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Dudas panarras III: las claves del greñado

Dudas panarras III: las claves del greñado


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Dudas panarras III: las claves del greñado

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Los cortes o greñados que hacemos al pan antes de hornearlo no son solo una cuestión estética, aunque las redes sociales están llenas de fotos y vídeos con diseños decorativos impresionantes. Más allá de la apariencia, el greñado tiene un propósito clave: garantizar que el pan crezca de manera controlada durante el horneado, para alcanzar su máximo volumen manteniendo una buena estructura interna.

En este artículo exploramos en profundidad por qué se realizan los greñados, los factores que les afectan, las técnicas más efectivas y el modo de resolver los problemas más comunes, especialmente en panes con distintos niveles de hidratación.

¿Por qué se greña el pan?

La razón principal por la que realizamos greñados al pan es simple: durante el horneado, la temperatura de la masa comienza a subir (algo lógico). Con este aumento el gas de la fermentación se expande rápidamente, el llamado “oven spring” en inglés.

Al greñar el pan permitimos que se expanda de manera controlada durante esta última subida para alcanzar su máximo potencial en volumen. Si no se greña, el pan puede romperse de forma descontrolada, lo que afecta tanto a su apariencia como a su estructura interna.

Qué factores afectan al greñado

Aunque la técnica es importante, hay muchos factores y pasos previos importantes que influyen en el resultado final de nuestro pan y de su greñado. Aquí te los dejamos claros:

El amasado

Un mal amasado no desarrollará una estructura de gluten adecuada, lo que dificultará la apertura de los cortes. Sin un buen desarrollo del gluten, la masa no tendrá fuerza suficiente para soportar la presión de las burbujas de CO₂ durante la subida en el horno, lo que resultará en un pan más plano con un greñado poco abierto. Para obtener una buena «oreja», el amasado correcto es fundamental.

El formado del pan

El formado es crucial para lograr un greñado exitoso. Una masa bien formada tiene la tensión necesaria para expandirse de manera controlada. Para ello, realiza un preformado, deja descansar la masa unos 10 minutos y luego haz el formado final tensando bien la superficie, sin romperla. Después de dejar la masa en el banneton para la última fermentación puedes darle un último tensado «cosiendo» la masa: levanta suavemente los bordes y presionalos hacia el centro. Esto ayuda a reforzar la tensión necesaria.

 El vapor

La presencia de vapor durante los primeros 15-20 minutos del horneado es esencial para que la corteza permanezca blanda, permitiendo la expansión de la masa y la apertura del greñado. Sin suficiente humedad, la corteza se endurece rápidamente, y aunque al pan le habría gustado expandirse y crecer más, no podrá hacerlo. Esta humedad es necesaria durante los primeros 15-20 minutos del horneado, que es justo cuando las levaduras aún están activas antes de morir y hacen la última expansión de la masa.

La temperatura

Tanto la del horno como la de la masa al greñar. Para lograr un buen greñado es fundamental que la masa reciba un golpe de calor intenso al entrar al horno. Este golpe de calor facilita la expansión de gases rápida y permite que el pan crezca de forma controlada hacia los cortes, donde la superficie, al greñarla, es más débil. Este golpe de calor lo podemos conseguir de distintas formas, ya sea precalentando el horno a 250ºC, usando una piedra o plancha Celsius bien precalentada, para transmitir bien el calor a la masa, o precalentando un recipiente de hierro fundido. 

En cuanto a la masa, según nuestra experiencia, greñar una masa fría (después de la fermentación en pieza realizada en la nevera) es más fácil, ya que esta es más firme, mantiene mejor su forma y no se resiste tanto al corte. Al revés, masas más calientes son algo más difíciles de greñar, ya que se resisten más.

El momento para greñar

Lo ideal es realizar los cortes justo antes de introducir el pan en el horno, cuando la masa está completamente fermentada. Pero cuidado: no debería estar sobrefermentada. Una fermentación excesiva hará que la masa pierda fuerza, lo que hará que greñado no se abra correctamente. Los panes muy sobrefermentados se nos deshinchan en cuanto les hacemos el corte y unha vez en el horno, la greña no se abrirá mucho. El greñado, una vez horneado, va a parecer una “cicatriz”. 

Técnica del corte: ángulo, profundidad e instrumentos

El greñado es una técnica que requiere precisión y práctica. Si hay algún consejo simple que podemos darte es hacerlo rápido y sin miedo, aunque, como ya hemos dicho, requiere algo de experiencia. A continuación os dejamos todos los puntos teóricos que podemos tener en cuenta para hacer el corte lo más efectivo posible.

Ángulo y profundidad del corte

El ángulo ideal es de 30-45º respecto a la superficie del pan. Esto permite que el corte se abra lateralmente y forme la típica «oreja». No olvidemos que este ángulo debería ser respecto a la superficie del pan. Eso significa que si hacemos el corte en el lateral de un pan ovalado, la inclinación de la cuchilla en este momento es casi horizontal comparando con la mesa de trabajo, ya que queremos conseguir ese ángulo de 45º hacia una masa que ya está inclinada en este sitio también.

La profundidad debería ser suficiente para atravesar bien la tensión de la superficie pero sin cortarla en exceso. Generalmente, si queremos ser exactos con números, debería estar entre 0,5 y 1 cm.

Inicio del corte y el corte

Para iniciar el corte introducimos la cuchilla por debajo de la superficie tensada. Luego ya hacemos un movimiento rápido y decidido. Cómo hemos dicho, es importante hacerlo sin miedo. De esta forma podemos hacer el corte de un solo trazo y evitar arrastrar la masa. Para facilitarlo también es importante que la hoja de la cuchilla esté muy afilada.

Instrumentos recomendados

La herramienta más común es la cuchilla de panadero, que permite cortes precisos. Si no tienes una, puedes usar una cuchilla de afeitar o, en último caso, un cuchillo muy, pero muy muy afilado. La hoja bien afiladas de una cuchilla permite hacer los cortes precisos y decididos. Lo más probable es que el cuchillo no tenga la hoja tan afilada y lo único que conseguimos es arrastrar la masa y desinflarla mucho más.

Si la masa está muy pegajosa o si se te resisten los cortes aunque uses cuchillas bien afiladas lo que puedes hacer es mojar ligeramente la hoja antes de cortar la masa o echarle un poco de aceite. Con esto evitarás arrastrar la masa y deformar el pan.

Tipos de greñado según la forma del pan

Cada tipo de pan tiene su propio estilo de greñado. Estos son los más comunes:

Hogazas redondas: En hogazas redondas es muy típico hacer el greñado en forma de cruz. Para conseguirlo hacemos el primer corte con decisión. Con el segundo corte tendremos que tener un poco más de cuidado justo en el punto donde vamos a traspasar el primer corte, para evitar arrastrar la masa. Si tienes miedo con esto, lo que puedes hacer es hacer el segundo corte en dos pasos, cada uno desde el borde hacia el centro (hacia el primer corte), sin tener que atravesar la parte de la masa previamente cortada. También puedes hacer  un único corte en el medio de la hogaza pero así la masa perderá la forma redonda al hornearse.

Batards (panes ovalados): En panes ovalados lo más típico es hacer greñados para conseguir “oreja”. En este caso, lo que tenemos que hacer es un corte muy decidido, profundo e idealmente de un solo trazo en un lateral del pan. Aquí la inclinación de la cuchilla es esencial. Igual que con hogazas redondas, también puedes optar por un corte central, desde arriba hacia abajo.

