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Pan de naranja, de Olga Martínez

Pan de naranja, de Olga Martínez


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Pan de naranja, de Olga Martínez

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Me llamo Olga, soy de Sevilla y mi marido y yo hacemos pan desde hace ocho o nueve años. Me gusta hacer de todo: panes, repostería, guisos…

Me hace felíz hacer panes para la familia y amigos como presente y me encanta ver cómo lo disfrutan. Cualquier ocasión es buena para llevar pan a las reuniones.

Siempre es un éxito porque a la gente se emociona al comer pan, pan. Pan elaborado de forma natural sin conservantes ni colorantes y con sus tiempos de fermentación. Nos divierte experimentar cosas nuevas en las elaboraciones: con semillas, fruta deshidratada, diferentes harinas, diferentes panes: como focaccia, brioche, chapata, pan de hamburguesa, pan árabe,…

Os envío cómo hacer pan de naranja algo que aunque no sé si hay o no panes de naranja con forma de elaborarlo pero esta forma de hacerlo la experimenté yo y me encantó.

Cambié la cantidad de agua que lleva el pan por zumo de naranja y además añadí ralladura.

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Listado de utensilios

  • 1 bol o fuente para fermentar
  • 1 rasqueta
  • Papel film transparente para cubrir sin dejar pasar aire al fermentar.
  • Papel de horno.
  • Papel de aluminio (para cubrir dentro del horno)

LISTADO DE INGREDIENTES.

  • 500 g de harina panadera El Amasadero
  • 12 g de sal fina
  • 13 g de levadura fresca
  • 300 g de zumo de naranja
  • Ralladura de naranja
  • Unos 200 ml de agua (para verter en la bandeja del horno y crear vapor)
  • 1 paño de lino o de algodón.
  1. En un bol grande o en la fuente de la amasadora poner los 500 g de harina, los 12 g de sal y la ralladura de naranja. A continuación los 300 g de zumo de naranja a temperatura ambiente y los 13 g de levadura fresca que pondremos dentro del zumo de naranja para diluirla bien antes de añadir al bol con los ingredientes secos.
  2. Cuando esté diluida la levadura se añade la mezcla del zumo de naranja con la levadura a los ingredientes secos y se mezcla bien hasta que quede homogéneo.
  3. Cuando esté mezclado desprenderá un rico olor a naranja.
  4. Después se pone un poco de harina en la mesa y se amasa un poco, solo un poco, no hace falta amasar mucho y seguidamente ponemos la masa dentro de la fuente o bol, la cubrimos con el papel transparente o el paño de lino o algodón y se deja fermentar unas 4 ó 5 horas o hasta que se vea que ha aumentado su tamaño hasta el borde de nuestra fuente o bol.
  5. Pasado ese tiempo se vuelve a poner en la encimera con un poco de harina o con un poco de aceite en las manos para que no se pegue y se desgasifica y se le da forma.
  6. Después se coloca la masa ya formada sobre el papel de horno y se cubre de nuevo con el paño de lino o algodón para dejar fermentar hasta que doble su tamaño o aproximadamente otras 2 horas depende de la temperatura que tengamos. Hay que mirarla.
  7. Pasado ese tiempo se calienta el horno a 200°, se le hacen los cortes a la masa antes de introducirla y se mete en el horno en la parte baja con una bandeja en la parte más baja para echar el vaso de agua y crear vapor y se deja 15 min a 200°.
  8. Pasado ese tiempo se le pone un papel de aluminio por encima para que no se tueste demasiado la corteza y se deja 30min a 180° y se acabó.
  9. Se apaga el horno, se saca el pan y se coloca boca abajo en una cestita de mimbre para dejar enfriar.
  10. Este pan está delicioso solo con aceite de oliva virgen extra, con mermelada, con un poco de queso fresco…a gusto.
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Pasta sarda rellena con sus espiguitas del infierno

Pasta sarda rellena con sus espiguitas del infierno


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Pasta sarda rellena con sus espiguitas del infierno

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Adalides del repulgue, deditos habilidosos, tenemos un reto. Un reto antiguo que no implica empanadillas o empanadas. Un reto al que llamaremos culurgiones. O culurzones. O cruguxionis, culingiones, culurgionis o culinzones.

Sí. Esta pasta fresca rellena sarda responde, como el maligno, a muchos nombres y, como el maligno, es pelín enrevesada, o al menos laboriosa. Nada que no hayan podido salvar las nonnas de la isla italiana de donde es originaria, así que… ¿quién dijo miedo?

Su complejidad no está tanto en el relleno, mezcla de patata cocida, aceite, menta y queso –originariamente alguna variedad autóctona a base de leche de oveja o cabra, como el fiscidu, también llamado casu e fitta, frue, o casu agedu, aunque no vamos a exigir este grado de purismo– como en el cierre de estos raviolis gordochos en forma de media luna, al que en su tierra denominan, por su apariencia, “spighita”, o espiga de trigo. 

La técnica consiste en ir pellizcando los dos bordes de la pasta, que habremos cortado en círculo, rellenado y doblado por la mitad (sin llegar a cerrar del todo) para proceder al sellado, en forma de zigzag, hasta llegar al extremo, en el que quedará un pequeño rabito que afianzará el cierre. 

¿Que hay que tener una maña de mil demonios para hacerla con soltura y dejarla primorosa? Pues un poco sí. No por nada este tipo de pasta atañía, antiguamente, a las cocineras más habilidosas y se preparaba como regalo, para demostrar afecto, para agradecer o invocar buenas cosechas o incluso como amuleto protector.

La cosa, admitimos, requiere práctica, pero a cambio, para aligerar el proceso, te permitiremos usar la amasadora Ankarsrum para elaborar y estirar la pasta, aunque un poco de paciencia y rodillo lograrán un resultado igual de digno, si no dispones de esta máquina. Usaremos, además, la harina especial para pasta 00, finísima –como indica esta numeración– y con poca fuerza, para facilitar el estirado. 
Una vez que tengas formados los culurgiones, tampoco tendrás que enredarte mucho más para cocinarlos: arrojados a agua hirviendo hasta que floten, solo tendrás que escurrirlos y  acompañarlos de una salsa de tomate sencilla aromatizada con menta para emular la receta tradicional y alzarte con el título que te capacita como pastaia top y exorcista.

Receta de culurgiones

O culurzones. O cruguxionis, culingiones, culurgionis o culinzones.
5 de 1 voto
Plato Plato principal
Cocina Italiana
Raciones 4

¿QUÉ VAS A NECESITAR?

  • cazo
  • prensa de triturar de patatas opcional
  • cuchillo
  • rodillo para pasta Ankarsrum o rodillo de cocina tradicional
  • Cortador de pasta
  • Cesta
  • olla

Ingredientes
  

Para el relleno:

  • 500 g patata
  • 75 g requesón
  • 50 ml aceite de oliva
  • 50 g queso pecorino rallado
  • 2 hojas menta fresca
  • Sal al gusto

Para la masa:

Para acompañar

  • Salsa de tomate al gusto
  • Queso pecorino rallado
  • Hojas de menta fresca para decorar

Elaboración paso a paso
 

  • Cuece las patatas enteras y con piel hasta que estén tiernas. Déjalas enfriar y pélalas .
  • Tritúralas en un bol grande.
  • Añade el requesón, el aceite de oliva, el queso rallado, la menta fresca picada y una pizca de sal.
  • Mezcla todo bien hasta conseguir un relleno homogéneo y suave. Puedes dejarlo reposar en la nevera, incluso de un día para otro, para que los sabores se integren mejor.
  • Para preparar la masa, pon en la cubeta de la Ankarsrum el agua, el aceite, la harina y la sal. Trabájala durante unos 8 minutos utilizando el rodillo amasador, hasta obtener una masa lisa y elástica.
  • Cuando la masa esté lista, pásala a la superficie de trabajo, unifícala bien con las manos, cúbrela con un paño y déjala reposar unos 30 minutos antes de utilizarla.
  • Coloca la Ankarsrum de lado e inserta el accesorio de rodillos para lasaña, asegurándote de que queda bien encajado y sujeto en su posición.
  • Antes de comenzar, comprueba que el accesorio está correctamente instalado: cuando enciendas la máquina, debe girar únicamente los rodillos, nunca todo el accesorio completo. Si observas que el accesorio gira entero, es señal de que no está bien colocado. Una vez listo, divide la masa en dos partes y toma una de ellas.
  • Estírala ligeramente con las manos o con un rodillo para facilitar el primer pase por la máquina.
  • Enciende la Ankarsrum a velocidad baja y pasa la masa varias veces por el rodillo, reduciendo progresivamente el grosor hasta obtener una masa fina y uniforme. Si prefieres, también puedes estirar la masa con un rodillo de cocina tradicional, aunque con el accesorio lograrás un resultado más homogéneo y rápido.
  • Con un cortador de pasta o un vaso corta círculos de unos 8 cm de diámetro.
  • Coloca una cucharadita de relleno en el centro de cada disco, procurando que no nos queden muy vacíos. Para mantener su forma tienen que quedar bien llenos.
  • Sujeta el disco de masa con una mano, doblándolo suavemente por la mitad sin llegar a cerrarlo completamente, de modo que puedas manejarlo con comodidad y mantener el relleno en el centro.
  • Con la otra mano, comienza a sellar los bordes, plegándolos hacia dentro con el dedo índice, presionando suavemente para fijarlos.
  • A continuación, con las puntas de los dedos índice y pulgar, realiza pequeños pellizcos alternados de lado a lado, juntando la masa desde ambos extremos hacia el centro. Este movimiento debe ser firme y constante, formando la característica espiga o trenza de los culurgiones.
  • Sigue pellizcando de lado a lado hasta llegar al extremo superior del disco.
  • Al llegar ahí, junta el pico final de masa, hazlo rodar ligeramente entre los dedos para sellarlo bien y deja que sobresalga un pequeño rabito, típico en este tipo de cierre. De esta forma te asegurarás de que el culurgione quede bien cerrado, con una forma bonita y el relleno perfectamente protegido.
  • Reserva los culurgiones en una bandeja o cesta hasta que los tengas todos hechos.
  • Prepara una salsa sencilla cocinando tomate triturado con un poco de aceite de oliva. Cocina a fuego suave hasta que espese ligeramente. Ajusta de sal al gusto.
  • Pon abundante agua con sal a hervir. Añade los culurgiones y cuécelos hasta que floten. En ese momento, retíralos con una espumadera. Repite tandas de cocción hasta que los tengas todos listos.
  • Para servirlos, cubre la base de un plato con salsa de tomate y añade los culurgiones Espolvorea queso pecorino por encima y decora con unas hojas de menta fresca y listos para disfrutar.
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El pan quadratus de Celer, por Manuel Vizcarro

El pan quadratus de Celer, por Manuel Vizcarro


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El pan quadratus de Celer, por Manuel Vizcarro

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Me parezco más a Celer que a Quinto Granio, al menos en lo de amasar y formar el pan, respecto con quién comerlo o como degustarlo posiblemente también.

Celer era el esclavo responsable de hacer el pan en la casa de Quinto Granio sita en Herculano durante el año 79 de nuestra era.

La fuente escrita que documenta tal afirmación es su “pan quadratus”, no un trozo de papiro o mármol, os explico: Cuando el Vesubio reventó vomitando lava ardiente y congelando en un mar de cenizas el modo de vida romano, también perpetuó el pan de Celer con su mensaje, en el pan figura estampado: “Propiedad de Celer, esclavo de Quinto Granio”.

Nada más ver su imagen empecé a cavilar en cómo llegar hasta él, disfrutando del camino me fueron apareciendo diferentes frescos conservados gracias al material piroclástico en Pompeya y Herculano, entres ellos el fresco de los higos y el pan.

Higos y pan

Esta receta es un intento de llegar a esos dos panes con una misma masa, solo varían la manera de forma

Recabando información acepté varias premisas. La primera es que la harina tenía que tener poca fuerza y una parte importante, tenía que ser integral. La segunda, que debía tener poca masa madre y la tercera, que debería estar sobrefermentada para poder llegar a tener esa forma de torta tan plana. Con ello deduje que debía ser un pan muy ácido para el gusto moderno, por lo que debería iniciar el pan con la masa madre menos ácida que pudiera engendrar con la finalidad de la aprobación final de mis comensales.

Navegando llegué a un puerto interesantísimo, DOMVS ROMANA: Panes et pistores, panes y panaderos en la antigua Roma, en el que se citaban fuentes que utilizaban restos de vendimia como agente leudante y harina de legumbre para arrancar o redondear los panes, restos de vendimia y harina de legumbres… sin querer miré fijamente a mi larario, lugar reservado en cada casa romana para adorar a los dioses del hogar (los lares). Hace años que decidí tener uno en casa, es un poco pagano o tal vez extravagante pero me ayuda a saber dónde está uno de mis libros de referencia. En la página 326 estaba la solución.

