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Recetas Repostería tradicional

Tarta de Santiago: no comerla, ¡qué cruz!

Tarta de Santiago: no comerla, ¡qué cruz!


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Tarta de Santiago: no comerla, ¡qué cruz!

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Tartas de almendras hay muchas, pero como la de Santiago, ninguna. Y no tanto por su composición, que combina harina de almendra, azúcar y huevo en proporción similar a la de otros tantos bizcochos armados con estos ingredientes, sino por su devenir histórico, de al menos cinco siglos, el lugar que ocupa en la repostería gallega tradicional y la rigidez que marca su Indicación Geográfica Protegida. Y, claro, también por el diseño que la distingue como todo lo anterior.

Para quien no tenga claro aún a lo que nos referimos, decir que este pastel bajo y redondo recubierto de azúcar glas lleva una cruz dibujada en el centro –en alusión a la condición religiosa y militar que la tradición cristiana otorga a Santiago apóstol, y cuya plantilla puede descargarse fácilmente de internet para que la tarta de Santiago quede como dios manda– y es a la confitería gallega de toda la vida lo que la fabada asturiana, la ensaimada mallorquina o la ensaladilla rusa a sus respectivas culturas, reales o figuradas. Cosas que son así y punto.

En este caso, además, podemos señalar que la condición secular de este pastel, llamado “torta real» en la primera alusión conocida, allá por el año 1577, y recogido en el Diccionario General de Cocina de 1892 como “torta de almendras”, no es invent y puede rastrearse en distintos tratados gastronómicos a lo largo de los siglos sin demasiada variación: proporciones casi idénticas de almendra, azúcar y huevo, ingredientes que hasta no hace tanto tiempo eran muestra de capacidad económica y distinción, aromatizados con cáscara de limón y decorados con más azúcar, cruz mediante.

Y, ya que estamos metidas en harina (de almendra), decir también que la víspera del Día Nacional de Galicia –día grande las Fiestas del Apóstol, ese en el que el mundo recuerda cuán grande puede ser un botafumeiro, o Día da Patria Galega, en su forma autóctona y desacralizada– es la mejor fecha para ponerse a hacer tarta de Santiago: aunque no sea preceptivo, unas horas de reposo son lo que este dulce necesita para asentar sus sabores y afianzar esa textura granulada y esponjosa que le es característica, que sienta todavía mejor si la jornada es festiva. Cruzamos dedos.

Tarta de Santiago

La tarta de Santiago es un dulce icónico (por su importancia y por su iconografía) en Galicia, donde la almendra, el huevo y el azúcar se cruzan formando un bocado que durante siglos fue muestra de poderío económico y que hoy pervive como uno de los clásicos clasiquísimos de la repostería tradicional.
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Plato Postre, Repostería
Cocina Gallega

¿QUÉ VAS A NECESITAR?

Ingredientes
  

  • 250 g huevo (4 o 5 dependiendo del tamaño)
  • 250 g azúcar
  • ralladura de limón
  • 250 g almendra molida
  • 50 g zúcar glas para decorar

Elaboración paso a paso
 

  • Precalienta el horno a 180 °C, con calor arriba y abajo. Coloca el bol de plástico en la Ankarsroom y las varillas.
  • Echa los huevos, el azúcar, la ralladura de limón y una pizca de sal. Bate a velocidad media 3 minutos.
  • Cuando tengas una mezcla blanquecina y con una textura cremosa, baja la velocidad al mínimo.
  • Incorpora la almendra molida poco a poco y mezcla hasta que esté integrada, pero sin batir en exceso.
  • Engrasa un molde redondo de 24 cm de diámetro (o fórralo con papel de hornear) y vierte la mezcla.
  • Coloca el molde en el horno, en la parte media-baja, y hornéala 30 minutos. Pasado el tiempo, pincha la tarta con un palillo y si sale limpio, sácala del horno y déjala enfriar completamente encima de una rejilla.
  • Cuando esté fría, coloca la plantilla de la Cruz de Santiago sobre la superficie y espolvorea generosamente con el azúcar glas, usando un colador para que quede bien uniforme.
  • Con cuidado retira la plantilla para que el dibujo de la cruz quede perfectamente marcado.
  • Corta la tarta y disfruta de este delicioso postre tradicional gallego.

Notas

  1.  Hemos respetado las proporciones tradicionales de la receta, en las que cada ingrediente representa aproximadamente un 33 % del total (azúcar, almendra molida y huevo a partes iguales), pero puedes reducir la cantidad de azúcar si prefieres un resultado menos dulce y más adaptado a tu gusto.
  2.   Si la preparas el día antes, la tarta estará más asentada en sabor y tendrá mejor consistencia al cortarla. Es un postre perfecto para hacer con antelación.
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Habláis vosotr@s

Hogaza de Tritordeum, por Pedro Pablos

Hogaza de Tritordeum, por Pedro Pablos


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Hogaza de Tritordeum, por Pedro Pablos

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Por el año 2012 estaba yo interesándose en esto de las masas y los panes, coincidió con la experiencia «The Loaf in a Box» que se realizó en San Sebastián y tuve la oportunidad de trabajar un día como panadero junto a Dan Lepard e Iban Yarza. Me enganchó de tal forma que a partir de ahí hago pan habitualmente y experimento con algunas masas.

Con la promoción de El Amasadero de la harina de tritordeum de hace unos meses se me ocurrió hacer un pan diferente para las tostadas del desayuno. Esta harina tiene un sabor diferente y tras hacer algunas pruebas creo haber dado con una buena receta. Un prefermento, un poco de harina integral, harina Tritordeum y unas pipas de girasol. La combinación de sabores y aromas es increíble. Siempre hago una barra-hogaza de aproximadamente 1 kg, que corto en rebanadas y dejo en el congelador para ir haciendo las tostadas del desayuno.

Utensilios

Ingredientes

Prefermento

Masa

  1. Se mezcla todo en la amasadora durante 5 minutos.
  2. Se coloca la masa en un bol untado con aceite.
  3. A los 20 minutos, pliega la masa.
  4. Deja pasar otros 20 minutos y haz otro pliegue.
  5. Ahora toca fermentar durante unas 2 horas, aproximadamente.
  6. Pasado este tiempo, dale forma de batar y coloca en un banetón alargado mediano. Usa la funda para que la masa no se pegue (es blanda).
  7. Deja fermentar durante otras 2 horas.
  8. Cuando queden unos 15 minutos de fermentación, precaliente el horno a la temperatura máxima.
  9. Es la hora de hornea: vuelca con cuidado la masa sobre la piedra o bandeja de horno y haz unos cortes diagonales con una cuchilla de panadería.
  10. Hornea durante 45 minutos o esta que la temperatura interior sea de uno2 94 ºC.
  11. Dejar enfriar sobre la rejilla y cortar en rebanadas para tostar y ponerle encima lo que se quiera.
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Panes planos

Buccellatum oscensis, por Manuel Vizcarro

Buccellatum oscensis, por Manuel Vizcarro


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Buccellatum oscensis, por Manuel Vizcarro

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Durante las campañas militares romanas, los legionarios se alimentaban de una galleta seca y resistente llamada “buccellatum”. Era dura, casi granito, y solía acompañarse de agua, leche o posca para poder ser engullida. 

Durante estos dos milenios siempre hemos comido pan seco. Masas esenciales cuyo principal propósito era resistir la humedad y nutrir al soldado en las marchas militares terrestres o a los marineros en las largas travesías oceánicas, panes como el Knackebrod sueco, las costres ibicencas o la galleta naútica gallega. Aunque hoy sus herederas el cracker, la regañá o el pico luzcan ínfulas de modernidad gastronómica su pasado las delata.

Durante el siglo I antes de cristo, un romano de mi pueblo se marchó del terruño para hacer carrera militar, esa es la historia de Marco Emilio Soteria, jinete oscense de la “Legio VIIII Hispaniensis” que pasó su vida sirviendo a Roma y a su emperador con esfuerzo, disciplina y compromiso, logrando licenciarse con honores y falleciendo en Cales (Italia). Todo esto lo sabemos por el análisis epigráfico de su estela funeraria como recoge con detalle este fabuloso artículo (La historia de Marco Emilio Soteria).

El Buccellatum de la “Legión Hispánica” se hacía exclusivamente con harina, agua y sal.

Esta receta es una versión más amable, más acomodada. Ya no es un sustento de necesidad, sino un pequeño lujo, una vanidad con memoria.

No comparto con mi hijo mayor el mismo deporte vital: el suyo es el balonmano, el mío el rugby. 

Muchos padres presentan a los deportistas de élite como modelos de vida para sus hijos. Yo, lo admito, soy uno de ellos. 

Y cuando lo hago, exclusivamente pienso en un paisano de Soteria. Esta es la historia de Miguel Malo que ha ganado sus honores con esfuerzo, disciplina y compromiso. 

Empezó a jugar al balonmano en el patio del cole de mi hijo y ha sido el máximo asistente de goles de la Liga Asobal durante la campaña 2024-2025. Miguel ha tomado la decisión de abandonar mi ciudad para perfeccionar sus estudios de fontanería en arterias y venas humanas dejando la élite de su deporte para jugar en un equipo de categoría inferior. 

Uno de los nuestros deja su club en Huesca tras 17 años para irse a jugar a Burgos.(El UBU ata a Miguel Malo). Quiere ser cardiólogo.

Como padre no soy tan pretencioso como para ambicionar que mi hijo juegue en la élite de su deporte y sea médico, pero si deseo que disfrute de su deporte vital como jugador de manera continuada y ojalá a los 25 años tenga una profesión que le guste.

Receta de buccellatum oscensis

Ingredientes

Elaboración

  1. Haz la “La mise in Place”, pesa todos los ingredientes.
    FOTO_1_buccellatum
  2. Tritura las olivas con el agua, la levadura, la sal y la albahaca seca.
  3. Mezcla con las harinas y amasa durante 5 minutos.
  4. Reposa la masa 15 minutos y vuelve a amasar. Si está muy seca, añade agua poco a poco pero lo justo para poder sentirte un poco más cómodo.
  5. Repite el ciclo de amasado/reposo tres veces más.
  6. Fermentación: deja reposar al menos 3 horas.
    deja reposar la masa
  7. Estira la masa sobre papel de horno con rodillo, no pasa nada si no es perfecta. Somos panaderos caseros, la incorrección es nuestra clave.
    Estira y pincha la masa
  8. Pica la masa para evitar que suba mucho durante el horneado. Corta las galletas al tamaño que prefieras.
    Corta las galletas
  9. Precalienta el horno al máximo con calor arriba, abajo y ventilador, con la Celsius dentro.
  10. Cuando alcance la temperatura máxima, baja a 200 °C y quita el ventilador. 
  11. Hornea durante 20 minutos hasta que estén bien tostadas.
    Hornea hasta que estén bien tostadas
  12. Saca para enfriar. Aprovecha el horno caliente para hacer más pan, un jabalí o lo que quieras.
    Deja enfriar las galletas sobre una rejilla
  13. Cuando hayas terminado con el uso del horno, apágalo e introduce las galletas para su segunda cocción: dormirán sobre la plancha Celsius durante toda la noche o al menos 7 horas y perderán la humedad.
    Deja toda la noche en la Celsius
  14. El Buccellatum, la galleta marinera gallega o las costres ibicencas son bizcochos. En la segunda acepción de su definición según la RAE: Pan que se cocía por segunda vez para que perdiese la humedad y durase mucho tiempo.

RECETA EXTRA RED BALL

Ingredientes

Buccellatum oscensis

Tomate rosa de Barbastro (o el de tu zona que esté en temporada)

Boquerones en vinagre con ajo y perejil o anchoas.