Baguettes: Se hacen cortes paralelos, ligeramente superpuestos y diagonales. Estos cortes deben ser un poco menos profundos que en las hogazas. Para conseguir la típica barra de baguette es importante que hagamos los cortes ligeramente superpuestos. Esto es justo lo que hace las baguettes tan únicas.

Chapatas: En panes pequeños de alta hidratación como las chapatas no es común realizar greñados.

Greñados en panes de alta hidratación

Los panes de alta hidratación, de más de 80%, son más difíciles de greñar. Esto se debe a que estas masas suelen ser más frágiles y pegajosas  y eso dificulta un greñado limpio, sin que la masa se arrastre y haga los cortes desiguales. La masa también puede desinflarse más fácilmente, lo que acaba en un pan más plano.

Para evitar al máximo estos problemas, asegúrate de que la masa esté bien amasada, con el gluten bien desarrollado. Para trabajar mejor la fuerza de la masa en casos de panes con alta hidratación está bien combinar el amasado con pliegues cada 20-30 minutos mientras hacemos la fermentación en bloque. Estos pliegues le van a seguir dando más elasticidad a la masa.

A la hora de hacer el corte, usa la cuchilla muy afilada y limpia. También puedes echarle un poquito de aceite para minimizar que la masa se vaya pegando a la hoja. Con panes de alta hidratación es especialmente útil hacer el greñado a la masa fría. Si no has hecho la fermentación en pieza en la nevera, puedes al menos dejar el pan en la nevera unos 30 minutos justo antes de hornear, mientras estés precalentando el horno.

Otra técnica muy útil para este tipo de panes es el “greñado de 5 minutos” (5 minutes score en inglés). Con esta técnica metemos el pan a hornear (con el vapor), sin hacerle el greñado, durante 5 minutos. Pasado ese tiempo sacamos el pan, le hacemos el greñado, lo volvemos a meter y lo horneamos como habitualmente. Hacer el greñado de este modo tiene algunos beneficios:

1. La masa ya no es tan frágil a la hora de hacer el corte y no se va a resistir tanto. Así podemos conseguir un corte mucho más limpio.

2. El pan ya ha empezado a subir previamente en el horno y al cortarlo en este momento no se nos desinfla, como puede pasar con la masa completamente cruda justo antes de hornearla, cuando está más frágil.

Este mismo truco es muy útil para cualquier pan en caso de que veamos que la masa se ha claramente sobrefermentado. Masas sobrefermentadas también tienden a desinflarse mucho en el momento de hacer el greñado, así que con la técnica del “greñado de 5 minutos” podemos salvar el resultado final del pan.

Las desventajas son simplemente que manejamos más veces cosas muy calientes y el riesgo de quemarnos es más alto.

Cómo hacer cortes decorativos

En los últimos años ha crecido mucho la tendencia de panes con cortes decorativos. Si eso es lo que estás buscando, aquí te damos una serie de consejos para conseguir los mejores dibujos en tus hogazas:

·   Opta por panes con hidratación baja/media. Así la masa no se te resistirá tanto a la hora de hacer distintos cortes.

·   Tensa bien la superficie del pan antes de meter la masa en el banneton. Esto te facilitará  hacer cortes más limpios.

·   Deja de fermentar la masa formada en el banneton en la nevera. Así se te resistirá menos y será mucho más fácil de hacer dibujos con la cuchilla.

·   Después de sacar el pan del banneton, y antes de hacer el greñado, espolvorea un poco la superficie del pan con harina. Así el dibujo resaltará mucho más en tu hogaza, ya que los cortes se volverán de color marrón pero el resto de la corteza se quedará blanca.

·   Antes de meterte directamente a hacer los cortes decorativos delinea con un palillo el dibujo que quieres greñar. Así puedes corregir si lo ves necesario, ya que después de hacer el corte ya no hay vuelta atrás.

·   Los cortes del dibujo hazlos menos profundos, con abrir un poco la superficie del pan es suficiente. Al final, haz el corte principal más profundo, que es por donde quieres que se abra bien el pan.

Principales errores y cómo solucionarlos

Incluso con experiencia, el greñado puede presentar ciertos problemas. No te preocupes si alguna vez te sucede, aun cuando pensabas que ya tenías el tema dominado. Suele ocurrirle a todos los panaderos de vez en cuando. A continuación te dejamos algunos de los errores más comunes y sus soluciones:

  1. Corte marcado pero sin apertura:
    • Causa: Probablemente la masa está sobrefermentada o la corteza se ha secado antes de poder subir.
    • Solución: Asegúrate de que la fermentación sea adecuada y utiliza suficiente vapor en el horno.
  2. Aperturas no deseadas:
    • Causa: Puede ser por un formado deficiente, poco tensado y con huecos frágiles, y también es muy común en caso de panes subfermentados.
    • Solución: Trabaja en un formado más tenso y asegúrate de que la masa ha fermentado lo suficiente antes de hornearla.
  3. La masa se desinfla al cortar:
    • Causa: La masa está sobrefermentada, o se trata de una masa de alta hidratación con el gluten no bien desarrollado, o bien el corte no se hizo de forma rápida y precisa.
    • Solución: Ajusta el tiempo de fermentación, vigila mejor el amasado de la masa y practica cortes decididos con una cuchilla afilada.

El greñado es una de las habilidades que distingue a un panadero experimentado. Requiere práctica, conocimiento y atención a cada detalle del proceso de hacer el pan. Al dominar esta técnica no solo conseguirás panes visualmente atractivos, sino también con una estructura y textura que reflejan el cuidado puesto en su elaboración. Esperamos que este artículo te haya dado suficientes conocimientos útiles. Ahora te toca practicar.

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Masas hojaldradas Recetas de Navidad

Galette des rois

Galette des rois


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Galette des rois

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¿Que para ser las reinas de estas fiestas necesitamos una corona?¿Un cetro? ¿Un reino? Frío, frío. Aquí en El Amasadero nos gusta ofrecer opciones un poco más realistas –que no más regias– y hoy nos decantamos por un postre de origen francés que es digno de majestades, a tenor de su denominación y de su fama: la galette des rois.

Entonces, ¿hay que venir del lejano oriente para degustarla, para prepararla, para merecerla? ¿Sostenerse sobre un camello? ¿Saber lo que es la mirra? Frío, frío. El nombre se debe a la tradición romana, previa al auge del cristianismo, de  designar “rey por un día” a un esclavo durante las fiestas que rodeaban el solsticio de invierno. 

Pero tampoco hay que llevarlo todo a la literalidad, bastará con que sigamos la receta, que incluye, como en nuestro roscón de reyes, el haba –la feve–, para designar a quien se coronará con la tarta y abonará su factura.

Y, ¿qué necesitamos para prepararla? Harina, azúcar, huevos, leche, almendra, mantequilla… y frío, frío. Sí, porque la base de esta torta es una base de hojaldre y, si vamos a prepararla en casa, lo mejor será que podamos contar con una superficie que pueda enfriarse, como la plancha Celsius, para así facilitar las labores del plegado de la masa y la mantequilla, que también deberá estar a baja temperatura para facilitarnos la tarea.

Superada la condición térmica y la técnica de esta masa repostera, la segunda parte de la preparación, bastante más rápida y sencilla, es la elaboración del frangipane, el relleno de la galette, una combinación de crema pastelera y crema de almendra y mantequilla muy característica de esta preparación navideña, aun cuando también se pueden encontrar galettes con manzana, chocolate u otros rellenos algo menos clásicos. 

