menos).

“Si hay olas de calor, en lugar de usar agua templada, utilizo la fría de la nevera para hacer la masa. Puede sonar raro, pero esto me permite ganar un poco de tiempo, que es lo que prefiero”, continúa, antes de hacer un llamamiento: “Hay que vigilar mucho la fermentación y el estado de la masa. Si la masa hecha con la masa madre sobrefermenta, será un desastre pegajoso imposible de trabajar y formar. Por eso, no está mal también reducir un poco la cantidad de agua que solemos usar para hacer el pan, especialmente si normalmente hacemos panes con hidratación media/alta”.

En verano, Veka opta por hacer las fermentaciónes en pieza (en banneton) en frío. “Con este paso nos evitamos otro riesgo de sobrefermentación debido a las altas temperaturas. Además, con la masa fría, el greñado es siempre más fácil”, subraya.
Por último, la especialista llama a la organización horaria: “Normalmente uso un horno portátil para hornear los panes en la terraza, pero si tengo que hacerlo en el horno convencional horneo por la noche, justo antes de ir a dormir. Así, aunque tengo que encender el horno y la cocina se calienta bastante, luego dejo la ventana abierta y hasta el día siguiente se ventila el calor acumulado”.

Sobre Alba Barbadillo

Ni periodismo ni cocinismo: igual…bahh. La que escribe es Alba Barbadillo, redactora a la fuga y placera conversa en A Coruña. Desde, A Parva, la cantina del mercado de San Agustín, improvisa recetas veganas, perpetra bocatas improbables y escribe sobre comida, comunicación y lo que le pidan allá donde puede. Antes tenía un blog llamado Paso del Raxo y antes aún trabajó en El Ideal Gallego y a Nós Diario.

Categorías
verano

Largo domingo de verano

Largo domingo de verano


Valoraciones: 0 Comentarios

Largo domingo de verano

Valoraciones: 0 Comentarios

Mañana de domingo. Ahora que lo pienso, en vacaciones de verano todas las mañanas son mañanas de domingo. ¡Eureka! ¿Quién decía que no le gustaban los domingos? ¿No será que siempre traen pegado un lunes por la mañana? Pues este no. 

Testeo rápido desde la ventana: solazo, check; calorazo: check; ganas de echarse todo el día bajo una sombra y un algo de vientecillo, comer y merendar y cenar de campo en fiambrera con motivos setenteros, con bien de cerveza o limonada, libro, audiolibro, podcast…check.

Tenemos las fiambreras, la lectura, los auriculares, las bebidas a enfriar, la pandilla en preaviso. Lo que nos queda es diseñar el menú, y suerte que tenemos un buen fondo de armario de recetas y que, en realidad, llevamos ya días dándole vueltas al plan, así que hay algunos pasos previos que hemos dejado listos.

Como los aderezos para un bizcocho salado de tomate seco y alcaparras, una vuelta de tuerca de la versión dulce que triunfará o triunfará, porque, ¿alguien en la sala había tenido la idea de hornear esta masa plagada de sabor mediterráneo? 

Bizcocho salado de tomate seco y alcaparras
Bizcocho salado de tomate seco y alcaparras

O, si preferimos el formato más rústico, la masa para un panino mediterráneo como el de Una Italiana en la Cocina, que comparte ingredientes con el anterior, pero conlleva la previsión de dejar lista la mezcla de harina, sémola, levadura, agua y sal la noche antes. ¿Se nota mucho que en realidad llevamos toda la semana fantaseando con salir de picnic?

Menos anticipación requiere el pan relleno de Webos Fritos, si lo hacemos en versión vagoneta, con pan comprado: lo único que hay que hacer entonces es quitarle la miga y rellenarlo con una mezcla de ingredientes de lo más estival, casi casi una ensaladilla, solo que en versión baguette y sin patata. Pero, ¿y el orgullo de hornear nuestras propias baguettes y dejar flipado al personal con la diferencia de las del súper? Total, el único esfuerzo (casi) es calcular un ratito seis horillas antes de ponerte con la masa para dejar listo el prefermento que le dará un aroma que ya quisieran en la France…

Si vamos con el tiempo justo y, además, queremos incluir algún untable vegetal en nuestro tupper dominguero, no hay manera de que no lo acompañemos de unas crackers de semillas y orégano como las que preparan en Masas de Madre. ¿Que le pusiste orégano a todo lo anterior? Pues dale a la cúrcuma, al ras el-hanout o a la albahaca, lo que te cuadre, saldrá genial siempre que no te pases con el aderezo. 