Vinagreta de aceite de oliva, zumo de limón, cilantro, sal y pimienta.

Preparación de la vinagreta: en un bote, mezcla aceite, zumo de limón, el cilantro, la sal y la pimienta. Tapa y agita hasta emulsionar.

Versión elegante, en plato

Coloca un Buccellatum en el fondo.

Añade un cubo de tomate rosa y tres boquerones.

Riega con la vinagreta.

Versión brozas, en ensaladera y bol:

Destroza el Buccellatum.

Descuartiza el tomate encima.

Empuja los boquerones al bol.

Espera media hora para que los trozos de pan seco se empapen de los jugos del tomate.

Riega con la vinagreta.

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Recetas de panes tradicionales Recetas tradicionales de Andalucía

Un San Juan tropical

Un San Juan tropical


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Un San Juan tropical

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Si, como cantaban las Vainica Doble, no concibes mayor emoción que fantasear con vivir en Hawai, tenemos algo que contarte. Aunque tal vez no sea lo que tienes en mente cuando sueñas con kilométricas playas tropicales, resulta que aquí al lado, en Andalucía, tenemos lo que algún letrista ochentero tuvo a bien definir como un paraíso para montarse en su piso. 

Existen razones de peso que han dado al litoral granadino el nombre de Costa Tropical. Un microclima más propio del Amazonas que de la vieja Europa ha promovido en esta comarca el cultivo de frutas exóticas en este continente, desde guayabas y chirimoyas a aguacates, papayas y mangos. 

Esas mismas condiciones climáticas fueron las que llevaron en siglos pasados al cultivo de caña de azúcar en esta tierra, que fue pionera en la elaboración de ron pálido, versión autóctona de la bebida caribeña de la que todavía quedan huellas en Motril. 

Pero no solo de fruta y bebercio vive el hombre, y resulta que en esta región mediterránea cuentan también con una rica gastronomía autóctona, propia de sus coordenadas geográficas, de influencia marinera y andalusí. De ella destacan, por su singularidad, el pulpo y los boquerones secos, herencia de la necesidad de conservar el excedente de la pesca que todavía se mantiene en platos como la espichá, una fritura que toma el nombre del método para secar los pescados ensartados y que se elabora cocinando el boquerón con ajos acompañado de huevos fritos. 

De origen marinero son también los fideos aparte o caldero, una suerte de fideuá a la andaluza, que se cuece con pescado de roca –hoy también quisquillas, pulpo u otras variedades marinas– y pasta y que en sus versiones humildes componía el menú de las jornadas de pesca. 

Con fritura de pescado –sardina, pescada o boquerón– se preparan también las migas del sur, una receta granadina que tiene en la sémola de trigo duro su base y que en la Costa Tropical va acompañada más a menudo de aceitunas que de uvas.

El anís o matalahúga está presente en buena parte de la repostería tradicional andaluza y es también pieza clave de la de la costa de Granada. Está presente en los roscos duros de Motril y Salobreña y en dos preparaciones que ganan su fama en estas fechas: la cazuela de San Juan motrileña, una especie de pudding especiado hecho de calabaza cocida, frutos secos, azúcar, huevo y restos de pan duro, y el bollo de San Juan que se come en la noche más corta del año en Almuñécar y la Herradura, y del que hoy os traemos la receta.

En esta semana de inicio del verano, las panaderías del municipio sexitano producen por cientos estos bollos de aceite y huevo, aromatizados con matalahúga, y que se cuecen con huevos enteros y con cáscara, coronados con una  cruz de masa antes de ir al horno. 
En nuestra versión, usaremos harina de fuerza ecológica, con potencia suficiente para levantar esta masa enriquecida, pero no excesiva, para facilitar que el pan nos quede esponjoso y agradable al mordisco, perfecto para acompañarnos en el camino de vuelta a casa después de una corta y a la vez larguísima noche tropical.

Bollos de San Juan

Hawai, Bombai son dos paraísos… que quedan demasiado lejos como para imaginarnos pasando en alguna de sus playas la próxima noche de San Juan
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Plato Acompañamiento
Cocina Andaluza

¿QUÉ VAS A NECESITAR?

Ingredientes
  

Elaboración paso a paso
 

  • Coloca el bol de la Ankarsrum y acopla el rodillo. Vierte en el bol los 100 ml de aceite, los 175 ml de agua templada (no caliente) y agrega los 3 g de levadura seca directamente en el líquido. Enciende la amasadora a velocidad suave para que se active la levadura.
  • Mezcla en un bol aparte la harina de fuerza con la sal y la matalahúva ligeramente molida. Con la amasadora en marcha a baja velocidad, ve añadiendo la mezcla de harina poco a poco.
  • Aumenta ligeramente la velocidad y amasa durante unos 8 minutos, hasta que la masa esté suave, elástica y homogénea
    Amasa hasta obtener una pasta homogénea
  • Vuelca la masa sobre la superficie de trabajo y unifícala con las manos.
  • Forma una bola suave y colócala en un recipiente ligeramente engrasado. Cúbrela con un paño húmedo o un gorro de ducha.
    Coloca la masa en un bol aceitado
  • Deja fermentar durante unos 50 minutos, hasta que doble su volumen.
    Deja fermentar hasta que doble su volumen
  • Pasado el tiempo de fermentación, y cuando la masa haya doblado su volumen, forma los bollos.
  • Divide la masa en 2 porciones iguales. De cada porción, aparta dos trozos, que reservarás para hacer las tiras decorativas. Lava cuidadosamente los huevos que vas a usar para decorar y reservarlos.
    Divide la masa en dos trozos grandes y cauatro pequeños
  • Toma una porción de masa y estirala ligeramente con las manos.
    Estira uno de los trozos grandes
  • Pliega el borde superior hacia el centro, como si cerraras un sobre, y luego pliega nuevamente hacia ti, sellando la unión mientras aplicas un poco de tensión con los dedos.
    PLiegua uno de los bordes hacia dentro
  • Gira la masa sobre la mesa para afinar ligeramente los extremos y darle una forma ovalada, tipo panecillo. Colócala sobre una bandeja forrada con papel de horno. Repite el proceso con las otra masa..
    Dale forma de panecillo
  • Coloca el huevo decorativo:Haz un hueco en el centro de cada bollo con los dedos y coloca el huevo crudo (con cáscara) en ese hueco.
  • Decora con las tiras:coge los trozos de masa que habías reservado y haz con cada uno dos tiras finas.
    Coloca las tiras de masa encima del huevo
  • Colócalas en forma de cruz sobre el huevo para sujetarlo ligeramente durante el horneado.
    Cruza otra tira de masa para mantener el huevo en su sitio durante la cocción
  • Coloca los bollos sobre papel de horno y deja fermentar 1 hora en un lugar cálido que doblen su volumen. ( puedes meterlos dentro del horno apagado para evitar corrientes de aire( Si alguna tira se suelta, vuelve a colocarla con cuidado.
    Deja fermentar en un lugar cálido
  • Pincela los bollos con huevo batido.
    Pinta con huevo batido
  • Hornéalos en horno precalentado a 210 °C durante 40 minutos, hasta que estén bien dorados.
  • Retirarlos del horno y déjalos enfriar sobre una rejilla.
    Deja enfriar sobre una rejilla
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Entrevistas panarras

Entrevistas panarras: Paneo

Entrevistas panarras: Paneo


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Entrevistas panarras: Paneo

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Carlos Guirao, de Paneo: “El pan es un producto muy honesto y sincero,  a la gente le gusta y, además, te da calidad de vida”

Un local pequeñito en el paseo marítimo de El Morche, Málaga. Un modelo de negocio donde las formas de hacer y la sostenibilidad priman sobre la cantidad. Así es Paneo, la micropanadería de venta por encargo con medio año de vida que devolvió al pueblo el pan artesano y dio a su creador, Carlos Guirao, la calidad de vida que él y su familia buscaban. 

¿Cómo definirías el proyecto

Como un híbrido de micropanadería y panadería. Es micropanadería por producción y por forma de trabajo, pero tenemos un local abierto, con punto de recogida. Los clientes encargan a través del catálogo de whatsapp, aunque también tenemos un pequeñito punto de venta y hacemos un mínimo de entregas a domicilio. 

¿Qué hacéis en Paneo?

No hay mucho misterio, hacemos buen pan, que es algo afortunadamente muy demandado y que tristemente se había perdido en años anteriores.

¿De dónde surge la idea?

Esta nueva generación de micropanaderos que nos iniciamos en estos últimos años, lo que hemos hecho es convertir nuestro hobby en profesión. Yo era cocinero, estudié cocina y de manera casual toqué el pan como una parte más de mis estudios. Y me enamoró. Me sorprendió. Era algo desconocido… La capacidad de crear algo mágico con elementos tan aparentemente poco atractivos. Mi pareja y yo trabajábamos en restaurantes.  Con dos niños pequeños, empecé a formarme más concienzudamente en este mundo, a hacer cosas más complejas, a trabajar con masa madre… Y de ahí salió hace un par de años la idea de poder vivir del pan. Nos  mudamos desde Utrera aquí, a El Morche, para intentar montar el proyecto.

¿Qué fue lo que te motivó a ponerlo en marcha

Fundamentalmente, y desde un primer momento, poner en valor una forma de vida, conseguir conciliar la vida familiar. Es algo muy vinculante en muchos proyectos de micropanadería, al menos de los que conozco de cerca. Mucha gente viene de vidas laborales más complicadas, de la hostelería,  y valora mucho esta forma de vida que permite la conciliación. Yo también venía de la hostelería, de trabajar de noche, en fin de semana findes, con turnos partidos… Y, con niños pequeños, la calidad de vida brilla por su ausencia. Esto te lleva a aventurarte a algo así. Pero, claro, te tiene que gustar hacer pan, y también se te tiene que dar bien. Yo tengo una buena base teórica y llevaba mucho tiempo haciéndolo como hobby. El pan requiere paciencia, tiempo, estar en casa… Yo, cuando empecé a formarme, no tenía tiempo pero sí ratitos para leer, para aprender sobre la cultura del pan, sobre la parte biológica. Aunque no tocaba masas, sí estudiaba. Al venirnos a Málaga, al campo, ya puede montar en casa un pequeño laboratorio y obrador y comprar un Rofco pequeño. El pan es un producto muy honesto y sincero, y a la gente le gusta y paga con ello. Y, además, te da calidad de vida.

Montar micronapanderia

¿Qué ofrecéis en Paneo?

En el tema del pan, tenemos una carta relativamente grande para ser una micropanadería: hacemos 12 ó 14 tipos de pan todas las semanas, en un local de apenas 20 metros cuadrados, con una producción de la que me encargo yo solo y con un solo horno, así que es un número elevado para nuestra dimensión. Hacemos pan cateto, de semillas, de centeno, de cúrcuma, de nueces… Y en respostería estamos incluyendo cosas nuevas, pero siempre clásicas: magdalenas, tarta de queso, de manzana, bizcochos. Recetas tradicionales pero con una elaboración más profesional. 

¿Cómo es un día normal de trabajo? 

Trabajamos de lunes a viernes. El lunes es día de producción, no se recogen encargos, solo de martes a viernes. La recogida del pan se hace de 13.00 a 18.00 horas en el local. Empiezo temprano, sobre las siete o las siete y media, y lo que hago es preparar las masas de encargos del día siguiente y hornear los panes del día. Se enfrían, se cortan, se envasan y se dan a recoger. Mi mujer echa una mano con la logística, el reparto y demás. Además, tenemos una producción muy pequeña para venta directa, entre dos y cinco piezas, dependiendo del día, para casos excepcionales. Vivimos de los encargos y así es como queremos hacer, y hemos trabajado mucho para acostumbrar a la clientela. Empleamos harinas buenas, ecológicas, que son caras, y no queremos desperdiciar producto. Solo queremos producir lo que tenemos vendido. 