Ya solo nos queda elegir la figurita, teniendo en cuenta que en Francia hay quienes las coleccionan pero que, cuando se trata de nuestra familia, lo mismo es mejor elegir algo que no se le atragante a quien vaya a coronarse como monarca del hogar el próximo 6 de enero.

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¿QUÉ VAS A NECESITAR?

Ingredientes
  

Para la masa de hojaldre

  • 250 g de harina de repostería W60
  • 100 ml de agua fría
  • 5 g de sal
  • 30 g de mantequilla fundida caliente
  • 200 g de mantequilla especial para hojaldre

Para el relleno:

  • 70 g de mantequilla a punto de pomada
  • 50 g de azúcar glasé
  • 70 g de harina de almendra
  • 1 huevo
  • 5 g de ron o licor de naranja
  • 2 g de sal
  • 1 yema de huevo
  • 20 g de azúcar
  • 10 g de fécula de patata o maíz
  • 2 g de esencia de vainilla
  • 100 ml de leche entera
  • 2 g de sal

Para decorar:

  • 1 huevo batido
  • 100 g de agua
  • 130 g de azúcar

Elaboración paso a paso
 

Preparación del hojaldre

  • Comenzamos preparando la masa inicial, conocida como “détrempe”. En un bol echa la harina y añade el agua fría y la sal. Agrega la mantequilla fundida y mezcla.
  • Vuelca la masa sobre una superficie ligeramente enharinada y amásala hasta que quede homogénea, evitando trabajarla en exceso.
  • Forma una bola con la masa, haz una cruz en medio y envuélvela en film transparente. Refrigérala durante al menos 2 horas o hasta el día siguiente.
  • Mientras la masa reposa, prepara la mantequilla especial para hojaldre. Colócala entre dos hojas de papel vegetal y golpéala suavemente con un rodillo, y estírala hasta obtener un cuadrado de 16 cm de lado. Envuélvela el papel de horno y resérvala en el frigorífico hasta el momento de usarla. Para hacer el hojaldre lo ideal es que la superficie de trabajo esté fría y en nuestro caso usaremos la placa de acero Celsius de base de trabajo, pero al igual que el rodillo podremos meter en el congelador.
  • Saca el “detrempe” de la nevera, enharina ligeramente la superficie de trabajo y estírala en forma de cuadrado de unos 18 cm de lado, utilizando el rodillo de acero con anillas. No tienes que preocuparte demasiado por la forma de la masa, pues la plegamos con la mantequilla.
  • Coloca el cuadrado de mantequilla en el centro del rectángulo y pliega los extremos de la masa para cubrir completamente la mantequilla.
  • Asegúrate de que queda bien sellada dándole forma de sobre.
  • Con el rodillo, estira la masa sobre una superficie ligeramente enharinada, formando un rectángulo alargado de aproximadamente 40 x 16 cm.
  • Recorta los extremos de la masa con un cuchillo afilado para que queden perfectamente rectos. Este paso asegura que los plegados y estirados sean uniformes y coincidan correctamente los extremos de la masa.
  • Primer plegado: Divide visualmente la masa en tres partes iguales. Lleva el extremo inferior hacia el centro.
  • Luego dobla el extremo superior sobre el anterior, como si formaras un tríptico.
  • Marca la masa con un dedo para indicar que has realizado el primer plegado. Envuelve la masa en film transparente y déjala reposar en el congelador durante 20 minutos.
  • Tras el reposo, saca la masa del congelador y gírala 90 grados con respecto a la posición anterior. Asegúrate de que la abertura quede a tu derecha. Enharina la masa ligeramente para que no se pegue y limpia el exceso de harina con las manos o un pincel.
  • Segundo plegado: Estira nuevamente la masa en forma de rectángulo, manteniendo las mismas dimensiones iniciales (40 x 16 cm). Repite el proceso de plegado como en el paso anterior.
  • Marca la masa con dos dedos (indicando la segunda vuelta), envuélvela en film y refrigérala en el congelador de nuevo durante 20 minutos.
  • Tercer y cuarto plegado: Realiza dos vueltas más de estirado y plegado, siguiendo los pasos anteriores. Marca la masa con tres dedos tras la tercera vuelta y con cuatro dedos tras la cuarta vuelta para llevar un control.
  • Una vez terminada la cuarta vuelta de plegados, envuelve la masa en film transparente y guárdala en la nevera hasta el día siguiente. Esto permitirá que repose adecuadamente antes de utilizarla para preparar la galette.

Preparación de la crema de almendras para el relleno

  • Comienza preparando la crema pastelara: En un bol, bate la yema de huevo con el azúcar hasta que la mezcla esté homogénea. Agrega la fécula de maíz o de patata junto con la pasta de vainilla, y mezcla bien. Reserva.
  • En un cazo, lleva la leche a ebullición. Una vez hierva, vierte la mitad sobre la mezcla de yema, batiendo constantemente para evitar grumos.
  • A continuación, vierte esta mezcla al cazo con la leche restante. Cocina a fuego suave, sin dejar de batir, hasta que espese (aproximadamente 1 minuto).
  • Una vez la crema pastelera esté lista, ponla en un bol y cúbrela con film transparente, asegurándote de que el film quede en contacto directo con la superficie de la crema para evitar que se forme una costra. Déjala atemperar antes de usar.
  • Mezcla la mantequilla con el azúcar hasta obtener una textura cremosa.
  • Incorpora la harina de almendra, el huevo y el licor, batiendo hasta que esté bien integrado.
  • A continuación, mézclalo con la crema pastelera y emulsionala hasta que tengas una crema homogénea. Échala en una manga pastelera y resérvala hasta el momento de usar.

Montaje de la Galette des Rois

  • Saca la masa de hojaldre de la nevera y realiza de nuevo un plegado sencillo, al igual que los anteriores.
  • Finalmente, estírala en un rectángulo de 25×50, de 2 mm de grosor. Para ello nos ayudarán los discos de 2 mm del rodillo.
  • Pliega la masa por la mitad y córtala en dos partes iguales. Guarda de nuevo la masa en la nevera una hora aproximadamente, para que se endurezca y sea más fácil de manipular.
  • Después de este reposo, retira la masa de la nevera y corta un disco de 25 cm de diámetro en cada una de las partes, usando un plato o una tapa de una olla para marcarlos.
  • Coloca uno de los discos sobre una bandeja de horno forrada con papel vegetal y pincela los bordes con agua. Guarda el anterior en la nevera hasta el momento de usarlo.
  • Extiende la crema de almendras usando la manga pastelera, dándole forma circular desde el centro hasta el borde y dejando un borde de unos 2 cm sin rellenar.
  • Coloca el segundo disco de masa encima y presiona los bordes para que quede bien sellado.
  • Pincela con huevo batido y refrigera la tarta durante 30 minutos o hasta el día siguiente.
  • Decora la superficie marcando unas rayas en forma radial, con la punta de un cuchillo y sin cortar la masa.
  • Precalienta el horno a 200 °C con calor arriba y abajo y cuando esté en la temperatura marcada hornea la galette durante 20 minutos. Reduce la temperatura a 180 °C y hornea 15 minutos más, hasta que esté dorada.
  • Mientras se hornea, prepara el almíbar, calentando el agua con el azúcar hasta que se disuelva.
  • Una vez ha pasado el tiempo de horneado y veas que la galette está dorada, retírala del horno y colócala en una rejilla. Pincela la galette caliente con el almíbar para darle un acabado brillante.
  • Déjala atemperar y ya tienes lista para disfrutar de un postre festivo y con un sabor inigualable.
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El reto de la marquesa y otros nobles desafíos navideños

El reto de la marquesa y otros nobles desafíos navideños


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El reto de la marquesa y otros nobles desafíos navideños

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Señora marquesa, señor polvorón… A su distinguida atención. Las tres recetas que hoy les traemos tienen varias cosas en común: todas son navideñas y van bien empolvadas de azúcar glass, todas son castizas y todas son más accesibles y pintonas de lo que un ser lego en el noble arte de la repostería podría suponer.