Larario

Hamelman dona un sistema de levado utilizando pasas como agente propulsor que conoció a través de Albert Kumin, pastelero suizo que trabajó como Chef en la Casa Blanca. Las pasas se dejan en remojo durante cinco o seis días para posteriormente arrancar una masa madre con el líquido derivado, repleto de bacterias lácticas y acéticas, con un resultado impecable y sin rastro de acidez.

Siempre tengo harina de garbanzo para freír pescado, es lo que tiene viajar por Andalucía, no puedo evitar copiar y sacar provecho del conocimiento ajeno.

Agua, tiempo, temperatura, restos de vendimia y harina de legumbre… en casa tenía los cinco ingredientes principales, solo hacía falta la paciencia habitual en la creación de una masa madre.

Esta es mi versión de los panes, las fuentes han sido muchas pero tengo que mencionar especialmente dos: el citado blog DOMVS ROMANA y el trabajo de la arqueóloga Farrel Monaco Tavola Mediterranea- Nationwide Shipping on Goldbelly.

UTENSILIOS

  • Tarro de cristal y gometa
  • Báscula
  • Bol
  • Banetón
  • Papel de horno
  • Cuerda
  • Palillo chino u otra herramienta.

INGREDIENTES

AGUA DE PASAS

  • 40 gramos de pasas
  • 60 gramos de agua

5 ó 6 días a temperatura más bien alta por encima de los 24 grados, a veces se produce un moho blanco por encima a veces no. Lo importante es que contenga burbujas como las de la foto.

Pasados los días y viendo burbujas, colamos la mezcla, guardando el líquido y desechando las pasas. De ese líquido utilizaremos 40 gramos para iniciar la masa madre. Si sobra líquido puedes iniciar otras masas, para la receta solamente se utilizan 40 gramos.

MASA MADRE DE PASAS

6 – 8 horas de maduración a una temperatura de unos 24 grados.

MASA MADRE DE GARBANZOS

Utilizarla cuando haya doblado el volumen, en mi caso fueron 15 horas a 22 grados, la gometa para esto ayuda mucho.

MASA FINAL (SALEN DOS PANES)

Amasar todos los ingredientes utilizando tus manos o bien utilizando tu máquina, si te sientes culpable de utilizar una máquina recuerda la tumba del emprendedor panadero Marco Virgilio Eurysace:

El friso de su túmulo (fechado alrededor del 25 a. C.) atestigua el método de fabricar pan mediante una industria bien engrasada, lo único que no se representa en el friso es el tiempo y la temperatura para levar el pan, el resto del procedimiento se encuentra tallado en la piedra. Observando la escena sabrás el aceite que lubricaba esa maquinaria, los tres animales que sustentaban su negociado: los hombres como Celer, los burros moledores del grano y el caballo que utilizaban como amasadora, supongo que por su docilidad y manejo… o a lo mejor ya utilizaban la doble velocidad en el amasado. Os señalo los animales que no son primates.

Una vez amasada, tengas caballo, manos o máquina deja dentro de un bol tu masa durante al menos tres horas a una temperatura de unos 22 grados, puede ser más tiempo.

Transcurrida la primera fermentación divide la masa en dos partes, boleando sin mucha fuerza y dejando reposar en segunda fermentación durante tres horas en banetón.

Precalentamos el horno a 220 grados, una vez caliente llega el formado de los panes.

FORMADO DEL “PAN QUADRATUS”

Volcamos la masa en un papel de horno, y la bajamos apoyando las manos.

Atamos alrededor del pan una cuerda, yo le doy un par de vueltas al pan y casi no lo aprieto (si se fuerza mucho el pan reventaría por ahí). No hay una certeza absoluta sobre para qué utilizarían este sistema de atado ¿Para mantener la estructura y que los panes no fueran tan planos? ¿Para poder transportar varios panes colgándolos de un palo?

Marcamos los cuatro ejes del pan por eso se llama “panis quadratus”, formando ocho porciones, mucha gente lo hace con un trozo de cuerda. En mi caso utilizo un palillo chino, me parece que rasga menos la corteza.

En el puto de unión de los cuatro ejes introduzco el dedo intentando hacer un agujero un poco mayor.

Horno sin vapor, ni ventilador durante 40 minutos.

FORMADO DEL “HIGOS Y PAN”

Volcamos la masa en un papel de horno, y la bajamos apoyando las manos.

Enharinamos un poco la superficie.

Esta vez, no se pasa ninguna cuerda y vamos haciendo hueco con el palo, como si fuera una taja navarra.

Hacemos ocho hendiduras

Justo antes de meterlo al horno tocamos en el centro la mesa, formando un agujero.

Horno sin vapor, ni ventilador durante 40 minutos.

Conclusiones:

El sabor del garbanzo está al límite, los panes con más de un 25 % de harina de garbanzo me resultan desagradables. Si no te gusta la harina de garbanzo tienes la posibilidad de hacerla con harina de otra legumbre.

Creo que la sobrefermentación debía ser la causa clave para que a Celer aquel día del año 79 le saliera un pan con esa forma.

Aprovechad y tomarlo untado con aceite de oliva y regado con un tinto con cuerpo.

Trigo, oliva y vino, la tríada mediterránea, parte de nuestra cultura, de nosotros mismos.

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Entrevistas panarras: micropanadería Larotî

Entrevistas panarras: micropanadería Larotî


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Entrevistas panarras: micropanadería Larotî

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Juan Manuel Ocampo, de Larotî, micropanadería y obrador abierto: “Fomentamos la reserva de pan para que el cliente entienda que nuestra producción es pequeña y que cuando se acaba, se acaba”

Podría decirse que, con Larotî, Juan Manuel Ocampo ha logrado cuadrar el círculo: un proyecto de micropanadería que nació hace tres años en un pequeño pueblo del interior de Mallorca para aunar la larga experiencia en restauración y hostelería de su impulsor con su pasión por la masa madre y para equilibrar al mismo tiempo su vida profesional y familiar, en una propuesta que, además, explora el mundo de las harinas ecológicas y de proximidad para ofrecer un producto pensado, mayoritariamente, para la clientela foránea de la isla. 

–¿Cuál es el origen de tu proyecto de micropanadería?

Larotî abre sus puertas en el modo actual, con obrador y tienda, en junio de 2022. Estamos en Campos, un pequeño pueblo de 12.000 habitantes en el interior de Mallorca, a 30 km de Palma, donde se desarrolla nuestra vida completa. Vivimos aquí desde 2017, desde antes de que naciera el proyecto.  Antes de la tienda, Larotî ya existía: tenía nombre, logo y una serie de ideas sueltas y todavía desordenadas. Todo comenzó en 2021. Yo llevaba en el ámbito de la hostelería y la gastronomía más de 20 años, en hoteles, restaurantes….  Me formé en Argentina y más tarde viajé y fui  moviéndome en modo trashumante, y la gastronomía es algo que siempre me fue acompañando. 

–¿Cómo se forma el equipo de Larotî?

En el año 2015, viviendo en Dubai, fue cuando empecé a hablar de masa madre con Ana Laura, que es mi pareja y mi socia –hoy conformamos Larotî tres personas–. Mezclé agua y harina y esperé a ver qué pasaba. En 2018 me puse a experimentar más en serio y hacer los primeros panes ya aquí, en el pueblo, donde trabajaba como jefe ejecutivo de dos restaurantes. Fue cuando comencé a interiorizar lo que significa el pan de masa madre. Mi formación fue autodidacta. Junto a un compañero del trabajo, que comenzó al mismo tiempo a hacer cursos, fuimos explorando y enamorándonos más de la masa madre y los resultados que nos daba. Vimos que aquel era el pan que queríamos hacer y lo incorporamos en el menú. Cuando llegó la pandemia, en casa, ya no pude parar de preparar pan: era una actividad casi obligada. No dejábamos de comer el pan que hacíamos y de seguir haciendo. Empezamos a alimentar a nuestro vecindario, a toda la calle, con nuestros panes.  En 2021, todavía trabajando en el hotel, me puse a hacer panes en casa para vender, porque la calidad ya me gustaba. Mi pareja tenía un grupo de yoga y decidimos ofrecerlo a gente interesada en harinas ecológica, con conciencia e interés por la alimentación saludable, y que valorara este tipo de producto.  Yo mantenía el trabajo en la cocina y me organizaba para tener dos días a la semana de producción, para después vender los panes previo pedido, aunque también regalamos algunos. 

A comienzos de 2022 decido dejar la hostelería y armar mi propio proyecto alrededor del pan. Es ahí cuando conozco a Juan, de Panhabla. Me acerco por primera vez al concepto de micropanadería. Lo contacto, me ofrece ir a verlo y estar con él en su obrador un tiempo. Pasé una semana en Cáceres para sumergirme en el ámbito de micropanadería desde un punto de vista más profesional. Estando dentro del negocio, al lado de un panadero, surgen muchas preguntas y experiencias.  Juan me brindó todo su conocimiento y respuestas a algunas de mis dudas, aunque nacieron muchas otras, pero es otro tema. En cuanto vuelvo a Mallorca me pongo a trabajar en mi business plan.

–Ya estaba la semilla plantada…

Aún no tenía claro cómo pero quería juntar pan con gastronomía, porque ambos campos me tiraban mucho.  En ese momento compro mi primer horno Rofco, usado, me meto de lleno a hacer pan: tomé el living de casa para la harina y la cocina para hornear. Cada vez tenía más pedidos y en paralelo desarrollaba el modelo de negocio y de micropanadería. Ese mismo verano encargué ya otros dos Rofco a El Amasadero y, en junio de ese 2022, abrimos. Encontramos de casualidad un local en alquiler en la calle principal del pueblo muy bien situado y diáfano, donde poder instalar una micropanadería con escaparate, para hacer el pan a la vista del público. La idea era generar un autoempleo, con la ayuda de Ana y Federico, nuestro tercer socio, que entonces aún conservaban sus trabajos.

–¿Cómo fueron los inicios?

Abrimos ofreciendo panes de masa madre de harinas ecológicas junto con algunos otros productos de la isla, como un queso ecológico de Mallorca, sobrasada o un vino ecológico de una amiga. La idea era acompañar el pan de productos “amigos” que cumplieran con el concepto de ecológico y de lo que entendemos por buena alimentación, de alimentación saludable.  Teníamos también una pequeña carta de dulces con bizcochos, granola, brownie… cosas sencillas, porque era el comienzo y lo preparaba todo yo solo. Detrás de Larotî había otra idea, que era la de poder amalgamar la vida familiar y la profesional. Tantos años trabajando en pos de ciertas calidades, en el mundo de la gastronomía de alto nivel… Fueron muchos años de muchas horas y mucha vida dedicados a proyectos de otras personas. Larotî nace de querer salir un poco de ahí. Habiendo traído a la vida a una hija, buscaba algo que pudiera ser un poco más amigable con esa vida familiar, poder estar más presente.  Desde la apertura, el crecimiento ha sido constante. Pero Larotî solo trabaja de martes a sábado y solo en horario de mañana, de 08.00 a 14.00 horas. Después de tantos años de no cenar en casa, de estar a contramano de los horarios familiares, ese impulso de querer una vida familiar se plasma así. El domingo es nuestro día de descanso por excelencia. Estamos todo lo que podemos en la playa en familia, sobre todo en la época estival.

–¿Cómo describirías Larotî a día de hoy?

El primer año, el de apertura, fue de experimentación y de formación continua. El cliente pagaba, en cierto modo, la formación. Abríamos también unas horas por la tarde, con ayuda de Ana. Durante el segundo año nos concentramos, porque ella ya empezó a trabajar aquí, y definimos un horario de mañana. En 2023 los clientes empezaron a acercarse, y fueron trayendo a otros; el boca a boca fue fundamental. Aquí en Mallorca hay mucha población alemana y esto fue algo que tuvimos muy en cuenta. Sabíamos que había demanda de un producto que se ofrecía muy poco fuera de Palma. Existía un público muy identificado con el pan de masa madre y con las harinas ecológicas, clientela del norte de Europa y Alemania que reside muchos meses en la isla, que tiene aquí una segunda residencia. Personas de más de 40 o 50 años y que no tienen dónde satisfacer esa necesidad de este tipo de productos. A ellos nos dirigimos, sin olvidar el público local. Los mallorquines son muy orgullosos de su cultura, así que no era el público más fácil de captar. El público extranjero comprendió nuestro proyecto primero y nos fue trayendo amigos, familiares etc… Hoy todavía mantenemos clientes de aquella primera etapa. También, ayudados por la vía del cole de nuestra hija fueron acercándose familias mallorquinas, algunas por conciencia con su alimentación, otras por boca a boca… sabiendo que lo que ofrecemos tratamos de hacerlo con mucha calidad.

–¿Mantenéis la carta inicial de productos?