¿Qué relación tiene Paneo con su entorno?

Estamos muy vinculados a la tierra. Mi mujer es de aquí, yo soy un enamorado de la zona y nos hemos venido por nuestra voluntad. Aunque es un lugar turístico, nuestra forma de trabajar y de vida no está enfocada solo para el turista o la gente extranjera.  Nuestra forma de hacer lleva a que nuestro tipo de cliente sean nuestros vecinos del barrio de todo el año. Y el barrio se ha volcado. Por suerte, hemos caído de pie. Muchas semanas llegamos al límite de nuestra producción, porque aquí este tipo de pan no existía.

¿En qué se diferencia Paneo de otras micropanaderías?

Somos los únicos que hacemos este tipo de pan aquí. Estamos cerca de Vélez, y allí sí puede haber algo similar, pero aquí en el pueblo no hay nada. Tenemos clientes que han encontrado un refugio que les libra del pan industrial. Creo que este tipo de proyectos tienen cabida porque la panadería está en auge. Hay muchos proyectos que llenan de buen pan muchos rinconcitos porque existe demanda.

¿Cómo fueron los comienzos?

Arrancamos la pasada Navidad, fue nuestra primera campaña. En enero nos pusimos ya en serio, tal como funciona hoy Paneo, con productos por encargo. 

¿Cómo valoras esos primeros meses?

Lo que más costó fue el formato de panadería por encargo. Aunque el modelo se entiende, sigue sorprendiendo a mucha gente lo de no pasar por tienda, entrar y poder llevarte el pan. Cuando empecé a rotular el local como panadería, la gente entraba a por pan y se llevaba que tenía que encargarlo con 48 horas y después recogerlo. Hubo mucho que explicar, que aprender. Al principio fue lo más difícil. A veces costaba entender esta forma de trabajar. Lo sorprendente es que muchos clientes que no eran nuestro supuesto target, gente mayor, que llevan muchos años comiendo pan de súper o industrial, han probado nuestro pan, 100% masa madre y con harinas ecológicas, y han saboreado el pan que comían hace 30 o 40 años. Aquel pan que sabía a pan y que duraba cinco días. A nosotros nos sorprende y a ellos no. En las últimas décadas no había acceso a este tipo de pan artesano. Cuando lo toman, reconocen que es un sabor que llevaban mucho sin probar.  Aparentemente es un producto para personas fit, que tienen interés en la nutrición, en comer sano, o que tienen formación en masas madre. Pero los mayores, resulta que comían pan malo porque no tenían otra opción. Cuando ha habido oferta de pan bueno, han venido.

¿Cómo te planteas el futuro del proyecto?

El futuro inmediato pasa por estabilizar el proyecto. Hemos arrancado muy bien pero acabamos de empezar. Cada semana tenemos clientes nuevos, gente que pregunta. Y hay productos que aún debemos incorporar. Tenemos que pasar este primer verano en esta zona, que es muy turística, y ver si esto nos favorece o todo lo contrario. Todavía no lo sabemos muy bien. Entonces, a futuro inmediato vamos a ver qué pasa con estas fechas clave y ver si tenemos que cambiar algo en nuestra forma de trabajar durante este período. Después, a largo plazo, quiero, como pasa en todo negocio, tratar de ser optimista y pensar en poder crecer. No merece la pena levantarse si no crees que mañana el proyecto va a ser mejor que hoy. Pienso que hay que ser optimista con cualquier proyecto, ya sea personal o profesional. También como persona intento ser así. Ahora mismo somos superfelices. Aún no sabemos cómo va a crecer, si en facturación, en clientes o en tipo de producto. La idea es hacer mejor producto y llegar a más gente. Que tu trabajo llegue a más gente significará que lo haces bien. 

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Tarta de algarroba y apio, por Lalo Climent

Tarta de algarroba y apio, por Lalo Climent


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Tarta de algarroba y apio, por Lalo Climent

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Mi nombre es Lalo y me encanta crear en la cocina, hacer pruebas y combinaciones muy locas, experimentar con masas, verlas crecer… incluso no crecer (ya me entendéis). Siempre aprendo algo. Cuánta magia alberga el pan y sus variantes, ¿verdad?

Soy coach nutricional y chef experta en alimentación saludable, elaboro encargos para personas con intolerancias, alergias y personalizo tartas y otros dulces por encargo.

Me encanta poder satisfacer las necesidades de las personas con mis productos; es por ello que siempre elijo la mejor materia prima y los ingredientes más saludables.

Esta tarta es el resultado –para mí, sublime– de una de mis combinaciones locas. Consiste en un bizcocho tierno de algarroba que se va a ir humedeciendo con suero de yogur durante su elaboración. Va a tener un fondo sutil y agradable de romero, pero eso no es lo más sorprendente. La mejor parte es la decoración con finas láminas de apio, que le dan un toque “crunchi» y una mezcla de sabores novedosa y muy loca. ¡Créeme! Funciona y sorprende.

El otro día la ofrecí en un taller de tartas saludables que impartí y he de decir que había algo de miedo en quienes la probaban. Pero el resultado sorprendió y gustó a todo el mundo. Además, es una receta que visualmente enamora por su sencillez de presentación.

¿A qué esperas para probarla?

¿Quieres publicar tu receta aquí? Envíanosla  y consigue un cupón de 50 € para gastar en El Amasadero.

UTENSILIOS:

  • Cazo pequeño
  • Báscula
  • Colador
  • Bowl grande
  • Amasadora con utensilio batidor o batidora de mano
  • Cucharas medidoras
  • Molde redondo de silicona o de acero
  • Papel de hornear

INGREDIENTES:

 Para el bizcocho:

Para el relleno

Yogurt vegetal de coco sin azúcar y 2 ramas de apio fresco (opcional una ramita de romero)

ELABORACIÓN:

Lleva la leche de coco a ebullición con la rama de romero y deja que infusione 10-15 min. mientras se atempera.

Mezcla los sólidos y reserva.

Bate los huevos con los 2 endulzantes y el aceite en la batidora. Una vez integrado y emulsionado, añade poco a poco la mezcla de los secos vigilando que la parte de abajo no queda más húmeda.Integra bien.

Retira el romero de la leche ya templada y añádela a la mezcla anterior, sigue batiendo hasta integrar.

Lleva a ebullición el agua.

Añade el agua hirviendo a la mezcla de la batidora poco a poco mientras se va integrando.

Vierte en el molde previamente engrasado o con papel de horno.

Horno precalentado 170ºC 45-50 min aprox.

Una vez tengas listo el bizcocho espera que enfríe del todo y córtalo de forma transversal, unta una capa de yogurt en cada una de las mitades y refrigera por separado sin tapar 8 horas (este reposo permite que el suero vaya calando en el bizcocho y el yogurt quede más apretado y no se derrame. Repite el paso agregando más yogurt en cada una de las mitades y deja de nuevo que repose 8 horas

Pasado el tiempo monta una mitad sobre la otra con cuidado y decora la superficie con finas láminas de apio fresco y una ramita de romero. Guardar en el refri en una tartera tapado.

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Pan de naranja, de Olga Martínez

Pan de naranja, de Olga Martínez


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Pan de naranja, de Olga Martínez

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Me llamo Olga, soy de Sevilla y mi marido y yo hacemos pan desde hace ocho o nueve años. Me gusta hacer de todo: panes, repostería, guisos…

Me hace felíz hacer panes para la familia y amigos como presente y me encanta ver cómo lo disfrutan. Cualquier ocasión es buena para llevar pan a las reuniones.

Siempre es un éxito porque a la gente se emociona al comer pan, pan. Pan elaborado de forma natural sin conservantes ni colorantes y con sus tiempos de fermentación. Nos divierte experimentar cosas nuevas en las elaboraciones: con semillas, fruta deshidratada, diferentes harinas, diferentes panes: como focaccia, brioche, chapata, pan de hamburguesa, pan árabe,…

Os envío cómo hacer pan de naranja algo que aunque no sé si hay o no panes de naranja con forma de elaborarlo pero esta forma de hacerlo la experimenté yo y me encantó.

Cambié la cantidad de agua que lleva el pan por zumo de naranja y además añadí ralladura.

¿Quieres publicar tu receta aquí? Envíanosla  y consigue un cupón de 50 € para gastar en El Amasadero.

Listado de utensilios

  • 1 bol o fuente para fermentar
  • 1 rasqueta
  • Papel film transparente para cubrir sin dejar pasar aire al fermentar.
  • Papel de horno.
  • Papel de aluminio (para cubrir dentro del horno)

LISTADO DE INGREDIENTES.

  • 500 g de harina panadera El Amasadero
  • 12 g de sal fina
  • 13 g de levadura fresca
  • 300 g de zumo de naranja
  • Ralladura de naranja
  • Unos 200 ml de agua (para verter en la bandeja del horno y crear vapor)
  • 1 paño de lino o de algodón.
  1. En un bol grande o en la fuente de la amasadora poner los 500 g de harina, los 12 g de sal y la ralladura de naranja. A continuación los 300 g de zumo de naranja a temperatura ambiente y los 13 g de levadura fresca que pondremos dentro del zumo de naranja para diluirla bien antes de añadir al bol con los ingredientes secos.
  2. Cuando esté diluida la levadura se añade la mezcla del zumo de naranja con la levadura a los ingredientes secos y se mezcla bien hasta que quede homogéneo.
  3. Cuando esté mezclado desprenderá un rico olor a naranja.
  4. Después se pone un poco de harina en la mesa y se amasa un poco, solo un poco, no hace falta amasar mucho y seguidamente ponemos la masa dentro de la fuente o bol, la cubrimos con el papel transparente o el paño de lino o algodón y se deja fermentar unas 4 ó 5 horas o hasta que se vea que ha aumentado su tamaño hasta el borde de nuestra fuente o bol.
  5. Pasado ese tiempo se vuelve a poner en la encimera con un poco de harina o con un poco de aceite en las manos para que no se pegue y se desgasifica y se le da forma.
  6. Después se coloca la masa ya formada sobre el papel de horno y se cubre de nuevo con el paño de lino o algodón para dejar fermentar hasta que doble su tamaño o aproximadamente otras 2 horas depende de la temperatura que tengamos. Hay que mirarla.
  7. Pasado ese tiempo se calienta el horno a 200°, se le hacen los cortes a la masa antes de introducirla y se mete en el horno en la parte baja con una bandeja en la parte más baja para echar el vaso de agua y crear vapor y se deja 15 min a 200°.
  8. Pasado ese tiempo se le pone un papel de aluminio por encima para que no se tueste demasiado la corteza y se deja 30min a 180° y se acabó.
  9. Se apaga el horno, se saca el pan y se coloca boca abajo en una cestita de mimbre para dejar enfriar.
  10. Este pan está delicioso solo con aceite de oliva virgen extra, con mermelada, con un poco de queso fresco…a gusto.
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Pasta sarda rellena con sus espiguitas del infierno

Pasta sarda rellena con sus espiguitas del infierno


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Pasta sarda rellena con sus espiguitas del infierno

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Adalides del repulgue, deditos habilidosos, tenemos un reto. Un reto antiguo que no implica empanadillas o empanadas. Un reto al que llamaremos culurgiones. O culurzones. O cruguxionis, culingiones, culurgionis o culinzones.

Sí. Esta pasta fresca rellena sarda responde, como el maligno, a muchos nombres y, como el maligno, es pelín enrevesada, o al menos laboriosa. Nada que no hayan podido salvar las nonnas de la isla italiana de donde es originaria, así que… ¿quién dijo miedo?