Pero volvamos al siglo XXI y tratémonos de tú, que hay confianza… De lo que se trata hoy es de sacaros de un error secular que se repite en la mayoría de mesas cuando llegan estas fechas: llenarse de dulces más o menos artesanales, más o menos tradicionales, más o menos emperifollados… pero muy pocas veces caseros. 

“Pero es que ya tenemos que asar el pavo, o el cabrito, o la coliflor, o el bacalao”, nos diréis. Y nos diréis bien. Pero desde El Amasadero repondremos que por qué el rosco de vino del súper sí cuando no el pavo. Y diremos bien también. Y además, os daremos la receta para que, al menos, el rosco, el polvorón y la marquesa de este año sean únicos e irrepetibles. 

Para probar que tenemos razón, un reto. Si nuestra receta de marquesas –esa especie de tartitas de almendra individuales nacidas en tierra toledana hace ahora un siglo– os sale bien a la primera, probaréis con la de los polvorones y, si también esa funciona, con los malagueñísimos roscos de vino, nada que ver con los de caja.  El premio lo comprobaréis al probarlos. 

Receta de marquesas de almendra

El desafío, ya adelantamos, viene con truco, porque la fórmula de las marquesas es tan sencilla que es un tícket casi directo al siguiente dulce. Tanto, que la mayor dificultad que encontraréis será encajar las cápsulas de papel donde va la masa al horno para evitar que se desparramen y rellenarlas, porque el resto es juntar azúcar, limón, almendra molida y huevos, y hornear. 

Así que, dado que todo se basa en mezclar una lista de cinco ingredientes (el último es el glass con el que se espolvorean), intentad que el protagonista, o sea, la harina de almendra, dé la talla. 

La que os sobre del paquete servirá para los polvorones caseros –sabemos que podéis lograrlo–, aunque con un tratamiento diferente. Porque el intríngulis de esta preparación es tostar adecuadamente las harinas: la de almendras y la de trigo, que deberá ser, idealmente, de repostería, que por su poca fuerza está especialmente indicada para dulces como este, o como los mantecados, o como los roscos que haremos en un momento.

Receta de polvorones caseros

Entonces, recapitulando, para un buen polvorón necesitamos buena harina de almendra y buena harina de trigo bien tostadas. ¿Qué más? Azúcar, claro.  Y manteca de cerdo y canela de Ceilán. ¿Algo más? Paciencia para tostar y dejar enfriar las harinas y un cortapastas para dejar bonitos nuestros dulces. ¡Ah! Y un colador para espolvorear el azúcar glass tras el horneado de la masa. Misión imposible, ¿o qué?

Como tenemos plena confianza en que habréis llegado hasta aquí con ánimo de triunfar también con los roscos de vino, otra buena noticia: ya tenéis la mitad de la técnica aprendida. Consiste, una vez más, en tostar la harina, aunque esta vez solo la repostera. 

Su sabor profundo y terroso combinará con la canela, el ajonjolí, la matalahúga y, claro, el moscatel malagueño (o algún otro vino dulce, en su defecto) como en ningún otro dulce de Navidad y, desde luego, como ninguno que hayáis probado en el supermercado. Con esto sabido  y la harina bien dorada, la clave de los roscos será conseguir que sean eso, roscos. Valeos de un descorazonador de manzanas u otro instrumento de corte que pueda facilitar la tarea, una vez tengáis la masa lista para el horno, ya en la bandeja.

Receta de roscos de vino caseros

Sin pruebas, pero tampoco dudas, de que superaréis también esta prueba, no podemos sino ofreceros lo  más preciado que tenemos y lo que está en nuestra mano: el título, grandeza y merced del Amasadero, famoso en el mundo entero (o no).  

Sobre Alba Barbadillo

Ni periodismo ni cocinismo: igual…bahh. La que escribe es Alba Barbadillo, redactora a la fuga y placera conversa en A Coruña. Desde, A Parva, la cantina del mercado de San Agustín, improvisa recetas veganas, perpetra bocatas improbables y escribe sobre comida, comunicación y lo que le pidan allá donde puede. Antes tenía un blog llamado Paso del Raxo y antes aún trabajó en El Ideal Gallego y a Nós Diario.

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Entrevistas panarras: Luis Cuesta, de Spiga

Entrevistas panarras: Luis Cuesta, de Spiga


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Luis Cuesta: “Spiga es un modelo híbrido que aúna calidad de vida con tranquilidad económica.  Es una reinvención del mundo del pan”

Lo suyo es romper moldes. Desde Utrera, Maite y Luis reinventan el modelo de micropanadería con Spiga, un proyecto donde la dimensión la da una fuerte apuesta por la visibilidad y la divulgación, un estudio minucioso de los procesos y una premisa clara: hacer “pan sin mierdas” y sin dejarse la vida en ello. “Para mí esto es el futuro de la panadería”, apuesta Luis Cuesta.

-¿Como arrancó el proyecto de Spiga?

 En 2021 fue cuando empezamos con la idea de montar una micropanadería.  Maite, mi mujer, llevaba ya mucho tiempo trabajando en pastelería y había sido jefa de obrador en varios lugares. Dedicaba muchas horas al sueño de otros. Entonces nos entró el gusanillo de montar nuestro propio proyecto. Yo, que soy director de márketing de una empresa de tecnología, sabía que había que hacer algo distinto. Además, nuestra prioridad era la conciliación. Tenemos dos niños y una sobrina que vive con nosotros, así que buscábamos un modelo de negocio que nos diese tiempo para ellos, era lo más importante. En panadería eso es inviable, por los horarios en los que se trabaja. 

-¿Cómo conseguisteis hacerlo posible?

En 2021 hice el estudio de mercado y el business plan para ver la viabilidad de nuestra idea.  Inicialmente pensábamos en una pastelería francesa, pero nos dimos cuenta de que el proyecto no iba a tener cabida en un pueblo como Utrera, por su idiosincrasia y por el apego que tienen a sus dulces, pero que sí había hueco para los panes. Entonces ella se volcó en el tema de las masas, empezó a formarse, hizo un máster en la escuela Cookstorming de Sevilla, se especializó, incluso trabajó en un obrador sin gluten… Y en 2023 empezamos a hacer pan de prueba, montamos el obrador y comenzamos con los temas legales. Juan, de Panhabla, al que habíamos pedido asesoramiento, nos validó el proceso, aunque para cuando tuvo hueco para estudiarlo nosotros ya teníamos todo en marcha -ríe-. Pero de ahí nos llevamos además un buen amigo, con el que continuamente estamos en contacto. 

-¿Cómo definirías en pocas palabras tu proyecto?

Es un modelo híbrido de panadería y micropanadería. Porque, a diferencia de lo que se entiende por micropanadería, el nuestro no va a lo pequeño, para pocas personas o con poca visibilidad. Nosotros apostamos por la publicidad: en vallas, en revistas y periódicos, con autobuses rotulados… Además, tenemos el canal Spiga Divulga, nos movemos en todas las redes sociales, hago SEO para estar bien posicionados en Google… Si nos buscas aparecemos los primeros, y eso es porque me dedico profesionalmente a esto y sé cómo hacerlo. Nuestro canal tiene 1.300 seguidores en apenas tres meses. Trabajo mucho esta parte y se nota. Yo no he hecho una masa madre en mi vida, eso es obra de Maite, mi parte es el márketing. La magia de todo esto es que, desde el 1 de enero de este año que empezamos, hemos conseguido que ella pueda trabajar 26 horas a la semana en cuatro jornadas, con un sueldo completo desde el primer mes.  Eso ha sido porque lo hemos estudiado todo, porque teníamos la idea muy clara y muy cuadrada. 