Nuestro socio Federico, que es quien se encarga de los laminados y que tiene una mano espectacular, se incorpora al proyecto en 2024. Ahí ampliamos nuestra gama de productos dulces. Ambos nos habíamos formado en Argentina, juntos, y le propongo que se una, como un compañero full time para desarrollar esa parte. Compramos una laminadora, él se marcha a Madrid para formarse y cuando vuelve, compramos la maquinaria necesaria y nos ponemos a hacer pain au chocolat y cruasanes y bollería a partir de masa hojaldrada, y a desarrollar nuevos productos dulces que nos pudieran dar un valor añadido. Nuestra propuesta se hizo pensando en cliente extranjero, en ofrecer productos que no se encuentren en los locales de aquí. En nuestro pueblo hay muchos obradores históricos, alguno incluso centenario. Tanto nuestros panes como los dulces siguen esta lógica: no hacemos ensaimada ni dulce tradicional mallorquín, no queremos competir con los buenos obradores que ya se dedican a eso.  Aquí en la isla se usa mucho la manteca de cerdo y nosotros tiramos por la mantequilla. Aquí, el pan tradicional es el moreno o el blanco, sin sal, muy tradicionales. Son panes más apretados, más secos. Nosotros usamos más hidratación, más fermentación…  Y trabajamos con un proveedor de granos antiguos, le damos valor a recetas monovarietales, como el pan de kamut 100% cultivado en la finca Bellver Ric, a unos 30 kilómetros del obrador, o al de Xeixa, al Senatore Cappelli, o Florence Aurora o al de espelta petita o pequeña espelta, que es el padre de todos los trigos y que da un pan espectacular, con un aroma, una humedad, textura únicas. Nos gusta trabajar con estos granos antiguos. 

—¿Cómo describirías Larotî a alguien que nunca haya estado?


Después de estos  tres años la calidad ya se puede apreciar en las estanterías. Se ve una evolución enorme desde el inicio con los dulces, los sándwiches y  una pequeña plancha para propuestas calientes. Nuestro obrador está a la vista para transmitir la honestidad de lo artesanal. Tenemos un par de mesas para tomar un café, así que quien viene puede quedarse un rato mirando cómo se forman los panes… Este es el concepto de micropanadería y de obrador abierto que trabajamos. Además, fomentamos la reserva de panes, para que la clientela entienda que la producción es pequeña y que cuando se acaba, se acaba. Esto nos ayuda a la organización.

–¿Cómo enfocáis el futuro?

Mirando hacia productos más propios. Queremos decantar más el trabajo con productores locales, con granos antiguos, para panes monovarietales. Queremos pulir un poco el concepto del pan con harina ecológica, ir un paso más allá y trabajar con granos antiguos, que son nutricionalmente más interesantes. El trabajo del grano antiguo con harinas ecológicas le da un grado de mayor conciencia en la búsqueda de una alimentación más saludable. Son harina con niveles de gluten más bajo y que tienen un comportamiento distinto al de las harinas modernas. Quizás dan panes con miga más densa, panes más pesados, no tan alveolados –que también nos gustan y de los que también tenemos– pero el valor especial va para este pan de productores con una finca a 30 km de nuestra casa y que nos ofrecen su harina. Tratamos de emplearla y de educar al cliente, porque también son harinas con mayor coste, que no se encuentran tanto, y hace falta una educación a más largo plazo. Tampoco queremos perder la esencia de la cocina. Tenemos muchas ideas y nos gustaría ampliar y ser más. Indefectiblemente, en Larotî acabará apareciendo la cocina. 

Además, el lugar donde estamos ahora tiene algo de magia, la gente se queda hipnotizada al poder vernos trabajar. Hablamos de vida diurna, con desayunos, pan, bollería… Pero pensamos en un sitio de café más especial, más especializado y enfocado al desayuno, en ampliar el concepto hacia ahí. Y tenemos otras ideas, como dar formaciones, talleres. Sé que otros obradores también los ofrecen, pero nuestro cliente lo demanda. Hay muchas ideas dando vueltas, veremos dónde terminamos yendo. Por suerte el proyecto está muy sano y cada año cautivamos a más clientes y mantenemos a quienes vienen. Ver cómo ha ido creciendo desde las primeras tres estanterías nos llena de satisfacción. 

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Hornazo de Salamanca: la empanada capaz de resucitar toda una ciudad

Hornazo de Salamanca: la empanada capaz de resucitar toda una ciudad


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Hornazo de Salamanca: la empanada capaz de resucitar toda una ciudad

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Carne que te quiero carne… Después de tantos días de privaciones (al menos en la teoría), no es extraño que haya quien quiera estirar un poco el ambiente vacacional que acompaña el final de la Cuaresma, tanto en lo lúdico como en lo gastronómico. Y aquí en El Amasadero tenemos –¡oh amantes de la procrastinación y la molicie!– la fórmula para alargar una semanita más la Semana Santa y postergar la rutina todo cuanto sea posible. 

El truco, reconocemos, no es de nuestra invención,  sino que nos llega de la ciudad de Salamanca, donde es costumbre ampliar este período hasta el allí llamado Lunes de Aguas –el siguiente al lunes de Pascua, que es mañana– por vía carnal: mediante la tradición de salir al campo a comer un producto más cárnico imposible,  su hornazo, plato típico del Domingo de Resurrección en esta y otras provincias, y que con el mismo nombre pero distinta composición –mayoritariamente en versión dulce– es clásico también de la repostería pascual en otros muchos puntos del sur de la península. 

Lo de comer hornazo para cerrar la Semana Santa viene de lejos y también tiene que ver con las privaciones de la carne, literal y metafóricamente, que acompañaban la pasión cristiana: durante su reinado, el muy devoto Felipe II ordenó que las prostitutas de Salamanca abandonaran la ciudad para guardar la debida castidad de este período. Así, una vez concluída la Pascua, era habitual ver cómo las hordas de estudiantes (y no solo) se desplazaban hasta el río Tormes a esperar su vuelta. 

De todo aquello, lo que nos ha quedado es el lujurioso pastelón relleno de chacinas que se consumía para celebrar el final de tanta penitencia, y que sigue siendo el bocado estrella de las excursiones campestres que definen hoy el Lunes de Aguas, en recuerdo de aquellas otras salidas al río. 

Para quien no lo haya probado, podemos decir que sería algo parecido a una empanada, pero a lo gocho: el relleno no se anda con minucias y se compone de chorizo, jamón  serrano, lomo adobado y, en ocasiones, tambien huevo cocido. Todo ello envuelto en una masa enriquecida con grasa cocinada al horno.

Para prepararla, a pesar de que la nuestra lleva manteca de cerdo, hemos optado por harina candeal, en lugar de la de fuerza, que parecería la más adecuada para poder sostener una masa con tanto fundamento. El motivo es sencillo: en este caso, al revés que en otras preparaciones como el brioche u otras masas que también incorporan aceite o mantequilla, no necesitamos que nuestra empanada suba y coja volumen y, por el contrario, agradeceremos que la masa sea elástica y más fácil de estirar que la que conseguimos con una harina de mayor fuerza.

Total,  fuerza ya nos la va a dar el primer bocado de este pastel salado que, como nos dice la historia, lleva más de cuatro siglos siendo capaz de resucitar a una ciudad entera a golpe de lunes.

Hornazo de Salamanca: la empanada capaz de resucitar toda una ciudad

El hornazo de Salamanca es una empanada tradicional castellana, rellena de embutidos y carnes curadas, envuelta en una masa con pimentón. Crujiente por fuera y sabrosa por dentro, es ideal para celebraciones y comidas en grupo.
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Tiempo de preparación 30 min
Tiempo de cocción 40 min
Tiempo total 1 h 10 min
Plato Acompañamiento, Merienda
Cocina Española
Raciones 8

¿QUÉ VAS A NECESITAR?

Ingredientes
  

Para la masa:

Para el relleno:

  • 250 g lomo adobado fileteado
  • 150 g chorizo
  • 100 g jamón serrano cortado grueso

Para el acabado:

  • 1 huevo

Elaboración paso a paso
 

  • Pon el agua y la levadura en el bol de la amasadora y empieza a mezclar suavemente. Añade luego el huevo y la manteca de cerdo ligeramente fundida, y ve incorporando poco a poco la harina tamizada con el pimentón y la sal.
  • Amasa a velocidad media durante unos 5 minutos hasta conseguir una masa homogénea y elástica. Si haces el amasado manual, pon la harina tamizada junto con el pimentón en un bol, haz un volcán en el centro y añade dentro el resto de los ingredientes. Mézclalos bien, primero con una cuchara y luego trabájala con las manos, hasta conseguir una masa suave y homogénea.
  • Vuelca la masa en la superficie de trabajo ligeramente enharinada, y unificarla formando una bola.
  • Coloca la masa en un bol, tápala y déjala reposar en la nevera 30 minutos.
  • Mientras la masa reposa, prepara los ingredientes del relleno: corta el lomo en rodajas finas, corta también el chorizo en rodajas de medio centímetro de grosor y reserva ambos ingredientes junto al jamón serrano.
  • Tras el reposo, enciende el horno a 210 ºC con calor arriba y abajo para que se precaliente mientras montas la empanada. Divide la masa en tres partes: dos partes iguales de 325 g para la base y la cubierta, y una tercera parte de 150 g, más pequeña, para hacer el enrejado de la decoración
  • Estira la primera porción de masa formando un rectángulo de 40×40 cm y colócala sobre una bandeja cubierta con papel de horno.
  • Distribuye el relleno sobre la base: primero cubre con las rodajas de lomo, luego añade las rodajas de chorizo y finalmente coloca encima las lonchas de jamón serrano.
  • Estira la segunda porción de masa hasta conseguir un rectángulo de aproximadamente 30 x 30 cm y medio centímetro de grosor. Con la ayuda del rodillo, colocala cuidadosamente sobre el relleno, procurando que quede bien ajustada y cubra completamente la empanada.
  • Recorta los bordes y sella cuidadosamente realizando un repulgue decorativo, que además de evitar que se escape el relleno, le dará un acabado tradicional y muy atractivo al hornazo.
  • Pincha ligeramente la superficie con un tenedor para que salga el vapor durante el horneado.
  • Estira la tercera porción de masa con el rodillo y córtala en tiras uniformes.
  • Colócalas sobre la empanada formando un bonito enrejado decorativo.
  • Pincela toda la superficie con huevo batido.
  • Hornea la empanada durante unos 40 minutos o hasta que esté dorada y crujiente.
  • Finalmente, retírala del horno, deja que se temple ligeramente, y sírvela para disfrutar en buena compañía.
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Aventura empresarial

¡A vuestra salud!

¡A vuestra salud!


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¡A vuestra salud!

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Desde hace tres cuartos de siglo, cada 7 de abril viene celebrándose a nivel global el Día Mundial de la Salud y aunque la acumulación de efemérides del calendario muchas veces satura más que recuerda o visibiliza, la de mañana, en El Amasadero, nos gusta. 

Nos gusta porque apela a una condición básica para el bienestar individual y colectivo, así que no se nos ocurren muchas mejores cosas a reivindicar. Y nos gusta también por lo que toca a nuestro mundo, el de las harinas y los panes y las masas caseras, y a lo poquirriquitín que aquí podemos aportar. 

Porque, a ver, ¿qué hay más saludable que una hogaza recién salida del horno de nuestra casa, o que un bizcocho bien dorado, o que una pizza amasada con nuestras propias manos? Antes de que empiece la cascada de críticas a la harina blanca, el gluten, la sal o el azúcar, la grasa y el tostado de la corteza, vamos a explicarnos. A lo que nos referimos no es solo al mayor control que adquirimos sobre los ingredientes, las cantidades y los procesos cuando somos los autores y autoras de nuestros propios platos, que también.  Hablamos de propio acto de cocinar. De amasar, de guisar, de hacer la compra, de organizar el menú. De pensar una receta y intentarla. De improvisar platos nuevos y exóticos. De recuperar los que hacían las anteriores generaciones. De hacernos cargo.  

Porque parar un momento, o unas horas, dejar a un lado las notificaciones y las tareas pendientes y dedicar toda nuestra atención, sea en soledad o en compañía, al levado de una masa o al corte de una cebolla es, cada día más, un privilegio que debería ser derecho, y  una práctica que, a nuestros ojos, mejora nuestra salud, también como sociedad. 

Así que, en esta víspera del Día Mundial de la Salud, os emplazamos a intentar frenar el ritmo –sabemos que no siempre se puede, pero como deseo, aquí lo dejamos–, encender los fogones, repartirse tareas y compartir comida y conversación alrededor de una mesa.  Que la hora de la comida, o de la cena, sea un momento bueno del día y no un trámite o un trabajo (otro más). Que pueda serlo muchos días. Ojalá todo el mundo, todos los días. A vuestra salud. 

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Habláis vosotr@s

Pan de coca para fondue de queso, por Max Strempel

Pan de coca para fondue de queso, por Max Strempel


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Pan de coca para fondue de queso, por Max Strempel

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Dice la leyenda que los monjes de los Alpes occidentales tenían prohibido comer alimentos sólidos durante la Cuaresma. Para no renunciar a su estimado queso, simplemente lo fundieron en una cazuela.