Su complejidad no está tanto en el relleno, mezcla de patata cocida, aceite, menta y queso –originariamente alguna variedad autóctona a base de leche de oveja o cabra, como el fiscidu, también llamado casu e fitta, frue, o casu agedu, aunque no vamos a exigir este grado de purismo– como en el cierre de estos raviolis gordochos en forma de media luna, al que en su tierra denominan, por su apariencia, “spighita”, o espiga de trigo. 

La técnica consiste en ir pellizcando los dos bordes de la pasta, que habremos cortado en círculo, rellenado y doblado por la mitad (sin llegar a cerrar del todo) para proceder al sellado, en forma de zigzag, hasta llegar al extremo, en el que quedará un pequeño rabito que afianzará el cierre. 

¿Que hay que tener una maña de mil demonios para hacerla con soltura y dejarla primorosa? Pues un poco sí. No por nada este tipo de pasta atañía, antiguamente, a las cocineras más habilidosas y se preparaba como regalo, para demostrar afecto, para agradecer o invocar buenas cosechas o incluso como amuleto protector.

La cosa, admitimos, requiere práctica, pero a cambio, para aligerar el proceso, te permitiremos usar la amasadora Ankarsrum para elaborar y estirar la pasta, aunque un poco de paciencia y rodillo lograrán un resultado igual de digno, si no dispones de esta máquina. Usaremos, además, la harina especial para pasta 00, finísima –como indica esta numeración– y con poca fuerza, para facilitar el estirado. 
Una vez que tengas formados los culurgiones, tampoco tendrás que enredarte mucho más para cocinarlos: arrojados a agua hirviendo hasta que floten, solo tendrás que escurrirlos y  acompañarlos de una salsa de tomate sencilla aromatizada con menta para emular la receta tradicional y alzarte con el título que te capacita como pastaia top y exorcista.

Receta de culurgiones

O culurzones. O cruguxionis, culingiones, culurgionis o culinzones.
5 de 1 voto
Plato Plato principal
Cocina Italiana
Raciones 4

¿QUÉ VAS A NECESITAR?

  • cazo
  • prensa de triturar de patatas opcional
  • cuchillo
  • rodillo para pasta Ankarsrum o rodillo de cocina tradicional
  • Cortador de pasta
  • Cesta
  • olla

Ingredientes
  

Para el relleno:

  • 500 g patata
  • 75 g requesón
  • 50 ml aceite de oliva
  • 50 g queso pecorino rallado
  • 2 hojas menta fresca
  • Sal al gusto

Para la masa:

Para acompañar

  • Salsa de tomate al gusto
  • Queso pecorino rallado
  • Hojas de menta fresca para decorar

Elaboración paso a paso
 

  • Cuece las patatas enteras y con piel hasta que estén tiernas. Déjalas enfriar y pélalas .
  • Tritúralas en un bol grande.
  • Añade el requesón, el aceite de oliva, el queso rallado, la menta fresca picada y una pizca de sal.
  • Mezcla todo bien hasta conseguir un relleno homogéneo y suave. Puedes dejarlo reposar en la nevera, incluso de un día para otro, para que los sabores se integren mejor.
  • Para preparar la masa, pon en la cubeta de la Ankarsrum el agua, el aceite, la harina y la sal. Trabájala durante unos 8 minutos utilizando el rodillo amasador, hasta obtener una masa lisa y elástica.
  • Cuando la masa esté lista, pásala a la superficie de trabajo, unifícala bien con las manos, cúbrela con un paño y déjala reposar unos 30 minutos antes de utilizarla.
  • Coloca la Ankarsrum de lado e inserta el accesorio de rodillos para lasaña, asegurándote de que queda bien encajado y sujeto en su posición.
  • Antes de comenzar, comprueba que el accesorio está correctamente instalado: cuando enciendas la máquina, debe girar únicamente los rodillos, nunca todo el accesorio completo. Si observas que el accesorio gira entero, es señal de que no está bien colocado. Una vez listo, divide la masa en dos partes y toma una de ellas.
  • Estírala ligeramente con las manos o con un rodillo para facilitar el primer pase por la máquina.
  • Enciende la Ankarsrum a velocidad baja y pasa la masa varias veces por el rodillo, reduciendo progresivamente el grosor hasta obtener una masa fina y uniforme. Si prefieres, también puedes estirar la masa con un rodillo de cocina tradicional, aunque con el accesorio lograrás un resultado más homogéneo y rápido.
  • Con un cortador de pasta o un vaso corta círculos de unos 8 cm de diámetro.
  • Coloca una cucharadita de relleno en el centro de cada disco, procurando que no nos queden muy vacíos. Para mantener su forma tienen que quedar bien llenos.
  • Sujeta el disco de masa con una mano, doblándolo suavemente por la mitad sin llegar a cerrarlo completamente, de modo que puedas manejarlo con comodidad y mantener el relleno en el centro.
  • Con la otra mano, comienza a sellar los bordes, plegándolos hacia dentro con el dedo índice, presionando suavemente para fijarlos.
  • A continuación, con las puntas de los dedos índice y pulgar, realiza pequeños pellizcos alternados de lado a lado, juntando la masa desde ambos extremos hacia el centro. Este movimiento debe ser firme y constante, formando la característica espiga o trenza de los culurgiones.
  • Sigue pellizcando de lado a lado hasta llegar al extremo superior del disco.
  • Al llegar ahí, junta el pico final de masa, hazlo rodar ligeramente entre los dedos para sellarlo bien y deja que sobresalga un pequeño rabito, típico en este tipo de cierre. De esta forma te asegurarás de que el culurgione quede bien cerrado, con una forma bonita y el relleno perfectamente protegido.
  • Reserva los culurgiones en una bandeja o cesta hasta que los tengas todos hechos.
  • Prepara una salsa sencilla cocinando tomate triturado con un poco de aceite de oliva. Cocina a fuego suave hasta que espese ligeramente. Ajusta de sal al gusto.
  • Pon abundante agua con sal a hervir. Añade los culurgiones y cuécelos hasta que floten. En ese momento, retíralos con una espumadera. Repite tandas de cocción hasta que los tengas todos listos.
  • Para servirlos, cubre la base de un plato con salsa de tomate y añade los culurgiones Espolvorea queso pecorino por encima y decora con unas hojas de menta fresca y listos para disfrutar.
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El pan quadratus de Celer, por Manuel Vizcarro

El pan quadratus de Celer, por Manuel Vizcarro


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El pan quadratus de Celer, por Manuel Vizcarro

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Me parezco más a Celer que a Quinto Granio, al menos en lo de amasar y formar el pan, respecto con quién comerlo o como degustarlo posiblemente también.

Celer era el esclavo responsable de hacer el pan en la casa de Quinto Granio sita en Herculano durante el año 79 de nuestra era.

La fuente escrita que documenta tal afirmación es su “pan quadratus”, no un trozo de papiro o mármol, os explico: Cuando el Vesubio reventó vomitando lava ardiente y congelando en un mar de cenizas el modo de vida romano, también perpetuó el pan de Celer con su mensaje, en el pan figura estampado: “Propiedad de Celer, esclavo de Quinto Granio”.

Nada más ver su imagen empecé a cavilar en cómo llegar hasta él, disfrutando del camino me fueron apareciendo diferentes frescos conservados gracias al material piroclástico en Pompeya y Herculano, entres ellos el fresco de los higos y el pan.

Higos y pan

Esta receta es un intento de llegar a esos dos panes con una misma masa, solo varían la manera de forma

Recabando información acepté varias premisas. La primera es que la harina tenía que tener poca fuerza y una parte importante, tenía que ser integral. La segunda, que debía tener poca masa madre y la tercera, que debería estar sobrefermentada para poder llegar a tener esa forma de torta tan plana. Con ello deduje que debía ser un pan muy ácido para el gusto moderno, por lo que debería iniciar el pan con la masa madre menos ácida que pudiera engendrar con la finalidad de la aprobación final de mis comensales.

Navegando llegué a un puerto interesantísimo, DOMVS ROMANA: Panes et pistores, panes y panaderos en la antigua Roma, en el que se citaban fuentes que utilizaban restos de vendimia como agente leudante y harina de legumbre para arrancar o redondear los panes, restos de vendimia y harina de legumbres… sin querer miré fijamente a mi larario, lugar reservado en cada casa romana para adorar a los dioses del hogar (los lares). Hace años que decidí tener uno en casa, es un poco pagano o tal vez extravagante pero me ayuda a saber dónde está uno de mis libros de referencia. En la página 326 estaba la solución.

Larario

Hamelman dona un sistema de levado utilizando pasas como agente propulsor que conoció a través de Albert Kumin, pastelero suizo que trabajó como Chef en la Casa Blanca. Las pasas se dejan en remojo durante cinco o seis días para posteriormente arrancar una masa madre con el líquido derivado, repleto de bacterias lácticas y acéticas, con un resultado impecable y sin rastro de acidez.

Siempre tengo harina de garbanzo para freír pescado, es lo que tiene viajar por Andalucía, no puedo evitar copiar y sacar provecho del conocimiento ajeno.

Agua, tiempo, temperatura, restos de vendimia y harina de legumbre… en casa tenía los cinco ingredientes principales, solo hacía falta la paciencia habitual en la creación de una masa madre.

Esta es mi versión de los panes, las fuentes han sido muchas pero tengo que mencionar especialmente dos: el citado blog DOMVS ROMANA y el trabajo de la arqueóloga Farrel Monaco Tavola Mediterranea- Nationwide Shipping on Goldbelly.

UTENSILIOS

  • Tarro de cristal y gometa
  • Báscula
  • Bol
  • Banetón
  • Papel de horno
  • Cuerda
  • Palillo chino u otra herramienta.

INGREDIENTES

AGUA DE PASAS

  • 40 gramos de pasas
  • 60 gramos de agua

5 ó 6 días a temperatura más bien alta por encima de los 24 grados, a veces se produce un moho blanco por encima a veces no. Lo importante es que contenga burbujas como las de la foto.

Pasados los días y viendo burbujas, colamos la mezcla, guardando el líquido y desechando las pasas. De ese líquido utilizaremos 40 gramos para iniciar la masa madre. Si sobra líquido puedes iniciar otras masas, para la receta solamente se utilizan 40 gramos.

MASA MADRE DE PASAS

6 – 8 horas de maduración a una temperatura de unos 24 grados.

MASA MADRE DE GARBANZOS

Utilizarla cuando haya doblado el volumen, en mi caso fueron 15 horas a 22 grados, la gometa para esto ayuda mucho.

MASA FINAL (SALEN DOS PANES)

Amasar todos los ingredientes utilizando tus manos o bien utilizando tu máquina, si te sientes culpable de utilizar una máquina recuerda la tumba del emprendedor panadero Marco Virgilio Eurysace:

El friso de su túmulo (fechado alrededor del 25 a. C.) atestigua el método de fabricar pan mediante una industria bien engrasada, lo único que no se representa en el friso es el tiempo y la temperatura para levar el pan, el resto del procedimiento se encuentra tallado en la piedra. Observando la escena sabrás el aceite que lubricaba esa maquinaria, los tres animales que sustentaban su negociado: los hombres como Celer, los burros moledores del grano y el caballo que utilizaban como amasadora, supongo que por su docilidad y manejo… o a lo mejor ya utilizaban la doble velocidad en el amasado. Os señalo los animales que no son primates.

Una vez amasada, tengas caballo, manos o máquina deja dentro de un bol tu masa durante al menos tres horas a una temperatura de unos 22 grados, puede ser más tiempo.