¿Cómo? ¿Que el hummus de guisantes, de maíz o de pimientos se te hace demasiado healthy para las vacaciones?¿Que el calor te abre el apetito más lujurioso? Pues vengan aquí unos bollos hojaldrados de torreznos al estilo de la República Eslovaca y fin del antojo. Eso sí, incluye en la nevera portátil una botella de vino blanco fresquito, porque es indispensable para entender cómo se las gastan con estos hojaldres en toda centroeuropa. 

Apropiación cultural

Aquí defendemos que copiar recetas de otras latitudes no es robar, solo tomar prestado. Y aunque el pan de jamón venezolano, como este de Vanessa Archila, es típico de la Navidad en su país de origen, la mezcla de masa de mantequilla, aceitunas, pasas y el susodicho ingrediente nos funciona perfecta también el resto del año. Además, es muy cómodo de transportar, repartir, comer, repetir… y, ¿sabemos acaso qué tiempo hace por allá en navidades?

Aún tenemos otra propuesta importada que podría ser postre, pero no, porque es salada: la clásica quiche lorraine francesa, aunque esta vez ¡sin queso! (pero con bien de nata, y de huevo, y de panceta, y de todo lo que hace delicioso este pastel).

Receta de quiche lorraine
Quiche de puerros y panceta, monumento de masa quebrada

Bajando unos cientos de quilómetros nos encontramos con una focaccia rellena de todas las cosas buenas (o, por lo menos, de muchas) que hay en Italia. ¡Advertencia! La masa necesita 24 horas de fermentación, así que más vale haberlo pensado con algo de antelación, porque de verdad que merece el esfuerzo, cuando le hincas el diente a este pan aceitado que casi nos recuerda a un bocadillo ligero de pizza. 

Que no te empanas

¿Masa dorada encima y debajo y relleno a base de cebolla? ¿A qué nos recuerda eso? En el noroeste de la península no hay comida campestre o festiva sin su empanada, que viene a ser la solución definitiva para llevar contigo un plato completo, con el pan incluido, en una única porción. 

Variaciones hay muchas, pero vamos a empezar con la clásica empanada de masa fina y rellena de bacalao con pasas, una de las imprescindibles de las panaderías gallegas, ligera pero contundente y sabrosísima. La bola de liscos que se estila en el interior de la provincia de Lugo es menos común, un poco-bastante más basta e igualmente deliciosa, con el plus de incorporar chorizo y tocino en el relleno (¿hace falta explicar más?)

empanada de bacalao con pasas con masa fina
Empanada gallega de masa fina, la sublimación del bocadillo

Después de un pedazo de esta empanada no habrá manera de no echar una siesta debajo del árbol con el que llevamos días fantaseando, aunque no antes de probar los postres, que es festivo (o como si lo fuera). 

Aunque lo primero que se nos viene a la mente es una de esas gelatinas bamboleantes de colores chillones y altura imposible, reconozcámoslo, solo funcionan en las ficciones norteamericanas de los años cincuenta, no en una excursión de verdad. En cambio, este pudin de verano hecho con pan de molde y frutos rojos es más que posible: es fresco, es jugoso, es rápido de preparar (aunque requiere un mínimo de 24 horas de nevera) y lleva fruta, lo que puede crear la ficción de que estamos aportando un bocado sano a nuestro picnic. 

Para terminar, una extravagancia, un algo exótico, una suerte de petit four versión campestre: unos dumplins de fruta centroeuropeos como los que prepara Veka, con masa de patata y relleno de frambuesa o ciruela que te garantizarán que nadie, nadie coincidirá con tu postre en este largo banquete de domingo.