–¿Y cuál sería esa idea?

Huír de micropanadería, digamos, “escondida” y, sobre todo, de la tradicional, que dedica infinidad de horas para que salgan los números. Es un modelo híbrido que da calidad de vida con tranquilidad económica.  Esto es una reinvención del mundo del pan, para mí es el futuro de la pandería, trabajar con los procesos y hacer pan sin mierdas.

¿De dónde viene el nombre? 

Inicialmente pensamos en llamarnos Levaduramente. Pero, aunque no demonizamos este ingrediente, creemos que hay que ser muy honestos con el tema de la levadura, y nuestro pan está hecho a base de un  20% o un 30% de masa madre,  harina ecológica, agua y sal. Nada más. Lo nuestro es la larga fermentación y los refrescos en la masa madre. Entonces, el naming no encajaba. Buscamos otro y al descubrir que Spiga estaba disponible, lo registré. Fue un golpe de suerte. Es corto, es fácil, muy potente, creo, y la alusión que hace es obvia. 

-Hablabas antes de “pan sin mierdas”. En vuestra comunicación hay referencias explícitas en contra del pan industrial, las harinas de dudosa calidad o los fermentados apurados…


¿Por qué elegimos  esta forma de comunicar? Porque somos pequeños. Es una estrategia de márketing, pero es que, además, es una verdad como un templo. Nosotros pensamos así, no comemos nada industrial, nada. Nuestra manera de pensar nos lleva a alimentarnos lo más sano y lo más limpio posible y eso se traslada también a Spiga. Y la industria me ha abierto la posibilidad de crear un “enemigo”. Mi cliente se identifica con esa cruzada contra el producto industrializado. Usamos mucho sarcasmo, llamamos mucho la atención, somos disruptivos. Es una seña de identidad y nos está funcionando. En Instagram, nuestro eslogan es “pan sin mierdas”. Quien compra en Spiga no se ofende, al revés, se siente identificado. Funciona como un filtro, porque el que se ofende ya no iba a ser cliente nuestro. Además, nuestros  panes no son baratos, pero nuestro cliente lo paga y se siente orgulloso. Y cada vez tenemos  más.

-¿Hacia dónde encamináis esa parte comunicativa?

Estamos empezando a hacer formaciones, porque la gente se ponía en contacto con nosotros para pedirlas. A raíz de una entrevista que nos hicieron y que, entre comillas, se viralizó, empezó a tomar forma una especie de asesoría, que es mi área de trabajo. Ahí comenzamos a dar formación sobre cuestiones como fiscalidad, márketing, burocracia…. Si quieres montar tu proyecto esa parte también la necesitas, porque los negocios son negocios. Ese es mi nicho, no el de la masa madre. No existe mucho contenido sobre esa parte empresarial y ahí estoy yo. Ahora mismo, tenemos las formaciones completas hasta marzo. Gente que viene desde el País Vasco, o desde Murcia, que quiere montar una micropanadería. Hago el estudio de mercado, vemos la viabilidad, echamos números… Yo lo calculo todo. Y está teniendo mucho éxito: cada semana subo un vídeo y dos o tres personas contactan para preguntar por las formaciones. 

-¿Cómo ves tu proyecto en 5 años? 

-No lo sé, tendrá que ver mucho con la formación, con ampliar modelo de negocio… Porque nuestras previsiones, las que recogía el business plan a cinco años, las hemos roto ya. Casi hemos cubierto todo en el primer año, las formaciones, la facturación prevista… todo en un año. Han pasado cosas que no esperaba. Yo soy muy empresario y veo el modelo de Spiga, creo que es viable, y  me encantaría que pasara a formato franquicia, aunque no sé si será posible: que Maite no esté haciendo pan, sino dando formación a futuros panaderos, ayudando a que Spiga sea símbolo y garantía de calidad… Pero también te digo que eso son alucinaciones de un viejo chocho -dice entre risas-, no digo que ese vaya a ser el futuro. Volviendo a la realidad, lo que espero es que sigan las formaciones y que crezcan, que el canal siga creciendo, porque cada vez más personas tienen interés y porque faltaba contenido como el que ofrecemos. Hemos encontrado ese nicho, ese huequecito, y lo estamos cubriendo. Donde no me veo montado en panadería tradicional. Eso dista mucho de mi filosofía de vida, porque para nosotros los fines de semana son sagrados, queremos tener vida. El objetivo es profundizar todo lo que se pueda en el modelo Spiga y diversificar, con las formaciones, las ventas, con la idea de vender online y con otros proyectos que ya estamos valorando. Sacar máximo rendimiento al modelo sin perder identidad y manteniendo intacta nuestra filosofía. Y sin trabajar más horas. 

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Recetas de Navidad Repostería tradicional

Especial navidad (II): receta de stollen aleman

Especial navidad (II): receta de stollen aleman


Valoraciones: 30 Comentarios

Especial navidad (II): receta de stollen aleman

Valoraciones: 30 Comentarios

El stollen es un pan dulce alemán que se consume en Navidad. Con su curiosa forma pretende recordar a un niño Jesús envuelto en sus pañales. Pero eso no impide que lo devoremos, porque está delicioso.

Si no lo conocéis, la masa del stollen es densa y muy sabrosa, porque lleva fanegas de frutas secas, frutos secos y fruta confitada, licor y especias. Ah, y también arrobas de mantequilla. Por ello el sabor y el aroma son excelentes, y además es un pan bastante fácil de hacer. Lo tiene todo para triunfar.

La costumbre es preparar el stollen como mínimo tres o cuatro semanas antes de la Navidad. Una vez que los stollen están a temperatura ambiente y han sido generosamente bañados en mantequilla y azúcar glas se envuelven en papel encerado y se guardan en un lugar fresco y seco para que los sabores se asienten y el stollen madure.

De modo que el periodo de maduración no solo es imprescindible sino que nos permite disponer en Navidad de un estupendo dulce sin las prisas de última hora. Nada como ser previsores y empezar ya mismo a aprovisionarnos.