Transcurrida la primera fermentación divide la masa en dos partes, boleando sin mucha fuerza y dejando reposar en segunda fermentación durante tres horas en banetón.

Precalentamos el horno a 220 grados, una vez caliente llega el formado de los panes.

FORMADO DEL “PAN QUADRATUS”

Volcamos la masa en un papel de horno, y la bajamos apoyando las manos.

Atamos alrededor del pan una cuerda, yo le doy un par de vueltas al pan y casi no lo aprieto (si se fuerza mucho el pan reventaría por ahí). No hay una certeza absoluta sobre para qué utilizarían este sistema de atado ¿Para mantener la estructura y que los panes no fueran tan planos? ¿Para poder transportar varios panes colgándolos de un palo?

Marcamos los cuatro ejes del pan por eso se llama “panis quadratus”, formando ocho porciones, mucha gente lo hace con un trozo de cuerda. En mi caso utilizo un palillo chino, me parece que rasga menos la corteza.

En el puto de unión de los cuatro ejes introduzco el dedo intentando hacer un agujero un poco mayor.

Horno sin vapor, ni ventilador durante 40 minutos.

FORMADO DEL “HIGOS Y PAN”

Volcamos la masa en un papel de horno, y la bajamos apoyando las manos.

Enharinamos un poco la superficie.

Esta vez, no se pasa ninguna cuerda y vamos haciendo hueco con el palo, como si fuera una taja navarra.

Hacemos ocho hendiduras

Justo antes de meterlo al horno tocamos en el centro la mesa, formando un agujero.

Horno sin vapor, ni ventilador durante 40 minutos.

Conclusiones:

El sabor del garbanzo está al límite, los panes con más de un 25 % de harina de garbanzo me resultan desagradables. Si no te gusta la harina de garbanzo tienes la posibilidad de hacerla con harina de otra legumbre.

Creo que la sobrefermentación debía ser la causa clave para que a Celer aquel día del año 79 le saliera un pan con esa forma.

Aprovechad y tomarlo untado con aceite de oliva y regado con un tinto con cuerpo.

Trigo, oliva y vino, la tríada mediterránea, parte de nuestra cultura, de nosotros mismos.

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Entrevistas panarras: micropanadería Larotî

Entrevistas panarras: micropanadería Larotî


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Entrevistas panarras: micropanadería Larotî

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Juan Manuel Ocampo, de Larotî, micropanadería y obrador abierto: “Fomentamos la reserva de pan para que el cliente entienda que nuestra producción es pequeña y que cuando se acaba, se acaba”

Podría decirse que, con Larotî, Juan Manuel Ocampo ha logrado cuadrar el círculo: un proyecto de micropanadería que nació hace tres años en un pequeño pueblo del interior de Mallorca para aunar la larga experiencia en restauración y hostelería de su impulsor con su pasión por la masa madre y para equilibrar al mismo tiempo su vida profesional y familiar, en una propuesta que, además, explora el mundo de las harinas ecológicas y de proximidad para ofrecer un producto pensado, mayoritariamente, para la clientela foránea de la isla. 

–¿Cuál es el origen de tu proyecto de micropanadería?

Larotî abre sus puertas en el modo actual, con obrador y tienda, en junio de 2022. Estamos en Campos, un pequeño pueblo de 12.000 habitantes en el interior de Mallorca, a 30 km de Palma, donde se desarrolla nuestra vida completa. Vivimos aquí desde 2017, desde antes de que naciera el proyecto.  Antes de la tienda, Larotî ya existía: tenía nombre, logo y una serie de ideas sueltas y todavía desordenadas. Todo comenzó en 2021. Yo llevaba en el ámbito de la hostelería y la gastronomía más de 20 años, en hoteles, restaurantes….  Me formé en Argentina y más tarde viajé y fui  moviéndome en modo trashumante, y la gastronomía es algo que siempre me fue acompañando. 

–¿Cómo se forma el equipo de Larotî?

En el año 2015, viviendo en Dubai, fue cuando empecé a hablar de masa madre con Ana Laura, que es mi pareja y mi socia –hoy conformamos Larotî tres personas–. Mezclé agua y harina y esperé a ver qué pasaba. En 2018 me puse a experimentar más en serio y hacer los primeros panes ya aquí, en el pueblo, donde trabajaba como jefe ejecutivo de dos restaurantes. Fue cuando comencé a interiorizar lo que significa el pan de masa madre. Mi formación fue autodidacta. Junto a un compañero del trabajo, que comenzó al mismo tiempo a hacer cursos, fuimos explorando y enamorándonos más de la masa madre y los resultados que nos daba. Vimos que aquel era el pan que queríamos hacer y lo incorporamos en el menú. Cuando llegó la pandemia, en casa, ya no pude parar de preparar pan: era una actividad casi obligada. No dejábamos de comer el pan que hacíamos y de seguir haciendo. Empezamos a alimentar a nuestro vecindario, a toda la calle, con nuestros panes.  En 2021, todavía trabajando en el hotel, me puse a hacer panes en casa para vender, porque la calidad ya me gustaba. Mi pareja tenía un grupo de yoga y decidimos ofrecerlo a gente interesada en harinas ecológica, con conciencia e interés por la alimentación saludable, y que valorara este tipo de producto.  Yo mantenía el trabajo en la cocina y me organizaba para tener dos días a la semana de producción, para después vender los panes previo pedido, aunque también regalamos algunos. 

A comienzos de 2022 decido dejar la hostelería y armar mi propio proyecto alrededor del pan. Es ahí cuando conozco a Juan, de Panhabla. Me acerco por primera vez al concepto de micropanadería. Lo contacto, me ofrece ir a verlo y estar con él en su obrador un tiempo. Pasé una semana en Cáceres para sumergirme en el ámbito de micropanadería desde un punto de vista más profesional. Estando dentro del negocio, al lado de un panadero, surgen muchas preguntas y experiencias.  Juan me brindó todo su conocimiento y respuestas a algunas de mis dudas, aunque nacieron muchas otras, pero es otro tema. En cuanto vuelvo a Mallorca me pongo a trabajar en mi business plan.

–Ya estaba la semilla plantada…

Aún no tenía claro cómo pero quería juntar pan con gastronomía, porque ambos campos me tiraban mucho.  En ese momento compro mi primer horno Rofco, usado, me meto de lleno a hacer pan: tomé el living de casa para la harina y la cocina para hornear. Cada vez tenía más pedidos y en paralelo desarrollaba el modelo de negocio y de micropanadería. Ese mismo verano encargué ya otros dos Rofco a El Amasadero y, en junio de ese 2022, abrimos. Encontramos de casualidad un local en alquiler en la calle principal del pueblo muy bien situado y diáfano, donde poder instalar una micropanadería con escaparate, para hacer el pan a la vista del público. La idea era generar un autoempleo, con la ayuda de Ana y Federico, nuestro tercer socio, que entonces aún conservaban sus trabajos.

–¿Cómo fueron los inicios?

Abrimos ofreciendo panes de masa madre de harinas ecológicas junto con algunos otros productos de la isla, como un queso ecológico de Mallorca, sobrasada o un vino ecológico de una amiga. La idea era acompañar el pan de productos “amigos” que cumplieran con el concepto de ecológico y de lo que entendemos por buena alimentación, de alimentación saludable.  Teníamos también una pequeña carta de dulces con bizcochos, granola, brownie… cosas sencillas, porque era el comienzo y lo preparaba todo yo solo. Detrás de Larotî había otra idea, que era la de poder amalgamar la vida familiar y la profesional. Tantos años trabajando en pos de ciertas calidades, en el mundo de la gastronomía de alto nivel… Fueron muchos años de muchas horas y mucha vida dedicados a proyectos de otras personas. Larotî nace de querer salir un poco de ahí. Habiendo traído a la vida a una hija, buscaba algo que pudiera ser un poco más amigable con esa vida familiar, poder estar más presente.  Desde la apertura, el crecimiento ha sido constante. Pero Larotî solo trabaja de martes a sábado y solo en horario de mañana, de 08.00 a 14.00 horas. Después de tantos años de no cenar en casa, de estar a contramano de los horarios familiares, ese impulso de querer una vida familiar se plasma así. El domingo es nuestro día de descanso por excelencia. Estamos todo lo que podemos en la playa en familia, sobre todo en la época estival.

–¿Cómo describirías Larotî a día de hoy?

El primer año, el de apertura, fue de experimentación y de formación continua. El cliente pagaba, en cierto modo, la formación. Abríamos también unas horas por la tarde, con ayuda de Ana. Durante el segundo año nos concentramos, porque ella ya empezó a trabajar aquí, y definimos un horario de mañana. En 2023 los clientes empezaron a acercarse, y fueron trayendo a otros; el boca a boca fue fundamental. Aquí en Mallorca hay mucha población alemana y esto fue algo que tuvimos muy en cuenta. Sabíamos que había demanda de un producto que se ofrecía muy poco fuera de Palma. Existía un público muy identificado con el pan de masa madre y con las harinas ecológicas, clientela del norte de Europa y Alemania que reside muchos meses en la isla, que tiene aquí una segunda residencia. Personas de más de 40 o 50 años y que no tienen dónde satisfacer esa necesidad de este tipo de productos. A ellos nos dirigimos, sin olvidar el público local. Los mallorquines son muy orgullosos de su cultura, así que no era el público más fácil de captar. El público extranjero comprendió nuestro proyecto primero y nos fue trayendo amigos, familiares etc… Hoy todavía mantenemos clientes de aquella primera etapa. También, ayudados por la vía del cole de nuestra hija fueron acercándose familias mallorquinas, algunas por conciencia con su alimentación, otras por boca a boca… sabiendo que lo que ofrecemos tratamos de hacerlo con mucha calidad.

–¿Mantenéis la carta inicial de productos?

Nuestro socio Federico, que es quien se encarga de los laminados y que tiene una mano espectacular, se incorpora al proyecto en 2024. Ahí ampliamos nuestra gama de productos dulces. Ambos nos habíamos formado en Argentina, juntos, y le propongo que se una, como un compañero full time para desarrollar esa parte. Compramos una laminadora, él se marcha a Madrid para formarse y cuando vuelve, compramos la maquinaria necesaria y nos ponemos a hacer pain au chocolat y cruasanes y bollería a partir de masa hojaldrada, y a desarrollar nuevos productos dulces que nos pudieran dar un valor añadido. Nuestra propuesta se hizo pensando en cliente extranjero, en ofrecer productos que no se encuentren en los locales de aquí. En nuestro pueblo hay muchos obradores históricos, alguno incluso centenario. Tanto nuestros panes como los dulces siguen esta lógica: no hacemos ensaimada ni dulce tradicional mallorquín, no queremos competir con los buenos obradores que ya se dedican a eso.  Aquí en la isla se usa mucho la manteca de cerdo y nosotros tiramos por la mantequilla. Aquí, el pan tradicional es el moreno o el blanco, sin sal, muy tradicionales. Son panes más apretados, más secos. Nosotros usamos más hidratación, más fermentación…  Y trabajamos con un proveedor de granos antiguos, le damos valor a recetas monovarietales, como el pan de kamut 100% cultivado en la finca Bellver Ric, a unos 30 kilómetros del obrador, o al de Xeixa, al Senatore Cappelli, o Florence Aurora o al de espelta petita o pequeña espelta, que es el padre de todos los trigos y que da un pan espectacular, con un aroma, una humedad, textura únicas. Nos gusta trabajar con estos granos antiguos. 

—¿Cómo describirías Larotî a alguien que nunca haya estado?