Parte de mi familia proviene de Suiza por lo que en casa siempre hemos comido fondue de queso, especialmente con amigos. Normalmente lo elaboramos con tres quesos, Gruyere, Emmental y Appenzeller a partes iguales. El problema que siempre hemos
tenido a la hora de degustar este plato, ha sido encontrar el pan ideal.

Soy un poco perfeccionista y aunque en la panadería se encuentran baguettes muy buenos, durante tiempo le he estado dando vueltas a la cabeza para encontrar un pan que se adaptara a nuestros gustos. Así fue como durante la pandemia, con más tiempo de lo normal, comencé a elaborar pan y, como no, tropecé en Internet con la tienda panarra El Amasadero.

Para la fondue necesitaba un pan denso pero a la vez de fácil digestión ya que el queso es algo pesado cuando se come en forma de fondue y para cenar.

Cuando leí las características de la harina Miracolo tipo 1 pensé que podía ser lo que hace tiempo estaba buscando. Una harina de grano
ancestral, con un gluten más digerible y que ofrecía la posibilidad de hacer un pan denso.

Finalmente había encontrado la harina que había estado buscando, ahora solo me faltaba darle la forma adecuada. Me acordé de un pan de molde nórdico que se elabora con un molde de madera de haya. Así que decidí hacerme mi propio molde de madera inspirándome en ese
molde original. Mi idea era hacer un pan tipo chapata o coca de panadero que pudiera cortar a lo largo y me diera directamente los cuadrados de pan necesarios para la fondue. También quería hacer toda la masa a la vez en el horno para no ir poniendo un molde detrás de otro. El molde de madera de haya que elaboré es muy sencillo. Pedí al carpintero que me cortara 6 listones de haya (4 de 26 cm y 2 de 33 cm).

Los uní con un tornillo tal y como puede verse en la foto y ya tenía mi molde. Antes de usarlo por primera vez hay que untarlo completamente con aceite de girasol y madurarlo en el horno a 200 ºC durante una media hora.

Una vez tenía el molde y la harina ideales venía lo más difíil. El pan. Tengo mi propia forma de trabajar las masas que, seguramente, se adapta más a mi es lo de vida que a las técnicas muy puristas de elaboración de pan. Pero a mí me resulta un compromiso ideal. Lo importante es el cariño que le pones a las cosas que haces.

Primero elaboro un prefermento o poolish con 100 g de harina miracolo 1, 70 ml de agua, una bolsita de levadura seca de panadería (o levadura fresca del súper) y una cucharadita de miel.

Cuando el prefermento dobla su volumen añado 500 gramos de harina, 280 ml de agua y 10-12 gramos de sal. La amaso durante 5 minutos con la máquina y dejo que repose toda la noche en la nevera. Por la mañana, la vuelvo a amasar durante 5 minutos antes de ir al trabajo y la reparto en el molde, previamente colocado sobre la bandeja de horno y con un papel de horno como base.

Lo dejo todo bien tapado y cuando vuelvo al mediodía del trabajo la masa ya está lista para hornear. 15 minutos a 200ºC, 20 minutos a 180 ºC y tapado y, si hace falta, 10 minutos más a 180 ºC sin molde para darle un poco de color por todo el alrededor.

Ya tenía el pan ahora solo faltaban los amigos que llamé el mismo día y por la noche hicimos la fondue que fue un éxito rotundo. Primero pensé que el pan me había salido algo bajo pero el resultado fue excepcional. La harina Miracolo 1 resultó un éxito absoluto y me dio un pan como el que quería, denso, muy digerible en el que el queso se adhiere muy bien y que no se rompe en el pincho, aunque lleves una copa de vino de más.

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Entrevistas panarras

Entrevistas panarras: Namoreiras

Entrevistas panarras: Namoreiras


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María Rivas, de Namoreiras: “Mi forma de hacer las galletas es un vínculo con mi pasado. Es como trasladarse al mundo de antes, en el que todo lo que comías tenía más intensidad, más aromas”

Terra e Mar. Raíces e Sal. María Rivas y Uxío Allo pusieron a andar hace algo más de cinco años Namoreiras, la etiqueta bajo la que elaboran galletas, pastas y granolas artesanas desde su obrador, en una aldea pontevedresa, y con la que resumen su forma de hacer: con amor a la tierra, a la lengua –la entrevista se realizó en gallego– y a los vínculos comunitarios de la cultura tradicional.

-¿Qué significa Namoreiras y cómo se relaciona con vuestro trabajo?

Namoreiras representa nuestro mundo. Inicialmente nos llamábamos Maruxío, en una simbiosis entre nuestros nombres, María y Uxío, y también de nuestros mundos: el del interior, la tierra, y el del mar y la cultura mariñeira gallega. Cuando tuvimos que cambiar la marca, elegimos Namoreiras porque también evocaba esos dos mundos. El nombre procede de la Herba de Namorar, una planta que crece en los acantilados gallegos, y también evoca el amor por las “eiras”, las eras, que eran antiguamente lugares de encuentro, donde se hacían los trabajos y donde los vecinos se juntaban. Es un juego de palabras que aúna nuestro nombre y nuestra filosofía de vida: volver a hacer comunidad, como se hacía todo antiguamente.

-La historia de Namoreiras se remonta más de un siglo en el tiempo y remite a Edelmira, una de tus abuelas. ¿Cuál fue su papel?

Nuestro proyecto, en la actualidad, está ubicado en una aldea de A Estrada (Pontevedra), en la casa donde se crió mi abuela Edelmira. La aldea es Terreboredo, donde yo iba durante mi infancia los fines de semana, la casa donde cabía toda la fantasía. Mi abuela, además, hablaba mucho de los trabajos, de las jornadas haciendo pan, empanadas… Cuando decidí volverme a la aldea lo que se me vino a la cabeza fue un negocio del que pudiéramos vivir y que nos estableciera en el rural, sin tener que movernos continuamente a la ciudad para trabajar. La casa de mi abuela fue nuestra oportunidad, y aunque ella no llegó a ver arrancar el proyecto es una forma de honrarla. Con todas las durezas de la vida, ella fue muy feliz allí.

–Vuestra biografía habla también de las raíces, de la tradición, de la tierra y de la sal…

En un primer momento, en Namoreiras hacíamos, además de galletas, conservas de mejillón; era el producto que Uxío extraía del mar. Ahora él está jubilado y hemos dejado de prepararlo, pero seguimos muy vinculados al mar: navegamos y tenemos muy presente la cultura marinera en nuestras actividades y en las jornadas que organizamos. Está en algunas de nuestras cajas… Con todo eso intentamos dar visibilidad a mundos que poco a poco van desapareciendo y que son nuestro patrimonio, de todos y todas. Pensamos que es una oportunidad de transmitir parte de nuestra cultura en nuestro embalaje, ya que están presentes en las estanterías de muchas tiendas, y le podemos dar visibilidad y reconocimiento.

–De hecho, vuestro packaging remite a figuras literarias y a otros aspectos de la cultura gallega, como las embarcaciones tradicionales y de memoria histórica…

Nuestros embalajes son una vía de comunicación, de contar cosas de nuestra cultura y de nuestra lengua. Por ejemplo, en la caja de Virxinia Pereira colaboramos con Rosa de Cabanas, una ilustradora de A Estrada, y el texto es de Montse Fajardo. Y estamos trabajando con la cantante Uxía Senlle para un proyecto sobre las “cantareiras”, para el Día das Letras Galegas… Forman parte de una cultura que queremos trasladar para que el regalo que se haga cuando alguien compra algo de Namoreiras vaya más allá de la alimentación y aporte algo nuestro. Para nosotros es muy importante darle valor a nuestro patrimonio y creemos que proyectos pequeños como este pueden aportar algo ahí.

¿Qué fue lo que te condujo hacia la repostería tradicional?

Mi forma de trabajar, muy artesanal, muy como se hacía antes, es un vínculo con mi pasado. Para mis galletas hago yo misma la molienda de la harina en un molino de madera de haya que tengo en el obrador, y uso siempre ingredientes naturales y de mayor proximidad… Es como trasladarse al mundo de antes, en el que todo sabía más, todo olía más, tenía más intensidad. Lo que yo quería era aportar a la sociedad algo que nutriese a la gente.

Al principio, cuando volví a la aldea, empecé en trabajo cooperativo con otras familias de la zona: íbamos a los mercados, dábamos cursos, hacíamos algo de repostería tradicional… Lo hacíamos con harinas de ahora, pero lo que yo quería era aportar salud y algo un poco diferente, porque en aquel momento no había en el mercado muchas galletas y las que había eran más clásicas. Era algo que tenía claro. Estábamos restaurando la casa y montamos, en la parte de abajo, el obrador y en la parte superior un alojamiento. Empezamos a elaborar y vender en septiembre de 2019. Al principio compaginamos el obrador con alojamiento en la casa, donde se podían hacer talleres de fin de semana de pan, de masas… Y luego empezamos con las ferias y mercados en el exterior, las cuales todavía mantenemos: la próxima será el 3 y 4 de mayo y la llamamos “O Mar en Terra”, un fin de semana lleno de cultura marítima y ancestral en tierra adentro, para hacer confluir estos dos mundos. Así, en estos eventos, hacemos pizzas, empanadas, y otro tipo de postres y damos a conocer nuestro proyecto y nuestros productos, ya que viene gente de muchos lugares distintos.

Algunas de las galletas que haces son veganas. ¿A qué responde esta elección?

Todo está relacionado con la clientela. Es tan cercana que a partir de las necesidades que nos llegan van surgiendo cosas. Así fue con las galletas veganas, o con el uso de algún ingrediente determinado. Así van saliendo galletas nuevas, como la de especias en la que estoy trabajando, porque varias tiendas me lo pedían. Hago pruebas hasta que salga algo que guste y doy mucho a probar.

¿Cuál es el producto que más te representa, del que estés más orgullosa?

Los “rebolos” –así llama a sus galletas– de avena con chocolate en medio. Me gusta mucho y me sienta muy bien. No es especialmente dulce, es vegana… Es deliciosa. Además, siento mucho orgullo que le gustase tanto a una amiga, que es quien me introdujo en el mundo de las galletas y que lleva muchos años preparando cosas riquísimas. También hacemos turrones veganos en Navidad. La verdad es que tenemos mucha clientela vegana hoy por hoy.

¿Cuál es la relación entre vuestro proyecto y el lugar que habéis elegido para desarrollarlo?

El vínculo está en la forma de hacer las cosas. Galletas no es algo que se hiciese tradicionalmente en esta zona ni en general en las casas de antes. Rosquillas y roscas sí, pero las galletas son más una necesidad de un tiempo a esta parte. Lo que sí, trato de usar ingredientes de gente que trabaja y está arraigada aquí, en esta tierra: los arándanos que uso son de aquí, de A Estrada, y el cereal lo traigo de León, porque aquí en Galicia no tengo escanda; es de una familia que se dedica al cultivo, sé que es una semilla antigua, no modificada genéticamente, así que puedo ofrecer productos con muchos nutrientes. La parte de la tradición está en los cultivos. Cuando empezamos sembrábamos algunos cereales, como el trigo sarraceno, pero era demasiado tiempo, no resultaba muy viable. Las harina de El Amasadero las incorporé para hacer panes y pizzas para mercados y otros eventos, porque la de espelta integral resultaba muy densa y no quedaba igual.

¿Cómo es un día normal de trabajo?

Lo bueno de vivir en el rural y de vivir donde trabajas es que cada día puede ser distinto: lo adaptas a tus necesidades. Esto me ha dado calidad de vida. Puedes compaginar vida y familia, atender a la crianza, es decir, vivir más orgánicamente. Es verdad que hacemos muchas horas y que, cuando hay muchos pedidos, como en Navidad, hay que trabajar duro, pero la conciliación es una maravilla. Y trabajas para ti, que es muy gratificante.

Tú preparas las galletas…

Sí, y estoy en el obrador, pero Namoreiras es muchas cosas: crear vínculos de cooperación con la gente que trabajamos, diseñadoras, personas que nos hacen textos para nuestros embalajes, organizar ferias y mercados… Hasta este año también íbamos con la “reboleta” (la furgoneta con la que se acercaban a distintos eventos y mercados de Galicia con comidas y sus galletas)… Así que entre Uxío y María se reparten los trabajos. María más con las manos en la masa y Uxío en establecer conexiones.

¿Hacia dónde va Namoreiras? ¿Dónde os imaginas en el futuro?

Es algo que reflexionamos mucho, que hemos hablado con mucha gente. Tenemos clientes que nos dicen que podríamos llegar a más, pero yo no quiero crecer. Quiero vivir tranquila, no meterme en algo más grande. Esa fue una dicotomía que tuvimos en cierto momento, si ampliar y tener personas empleadas, asociarnos con otra gente. Pero no cuajó y ahora lo tengo claro: trabajo lo que puedo y cuando puedo, adapto el trabajo a las necesidades de la vida y no tengo ansiedad por crecer, pero quiero seguir trabajando como hacemos ahora, colaborando con mucha gente y haciendo comunidad. Y, sobre todo, que mi trabajo me aporte felicidad y calidad de vida. Nos sentimos privilegiados de llevar esta vida y de darle vida a nuestra aldea. Pequeños proyectos que aportan a la sociedad donde vives, ¿qué más se puede pedir?