Dumplings de ciruela y frambuesa
Categorías
Pan sin amasado Panes planos

Tortillas de maíz nixtamalizado o la triangulatura del círculo

Tortillas de maíz nixtamalizado o la triangulatura del círculo


Valoraciones: 2 Comentarios

Tortillas de maíz nixtamalizado o la triangulatura del círculo

Valoraciones: 2 Comentarios

Ni francesa, ni al estilo Betanzos ni de camarón. La tortilla de la que hoy venimos a hablar se prepara con un único ingrediente (o tres, si es que contamos como ingredientes-ingredientes el agua y la sal): harina de maíz nixtamalizado

¿Supercalifragilistiqué? Nixtamalizada, del verbo nixtamalizar, o, lo que es lo mismo, cocer el maíz en alguna sustancia alcalina –que puede ser agua con cal o con ceniza–, un proceso muy común en América Latina que sirve para ablandar el grano antes de poder molerlo. Como extra, este tipo de cocinado transforma ciertos componentes presentes en el cereal hasta hacerlos más asimilables y mejorar su calidad nutricional. Nix-tan-mal,¿eh?

Pues el aroma y sabor de la harina resultante tampoco son desdeñables, y harán que tus tacos pasen por auténticos (cosa que no conseguirás, por mucha lima y cilantro que le pongas, con las tortillas del paquete con mariachis).

¡Ah! ¡Tortillas mexicanas! Dirás. Y dirás bien, aunque no exactamente, porque estos panes planos de maíz se consumen también a diario en Guatemala, El Salvador, Honduras, Nicaragua o Costa Rica y porque, además, en México existen también otro tipo de tortillas, las de trigo, conocidas como “de harina”.

Pero vamos al lío, que es, de verdad, muy poco: lo que lleva mezclar los tres ingredientes, amasar un par de minutos, hacer bolitas y aplastarlas con el fondo de una olla –a poder ser, pesada–, para conseguir las tortillas, que luego cocinaremos en una sartén caliente, sin aceite ni nada, vuelta y vuelta y vuelta. Y sin encender el horno y abrasarnos antes de probar un chile. 

Ya que el lío es tan poco, conviene hacer una buena tanda de ellas, sabiendo que para rellenarlas no necesitamos grandes florituras (están buenísimas ellas solas) y que, si nos sobran, siempre podemos cortarlas en triangulitos y hacer los mejores totopos que vayamos a comer con el millón de guacamoles que caerán este verano.

Receta de tortillas de maíz nixtamalizado

Tortillas de maíz nixtamalizado o la triangulatura del círculo

Para hacer las mejores tortillas mexicanas, solo tienes que mezclar tres ingredientes, amasar un par de minutos, hacer bolitas y aplastarlas. Así de simple.
5 de 4 votos
Plato Acompañamiento, Pan
Cocina Mexicana
Raciones 20 tortillas

¿QUÉ VAS A NECESITAR?

  • 1 bol
  • prensa para tortillas, olla o sarten pesada de base plana
  • sartén
  • espátula
  • paño de cocina

Ingredientes
  

  • 270 g harina de maíz nixtamializado El Amasadero blanca o azul
  • 375 g agua tibia
  • 5 g sal