Después de estos  tres años la calidad ya se puede apreciar en las estanterías. Se ve una evolución enorme desde el inicio con los dulces, los sándwiches y  una pequeña plancha para propuestas calientes. Nuestro obrador está a la vista para transmitir la honestidad de lo artesanal. Tenemos un par de mesas para tomar un café, así que quien viene puede quedarse un rato mirando cómo se forman los panes… Este es el concepto de micropanadería y de obrador abierto que trabajamos. Además, fomentamos la reserva de panes, para que la clientela entienda que la producción es pequeña y que cuando se acaba, se acaba. Esto nos ayuda a la organización.

–¿Cómo enfocáis el futuro?

Mirando hacia productos más propios. Queremos decantar más el trabajo con productores locales, con granos antiguos, para panes monovarietales. Queremos pulir un poco el concepto del pan con harina ecológica, ir un paso más allá y trabajar con granos antiguos, que son nutricionalmente más interesantes. El trabajo del grano antiguo con harinas ecológicas le da un grado de mayor conciencia en la búsqueda de una alimentación más saludable. Son harina con niveles de gluten más bajo y que tienen un comportamiento distinto al de las harinas modernas. Quizás dan panes con miga más densa, panes más pesados, no tan alveolados –que también nos gustan y de los que también tenemos– pero el valor especial va para este pan de productores con una finca a 30 km de nuestra casa y que nos ofrecen su harina. Tratamos de emplearla y de educar al cliente, porque también son harinas con mayor coste, que no se encuentran tanto, y hace falta una educación a más largo plazo. Tampoco queremos perder la esencia de la cocina. Tenemos muchas ideas y nos gustaría ampliar y ser más. Indefectiblemente, en Larotî acabará apareciendo la cocina. 

Además, el lugar donde estamos ahora tiene algo de magia, la gente se queda hipnotizada al poder vernos trabajar. Hablamos de vida diurna, con desayunos, pan, bollería… Pero pensamos en un sitio de café más especial, más especializado y enfocado al desayuno, en ampliar el concepto hacia ahí. Y tenemos otras ideas, como dar formaciones, talleres. Sé que otros obradores también los ofrecen, pero nuestro cliente lo demanda. Hay muchas ideas dando vueltas, veremos dónde terminamos yendo. Por suerte el proyecto está muy sano y cada año cautivamos a más clientes y mantenemos a quienes vienen. Ver cómo ha ido creciendo desde las primeras tres estanterías nos llena de satisfacción. 

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Hornazo de Salamanca: la empanada capaz de resucitar toda una ciudad

Hornazo de Salamanca: la empanada capaz de resucitar toda una ciudad


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Hornazo de Salamanca: la empanada capaz de resucitar toda una ciudad

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Carne que te quiero carne… Después de tantos días de privaciones (al menos en la teoría), no es extraño que haya quien quiera estirar un poco el ambiente vacacional que acompaña el final de la Cuaresma, tanto en lo lúdico como en lo gastronómico. Y aquí en El Amasadero tenemos –¡oh amantes de la procrastinación y la molicie!– la fórmula para alargar una semanita más la Semana Santa y postergar la rutina todo cuanto sea posible. 

El truco, reconocemos, no es de nuestra invención,  sino que nos llega de la ciudad de Salamanca, donde es costumbre ampliar este período hasta el allí llamado Lunes de Aguas –el siguiente al lunes de Pascua, que es mañana– por vía carnal: mediante la tradición de salir al campo a comer un producto más cárnico imposible,  su hornazo, plato típico del Domingo de Resurrección en esta y otras provincias, y que con el mismo nombre pero distinta composición –mayoritariamente en versión dulce– es clásico también de la repostería pascual en otros muchos puntos del sur de la península. 

Lo de comer hornazo para cerrar la Semana Santa viene de lejos y también tiene que ver con las privaciones de la carne, literal y metafóricamente, que acompañaban la pasión cristiana: durante su reinado, el muy devoto Felipe II ordenó que las prostitutas de Salamanca abandonaran la ciudad para guardar la debida castidad de este período. Así, una vez concluída la Pascua, era habitual ver cómo las hordas de estudiantes (y no solo) se desplazaban hasta el río Tormes a esperar su vuelta. 

De todo aquello, lo que nos ha quedado es el lujurioso pastelón relleno de chacinas que se consumía para celebrar el final de tanta penitencia, y que sigue siendo el bocado estrella de las excursiones campestres que definen hoy el Lunes de Aguas, en recuerdo de aquellas otras salidas al río. 

Para quien no lo haya probado, podemos decir que sería algo parecido a una empanada, pero a lo gocho: el relleno no se anda con minucias y se compone de chorizo, jamón  serrano, lomo adobado y, en ocasiones, tambien huevo cocido. Todo ello envuelto en una masa enriquecida con grasa cocinada al horno.

Para prepararla, a pesar de que la nuestra lleva manteca de cerdo, hemos optado por harina candeal, en lugar de la de fuerza, que parecería la más adecuada para poder sostener una masa con tanto fundamento. El motivo es sencillo: en este caso, al revés que en otras preparaciones como el brioche u otras masas que también incorporan aceite o mantequilla, no necesitamos que nuestra empanada suba y coja volumen y, por el contrario, agradeceremos que la masa sea elástica y más fácil de estirar que la que conseguimos con una harina de mayor fuerza.

Total,  fuerza ya nos la va a dar el primer bocado de este pastel salado que, como nos dice la historia, lleva más de cuatro siglos siendo capaz de resucitar a una ciudad entera a golpe de lunes.

Hornazo de Salamanca: la empanada capaz de resucitar toda una ciudad

El hornazo de Salamanca es una empanada tradicional castellana, rellena de embutidos y carnes curadas, envuelta en una masa con pimentón. Crujiente por fuera y sabrosa por dentro, es ideal para celebraciones y comidas en grupo.
5 de 3 votos
Tiempo de preparación 30 min
Tiempo de cocción 40 min
Tiempo total 1 h 10 min
Plato Acompañamiento, Merienda
Cocina Española
Raciones 8

¿QUÉ VAS A NECESITAR?

Ingredientes
  

Para la masa:

Para el relleno:

  • 250 g lomo adobado fileteado
  • 150 g chorizo
  • 100 g jamón serrano cortado grueso

Para el acabado:

  • 1 huevo

Elaboración paso a paso
 

  • Pon el agua y la levadura en el bol de la amasadora y empieza a mezclar suavemente. Añade luego el huevo y la manteca de cerdo ligeramente fundida, y ve incorporando poco a poco la harina tamizada con el pimentón y la sal.
  • Amasa a velocidad media durante unos 5 minutos hasta conseguir una masa homogénea y elástica. Si haces el amasado manual, pon la harina tamizada junto con el pimentón en un bol, haz un volcán en el centro y añade dentro el resto de los ingredientes. Mézclalos bien, primero con una cuchara y luego trabájala con las manos, hasta conseguir una masa suave y homogénea.
  • Vuelca la masa en la superficie de trabajo ligeramente enharinada, y unificarla formando una bola.
  • Coloca la masa en un bol, tápala y déjala reposar en la nevera 30 minutos.
  • Mientras la masa reposa, prepara los ingredientes del relleno: corta el lomo en rodajas finas, corta también el chorizo en rodajas de medio centímetro de grosor y reserva ambos ingredientes junto al jamón serrano.
  • Tras el reposo, enciende el horno a 210 ºC con calor arriba y abajo para que se precaliente mientras montas la empanada. Divide la masa en tres partes: dos partes iguales de 325 g para la base y la cubierta, y una tercera parte de 150 g, más pequeña, para hacer el enrejado de la decoración
  • Estira la primera porción de masa formando un rectángulo de 40×40 cm y colócala sobre una bandeja cubierta con papel de horno.
  • Distribuye el relleno sobre la base: primero cubre con las rodajas de lomo, luego añade las rodajas de chorizo y finalmente coloca encima las lonchas de jamón serrano.
  • Estira la segunda porción de masa hasta conseguir un rectángulo de aproximadamente 30 x 30 cm y medio centímetro de grosor. Con la ayuda del rodillo, colocala cuidadosamente sobre el relleno, procurando que quede bien ajustada y cubra completamente la empanada.
  • Recorta los bordes y sella cuidadosamente realizando un repulgue decorativo, que además de evitar que se escape el relleno, le dará un acabado tradicional y muy atractivo al hornazo.
  • Pincha ligeramente la superficie con un tenedor para que salga el vapor durante el horneado.
  • Estira la tercera porción de masa con el rodillo y córtala en tiras uniformes.
  • Colócalas sobre la empanada formando un bonito enrejado decorativo.
  • Pincela toda la superficie con huevo batido.
  • Hornea la empanada durante unos 40 minutos o hasta que esté dorada y crujiente.
  • Finalmente, retírala del horno, deja que se temple ligeramente, y sírvela para disfrutar en buena compañía.
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Aventura empresarial

¡A vuestra salud!

¡A vuestra salud!


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¡A vuestra salud!

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Desde hace tres cuartos de siglo, cada 7 de abril viene celebrándose a nivel global el Día Mundial de la Salud y aunque la acumulación de efemérides del calendario muchas veces satura más que recuerda o visibiliza, la de mañana, en El Amasadero, nos gusta. 

Nos gusta porque apela a una condición básica para el bienestar individual y colectivo, así que no se nos ocurren muchas mejores cosas a reivindicar. Y nos gusta también por lo que toca a nuestro mundo, el de las harinas y los panes y las masas caseras, y a lo poquirriquitín que aquí podemos aportar. 

Porque, a ver, ¿qué hay más saludable que una hogaza recién salida del horno de nuestra casa, o que un bizcocho bien dorado, o que una pizza amasada con nuestras propias manos? Antes de que empiece la cascada de críticas a la harina blanca, el gluten, la sal o el azúcar, la grasa y el tostado de la corteza, vamos a explicarnos. A lo que nos referimos no es solo al mayor control que adquirimos sobre los ingredientes, las cantidades y los procesos cuando somos los autores y autoras de nuestros propios platos, que también.  Hablamos de propio acto de cocinar. De amasar, de guisar, de hacer la compra, de organizar el menú. De pensar una receta y intentarla. De improvisar platos nuevos y exóticos. De recuperar los que hacían las anteriores generaciones. De hacernos cargo.  

Porque parar un momento, o unas horas, dejar a un lado las notificaciones y las tareas pendientes y dedicar toda nuestra atención, sea en soledad o en compañía, al levado de una masa o al corte de una cebolla es, cada día más, un privilegio que debería ser derecho, y  una práctica que, a nuestros ojos, mejora nuestra salud, también como sociedad. 

Así que, en esta víspera del Día Mundial de la Salud, os emplazamos a intentar frenar el ritmo –sabemos que no siempre se puede, pero como deseo, aquí lo dejamos–, encender los fogones, repartirse tareas y compartir comida y conversación alrededor de una mesa.  Que la hora de la comida, o de la cena, sea un momento bueno del día y no un trámite o un trabajo (otro más). Que pueda serlo muchos días. Ojalá todo el mundo, todos los días. A vuestra salud. 

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Habláis vosotr@s

Pan de coca para fondue de queso, por Max Strempel

Pan de coca para fondue de queso, por Max Strempel


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Pan de coca para fondue de queso, por Max Strempel

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Dice la leyenda que los monjes de los Alpes occidentales tenían prohibido comer alimentos sólidos durante la Cuaresma. Para no renunciar a su estimado queso, simplemente lo fundieron en una cazuela.

Parte de mi familia proviene de Suiza por lo que en casa siempre hemos comido fondue de queso, especialmente con amigos. Normalmente lo elaboramos con tres quesos, Gruyere, Emmental y Appenzeller a partes iguales. El problema que siempre hemos
tenido a la hora de degustar este plato, ha sido encontrar el pan ideal.