Amasadora Ankarsrum

Stollen aleman, receta paso a paso

Receta de stollen aleman paso a paso

Deliciosa receta de stollen casero, un pan dulce tradicional alemán de Navidad lleno frutos secos, especias y con el punto justo de dulzor. Como el vino, mejora con el reposo y hay quien lo hace con semanas de antelación. Sin embargo, huele tan bien recién salido del horno que es muy difícil vencer la tentación.
4.37 de 33 votos
Tiempo de preparación 30 min
Tiempo de cocción 1 h 15 min
Tiempo de reposo 8 h 20 min
Tiempo total 10 h 5 min
Plato Postre, Repostería
Cocina Alemana
Raciones 2 stollen
Calorías 3108 kcal

Ingredientes
  

Elaboración paso a paso
 

  • Empezamos el día anterior al de la preparación haciendo un poolish con toda la levadura, 100 g de harina de fuerza y 100 g de leche. Mezclamos, tapamos y dejamos que fermente toda la noche.
  • Igualmente ponemos en un cuenco las pasas con el ron y las dejamos macerando toda la noche.
  • Al día siguiente molemos las especias si no las tenemos molidas. Las mezclamos con la harina de fuerza.
  • Agregamos el poolish fermentado, la leche restante (90 ml), la harina restante (400 g) con las especias, el huevo, el azúcar, el extracto de vainilla y la ralladura de limón. Amasamos hasta amalgamar y dejamos reposar 10 minutos.
  • Amasaremos en intervalos de 1-2 minutos separados por reposos de 10-15 minutos. No hace falta conseguir un desarrollo del gluten perfecto, puesto que la miga del stollen es apretada de por sí. Cuando llevemos un par de amasados agregamos la mantequilla pomada en varias tandas, amasando hasta que se absorba. Tardaremos un rato, porque es una cantidad ingente de mantequilla. Pero veréis qué masa más agradable y fina queda. Y menudo aroma…
  • Hacemos un par de amasados más, formamos una bola y ponemos la masa en un cuenco engrasado y tapado para que fermente.
  • Cuando la masa haya doblado la pasamos a la encimera para desgasificarla y añadir todos los tropezones, que tendremos preparados: primero las almendras fileteadas amasando ligeramente, y luego las pieles de limón y naranja cortadas en trocitos, y las pasas escurridas del ron.
  • Aplastamos la masa en forma de rectángulo y extendemos los tropezones por encima. Cortamos la masa en dos partes iguales y colocamos una mitad encima de la otra; boleamos y amasamos ligeramente para que se repartan los tropezones. Ya os advierto que se salen a cada paso porque son terriblemente abundantes y la masa es muy suave.
  • Dividimos la masa en dos partes iguales, que saldrán más o menos de 750 g. Tomamos la primera porción de masa y la volvemos a extender un poco en forma de óvalo. Con un rodillo la aplastamos haciendo como un surco, dejando dos partes a cada lado de dicho surco, una un poco mayor que la otra. La parte más pequeña se vuelve sobre la mayor para darle la forma característica al stollen.
    dar forma al stollen
  • Colocamos el stollen formado encima de un papel de hornear y procedemos de idéntica manera con la segunda porción de masa.
  • Cubrimos ambos stollen con un plástico y dejamos que fermenten por lo menos una hora; no hay que esperar que doblen el volumen porque es una masa muy pesada.
  • Cuando estén esponjadas las masas, cocemos los stollen en el horno a 190° (con calor arriba y abajo, sin aire) unos 15 minutos. Después bajamos la temperatura a 165° y proseguimos la cocción otros 60-70 minutos, hasta que la temperatura interior llegue a los 88° como mínimo.
  • Sacamos los stollen a una rejilla sobre su papel y los pincelamos inmediatamente con mantequilla derretida. Esperamos a que se enfríen casi del todo y los volvemos a pincelar. Con la mantequilla aún sin absorber los espolvoreamos muy generosamente con azúcar glas; tienen que quedar bien cubiertos.
  • Cuando la mantequilla se haya absorbido envolvemos los stollen en papel de hornear o encerado, luego en film de plástico y los guardamos en un sitio fresco y seco hasta Navidades. No cedáis a la tentación…

NUTRICIÓN

Calorías: 3108kcalCarbohidratos: 456gProteina: 42gGrasa: 123gGrasa saturada: 69gGrasa polinsaturada: 9gGrasa monosaturada: 36gGrasa Transgénica: 4gColesterol: 362mgSodio: 963mgPotasio: 1705mgFibra: 22gAzúcar: 143gVitamina A: 3466IUVitamina C: 13mgCalcio: 410mgHierro: 18mg


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Recetas de pan casero

Esta monada se come a pellizcos

Esta monada se come a pellizcos


Valoraciones: 2 Comentarios

Esta monada se come a pellizcos

Valoraciones: 2 Comentarios

Atención, pregunta. ¿Qué tiene en común Newton con un mono, además de su procedencia evolutiva? ¿Y este con el pan de ajo? Y, sobre todo, ¿qué tendrá que ver nada de lo anterior con El Amasadero? La cuestión, que puede parecer un tanto rocambolesca, se despeja tan pronto como vemos salir del horno la rosca que hoy os presentamos: el monkeybread, o pan de mono en su versión castellana, es un bollo –en este caso, salado y aderezado con queso y ajo– que se elabora pegando bolitas de masa unas junto a otras, y cuyo aspecto recuerda a aquel experimento infantil de los museos de ciencias en el que una ristra de bolas metálicas suspendidas se chocaban unas contra otras, transmitiéndose el movimiento: el péndulo de Newton. 

Si os preguntáis de qué manera conserva nuestro pan la energía cinética, aquí nos inclinamos por pensar que la respuesta puede estar en las caminatas que tendremos que pegarnos para hacer la digestión, aunque no sabemos si esto está científicamente demostrado.

Tampoco tenemos pruebas fehacientes del origen del nombre de este bollo de bollos, que procede de la tradición culinaria estadounidense y que inicialmente se consumía en versión dulce. De lo que sí tenemos muestra empírica es del resultado, monísimo y aromatiquísimo, de esta receta, cuya estructura la hace óptima para compartirse y comerse a pellizcos, con la mano, como primates. 

No vamos a engañaros. El proceso de elaboración no es tan ágil como el bicho que le da nombre a este bollo con sabor a ajo, a cheddar y a parmesano y que integra en la masa puré de patata, mantequilla y huevo, además de harina: se requiere un día para iniciar el fermento, uno más para integrar los ingredientes y elaborar la masa, y un tercero para formar las bolas y hornear el conjunto. Pero sí podemos asegurar que quien se anime a prepararlo disfrutará cual animalillo ajeno a cualquier principio de la termodinámica.

Amasadora Ankarsrum

Monkey bread de ajo y queso

Este Monkey Bread, de origen estadounidense, se prepara con una masa enriquecida con puré de patata, ajo y quesos (parmesano y cheddar). Es un pan compuesto por pequeñas bolas de masa rebozadas en mantequilla de ajo y una mezcla de quesos, ideal para compartir. Aunque su preparación lleva varios días, el resultado vale la pena, con un sabor delicioso y una textura perfecta para comer con las manos.
5 de 1 voto
Tiempo de preparación 30 min
Tiempo de cocción 35 min
Tiempo total de fermentación (orientativo) 1 d 8 h
Tiempo total 1 d 9 h 5 min
Plato Acompañamiento, Entrantes, Pan, Tentempié
Cocina Americana
Raciones 2 panes grandes

¿QUÉ VAS A NECESITAR?