Elaboración paso a paso
 

  • Mezcla la de harina de maíz nixtamalizado con el agua tibia en un bol.
    Mezcla con agua la harina de maíz nixtamalizado
  • Trabaja la masa con las manos durante dos minutos, agrégale 1 pizca de sal y 2 cucharadas de agua.
    Amasa con las manos
  • Sigue trabajando la masa hasta alcanzar la consistencia deseada. No debe de quedar demasiado seca y grumosa ni muy acuosa.
  • Coge porciones de masa de 30 g y forma bolitas del tamaño de una pelota de ping pong. Con las cantidades indicadas tendremos 20 bolas de masa.
    Haz bolas con la masa
  • Coloca  las bolas de masa en la superficie de trabajo y cuando las tengas todas hechas, cúbrelas con un paño húmedo.
    Cubre con un paño húmedo
  • A continuación, forma las tortillas. Coloca una bola de masa entre dos hojas de papel de horno.
    Coloca una bola de masa entre dos hojas de papel de horno
  • Presiona con una sartén o una olla de hierro de base plana hasta formar un disco de 13 cm de diámetro.
    Presiona con una olla
  • Apila las tortillas ya hechas separadas con papel de horno, para que no se peguen entre sí.
  • Una vez las tengas todas hechas, cocínalas. Para ello calienta una sartén de hierro a fuego medio. Cuando esté bien caliente, coloca una tortilla en la sartén y cocínala unos 50 segundos por cada lado, volteándola hasta tres veces.
  • Retira la tortilla y apílala con el resto, envueltas en un paño de algodón para que de esta manera se conserven calientes. Repite el proceso hasta tenerlas todas cocinadas.
  • Una vez las tengas todas hechas, ya las puedes utilizar en tus recetas preferidas.
  • Para conservar las tortillas frescas, guárdalas en la nevera dentro de una bolsa de plástico o un recipiente hermético. Cuando las vayas a cocinar, solo tendrás que calentarlas y las tendrás como recién hechas.

Notas

Si te sobran tortillas, haz totopos cortándolas en triángulos y friéndolas en abundante aceite. De esta manera tendrás unos nachos caseros deliciosos para disfrutar con un buen guacamole o, si has tenido una noche de excesos, podrás pasar la resaca preparando chilaquiles.
Totopos
Categorías
Panes planos

Tras la pista de la falsa pita

Tras la pista de la falsa pita


Valoraciones: 0 Comentarios

Tras la pista de la falsa pita

Valoraciones: 0 Comentarios

Pregunta de Trivial: ¿Qué quiere decir, en griego, spanakopita? La cuestión es sencilla para quien haya visitado el país que fue, ahí atrás, cuna de nuestra civilización, o para quien tenga una cierta afición por la gastronomía. 

Pero fijémonos solamente en la palabra. Si nos dejamos guiar por nuestro olfato detectivesco deduciremos que el tal vocablo viene a significar algo parecido a espinacas en pan de pita. Y no nos llevaremos el quesito amarillo, pero por poco.

Porque “pita”, en idioma helénico, quiere decir “tarta”. Pero además, en nuestro caso, estamos hablando de una especie de bollo, empanada o bomba con forma y apariencia de pita, pero cuya masa se prepara, en realidad, como la de otro de esos panes planos que nos llegan de Oriente Medio, el naan… Menudo lío. 

Por aclarar, la spanakopita clásica es un pastel salado griego a base de –ninguna sorpresa–  espinaca, queso feta, cebolla y huevo, que se asa en sartén envuelto en masa filo. 

Por aclarar todavía más, la receta que hoy os proponemos es poco clásica, porque sustituye la masa filo por otra más densa y esponjosa, que se distingue de panes similares  por incluir yogur entre sus ingredientes.

Si queremos volver a rizar el rizo (y, de paso, meternos en un berenjenal histórico con siglos de hostilidades a sus espaldas), diremos que el plato, además, no dista mucho de otro de procedencia turca: el gozleme, un pan plano doblado relleno de espinacas y queso feta en el que la masa también lleva yogur entre sus ingredientes. 

Pero naaada que ver, a pesar de que ambos compartan ingredientes, forma de cocinado y procedencia mediterránea. Aquel es ¡cuadrado! y el nuestro es ¡redondo!, así que, esquivemos disputas seculares, encendamos el fuego y tiremos p’alante con esta muy intercultural falsa pita de espinacas.

Spanakopita

Pimienta Dulce/Alba Barbadillo Dulce Barbadillo
Pregunta de Trivial: ¿Qué quiere decir, en griego, spanakopita? La cuestión es sencilla para quien haya visitado el país que fue, ahí atrás, cuna de nuestra civilización, o para quien tenga una cierta afición por la gastronomía. 
5 de 3 votos
Plato Entrantes, Merienda
Cocina Griega

¿QUÉ VAS A NECESITAR?