Soy un poco perfeccionista y aunque en la panadería se encuentran baguettes muy buenos, durante tiempo le he estado dando vueltas a la cabeza para encontrar un pan que se adaptara a nuestros gustos. Así fue como durante la pandemia, con más tiempo de lo normal, comencé a elaborar pan y, como no, tropecé en Internet con la tienda panarra El Amasadero.

Para la fondue necesitaba un pan denso pero a la vez de fácil digestión ya que el queso es algo pesado cuando se come en forma de fondue y para cenar.

Cuando leí las características de la harina Miracolo tipo 1 pensé que podía ser lo que hace tiempo estaba buscando. Una harina de grano
ancestral, con un gluten más digerible y que ofrecía la posibilidad de hacer un pan denso.

Finalmente había encontrado la harina que había estado buscando, ahora solo me faltaba darle la forma adecuada. Me acordé de un pan de molde nórdico que se elabora con un molde de madera de haya. Así que decidí hacerme mi propio molde de madera inspirándome en ese
molde original. Mi idea era hacer un pan tipo chapata o coca de panadero que pudiera cortar a lo largo y me diera directamente los cuadrados de pan necesarios para la fondue. También quería hacer toda la masa a la vez en el horno para no ir poniendo un molde detrás de otro. El molde de madera de haya que elaboré es muy sencillo. Pedí al carpintero que me cortara 6 listones de haya (4 de 26 cm y 2 de 33 cm).

Los uní con un tornillo tal y como puede verse en la foto y ya tenía mi molde. Antes de usarlo por primera vez hay que untarlo completamente con aceite de girasol y madurarlo en el horno a 200 ºC durante una media hora.

Una vez tenía el molde y la harina ideales venía lo más difíil. El pan. Tengo mi propia forma de trabajar las masas que, seguramente, se adapta más a mi es lo de vida que a las técnicas muy puristas de elaboración de pan. Pero a mí me resulta un compromiso ideal. Lo importante es el cariño que le pones a las cosas que haces.

Primero elaboro un prefermento o poolish con 100 g de harina miracolo 1, 70 ml de agua, una bolsita de levadura seca de panadería (o levadura fresca del súper) y una cucharadita de miel.

Cuando el prefermento dobla su volumen añado 500 gramos de harina, 280 ml de agua y 10-12 gramos de sal. La amaso durante 5 minutos con la máquina y dejo que repose toda la noche en la nevera. Por la mañana, la vuelvo a amasar durante 5 minutos antes de ir al trabajo y la reparto en el molde, previamente colocado sobre la bandeja de horno y con un papel de horno como base.

Lo dejo todo bien tapado y cuando vuelvo al mediodía del trabajo la masa ya está lista para hornear. 15 minutos a 200ºC, 20 minutos a 180 ºC y tapado y, si hace falta, 10 minutos más a 180 ºC sin molde para darle un poco de color por todo el alrededor.

Ya tenía el pan ahora solo faltaban los amigos que llamé el mismo día y por la noche hicimos la fondue que fue un éxito rotundo. Primero pensé que el pan me había salido algo bajo pero el resultado fue excepcional. La harina Miracolo 1 resultó un éxito absoluto y me dio un pan como el que quería, denso, muy digerible en el que el queso se adhiere muy bien y que no se rompe en el pincho, aunque lleves una copa de vino de más.

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Entrevistas panarras

Entrevistas panarras: Namoreiras

Entrevistas panarras: Namoreiras


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María Rivas, de Namoreiras: “Mi forma de hacer las galletas es un vínculo con mi pasado. Es como trasladarse al mundo de antes, en el que todo lo que comías tenía más intensidad, más aromas”

Terra e Mar. Raíces e Sal. María Rivas y Uxío Allo pusieron a andar hace algo más de cinco años Namoreiras, la etiqueta bajo la que elaboran galletas, pastas y granolas artesanas desde su obrador, en una aldea pontevedresa, y con la que resumen su forma de hacer: con amor a la tierra, a la lengua –la entrevista se realizó en gallego– y a los vínculos comunitarios de la cultura tradicional.

-¿Qué significa Namoreiras y cómo se relaciona con vuestro trabajo?

Namoreiras representa nuestro mundo. Inicialmente nos llamábamos Maruxío, en una simbiosis entre nuestros nombres, María y Uxío, y también de nuestros mundos: el del interior, la tierra, y el del mar y la cultura mariñeira gallega. Cuando tuvimos que cambiar la marca, elegimos Namoreiras porque también evocaba esos dos mundos. El nombre procede de la Herba de Namorar, una planta que crece en los acantilados gallegos, y también evoca el amor por las “eiras”, las eras, que eran antiguamente lugares de encuentro, donde se hacían los trabajos y donde los vecinos se juntaban. Es un juego de palabras que aúna nuestro nombre y nuestra filosofía de vida: volver a hacer comunidad, como se hacía todo antiguamente.

-La historia de Namoreiras se remonta más de un siglo en el tiempo y remite a Edelmira, una de tus abuelas. ¿Cuál fue su papel?

Nuestro proyecto, en la actualidad, está ubicado en una aldea de A Estrada (Pontevedra), en la casa donde se crió mi abuela Edelmira. La aldea es Terreboredo, donde yo iba durante mi infancia los fines de semana, la casa donde cabía toda la fantasía. Mi abuela, además, hablaba mucho de los trabajos, de las jornadas haciendo pan, empanadas… Cuando decidí volverme a la aldea lo que se me vino a la cabeza fue un negocio del que pudiéramos vivir y que nos estableciera en el rural, sin tener que movernos continuamente a la ciudad para trabajar. La casa de mi abuela fue nuestra oportunidad, y aunque ella no llegó a ver arrancar el proyecto es una forma de honrarla. Con todas las durezas de la vida, ella fue muy feliz allí.

–Vuestra biografía habla también de las raíces, de la tradición, de la tierra y de la sal…

En un primer momento, en Namoreiras hacíamos, además de galletas, conservas de mejillón; era el producto que Uxío extraía del mar. Ahora él está jubilado y hemos dejado de prepararlo, pero seguimos muy vinculados al mar: navegamos y tenemos muy presente la cultura marinera en nuestras actividades y en las jornadas que organizamos. Está en algunas de nuestras cajas… Con todo eso intentamos dar visibilidad a mundos que poco a poco van desapareciendo y que son nuestro patrimonio, de todos y todas. Pensamos que es una oportunidad de transmitir parte de nuestra cultura en nuestro embalaje, ya que están presentes en las estanterías de muchas tiendas, y le podemos dar visibilidad y reconocimiento.

–De hecho, vuestro packaging remite a figuras literarias y a otros aspectos de la cultura gallega, como las embarcaciones tradicionales y de memoria histórica…

Nuestros embalajes son una vía de comunicación, de contar cosas de nuestra cultura y de nuestra lengua. Por ejemplo, en la caja de Virxinia Pereira colaboramos con Rosa de Cabanas, una ilustradora de A Estrada, y el texto es de Montse Fajardo. Y estamos trabajando con la cantante Uxía Senlle para un proyecto sobre las “cantareiras”, para el Día das Letras Galegas… Forman parte de una cultura que queremos trasladar para que el regalo que se haga cuando alguien compra algo de Namoreiras vaya más allá de la alimentación y aporte algo nuestro. Para nosotros es muy importante darle valor a nuestro patrimonio y creemos que proyectos pequeños como este pueden aportar algo ahí.

¿Qué fue lo que te condujo hacia la repostería tradicional?

Mi forma de trabajar, muy artesanal, muy como se hacía antes, es un vínculo con mi pasado. Para mis galletas hago yo misma la molienda de la harina en un molino de madera de haya que tengo en el obrador, y uso siempre ingredientes naturales y de mayor proximidad… Es como trasladarse al mundo de antes, en el que todo sabía más, todo olía más, tenía más intensidad. Lo que yo quería era aportar a la sociedad algo que nutriese a la gente.

Al principio, cuando volví a la aldea, empecé en trabajo cooperativo con otras familias de la zona: íbamos a los mercados, dábamos cursos, hacíamos algo de repostería tradicional… Lo hacíamos con harinas de ahora, pero lo que yo quería era aportar salud y algo un poco diferente, porque en aquel momento no había en el mercado muchas galletas y las que había eran más clásicas. Era algo que tenía claro. Estábamos restaurando la casa y montamos, en la parte de abajo, el obrador y en la parte superior un alojamiento. Empezamos a elaborar y vender en septiembre de 2019. Al principio compaginamos el obrador con alojamiento en la casa, donde se podían hacer talleres de fin de semana de pan, de masas… Y luego empezamos con las ferias y mercados en el exterior, las cuales todavía mantenemos: la próxima será el 3 y 4 de mayo y la llamamos “O Mar en Terra”, un fin de semana lleno de cultura marítima y ancestral en tierra adentro, para hacer confluir estos dos mundos. Así, en estos eventos, hacemos pizzas, empanadas, y otro tipo de postres y damos a conocer nuestro proyecto y nuestros productos, ya que viene gente de muchos lugares distintos.

Algunas de las galletas que haces son veganas. ¿A qué responde esta elección?

Todo está relacionado con la clientela. Es tan cercana que a partir de las necesidades que nos llegan van surgiendo cosas. Así fue con las galletas veganas, o con el uso de algún ingrediente determinado. Así van saliendo galletas nuevas, como la de especias en la que estoy trabajando, porque varias tiendas me lo pedían. Hago pruebas hasta que salga algo que guste y doy mucho a probar.

¿Cuál es el producto que más te representa, del que estés más orgullosa?

Los “rebolos” –así llama a sus galletas– de avena con chocolate en medio. Me gusta mucho y me sienta muy bien. No es especialmente dulce, es vegana… Es deliciosa. Además, siento mucho orgullo que le gustase tanto a una amiga, que es quien me introdujo en el mundo de las galletas y que lleva muchos años preparando cosas riquísimas. También hacemos turrones veganos en Navidad. La verdad es que tenemos mucha clientela vegana hoy por hoy.

¿Cuál es la relación entre vuestro proyecto y el lugar que habéis elegido para desarrollarlo?

El vínculo está en la forma de hacer las cosas. Galletas no es algo que se hiciese tradicionalmente en esta zona ni en general en las casas de antes. Rosquillas y roscas sí, pero las galletas son más una necesidad de un tiempo a esta parte. Lo que sí, trato de usar ingredientes de gente que trabaja y está arraigada aquí, en esta tierra: los arándanos que uso son de aquí, de A Estrada, y el cereal lo traigo de León, porque aquí en Galicia no tengo escanda; es de una familia que se dedica al cultivo, sé que es una semilla antigua, no modificada genéticamente, así que puedo ofrecer productos con muchos nutrientes. La parte de la tradición está en los cultivos. Cuando empezamos sembrábamos algunos cereales, como el trigo sarraceno, pero era demasiado tiempo, no resultaba muy viable. Las harina de El Amasadero las incorporé para hacer panes y pizzas para mercados y otros eventos, porque la de espelta integral resultaba muy densa y no quedaba igual.

¿Cómo es un día normal de trabajo?

Lo bueno de vivir en el rural y de vivir donde trabajas es que cada día puede ser distinto: lo adaptas a tus necesidades. Esto me ha dado calidad de vida. Puedes compaginar vida y familia, atender a la crianza, es decir, vivir más orgánicamente. Es verdad que hacemos muchas horas y que, cuando hay muchos pedidos, como en Navidad, hay que trabajar duro, pero la conciliación es una maravilla. Y trabajas para ti, que es muy gratificante.