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Recetas de panes tradicionales

Doble o nada. Pan sobao canario, con manteca y matalahúga

Doble o nada. Pan sobao canario, con manteca y matalahúga


Valoraciones: 3 Comentarios

Doble o nada. Pan sobao canario, con manteca y matalahúga

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Con la receta de hoy hacemos doblete. Nos marcamos un viaje a las Canarias y, de paso, nos asomamos al Caribe, gracias a una pieza que aúna tradiciones panaderas en su particular morfología doble, algo así como una torta sobre torta de miga blanca, tierna, prieta y anisada. 

Pero empecemos por el principio: el pan sobao, o sobado, carga con ese nombre por la técnica de afinado de su masa y no por ninguna tendencia soporífera: esta se estira y se pliega hasta una decena de veces –con rodillo o con laminadora– en el proceso previo al formado para que quede suave, uniforme y maleable: lo que se dice bien sobada. 

Después están los aderezos, que alejan este pan tipo candeal, por su baja hidratación, se sus primos castellanos y andaluces. En Canarias, como en Puerto Rico y la República Dominicano, su masa se enriquece con manteca de cerdo, para hacerla más suave. En Canarias, además, se endulza con infusión y semillas de anís verde o matalahúga, un condimento muy empleado en la tradición isleña –también en la andaluza–, que le aporta su sabor y aroma característicos.

Sobadora de masas

Con estos elementos en la mano solo queda doblar la apuesta a la hora de formar esta pieza de la tradición canaria, cuya masa se separa en dos bolas que se aplanan y se juntan una sobre otra para darle su aspecto característico,  similar al del pan cateto, con el que también comparte algunas características, solo que en esta ocasión moteado por los granos de anís que lo distinguen del de la península.

Receta de pan sobao

Pan sobao canario

El pan sobado con anís es una delicia tradicional canaria enriquecida con manteca de cerdo y matalahúga. Su miga tierna y su característico sabor anisado lo convierten en un pan único con raíces en la panadería de Canarias y el Caribe.
5 de 4 votos
Tiempo de preparación 30 min
Tiempo de cocción 40 min
Tiempo total de fermentación (orientativo) 12 h
Tiempo total 13 h 10 min
Plato Acompañamiento, Pan
Cocina Canaria
Raciones 2 hogazas

¿QUÉ VAS A NECESITAR?

Ingredientes
  

Para el prefermento:

Para la masa final:

Para la infusión de anís

Elaboración paso a paso
 

  • La noche antes prepara el prefermento. Para ello en un bol disuelve 2 g de levadura seca de panadería en 100 g de agua tibia. Añádele la harina y mezcla todo hasta que este integrado.
  • Tápalo con un gorro de ducha y déjalo fermentar en un lugar cálido a unos 22 ºC
  • Aparte prepara la infusión de agua y anís. Para ello lleva 300 ml de agua a ebullición. Cuando rompa a hervir añádele 2 cucharadas de anís en grano y déjalo hervir 10 minutos. Apártala del fuego y déjalo enfriar hasta el día siguiente que hagas la masa.
  • Al día siguiente, el prefermento habrá leudado y tendrá un interior esponjoso, listo para preparar la masa del pan.
    prefermento listo para usar
  • Cuela la infusión de anís, mide 240 ml de líquido y resérvalo para añadir a la masa.
  • Si usas amasadora coloca todos los ingredientes en el bol y amasa durante 4 minutos a velocidad media hasta que esté bien integrada. Si no tienes amasadora, coloca los ingredientes en un bol y amasa a mano hasta obtener una masa homogénea e integrada.
    Amasa hasta que estén integrados los ingredientes
  • Pasa la masa a la mesa de trabajo y haz unos pliegues con las manos para unificarla.

Sobado de la masa

  • Tienes que darle 10 pliegues en la laminadora (o con un rodillo) hasta que la masa esté elástica y manejable de la siguiente manera: coloca la masa sobre la superficie de la laminadora y pásala por los rodillos hasta que tenga un grosor de 1 cm.
  • Una vez estirada, dóblala en tres partes como si fuera un tríptico
  • Vuelve a pasar la masa por la laminadora, manteniendo la abertura hacia uno de los laterales. Repite el proceso 8 veces, asegurándote de que la abertura de la masa siempre quede en la misma posición.

Formado de los panes

  • Divide la masa en cuatro partes iguales.
  • Bolea cada una de ellas generando tensión y déjalas reposar 5 minutos para que la masa se relaje.
  • Con las manos, presiona suavemente cada bola de masa hasta formar discos de aproximadamente 1 cm de grosor.
  • Apílalas de dos en dos.
  • Finalmente, apriétalas juntas para que se sellen bien
  • Colócalos en una bandeja de horno forrada con papel sulfurizado y déjalas fermentar tapadas en un lugar cálido durante 3 horas.
  • Una vez ha pasado el tiempo de fermentación, enciende el horno a 230ªc con calor arriba y abajo. Cuando alcance la temperatura indicada, prepara los panes para la cocción. Con una brocheta, haz varios agujeros en el centro de cada uno para evitar que se inflen durante el horneado.
  • Pulverízalos con agua, mételos en el horno.
  • Cuécelos durante 30 minutos con calor arriba y abajo sin vapor.
  • Retíralos del horno y déjalos enfriar encima de una rejilla antes de cortarlos.
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Habláis vosotr@s

Pan libum, por Manuel Vizcarro

Pan libum, por Manuel Vizcarro


Valoraciones: 11 Comentarios

Pan libum, por Manuel Vizcarro

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Marcial fue un tuitero romano nacido en Calatayud. De verbo rápido e incisivo, sobrevivió en el centro del mundo antiguo durante años. Al final, harto y cansado de Roma, regresó a su pueblo para vivir sus últimos años en calma y sosiego, gracias a una mecenas bilbilitana llamada Marcela.

Retrató como nadie a través de sus epigramas, picantes, breves e ingeniosos la vida en la Ciudad Eterna, con todos sus personajes de alta y baja estofa y con todas esas cenas constantes a lo largo de su obra llenando alguna veces su apetito, otras dejándolo canino de cuerpo y alma.

El pan libum se ofrecía de manera festiva a los Dioses y como todos los panes sagrados no está fermentado, suponemos que en alguna Saturnalia Marcial daría buena cuenta de ellos.

Leyendo su obra me surgen sensaciones y vivencias que ya conozco o al menos me resultan familiares. Las siguientes frases las ideó nuestro protagonista durante el siglo primero:

“En el verano, los niños, si están sanos, bastante aprenden”

“Para no alabar a quienes lo merecen, Antonio alaba a todo el mundo. Para quién nadie es malo, ¿quién puede ser bueno?”

Recriminando a un conocido, antiguo panadero, adicto al juego y otros vicios le dice: “no solo haces pan también harina”.

“Recomiendo claridad en los escritos de forma que gusten a los gramáticos, y puedan entenderse fácilmente sin las explicaciones de los gramáticos”

Veo su perfil artístico, humano y físico…

Y entonces mi algoritmo interior con sus 80 mil millones de neuronas interconectan y me transportan a uno de los mejores conciertos de rock de mi vida, y me veo allí con mi litro de cerveza y mi colega Iván, saltando y gritando “Agotados de esperar el fin”.

Ilegales toca en el escenario a toda velocidad transmitiendo una energía voraz, observó al cantante de perfil es un Marcial calvo.

Y me estallan los epigramas escritos por Jorge Martínez:

“Un hombre grita: ¡No disparen! Y cae muerto.”

“Juventud, egolatría, la noche ha dejado cicatrices”

“Hoy ya empieza a ser ayer”

“Das la mano al banquero, cuéntate los dedos”

Les separan dos mil años de historias, y sin embargo sus esencias se enlazan.

Aunque Marcial tiene textos que hablan en demasía de Príapo e Ilegales tienen canciones que rozan la tontería más supina, al paladear sus obras nos transmiten la materia con la que hemos forjado nuestra cultura, la cultura latina, esa civilización alimentada por artistas diversos como por ejemplo un poeta bilbilitano muerto hace tiempo o un rockero crecido en Asturias que sigue muy vivo.

En honor a la memoria de Marcial y contradiciendo una de sus metáforas “Mis lectores deben comer pan, no solo exquisiteces” os invito a probar este pan excelso, si es con requesón astur pues oye ni tan mal.

Esta es mi versión del mismo, en otras fuentes consultadas, como el magnífico e imperdible blog de cocina antigua romana DE RE COQVINARIA: LIBA, RESERVADOS PARA LOS DIOSES hablan de un producto más parecido a un panecillo horneado sobre una hoja de laurel que a una tarta de queso como es esta receta.

A mi favor diré que la mezcla de laurel, miel y requesón es perfecta para una feliz Saturnalia.

Rieguen estos pastelitos con un buen arreón de miel, porque sin ella quedan un poco jautos.

Pan libum

La tarta de queso de la antigua Roma. Simple de preparar y digna de una ofrenda a los diosas.
4.65 de 17 votos
Tiempo de preparación 10 min
Tiempo de cocción 50 min
Tiempo de reposo 8 h
Plato Postre, Repostería
Cocina Cocina de la antigua Roma
Raciones 6

¿QUÉ VAS A NECESITAR?

  • Batidor
  • Molinillo para especias o mortero
  • Moldes para hornear

Ingredientes
  

Elaboración paso a paso
 

  • Realizar una mise in place sencilla.
  • Batir el requesón como si no hubiera un mañana si tienes una máquina de varillas lo puedes hacer perfectamente con ella, nadie te juzgará.
  • Incorporamos después la harina y batimos, por último la sal y el huevo. Acabamos de batir el conjunto un poco más.
  • Agregamos finalmente el laurel en polvo, integrándose con una espátula.
  • Lo metemos todo en un envase y dejamos que repose en la heladera de un día para otro.
  • Al día siguiente cuando tengamos tiempo, rellenamos los moldes que más nos convenga, yo saco para seis raciones, la masa no crece muchísimo en el horno.
  • Con el horno caliente a 160 grados los introducimos durante 50 minutos, vamos pinchando el contenido para comprobar la cocción.

Notas

Como hornear en airfryer
Solamente me caben dos y los hago en 35 minutos a 160 grados.
Cómo hornear en olla de cocción lenta
En la olla de cocción lenta me caben 4 piezas. Precaliento 60 minutos en temperatura alta, los introduzco y les cueco 120 minutos. Con esta técnica salen especialmente jugosos.
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Conceptos básicos

Dudas panarras IV: Masa madre y sus misterios (resueltos)

Dudas panarras IV: Masa madre y sus misterios (resueltos)


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Dudas panarras IV: Masa madre y sus misterios (resueltos)

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La masa madre es un organismo vivo y, como tal, un poco impredecible. Por eso, los que empiezan a trabajar con ella tienen la sensación de estar ante la receta más secreta del universo. Y no es para menos… Desde el principio aparecen los primeros problemas. Que si no sube, que si es muy ácida, que si el pan luego queda denso… La buena noticia es que, con práctica y paciencia, se aprende a manejarla.

Para facilitar este proceso, hemos reunido las dudas más comunes y sus respuestas, organizadas por temas. Encuentra la solución a tu problema y sigue disfrutando del pan casero con masa madre.

1. Conservación y mantenimiento de la masa madre

Me habéis dado masa madre, ¿qué hago con ella?

Si has recibido nuestra masa madre, es posible que haya sobrefermentado durante el transporte. Antes de usarla para hacer pan, debes refrescarla (alimentarla con harina y agua). Si no planeas usarla de inmediato, refréscala igualmente y guárdala en la nevera cuando llegue a su pico de actividad. Al sacarla para hacer pan, deberás refrescarla nuevamente.

¿Cómo crear la masa madre desde cero?

El proceso requiere sobre todo paciencia y cuidados. Puedes seguir esta entrada en nuestro blog para asegurarte de que tu masa madre se desarrolle correctamente.

¿Cómo refrescar la masa madre?

1.   Retira la mayor parte de la masa madre, dejando solo una cucharada más o menos.

2.   Añade 30-40 g de harina y la misma cantidad de agua. Mezcla bien.

3.  Deja que crezca a temperatura ambiente hasta que duplique su volumen.

Si al principio parece que no hace nada, no te asustes y ten paciencia: con un poco de tiempo, empezará a burbujear y crecer. Recuerda que las temperaturas ideales para la masa madre están entre 22 y 27ºC. Si en tu casa hace más frío, lo normal es que tarde más tiempo en subir.

No consigo que coja fuerza, normalmente aparece moho y la tengo que tirar. ¿Qué puedo hacer?

Si tu masa madre no adquiere fuerza y se llena de moho, aquí tienes algunas de las posibles causas y sus soluciones:

Higiene y recipiente adecuado: Usa un frasco limpio y estéril, con tapa colocada por encima, pero sin sellar herméticamente.