Ingredientes
  

Para la masa

Ingredientes para el relleno

  • aceite de oliva virgen extra
  • 1/2 cebolla
  • 1 manojo menta, perejil y eneldo frescos
  • 180 g espinacas frescas
  • 180 g queso feta
  • 90 g mozzarella rallada
  • 1 huevo opcional

Elaboración paso a paso
 

  • Comienza la receta preparando la masa, para ello, en un bol grande pon todos los ingredientes de la masa.
  • Comienza a mezclar con una cuchara hasta que se absorba toda la harina. En este punto vuelca la masa a la encimera de la cocina y amasa a mano. Si usas amasadora, solo tienes que amasar a velocidad media durante unos minutos hasta que la masa se haga un boque. En este punto, pásala a la mesa de trabajo y termina de afinar a mano.
  • Si sientes la masa muy pegajosa y se desgarra puedes darle un reposo de 5 minutos y continuar amasando. Verás que después de cada reposo la masa estará mucho más suave y elástica.
  • La masa estará lista para la fermentación en bloque cuando consigas tener una bola suave y tersa. En ese momento ponla en un bol ligeramente engrasado con aceite. Tápalo con un plástico, un paño o con un gorro de ducha. Marca en el lateral del bol a la altura de la masa, para tener una referencia de cuánto crece.
  • Deja la masa fermentar hasta que duplique su volumen. A nosotros nos tardó unas 2:30 h a 23 ºC. A mayor temperatura menos tardará en duplicar, y viceversa.
  • Mientras la masa hace la fermentación en bloque, aprovecha para preparar el relleno. Para ello pica la cebolla y ponla en una sartén grande con un chorrito de aceite de oliva a fuego medio.
  • Cocina la cebolla hasta que coja algo de color y esté medio transparente. En este momento agrega las hierbas picadas y sofríe durante un par de minutos.
  • Añade ahora toda la espinaca fresca. Parecerá muchísima cantidad y que se va a salir por los laterales de la sartén, pero poco a poco verás como se va reduciendo hasta que va quedando como una pasta. Cocina durante unos 10 minutos hasta que esté suave y no quede líquido en la sartén.
  • Apaga el fuego y vierte el contenido de la sartén a un bol mediano. Deja que se enfríe un poco, unos minutos.
  • Agrega el queso feta y la mozzarella y mezcla bien con una cuchara. Si quieres que el relleno quede un poco más cremoso, agrega en este punto un huevo batido y mezcla bien. Reserva.
  • Una vez finalizada la fermentación en bloque, saca la masa del bol y colócala sobre la encimera ligeramente enharinada.
  • Divide la masa en 6 porciones iguales de aproximadamente 95 g cada una.
  • Forma una bola con cada porción de masa, cúbrelas con un plástico o un paño y déjalas reposar 5 minutos.
  • Pasado este reposo pon un poco de harina en la mesa de trabajo, coloca una de las bolas y aplástala con un rodillo hasta hacer un disco de aproximadamente 15 cm de diámetro.
  • Coloca en el centro del disco de masa una bola de relleno del tamaño de una bola de golf aproximadamente.
  • Ahora ve envolviendo el relleno, tirando de los extremos de la masa y sellándolos arriba, como se ve en las fotos.
  • Aplasta ligeramente la masa con el rodillo, pero con cuidado de no explotar el paquetito, hasta que tenga un diámetro de 10 o 12 cm.
  • Repite el proceso con las 6 porciones y colócalas sobre una bandeja con papel de horno o sobre la encimera ligeramente enharinada.
  • Tapa la bandeja con un plástico o un paño de cocina limpio y deja reposar durante media hora. 
  • Pon la sartén a calentar a fuego medio, sin aceite. Cuando esté bien caliente pon uno de los paquetitos de masa rellenos.
  • En este punto hay que armarse de paciencia y estar atentos. Dale la vuelta cada 30 segundos, hasta que esté bien dorado y se infle. Es importante que quede bien cocinado para que la masa no quede cruda y el queso se derrita.
  • Repite el proceso con el resto de porciones.
  • Recomendamos consumir inmediatamente, pero si se te queda alguno para la noche o para el día siguiente, puedes recalentarlos fácilmente en una sartén.