Tú preparas las galletas…

Sí, y estoy en el obrador, pero Namoreiras es muchas cosas: crear vínculos de cooperación con la gente que trabajamos, diseñadoras, personas que nos hacen textos para nuestros embalajes, organizar ferias y mercados… Hasta este año también íbamos con la “reboleta” (la furgoneta con la que se acercaban a distintos eventos y mercados de Galicia con comidas y sus galletas)… Así que entre Uxío y María se reparten los trabajos. María más con las manos en la masa y Uxío en establecer conexiones.

¿Hacia dónde va Namoreiras? ¿Dónde os imaginas en el futuro?

Es algo que reflexionamos mucho, que hemos hablado con mucha gente. Tenemos clientes que nos dicen que podríamos llegar a más, pero yo no quiero crecer. Quiero vivir tranquila, no meterme en algo más grande. Esa fue una dicotomía que tuvimos en cierto momento, si ampliar y tener personas empleadas, asociarnos con otra gente. Pero no cuajó y ahora lo tengo claro: trabajo lo que puedo y cuando puedo, adapto el trabajo a las necesidades de la vida y no tengo ansiedad por crecer, pero quiero seguir trabajando como hacemos ahora, colaborando con mucha gente y haciendo comunidad. Y, sobre todo, que mi trabajo me aporte felicidad y calidad de vida. Nos sentimos privilegiados de llevar esta vida y de darle vida a nuestra aldea. Pequeños proyectos que aportan a la sociedad donde vives, ¿qué más se puede pedir?

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Recetas de panes tradicionales

Doble o nada. Pan sobao canario, con manteca y matalahúga

Doble o nada. Pan sobao canario, con manteca y matalahúga


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Doble o nada. Pan sobao canario, con manteca y matalahúga

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Con la receta de hoy hacemos doblete. Nos marcamos un viaje a las Canarias y, de paso, nos asomamos al Caribe, gracias a una pieza que aúna tradiciones panaderas en su particular morfología doble, algo así como una torta sobre torta de miga blanca, tierna, prieta y anisada. 

Pero empecemos por el principio: el pan sobao, o sobado, carga con ese nombre por la técnica de afinado de su masa y no por ninguna tendencia soporífera: esta se estira y se pliega hasta una decena de veces –con rodillo o con laminadora– en el proceso previo al formado para que quede suave, uniforme y maleable: lo que se dice bien sobada. 

Después están los aderezos, que alejan este pan tipo candeal, por su baja hidratación, se sus primos castellanos y andaluces. En Canarias, como en Puerto Rico y la República Dominicano, su masa se enriquece con manteca de cerdo, para hacerla más suave. En Canarias, además, se endulza con infusión y semillas de anís verde o matalahúga, un condimento muy empleado en la tradición isleña –también en la andaluza–, que le aporta su sabor y aroma característicos.

Sobadora de masas

Con estos elementos en la mano solo queda doblar la apuesta a la hora de formar esta pieza de la tradición canaria, cuya masa se separa en dos bolas que se aplanan y se juntan una sobre otra para darle su aspecto característico,  similar al del pan cateto, con el que también comparte algunas características, solo que en esta ocasión moteado por los granos de anís que lo distinguen del de la península.

Receta de pan sobao

Pan sobao canario

El pan sobado con anís es una delicia tradicional canaria enriquecida con manteca de cerdo y matalahúga. Su miga tierna y su característico sabor anisado lo convierten en un pan único con raíces en la panadería de Canarias y el Caribe.
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Tiempo de preparación 30 min
Tiempo de cocción 40 min
Tiempo total de fermentación (orientativo) 12 h
Tiempo total 13 h 10 min
Plato Acompañamiento, Pan
Cocina Canaria
Raciones 2 hogazas

¿QUÉ VAS A NECESITAR?

Ingredientes
  

Para el prefermento:

Para la masa final:

Para la infusión de anís

Elaboración paso a paso
 

  • La noche antes prepara el prefermento. Para ello en un bol disuelve 2 g de levadura seca de panadería en 100 g de agua tibia. Añádele la harina y mezcla todo hasta que este integrado.
  • Tápalo con un gorro de ducha y déjalo fermentar en un lugar cálido a unos 22 ºC
  • Aparte prepara la infusión de agua y anís. Para ello lleva 300 ml de agua a ebullición. Cuando rompa a hervir añádele 2 cucharadas de anís en grano y déjalo hervir 10 minutos. Apártala del fuego y déjalo enfriar hasta el día siguiente que hagas la masa.
  • Al día siguiente, el prefermento habrá leudado y tendrá un interior esponjoso, listo para preparar la masa del pan.
    prefermento listo para usar
  • Cuela la infusión de anís, mide 240 ml de líquido y resérvalo para añadir a la masa.
  • Si usas amasadora coloca todos los ingredientes en el bol y amasa durante 4 minutos a velocidad media hasta que esté bien integrada. Si no tienes amasadora, coloca los ingredientes en un bol y amasa a mano hasta obtener una masa homogénea e integrada.
    Amasa hasta que estén integrados los ingredientes
  • Pasa la masa a la mesa de trabajo y haz unos pliegues con las manos para unificarla.

Sobado de la masa

  • Tienes que darle 10 pliegues en la laminadora (o con un rodillo) hasta que la masa esté elástica y manejable de la siguiente manera: coloca la masa sobre la superficie de la laminadora y pásala por los rodillos hasta que tenga un grosor de 1 cm.
  • Una vez estirada, dóblala en tres partes como si fuera un tríptico
  • Vuelve a pasar la masa por la laminadora, manteniendo la abertura hacia uno de los laterales. Repite el proceso 8 veces, asegurándote de que la abertura de la masa siempre quede en la misma posición.

Formado de los panes

  • Divide la masa en cuatro partes iguales.
  • Bolea cada una de ellas generando tensión y déjalas reposar 5 minutos para que la masa se relaje.
  • Con las manos, presiona suavemente cada bola de masa hasta formar discos de aproximadamente 1 cm de grosor.
  • Apílalas de dos en dos.
  • Finalmente, apriétalas juntas para que se sellen bien
  • Colócalos en una bandeja de horno forrada con papel sulfurizado y déjalas fermentar tapadas en un lugar cálido durante 3 horas.
  • Una vez ha pasado el tiempo de fermentación, enciende el horno a 230ªc con calor arriba y abajo. Cuando alcance la temperatura indicada, prepara los panes para la cocción. Con una brocheta, haz varios agujeros en el centro de cada uno para evitar que se inflen durante el horneado.
  • Pulverízalos con agua, mételos en el horno.
  • Cuécelos durante 30 minutos con calor arriba y abajo sin vapor.
  • Retíralos del horno y déjalos enfriar encima de una rejilla antes de cortarlos.
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Habláis vosotr@s

Pan libum, por Manuel Vizcarro

Pan libum, por Manuel Vizcarro


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Pan libum, por Manuel Vizcarro

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Marcial fue un tuitero romano nacido en Calatayud. De verbo rápido e incisivo, sobrevivió en el centro del mundo antiguo durante años. Al final, harto y cansado de Roma, regresó a su pueblo para vivir sus últimos años en calma y sosiego, gracias a una mecenas bilbilitana llamada Marcela.

Retrató como nadie a través de sus epigramas, picantes, breves e ingeniosos la vida en la Ciudad Eterna, con todos sus personajes de alta y baja estofa y con todas esas cenas constantes a lo largo de su obra llenando alguna veces su apetito, otras dejándolo canino de cuerpo y alma.

El pan libum se ofrecía de manera festiva a los Dioses y como todos los panes sagrados no está fermentado, suponemos que en alguna Saturnalia Marcial daría buena cuenta de ellos.

Leyendo su obra me surgen sensaciones y vivencias que ya conozco o al menos me resultan familiares. Las siguientes frases las ideó nuestro protagonista durante el siglo primero:

“En el verano, los niños, si están sanos, bastante aprenden”

“Para no alabar a quienes lo merecen, Antonio alaba a todo el mundo. Para quién nadie es malo, ¿quién puede ser bueno?”

Recriminando a un conocido, antiguo panadero, adicto al juego y otros vicios le dice: “no solo haces pan también harina”.

“Recomiendo claridad en los escritos de forma que gusten a los gramáticos, y puedan entenderse fácilmente sin las explicaciones de los gramáticos”

Veo su perfil artístico, humano y físico…

Y entonces mi algoritmo interior con sus 80 mil millones de neuronas interconectan y me transportan a uno de los mejores conciertos de rock de mi vida, y me veo allí con mi litro de cerveza y mi colega Iván, saltando y gritando “Agotados de esperar el fin”.

Ilegales toca en el escenario a toda velocidad transmitiendo una energía voraz, observó al cantante de perfil es un Marcial calvo.

Y me estallan los epigramas escritos por Jorge Martínez:

“Un hombre grita: ¡No disparen! Y cae muerto.”

“Juventud, egolatría, la noche ha dejado cicatrices”

“Hoy ya empieza a ser ayer”

“Das la mano al banquero, cuéntate los dedos”

Les separan dos mil años de historias, y sin embargo sus esencias se enlazan.

Aunque Marcial tiene textos que hablan en demasía de Príapo e Ilegales tienen canciones que rozan la tontería más supina, al paladear sus obras nos transmiten la materia con la que hemos forjado nuestra cultura, la cultura latina, esa civilización alimentada por artistas diversos como por ejemplo un poeta bilbilitano muerto hace tiempo o un rockero crecido en Asturias que sigue muy vivo.

En honor a la memoria de Marcial y contradiciendo una de sus metáforas “Mis lectores deben comer pan, no solo exquisiteces” os invito a probar este pan excelso, si es con requesón astur pues oye ni tan mal.

Esta es mi versión del mismo, en otras fuentes consultadas, como el magnífico e imperdible blog de cocina antigua romana DE RE COQVINARIA: LIBA, RESERVADOS PARA LOS DIOSES hablan de un producto más parecido a un panecillo horneado sobre una hoja de laurel que a una tarta de queso como es esta receta.

A mi favor diré que la mezcla de laurel, miel y requesón es perfecta para una feliz Saturnalia.

Rieguen estos pastelitos con un buen arreón de miel, porque sin ella quedan un poco jautos.

Pan libum

La tarta de queso de la antigua Roma. Simple de preparar y digna de una ofrenda a los diosas.
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Tiempo de preparación 10 min
Tiempo de cocción 50 min
Tiempo de reposo 8 h
Plato Postre, Repostería
Cocina Cocina de la antigua Roma
Raciones 6

¿QUÉ VAS A NECESITAR?

  • Batidor
  • Molinillo para especias o mortero
  • Moldes para hornear

Ingredientes
  

Elaboración paso a paso
 

  • Realizar una mise in place sencilla.
  • Batir el requesón como si no hubiera un mañana si tienes una máquina de varillas lo puedes hacer perfectamente con ella, nadie te juzgará.
  • Incorporamos después la harina y batimos, por último la sal y el huevo. Acabamos de batir el conjunto un poco más.
  • Agregamos finalmente el laurel en polvo, integrándose con una espátula.
  • Lo metemos todo en un envase y dejamos que repose en la heladera de un día para otro.
  • Al día siguiente cuando tengamos tiempo, rellenamos los moldes que más nos convenga, yo saco para seis raciones, la masa no crece muchísimo en el horno.
  • Con el horno caliente a 160 grados los introducimos durante 50 minutos, vamos pinchando el contenido para comprobar la cocción.

Notas

Como hornear en airfryer
Solamente me caben dos y los hago en 35 minutos a 160 grados.
Cómo hornear en olla de cocción lenta
En la olla de cocción lenta me caben 4 piezas. Precaliento 60 minutos en temperatura alta, los introduzco y les cueco 120 minutos. Con esta técnica salen especialmente jugosos.