Frecuencia de alimentación: Si la alimentas con poca frecuencia, las bacterias beneficiosas pueden debilitarse y permitir la aparición de moho. Intenta refrescarla más a menudo.

Tipo de harina: Usa la harina de centeno integral ecológica para fortalecer la actividad de los microorganismos. Es la harina más potente y estable que conocemos para crear la masa madre.

¿Cómo conservar la masa madre en la nevera?

Si no usas la masa madre regularmente, lo mejor es mantenerla en la nevera. Ahí, con temperaturas bajas la fermentación es más lenta y aguanta más tiempo antes de tener que hacer otro refresco. Debe guardarse en su punto óptimo, justo antes de decaer. Si la usas cada semana, refréscala antes de usarla para hacer una receta. Si la usas menos, hazle un refresco al menos una vez a la semana y luego vuelve a guardarla en la nevera, para reducir el riesgo de que se te estropee.

¿Cuánto tiempo puede estar inactiva en la nevera?

Puede mantenerse sin alimentarla durante una semana sin problema. Más tiempo puede debilitarla y hacerla más ácida, por lo que será necesario hacer varios refrescos para reactivarla.

Teóricamente hablando, una buena masa madre puede sobrevivir sin problemas durante meses en la nevera. Pero conocemos casos en  que, al debilitarse la fuerza de los microorganismos beneficiosos, se infectó de moho. Por eso es siempre mejor hacerle caso una vez a la semana o cada 10 días.

¿Se puede congelar la masa madre?

Sí, aunque es mejor deshidratarla. Para hacerlo:

  1. Refresca la masa madre y déjala crecer hasta que llegue casi a su punto óptimo.
  2. Extiéndela en una capa fina sobre papel de hornear con la ayuda de una rasqueta de panadero y deja que se seque (1-2 días).
  3. Una vez seca, rompe en trozos y guárdala en un bote hermético. Se conservará hasta un año.

Cómo reactivar la masa madre seca

Si tienes masa madre deshidratada y quieres reactivarla, sigue estos pasos:

  1. Mezcla la masa madre seca con agua tibia en partes iguales (por ejemplo, 10 g de masa madre seca con 10 g de agua) y deja reposar unas horas hasta que se ablande.
  2. Luego añade la misma cantidad de harina que de agua (ejemplo: 10 g de harina y 10 g de agua) y mezcla bien. Deja fermentar a temperatura ambiente hasta que aparezcan burbujas.
  3. Refresca unas 2-3 veces, hasta que la masa madre vuelva a crecer y burbujear con normalidad.

Este proceso puede tardar unos pocos días, dependiendo de la fuerza inicial de la masa madre seca y las condiciones ambientales en tu casa.

Problemas con la fermentación y actividad de la masa madre

¿Cómo saber si la masa madre está activa y lista para hacer pan?

Debe haber duplicado su volumen, tener claras burbujas en todas partes (desde abajo hasta arriba) y buen olor (ligeramente ácido o láctico). La superficie no debería estar hundida (eso ocurre cuando ya sobrefermentó) ni formar  una cúpula (ahí aún está creciendo).

Mi masa madre flota en agua, pero el pan no sube

La prueba de flotación, esa fórmula para comprobar el estado de una masa madre, no es infalible y no siempre funciona, ya que una masa madre puede estar lista sin flotar o flotar sin estar en su mejor punto. La prueba de flotación lo único que nos dice es si hay suficiente aire generado y atrapado en la masa para hacer que flote. Sin embargo, una masa madre puede estar lista sin flotar si es muy hidratada y lo mismo puede pasar con masa madre de centeno que tiene menos gluten y atrapa menos aire. Y al revés, puede flotar sin estar en su mejor momento, si ya ha sobrefermentado y empieza a colapsar.

En lugar de fiarte tanto de la prueba de flotación te animamos a que observes el estado descrito en el apartado anterior. Estas indicaciones te ayudarán a detectar mejor  si tu masa madre está lista para usar (por su volumen, textura y aroma).

Mi masa madre no sube

Si arrancas la masa madre desde cero, esta tarda unos cuantos días en coger buena fuerza. Lo más probable es que necesites al menos unos 7 o incluso 10 días para conseguir una buena masa madre que crezca bien, de forma consistente y sea capaz de hacer subir tu masa de pan.

Si aún así tu masa madre no sube bien, aquí tienes algunos consejos para conseguirlo:

  • Empieza con nuestra harina integral de centeno ecológico. Es maravillosa para empezar y darle “vida” a la masa madre. Si luego quieres tener una de trigo, una vez que consigas buena masa madre con centeno, simplemente empieza a hacer refrescos con harina de trigo y ya está. En caso de que quieras conseguir tu masa madre de trigo puedes probar con nuestra harina de fuerza ecológica.
  • Procura dejarla crecer a temperaturas de entre 22 y 27ºC. Si tu casa es muy fría y este tema te lo tomas en serio, te vendrá genial una cámara de fermentación doméstica (que se puede usar también para las masas) o una  cámara especial para la masa madre. Si prefieres trucos caseros, intenta dejarla en el horno con la luz encendida o en un microondas con un vaso de agua caliente al lado. En este último caso, ten cuidado de no pasarte de calor, porque las temperaturas por encima de 35ºC no son deseables.
  • Usa ratios de 1:4:4 (masa madre:harina:agua) o 1:5:5 a la hora de hacer tus refrescos. Así la masa madre necesitará más tiempo para subir pero lo más probable es que acabe haciéndolo (comparando con casos donde se está manteniendo mucha masa madre vieja con ratios 1:1:1).
  • Cuídala de forma consistente y constante. Como hemos dicho, una masa madre necesita su tiempo y buenos cuidados para llegar al punto óptimo en que crece bien y se puede usar en las masas.

Mi masa madre ha dejado de subir tras unos días de alimentación. ¿Qué hago?

Es muy común que una masa madre que subió  durante los primeros días deje de hacerlo  alrededor del tercer o cuarto día.  Lo más probable es que sea por el cambio de pH y simplemente hay que seguir refrescándola y ser paciente con el proceso. Al final acabará por subir de nuevo, así que  no te desanimes  y mantén la paciencia.

Mi masa madre huele raro / huele a fruta, es muy ácida / poco ácida

La masa madre es un organismo complejo y su estado depende de muchos factores, entre ellos la harina que usemos para refrescarla o las temperaturas, aunque también las ratios de masa madre:harina:agua de los refrescos y  el cuándo y cómo hacemos los refrescos.

Si nuestra masa madre es muy ácida, podemos intentar rebajar esa acidez con varios refrescos en ratios 1:4:4 (masa madre:harina:agua, lo que quiere decir que para cada 10 g de masa madre usaremos 40 g de harina y 40 g de agua a la hora de hacer el refresco) o incluso 1:5:5. La masa madre de trigo también suele ser algo menos ácida pero, de nuevo, depende también de cómo la cuidamos.

Si, por el contrario, lo que buscamos es más acidez, lo ideal es tener la masa madre de harina integral de centeno ecológico, que de por sí suele ser un poco más ácida, y refrescarla en ratios 1:2:2 o incluso 1:1:1. También podemos dejarla fermentar un poco más allá de su punto óptimo antes de utilizarla para una receta u otro refresco. De esta forma podemos conseguir más acidez. El mantenimiento de la masa madre en la nevera también suele aportar acidez.

Los olores a fruta de una masa madre son completamente normales. Se deben a la producción de ésteres, que son compuestos aromáticos que se generan durante la fermentación, lo cual es normal.

También nos podemos encontrar a veces con olor a queso azul, que suele aparecer cuando la masa madre ya está muy vieja y floja y necesita unos buenos refrescos.

Problemas en la elaboración del pan con masa madre

¿Por qué mi pan queda denso y apelmazado?

Las causas pueden ser:

  • Masa madre poco activa. Si la masa madre no está en su punto óptimo, no genera suficiente gas. Debemos alimentarla con regularidad y usarla para hacer la receta del pan en su pico de actividad.
  • Fermentación insuficiente o excesiva. Si la masa no fermenta lo suficiente, no hay suficiente gas para que suba. Si, al revés, nos pasamos de fermentación, con la masa madre llegamos a degradar el gluten y la masa colapsa. Con la masa madre es importantísimo aprender a observar:  buscamos que la masa aumente entre 50% y 80% su tamaño. Reconocer este punto óptimo requiere mucha práctica, paciencia y prueba/error.
  • Mal amasado. Si el gluten no se desarrolla lo suficiente, la masa no retiene el gas de la fermentación.

He usado la masa madre en varias ocasiones y me queda un pan gomoso. ¿Por qué puede ser?

Puede que tu masa madre o aún no tenga suficiente fuerza para levar bien una masa de pan, o que la fermentación del pan no haya sido suficiente.

¿Cuánto tiempo puede fermentar el pan con masa madre?

El tiempo de fermentación depende de varios factores, como la cantidad de masa madre que hemos usado para la receta o la temperatura ambiente. Con la masa madre solemos buscar fermentaciones largas y por lo tanto el tiempo mínimo debería ser de alrededor de 3 horas, aunque fácilmente puede ir  más allá, entre 4 y 8 horas en primera fermentación. La segunda fermentación suele ser un poco más corta, generalmente de entre 1 y 3 horas. Si hacemos la segunda fermentación en la nevera, esta puede alargarse mucho, hasta las 12 o incluso las  24 horas.

¿Se puede usar masa madre integral en bollería o roscón de Reyes?

Sí, pero para empezar es recomendable usar una masa madre menos ácida y reforzar con levadura comercial para mejorar la esponjosidad. Hay que ser un panarra bien experimentado para conseguir buenos resultados únicamente con masa madre. También hay que tener en cuenta que, si usamos masa madre integral en bollería, aunque empleemos poca cantidad, la estructura final se verá afectada por este aporte mínimo de harina integral a la masa. Como es un tema delicado, antes de iniciarte con tus propios experimentos, recomendamos que empieces con alguna receta ya testada, como las que puedes encontrar en nuestro blog, por ejemplo esta de Roscón de Reyes.

¿Qué proporción de masa madre se debe poner en la receta?

Según la literatura, para hacer panes se suele usar entre 5 y 20% de masa madre (relativo al peso total de la harina). Existen recetas que tienen porcentajes incluso más altos, de hasta 60%.

¿Se puede usar masa madre junto con levadura comercial?

Sí, muchos panaderos lo hacen para mejorar la estructura y acortar los tiempos de fermentación.

Otras dudas de la masa madre

¿Cómo uso los descartes de masa madre?

Los descartes de masa madre se pueden ir guardando en la nevera en algún bote y se pueden usar para algunas recetas antes de que empiecen a oler muy fuerte. En cualquier caso, estos descartes ya no sirven para hacer crecer la masa en caso de panes o pizzas, aunque sí se pueden usar para hacer por ejemplo tortitas o crackers de semillas, o añadirse en bizcochos para darles otro toque de sabor.

No consigo organizarme con la masa madre

Si el pico de actividad te pilla en mal momento:

  • Ajusta los horarios de refresco o usa más harina y agua y menos masa madre a la hora de hacer el refresco, para que la masa madre tarde más tiempo en subir.
  • Juega con la temperatura del ambiente y del agua. A más frío, más lenta será la fermentación y te dará tiempo a dormir mientras tu masa madre crece.

La masa madre requiere de paciencia y práctica, pero con los cuidados adecuados te dará panes increíbles. Si sigues teniendo dudas, prueba, experimenta y disfruta del proceso. Y recuerda: cualquier pan hecho en casa siempre es un éxito si se puede mojar en aceite o untar con mantequilla.

Sobre la autora y el autor de esta receta Veka es fotógrafa y videógrafa especializada en gastronomía, además de una apasionada del pan de masa madre. Su objetivo es hacer que hornear pan casero sea accesible para todos, incluso para quienes tienen vidas ajetreadas. Ella misma comenzó este camino cuando, con un bebé pequeño y un trabajo de oficina, buscaba maneras de integrar el pan de masa madre en su rutina diaria. Ahora comparte su experiencia, consejos y recetas en su web Masas de Madre, ayudando a otros a disfrutar de este arte sin complicaciones.
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¡Te queremos (por tus panes)!

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Aunque contravenga nuestro nombre, en El Amasadero no nacimos sabiendo amasarlo todo. No, y tampoco nacimos con todas las técnicas de boleado o greñado aprendidas, ni conociendo toda la variedad de panes, cocas, bizcochos o roscones que pueblan este ancho mundo. Pero sí nacimos con una cualidad: saber pedir ayuda a quienes saben, y rodearnos de mucha gente con conocimientos increíbles, diversos, insospechados.

Es así, tirando de contactos, como aprendimos lo que era –y cómo se prepara– un doowap, esas bolas dulces fermentadas y pecosas con nombre de canción ligera de los años 50 y vocación de merienda. Fue gracias a la buena mano, y la buena letra, de Lola Benavides, que nos dio las claves para elaborarlas paso a paso e incorporarlas a nuestro recetario repostero. 

Manuel Vizcarro nos ha enseñado muchas recetas, entre ellas la del cruasán. No uno cualquiera, no: el de su tía Ana Mari, que se hace con laminadora y se come bien tostado y con trozo gordo de mantequilla. Ahora, una y otro forman ya parte de nuestra historia familiar panarra, que lleva ya años nutriéndose de sus especialidades

Hacer tortos asturianos, y combinarlos con lo que más nos apetezca, sea o no el tradicional picadillo, no tiene misterio desde que Maite Cuervo nos aclaró sus tiempos y las proporciones. 

De gente viajada como Laura Maza aprendimos que brioche tradicional tiene ascendencia normanda. De sus idas y venidas a Francia nos trajo su fórmula, así como toda su genealogía, larga como la lista de pasos para conseguir este pan mantequilloso, dulce y dorado. No hace falta mirar la foto para saber que merece el esfuerzo que conlleva.

Las facturas seguirían siendo unos desagradables papelajos de no ser por Karina Gómez, que nos introdujo en el arte de la repostería argentina con estos bollos suaves que tan pronto combinan con dulce de leche, crema pastelera o fruta.

Y los sándwiches ya nunca más serán del súper: tenemos la receta de Manuel Rodríguez para un pan integral de molde esponjoso y aromático y tenemos, para la sección eficiente,  la versión del pan de molde de BreadChitchat, que se vale de la amasadora Ankarsrum, para multiplicar los panes de una tanda. 

Te damos 50 € por tu receta

Con todo esto ( mucho más que atesoramos en nuestro archivo) no queremos presumir –que también– de buenas relaciones, sino animarte a que compartas toda tu sabiduría. Que nos mandes tus recetas panaderas más preciadas, que intentaremos recompensártelo: con amor recién horneado, con toda la difusión que desde aquí podemos darles y con 50 euros en cupones para gastar en harinas u otros productos de nuestra tienda para que puedas seguir amasando. Y con algo que, en nuestra humilde opinión, es todavía más valioso: formar parte de esta nuestra estimadísima comunidad panarra, desde luego, la mejor que conocemos. 

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Entrevistas panarras

Entrevistas panarras: Pantastic

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Llevamos años demonizando el consumo de pan y eso es porque la calidad ha ido empeorando. Lo que intentamos es recuperar un producto que se puede hacer de otra manera”

Tres perfiles, tres líneas de negocio, un proyecto único en Ibiza. Así es Pantastic, un local que combina su obrador artesanal, donde se elabora pan de masa madre, con el café de especialidad y desayunos dulces y salados que cuidan la calidad nutricional, además del paladar. Hablamos con Ioana, encargada de la gestión diaria, las redes sociales, los números, los proveedores y todo lo que tiene que ver con la cocina saludable, y con Ángel, responsable del obrador y de lo que sale del horno, quienes, junto con Marc –que se ocupa del pilar cafetero de Pantastic – conforman el equipo de una propuesta que busca cuidar de su vecindario en uno de los enclaves más turísticos del Estado. 

–¿De dónde nace la idea de Pantastic?


IOANA: La cosa comenzó hace cuatro años. Aquí en Ibiza no había ningún sitio donde tomar un buen café, desayunar rico y con pan buen, hecho todo de manera artesanal y en un obrador propio. Ángel y yo ya veníamos dedicándonos, a tiempo parcial, al tema del pan de masa madre y los desayunos, pero nada reglado, compaginando con nuestros trabajos, desde un local de productos ecológicos con cocina, que fue donde empezamos a vender a gente que no fuesen nuestros amigos o nuestros vecinos. Ángel había empezado a hacer pan en casa antes de la pandemia, y yo me he formado como chef de cocina crudivegana, tocando temas de  nutrición, alimentación saludable, sostenibilidad, entre otros. Poco a poco empezamos a pensar que podría ser bonito trabajar juntos. En la pandemia, dando cursos de cocina, conocimos a Marc, que es un apasionado del buen café, y ahí fue cuando empezamos a plantearnos algo en común y mirar locales. Tuvimos las cosas muy claras.

ÁNGEL: Cuando empezamos no buscábamos el negocio, sino darle salida a una afición y cubrir una necesidad. Ioana daba cursos de cocina en varios sitios, incluso online, y yo hacía panes, todo en paralelo a nuestros trabajos en hostelería y retail.

–¿Cómo fueron los inicios?

IOANA: No podíamos empezar con mucha inversión ni a lo loco, porque el mercado aquí es cambiante, volátil, muy estacional… Así que empezamos poco a poco, con una propuesta complicada por esa unión de los tres elementos, y haciéndolo todo nosotros mismos. Abrimos en febrero de 2022 en un local pequeñito, en el que se veía todo: lo que ves es lo que hay, y lo que no ves, es que no lo hay. Nadie se imaginaba que en un sitio tan pequeño se pudiese hacer todo esto, pan de masa madre, café de especialidad y desayunos cuidados.

ÁNGEL: El primer día se nos estropeó la amasadora, porque no la compramos en El Amasadero –ríe– y estuvimos seis meses amasando kilos y kilos a mano, porque tuvimos que mandarla a Italia a reparar. 

–¿Qué es eso del “No bullshit” que aparece en vuestras redes?

IOANA: Si en el cristal ponemos “artesanal” es porque todo lo hacemos aquí. De ahí vino el “No bullshit”… Cuando abrimos no hicimos ni campaña de márketing, porque en aquel momento no nos lo podíamos permitir, y tampoco es que quisiésemos meternos con nadie que se publicita como abanderado de «artesanal» teniendo poco de ello. Como frase no sonaba demasiado local, pero nos pareció algo corto y muy directo y pensamos que la comunidad que estábamos proyectando entendería fácil el concepto: artesanal y calidad, sin más, sin tonterías, porque es lo que es Pantastic.  

ÁNGEL: Tampoco queremos ser un negocio elitista, esto lo tuvimos claro desde el principio, sino para todo el mundo. Para la abuela que necesita pan de calidad porque el del súper le inflama, para gente más conocedora de café de especialidad, por ejemplo, para gente de nuestra edad que busca un consumo consciente y otros. Nos gustan los cafés de barrio, que se dinamizan con el barrio. Y estamos en Ibiza, pero en zona de barrio, lejos de la parte más turística y cerca del mercado. Y abrimos todo el año.  

–Este mes cumplís tres años desde la apertura, ¿cuánto se parece vuestro proyecto al que ideasteis?

IOANA: Empezamos con muy poco presupuesto y en el intento de conseguir financiación hicimos un plan de empresa. Tuvimos que estrujarnos la cabeza, porque nuestra propuesta no era sencilla y no se entendía bien, pero al final resultó funcionar tal y como la proyectamos. Resultó como predijimos. Aunque incluso para nosotros fuera complicado pensar que sería real, el romanticismo nos ayudó. Es cierto que teníamos muchas más ideas que al final fueron imposibles, como hacer entregas de pan por las tardes con bici eléctrica… Hay cosas que no pudieron ser. Ahora acabamos de mudarnos a otro barrio aún más alejado de la zona turística y nuestro público es, más de un 90%, local, de gente que vive en Ibiza todo el año. Creo que hemos conseguido dar a conocer el pan masa madre, el café de especialidad y los desayunos con ingredientes saludables, hacer que la gente los valore. El pan de masa madre, una vez que empiezas a consumirlo, ya no te parece tan ácido, y ya no escuchamos tanto aquello de “qué caro es vuestro café”.  Hemos hecho mucha divulgación, hemos sido muy pesados –ríe–. Explicamos el proceso, el origen de nuestros ingredientes, enseñamos el producto, dejamos que lo prueben…

ÁNGEL: Claro, porque todos los panes son de masa madre, están hechos con harinas ecológicas, algunas de ellas molidas a piedra. O nuestros endulzantes, que no son refinados. Usamos azúcar de coco, panela ecológica… y semillas de procedencia ecológica, y mantequilla que viene de Francia…

– Estáis en Ibiza. ¿Qué importancia tiene para vuestro proyecto el entorno?

ÁNGEL: Elegir una oferta de calidad y dirigirnos al público local es nuestra prioridad. Queremos llamar a los clientes por su nombre, que nos incluyan en su ruta de vuelta o al mercado, estar rodeados de pequeños comercios locales y crear comunidad. Enseñar algo diferente también en un barrio muy cercano a la gente le ha calado, por suerte, y a nosotros nos trae mucha satisfacción.

IOANA: Abrimos con una imagen moderna, más de península… Cuando empezamos estábamos un un barrio que era muy barrio, muy de los setenta. Éramos lo raro, pero teníamos muy claro que la gente local era nuestro público, porque en general en la isla  hay mucha oferta solo para el verano, y poca cosa para quienes nos quedamos en invierno. Era extraño para el barrio pero ha tenido peso que la gente se acostumbre a que Pantastic es lo que es también en invierno, que ofrece calidad a la gente de invierno. Aquí toda la oferta es muy especializada para el turista de verano, al que da igual cómo lo trates porque se va a marchar. Pero insistir en la calidad y en que hacemos lo que decimos que hacemos en nuestro barrio, eso nos ha consolidado. En Ibiza, si haces las cosas bien, el boca a boca es muy poderoso.  

–Habladnos de vuestro pan…

IOANA: Todo el pan que elaboramos es 100% de masa madre y larga fermentación. En los dulces, en bollería, usamos algo de levadura, pero también fermentaciones largas y harinas de calidad. Tenemos panes diarios y otros especiales. Por ejemplo, los miércoles hacemos centeno 100% en formato molde, un pan que normalmente no se encuentra sin mezclar con trigo, y los sábados, uno de aceitunas y romero. También trabajamos la xeixa, un trigo más antiguo, mediterráneo, en un pan 100% xeixa, que elaboramos a diario. Martes y jueves tenemos pan de arroz integral y sarraceno, que no contiene gluten pero sí trazas y no apto para celíacos. Tiene mucho público el sin gluten pero, en nuestro caso, siempre especificamos que el gluten del pan de masa madre y con larga fermentación sienta mejor que el pan comercial y no hace el mismo efecto que el fermentado rápido. Y alguna gente ya lo ha notado, se ha dado cuenta de que lo puede comer sin hincharse.  

ÁNGEL: Nos sorprende la cantidad de gente que tiene intolerancias y que viene a Pantastic porque les ha mandado el nutricionista o porque confían en que de verdad es pan de masa madre y vienen a probarlo, o a comprar nuestro pan de sarraceno y arroz, en lugar del del súper. Eso incluye gente de todo tipo, personas que tienen intolerancias alimentarias y otras que lo hacen por moda. 

–¿Por qué optasteis por el pan de masa madre?

ÁNGEL: Porque nos encantan sus aromas y sabores profundos, por su digestibilidad, porque estábamos enamorados de sitios donde el olor nos encantaba, y porque nos sienta bien. Es un poco adictivo y como ya lo hacíamos en casa, nos decidimos.

IOANA: Y también porque, como sociedad, llevamos años demonizando el consumo de pan y eso es porque la calidad, en los últimos años y décadas, ha ido empeorando. Entonces, lo que intentamos es recuperar un producto que se puede hacer de otra manera. No resulta fácil, a nivel negocio, hacerlo rentable, porque tiene unos costes, unos tiempos… Aquí lo conseguimos con la parte cafetería y de desayunos asociada. Así, además, cerramos el círculo, también el círculo del desperdicio, porque en los desayunos usamos nuestro pan, por supuesto, y nos ayuda en la producción.

-¿Cómo lográis equilibrar el tema del pan con las otras dos ramas de Pantastic?

ÁNGEL: Si nos gusta un sitio donde se cocina bien pero que no cuida el café,  sentimos que nos falta algo, y lo mismo con la bollería, pongamos, en una cafetería de especialidad. Hay que cuidarlo todo.  Como consumidores ya lo hacíamos así y así lo intentamos plasmar. 

IOANA: Era una de nuestras preocupaciones, cómo comunicar tantas cosas, sobre todo porque en Ibiza ciudad todo era nuevo en el formato de “todo en el mismo sitio”: café no comercial, masa madre… Pero hemos visto que la fórmula se complementa muy bien con el pan. La gente que viene a comprar pan, también viene a desayunar después y quien nos conoce por el café, acaba comprando pan. Se retroalimenta y, como decía Ángel, no podríamos cuidar un pilar de nuestra oferta y no el otro. Invertir tanto esfuerzo en ofrecer un pan de calidad pero servir un café comercial quemado por el tueste o bollería hecha con productos refinados, no sería coherente. Nos tienen como los pesados, pero con el tema azúcar, por ejemplo, diría que más del 90% de aquellos a quien pedimos que lo prueban sin azúcar, acaba no tomando azúcar. Y lo mismo con la gente que se quejaba por que usábamos solo trigo. El trigo no es siempre el problema, sino también los procesos. Le explicamos sobre los tiempos de fermentación, los aditivos. Les pedimos una oportunidad, a ver si perciben las diferencias. Lo hacemos y la gente nos acaba conociendo por pesados, pero realmente creemos que hay diferencia entre uno de nuestros panes y uno comercial. Además, el hecho de que todas las cosas que hacemos aquí las hacemos nosotros mismos, ayuda. Nos hemos formado, conocemos el mundo del pan, del café de especialidad, de la nutrición… y nos gusta aprender de todo. 

–¿Cómo veis Pantastic en cinco años?

IOANA: Creo que seguiremos en esta línea, la de ir elaborando con la misma calidad los productos y tender un poco más a la innovación, a tener cosas nuevas, porque hasta ahora no hemos podido añadir mucha diversidad, por el poco espacio que teníamos.  Pienso que podremos ir añadiendo productos, incorporar piezas como panettones, roscones y panes un poco más especiales, y centrarnos cada vez más en el producto local, aunque ya lo hacemos cuando hay producción, e incorporar fruta y verdura y más harinas locales, de las islas. Y dar formación sobre pan. Ahora las hacemos de café y de alimentación, pero de pan nos gustaría, seamos nosotros u otra gente a la que podamos recibir para intercambiar experiencias. Aunque eso es algo que pensamos que podrá ser a medio plazo. Para este año estamos trabajando en crear un podcast. Hemos conocido gente en el sector, proveedores… y creemos que es interesante mostrar los adentros de este mundo: el origen de las harinas, la vida en un molino, o cómo se cultiva el café. Exponer las experiencias profesionales de cada uno de nosotros. 

ANGEL: …y esperamos crear un equipo más sólido, en el tema de producción; más refinado, más engrasado. También estamos pensando en incluir algún dulce local o de inspiración local. Alguna cosa tenemos ya en mente.

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Recetas tradicionales de Andalucía

Levanta el día, Andalucía

Levanta el día, Andalucía


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Levanta el día, Andalucía

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Blanco que te quiero blanco: blanca miga o en tostadas… Hoy, en el Día de Andalucía, venimos a hacer apología de algunos de los panes de esta tierra que tantas recetas guarda en su acervo gastronómico, no siempre reconocido, y que tantas alegrías puede darnos desde primera hora de la mañana.

Sí, porque nuestra panadería tradicional, con masas mucho menos hidratadas que las de otras partes de la península, consigue rebanadas insuperables, amplias y de miga prieta, óptimas para tostadas con bien de aceite y tomate, de manteca blanca o colorá, de jamón serrano, de bacalao o de sardinas. Como decía el anuncio, pero sin trampa: “Este pan lo aguanta todo”. 

El desayuno andaluz pide pan candeal, así llamado por la variedad de trigo que se utilizaba antiguamente para elaborarlo, primero en Castilla y León y después en otras partes de España. Para recrearlo necesitarás -oh, sorpresa- harina candeal, que se caracteriza por su color blanco y su baja fuerza, y un rodillo, que te ayudará a lidiar con las masas con  poca agua. A cambio de ese razonable esfuerzo tendrás un panazo sobre el que sostener salsas y chacinas y con el que recuperarás, además, una tradición secular de panes blancos blanquísimos que, para alegría de nadie, han quedado fuera de las modas.

Receta de telera cordobesa
Telera cordobesa

La masa de la telera cordobesa lleva todavía menos agua, así que no guardes el rodillo cuando te pongas a preparar este pan alargado de miga densa y sabor intenso que, como el candeal, entra en la familia de los bregaos o sobaos. Si lo ves en la panadería lo reconocerás por su greña –más parecen dos tajos que un dibujo afrancesado– y no deberás dejarlo pasar, para darle color a la tostada mañanera, esta vez con aceite y azúcar, que para salás, nosotras… o la salaílla de Alfacar.

Saladilla de Alfacar

Si quieres hacer en casa un salmorejo canónico, la telera era tu hogaza, pero si lo que buscas es un bocata especial puedes optar por este pan de Alfacar, una torta tradicional de la provincia de Granada que, como dicta su nombre, va jalonada de sal gruesa en la superficie y se caracteriza por su baja altura, los huecos de la superficie, parecidos a los de una focaccia, y la cocción –cuando se puede– en horno de leña.

Pan cateto

Aunque para bocadillos, los que da el pan cateto malagueño, un bollo doble, con una especie de cinturilla enmedio, de miga apretada y sin agujeros –lo que tienen las hidrataciones bajas– que se elabora con harina panadera recia, hecha con trigo duro, y que también te servirá para bordar las tostadas de eso que llaman “desayuno molinero”. 

Receta de mollete de Antequera
Mollete de Antequera

Eso sí, para abrir el día con un bocata, el mejor de los mejores es el mollete de Antequera, esponjoso por dentro y blandito por fuera gracias al aceite de su masa, a la larga fermentación final y a una cocción corta y con vapor que consigue su particular corteza clara y suave. Desayuna hoy mollete de Antequera y que salga el sol por donde quiera. 

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Masas dulces

El brionut: una innovación redonda para la merienda

El brionut: una innovación redonda para la merienda


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El brionut: una innovación redonda para la merienda

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Pregunta: si, desde El Amasadero, os decimos brionut, ¿qué es lo primero que se os viene a la cabeza? ¿Y si, como pista, añadimos que el tal brionut está elaborado a base de harina de tritordeum? ¿Ayuda?

Antes de que la facción tiquismiquis empiece a quejarse de que nos invade la neolengua, ya nos confesamos. Que sí, que lo de brionut no está aceptado aún por ninguna academia lexicográfica… Aunque eso solo puede ser porque sus muy insignes lingüistas desconocen todavía lo delicioso de su significado. Además, cualquiera con dos gramos de levadura puede deducir de qué hablamos: brio-nut, brio-nut, brio-nut. Donut, brioche… ¿hay alguien ahí? 

Por si la respuesta es no, indicar que además de explicaros el significado del tal palabro, hoy venimos a desvelaros los misterios del brionut, que viene a ser un bollo dulce en forma de flotador y con una masa que recuerda a la del brioche. Como ya sabíamos que la cosa es novedosa, vamos a patrocinar, el reto brionut del próximo 17 de marzo de El lunes se amasa para dar a conocer estas roscas, de las que nos cuentan que son una alternativa de merienda más saludables que sus parientes, por estar cocinadas al horno (en vez de fritas), con aceite de oliva en lugar de mantequilla, con menos azúcar y con un ingrediente particular: la harina de tritordeum.

El tritordeum, por daros más datos, es un cereal español, creado por la empresa Vivagran, que logró obtenerlo a través del cruce natural de trigo duro y un tipo de cebada silvestre. Su harina, cuyo nombre es también un cruce natural entre los nombres científicos del trigo duro, Triticum durum, y cebada, Hordeum, es, precisamente, la piedra angular del brionut. ¿Por qué? Porque es más digerible, tiene más sabor y resulta perfecta para preparar esta masa, como alternativa panificable al trigo.

Una vez superada la parte más difícil, la de la etimología, vamos con la receta, que os animamos a que probéis a hacer y presentar al reto, con el que colaboramos, junto con Vivagran, poniendo los premios, y en el que podéis llevaros kilos y kilos de esta harina como recompensa. 

Como comprobaréis cuando os pongáis a ello, si sabéis pronunciar su nombre seréis capaces de preparar, fotografiar y subir a redes esta masa fermentada, que lleva leche, azúcar, huevo y miel y que va jalonada con pepitas de chocolate. Y si podéis amasarla podréis también darle forma redonda y agujereada para que la nueva merienda sea un brionut y no un briosuso, un briojaldre o un brioasán.

Brionut, una innovación redonda para la merienda

Mónica Prego/Alba Barbadillo
Brioche con harina de tritordeum y forma de donut.
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Plato Merienda
Cocina Creativa

Ingredientes
  

Para el prefermento

  • 37,5 g de harina de Tritordeum
  • 37,5 g de agua
  • 1,5 g de levadura fresca

Para la masa final

  • 462,5 g de harina de Tritordeum
  • 75 g de masa fermentada
  • 25 g de azúcar
  • 3 g de levadura seca de panadería
  • 10 g de sal
  • 15 g de miel
  • 1 huevo entero
  • 250 g de leche entera
  • 30 g de aceite de oliva
  • 100 g de pepitas de chocolate
  • Huevo batido para pincelar
  • Para la cobertura opcional:
  • Azúcar y canela para rebozar

Elaboración paso a paso
 

  • Prepara el prefermento: mezcla la harina, el agua y la levadura hasta obtener una masa homogénea y deja fermentar en un recipiente tapado durante 4 horas a temperatura ambiente.
  • Pasado el tiempo habrá doblado su volumen y estará esponjoso, listo para usar.
  • Prepara la masa: en un bol grande, añade la harina, el prefermento, el azúcar, la levadura, la sal, la miel, el huevo y la leche.
  • Mezcla bien con el batidor danés o en la amasadora hasta que todos los ingredientes estén integrados.
  • Amasa durante 3 minutos hasta que la masa se vuelva homogénea.
  • Incorpora el aceite de oliva poco a poco y sigue amasando 5 o 6 minutos hasta que la masa esté lisa y elástica.
  • A continuación, estira un poco la masa y reparte las pepitas de chocolate por la superficie.
  • Pliega la masa y trabájala un minuto hasta que el chocolate este repartido y la masa esté lisa.
  • Forma una bola con la masa, colócala en un bol engrasado y cúbrela.
  • Déjala reposar en un lugar cálido hasta que duplique su tamaño, aproximadamente 4 horas.
  • Una vez la masa haya fermentado, pásala a la superficie de trabajo.
  • Estírala con un rodillo con un grosor de 1 cm. Si tienes un rodillo con anillas, te quedará perfecta y homogénea.
  • Corta círculos de 8 cm de diámetro con un cortador o un vaso y, con un cortador más pequeño, haz un agujero en el centro.
  • Coloca los brionuts en una bandeja con papel de horno, cubre con un paño y déjalos fermentar 40 minutos más hasta que vuelvan a crecer.
  • Precalienta el horno a 180°C y pincela los brionuts con huevo batido mezclada con un poco de leche para que tengan un acabado dorado.
  • Hornéalos durante 15 minutos, hasta que estén ligeramente dorados y cocidos por dentro.
  • Retíralos y déjalos del horno y pásalos a una rejilla enfriadora.
  • Espolvoréalos con azúcar glasé o rebózalos en azúcar y canela. Para un toque extra, cúbrelos con un glaseado de azúcar o baña en chocolate fundido.
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Conceptos básicos

3 masas, 3 amasados: básico, alta hidratación y enriquecidas

3 masas, 3 amasados: básico, alta hidratación y enriquecidas


Valoraciones: 2 Comentarios

3 masas, 3 amasados: básico, alta hidratación y enriquecidas

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Las masas básicas, aquellas que tienen una hidratación de menos del 65 %, son las más fáciles de amasar. Las de alta hidratación, tienen su aquel y es necesario estar pendiente de la masa, viendo como evoluciona y añadiendo poco a poco el agua (si la añades toda de golpe, será muy difícil que tengas una masa que aguante). Las masas enriquecidas, con mantequilla u aceite, requieren un primer amasado para desarrollar el gluten y luego añadir la mantequilla poco a poco para conseguir unas masas de una textura sedosíma y extensibles.

En estos tres vídeos te explicamos cómo amasar cada una de ellas. Usamos una amasadora Ankarsrum. Si tienes una de brazo, los pasos serán similares, salvo tener que parar la maquina y levantar la parte superior para comprobar el estado de la masa.

Amasado de masas básicas

Para la máquina, dale otrso 5 minutos de reposo y vuelve a repetir el paso anterior otra vez.

Coloca el rodillo en la amasadora y añade el agua y, si usas alguno de estos ingredientes, el prefermento, masa madre, huevos o aceite.

Aprieta ligeramente el tornillo, lo justo para que el brazo no se mueva a lo loco y pon la amasadora a velocidad media.

Mueve ligeramente el brazo para ayudar a que los ingredientes líquidos se mezclen y luego empieza a añadir la harina poco a poco.

Sigue amasando, moviendo el brazo de vez en cuando, hasta que la masa esté lisa y sedoso.

Amasado de masas hidratadas

Aquí te recomendamos usar el gancho de acero. Colócalo en el brazo y aprieta el tornillo hasta dejar el brazo fijo en el centro del bol (más o menos).

Añade el agua, reservando un 15 % y pon la amasadora en movimiento. Empieza a añadir harina.

Tras 5 minutos de amasado, para la máquina y deja reposar otros 5 minutos.

Comienza a amasar de nuevo añadiendo poco a poco el agua. Sube la velocidad y mueve el brazo para conseguir que se incorpore el agua.

Amasado de masas enriquecidas

El amasado es el mismo que el de masas básicas, salvo un paso posterior: añade la mantequilla a trozos y vete moviendo el brazo para ayudar a que se incorpore totalmente.

Una vez incorporada la mantequilla, deja que amase unos 5-10 minutos más a velocidad media baja. Tu masa estará lista.