Ingredientes
  

Para el fermento:

Para la masa:

Para la cobertura:

  • 115 g mantequilla sin sal
  • 5 dientes de ajo picados
  • 120 g parmesano rallado
  • 120 g queso cheddar blanco rallado
  • cdta de pimienta negra molida gruesa

Elaboración paso a paso
 

  • El día antes, prepara el fermento. En un bol, pon la harina, el agua, la miel y la levadura. Mezcla y trabaja los ingredientes durante unos minutos hasta que estén bien integrados y tengan la consistencia de una masa espesa. Cubre el bol y deja que fermente hasta el día siguiente a temperatura ambiente.
  • Al día siguiente, en un bol, o en la amasadora en caso de usarla echa la harina, el parmesano, el ajo en polvo, la levadura y la sal. Agrega el resto de ingredientes menos la mantequilla y mezcla todo hasta integrar.
  • Luego, agrega la mantequilla poco a poco. Amasada durante 10 minutos.
  • Saca la masa del bol y pásala a la superficie de trabajo. Bolea para unificarla y colócala en un recipiente ligeramente engrasado.
  • Cúbrelo con film transparente y deja a temperatura ambiente durante una media hora para que se activen las levaduras, y luego guárdala en la nevera hasta el día siguiente.
  • Al día siguiente, la masa habrá duplicado su volumen. Retira la masa de la nevera y deja que atempere una media hora antes de formar el pan.
  • Una vez haya pasado el tiempo de fermentación, desgasifícala y vuélcala sobre la mesa de trabajo.
  • Divide la masa en 28 porciones iguales y forma bolas dándole tensión a la superficie para que queden bien compactas.
  • Coloca las bolas de masa sobre la superficie de trabajo y cúbrelas con un paño. Déjalas reposar durante 15 minutos mientras preparas la cobertura.
  • En una sartén, funde la mantequilla a fuego medio. Pela y pica el ajo, luego añádelo a la mantequilla derretida. Cocina el ajo durante 1 minuto, hasta que desprenda aroma, luego aparta la sartén del fuego y deja que la mezcla se enfríe un poco.
  • En otro bol, mezcla el parmesano, el queso cheddar y la pimienta molida. Reserva esta mezcla para rebozar las bolas de masa más tarde.
  • Cuando todo esté listo, comienza a rebozar las bolas de masa para montar el monkey bread. Coge una bola de masa y sumérgela en la mantequilla de ajo fundida.
  • Luego, rebózala en la mezcla de queso, asegurándose de que quede bien cubierta por todas partes.
  • Repite este proceso con el resto de las bolas de masa, colocándolas en los moldes previamente engrasado. Acomódalas de manera uniforme, sin presionarlas entre sí.
  • Cuando todas las bolas estén rebozadas y colocadas en el molde, pincela con el resto de la mantequilla de ajo y espolvorea el queso sobrante por encima.
  • Cubre el molde con un gorro de ducha o film transparente y deja que la masa fermente en un lugar cálido durante aproximadamente 1 hora, hasta que haya aumentado de volumen.
  • Hacia la mitad del tiempo de leudado, precalienta el horno a 180°C. Una vez la masa haya fermentado, hornea el monkey bread durante unos 35 minutos, o hasta que la superficie esté dorada.
  • Retira el pan del horno y deja que se enfríe sobre una rejilla durante 10-15 minutos antes de servirlo.
Sobre Mónica Prego

Soy gallega de nacimiento y de corazón, y empezé a filtrear con la cocina al lado de mi abuela, amasando pan en la artesa. La artesa sigue allí, y mi pasión por las masas y los fogones ha ido creciendo. Hoy me dedico de manera profesional a la creación de contenido digital para marcas y medios Me gusta recuperar tradiciones, despertar recuerdos y emociones a través de mis recetas y mis fotos. Defiendo el consumo de cercanía, la calidad y la autenticidad del producto local.

Sobre Alba Barbadillo

Ni periodismo ni cocinismo: igual…bahh. La que escribe es Alba Barbadillo, redactora a la fuga y placera conversa en A Coruña. Desde, A Parva, la cantina del mercado de San Agustín, improvisa recetas veganas, perpetra bocatas improbables y escribe sobre comida, comunicación y lo que le pidan allá donde puede. Antes tenía un blog llamado Paso del Raxo y antes aún trabajó en El Ideal Gallego y a Nós Diario.

Categorías
Masas dulces Repostería americana

El doble tirabuzón del bollo de canela

El doble tirabuzón del bollo de canela


Valoraciones: 6 Comentarios

El doble tirabuzón del bollo de canela

Valoraciones: 6 Comentarios

¿Qué hay más delicioso que un rollo de canela? La respuesta fácil sería dos rollos de canela. La nuestra es exponencialmente mejor, siempre que admitamos cierta laxitud en el cálculo o en el empleo de los adverbios: mejor que un rollo de canela son 24 rollos de canela, que son los que conforman el pan abriochado y enrollado que hoy nos traemos entre manos. 

Para elaborarlo no importa si lo nuestro no es la aritmética, porque montar este bollo hecho en molde a partir de esas dos docenas de espirales dulces y “acaneladas” tampoco tiene demasiada ciencia, más allá de sumar diez más diez y agregarle cuatro. 

Es cierto que hablamos de una masa tipo brioche, es decir, enriquecida con huevo, azúcar, leche y mantequilla, pero en este caso la proporción de grasa es bastante más ajustada que en los bollos franceses tradicionales (que llegan a igualar la cantidad de mantequilla y harina), así que ni tan compleja ni tan rolliza, a pesar del acabado encaracolado. Que no hace falta una ingeniería para trabajarla, vaya.

Otra cosa es que sea un pan rápido de elaborar. Tengamos en cuenta que necesita, mínimo, una noche de fermentación y alguna que otra hora más, y bien de nevera, para que la masa esté fría cuando nos pongamos a enrollarla, para luego hacer las rebanadas que serán los rollos que encajaremos finalmente en el molde: diez de un lado, diez del otro, cuatro encima bien aplastados y al horno. 

Y tampoco podemos decir que sea un bocado ligero. Tierno, sí, pero ligero… No olvidemos que este pan estadounidense con acento sueco lleva mantequilla en la masa y mantequilla en el relleno. Y azúcar en la masa, en el relleno y en el glaseado, no vaya a ser que lo confundamos con otra cosa. Pero aquí es cuando podremos sacar partido a nuestra ya declarada incompetencia matemática, para no echar cuenta de las calorías que suma este bollo entre tirabuzón y tirabuzón de masa.

Pan de molde abriochado con canela.

Este pan tipo brioche combina la suavidad de una masa enriquecida con huevo, leche y mantequilla, con el sabor dulce y especiado del relleno de canela. Formado por 24 rollos que se ensamblan en un molde, se cubre con un glaseado de vainilla para un acabado perfecto.
4.50 de 2 votos
Tiempo de preparación 45 min
Tiempo de cocción 50 min
Tiempo total de fermentación (orientativo) 12 h
Tiempo total 13 h 35 min
Plato Merienda, Postre, Repostería
Cocina Americana, Sueca
Raciones 1 pan grande

¿QUÉ VAS A NECESITAR?

Ingredientes
  

Para la masa:

Para la masa del relleno:

Para el acabado:

  • 1 yema de huevo
  • 1 cda leche

Para el glaseado:

Elaboración paso a paso
 

  • Echa la leche en un cazo, acércalo al fuego calienta suavemente.
  • Pon la harina, el azúcar, la sal y la levadura en el bol y mézclalos.
  • A continuación, agrega la leche tibia, la mantequilla y el huevo, y mezcla todo hasta que se integre.
  • Trabaja la masa con las manos y amasa hasta tener una masa lisa y uniforme.
  • Coloca la masa en un recipiente mediano ligeramente engrasado. Cúbrela con film transparente y déjala fermentar a una temperatura ambiente media hora y guárdala en la nevera hasta el día siguiente.
  • Al día siguiente, la masa habrá fermentado. Retírala de la nevera y deja que atempere y termine de fermentar durante una hora.
  • Mientras la masa sube, prepara el relleno: en un bol amplio, bate la mantequilla y el azúcar moreno hasta que estén bien integrados.
  • Añade la harina, la canela, la vainilla y la sal, y bate hasta que tengas una mezcla unificada y resérvalo hasta el momento de usar.
  • Una vez que la masa haya doblado su tamaño, desgasifica la masa presionando con suavidad con el puño.
  • Extiéndela con un rodillo sobre una superficie ligeramente enharinada hasta formar un rectángulo de 30 x 55 cm.
  • Extiende el relleno sobre la masa de manera uniforme hasta los bordes.
  • Comenzando por uno de los lados largos, enrolla la masa hasta formar un rollo de 50 cm- 60 cm de largo.
  • Engrasa con spray desmoldate un molde para pan de 30 cm y cubre con una tira de papel de horno.
  • Corta el cilindro de masa en 24 trozos de aproximadamente 2-3 cm de grosor. Para lograr un corte limpio, utiliza un hilo resistente y grueso, como el que se usa para bridar carne. Corta un trozo de hilo, pásalo por debajo del cilindro de masa, cruza los extremos sobre la parte superior y tira de ambos lados con firmeza. El hilo cortará la masa de manera limpia y sin deformarla.
  • Coloca los rollos de canela en el molde para pan formando dos filas paralelas, con 10 trozos en cada una. Asegúrate de colocar los rollos con la abertura hacia abajo y bien apretados entre sí.
  • Coloca los cuatro trozos restantes en el centro, justo encima de las dos filas de la base.
  • A continuación, cubre el pan con film transparente y déjalo fermentar a temperatura ambiente de 22ºC 1 hora y media.
  • Cuando observes que la masa está llegando al borde del molde, precalienta el horno a 175 °C.
  • Bate 1 yema de huevo con 1 cucharada de leche y pincela el pan con esta mezcla.
  • Hornea a 175ºC durante 50 minutos. Si notas que el pan se dora demasiado rápido, cúbrelo con papel de aluminio pasados los primeros 20 minutos para evitar que se queme. Debido a su formado y al relleno de canela, este pan necesita un tiempo prolongado de cocción. Si lo retiras antes, el interior podría quedar crudo. Para asegurarte de que está bien cocido, comprueba que la temperatura interna alcance los 93 ºC o inserta un palillo en el centro: si sale limpio, el pan está listo.
  • Una vez esté codido, retíralo del horno, desmóldalo y déjalo enfriar en una rejilla.
  • A continuación, prepara el glaseado: en un recipiente, mezcla el azúcar glas, la nata y la vainilla hasta que tengas una mezcla espesa y uniforme.
  • Una vez el pan esté frío, extiende el glaseado en una capa uniforme sobre la superficie del pan y listo.
  • Cortalo en rebanadas y a disfrutar de este maravilloso pan de canela.
Categorías
Masas dulces Recetas de pan de molde

¡Caracoles! Pan de batata y canela en remolino

¡Caracoles! Pan de batata y canela en remolino


Valoraciones: 4 Comentarios

¡Caracoles! Pan de batata y canela en remolino

Valoraciones: 4 Comentarios

A la canela le gusta ensortijarse, encaracolarse. Esto es así. Además, le gusta denominar este fenómeno casi meteorológico en su forma inglesa: cinnamon swirl. Como en El Amasadero somos más pedestres que la canela, preferimos llamarlo remolino y arremolinarnos alrededor del horno para ver, y oler, cómo se cocinan los panes con esta especia.

A la canela también le gusta juntarse con vegetales de color naranja, ya sea zanahoria, cabalaza o, como en el caso que nos ocupa hoy, la batata.  Conocidas las filias de estas varitas mágicas y aromáticas, vamos con el pan cilíndrico y bicolor con espíritu de bizcocho y sensación térmica otoñal a más no poder, que se prepara capa sobre capa y vuelta sobre vuelta. 

Lo primero será encender el horno para cocinar la batata o boniato, el ingrediente principal de la primera masa, y el que le dará el color anaranjado a nuestro pan, que se enriquece con huevo, mantequilla y nata y se aromatiza con nuez moscada, otra aliada histórica de la canela.

La segunda masa, la que formará el remolino cuando rebanemos el pan, lleva pasas, mantequilla y azúcar moreno, además de canela, por esto de mantener la escala cromática y aromática de nuestro bollo de otoño.

Para que el remolino quede perfecto debemos tener en cuenta que la masa principal debe amasarse lo suficiente para dar tiempo al gluten a desarrollarse y que el cilindro que formaremos con las dos masas debe hacerse rodar hasta que quede bien sellado, para poder apreciar, una vez que lo cortemos en rebanadas, los caracoles de este pan arremolinado.

Amasadora Ankarsrum
Receta de pan de canela y boniato

Pan de molde de batata y canela

Una receta de pan tan otoñal como naranja.
4.50 de 2 votos
Tiempo de preparación 22 h
Tiempo total de fermentación (orientativo) 19 h
Plato Pan
Cocina Creativa
Raciones 1 pan de molde grande

Ingredientes
  

Para la masa de batata asada:

Para la masa de canela:

Elaboración paso a paso
 

  • Para hacer el puré de batata asada, precalienta el horno a 220°C (Lava la batata, pínchala varias veces con un tenedor y colócala en una bandeja para hornear forrada con papel de horno). Hornea durante 40 minutos, o hasta que esté tierna al pincharla. Deja enfriar, retira la piel y tritura la pulpa en un procesador de alimentos hasta que quede suave.
  • A continuación, prepara la masa de batata. En el bol de la amasadora, o en un recipiente que tengas si haces el amasado a mano, echa la leche tibia y la levadura, mézclalo para que la levadura se active y se disuelva en la leche.
  • A continuación, agrega el huevo, el azúcar, la nata, el puré de patata y la harina mezclada con la sal.
  • Mezcla todo a velocidad media hasta que los ingredientes estén integrados y continúa agregando la mantequilla.
  • Amasa a velocidad media durante 8 minutos, hasta que el gluten se desarrolle y la masa se despegue de los bordes de la amasadora. Si prefieres amasarla a mano, alterna periodos de amasado con reposos hasta obtener una masa lisa y homogénea.
  • Vuelca la masa sobre la superficie de trabajo y unifícala con las manos. Colócala en un bol ligeramente engrasado, cúbrela y déjala fermentar en un lugar cálido durante 30 minutos para activar la levadura. Después, guárdala en la nevera hasta el día siguiente.
  • Al día siguiente, saca la masa de la nevera, déjala atemperar y completa la fermentación en un lugar cálido durante aproximadamente 2 horas..
  • A continuación, prepara la masa de canela: en un bol pequeño, mezcla la harina, el polvo para hornear, la sal y la canela. Agrégale el huevo, el azúcar y la mantequilla y trabájala con un mezclador hasta tener una pasta uniforme.
  • Mientras la masa fermenta, cubre las pasas con agua hirviendo y déjalas reposar durante 10 minutos para que se hinchen. Escurrelas bien y resérvalas.
  • Engrasa un molde para pan de 30 cm y coloca con una tira de papel de horno a lo ancho, para facilitar el desmoldado del pan una vez horneado.
  • Una vez la masa inicial ha fermentado, vuélcala sobre la alfombra de formado ligeramente enharinada. Estirala con un rodillo hasta formar una lámina 35 x 25 cm.
  • Extiende la pasta de canela sobre la masa de manera que te quede una capa uniforme.
  • Escurre bien las pasas y reparte por encima encima de la masa.
  • Enrolla la masa comenzando por el lado alargado hasta tener un cilindro de unos 35 cm de ancho.
  • Haz rodar el cilindro para que se sellen los bordes y colócalo dentro molde, con la abertura hacia la parte de abajo.
  • Déjalo fermentar tapado a temperatura ambiente, unas 6 horas, hasta que duplique su tamaño y llegue a los bordes del molde.
  • Cuando veas que el pan está llegando a la superficie del molde precalienta el horno a 210ºC.
  • Una vez el pan haya fermentado, pincélalo con leche o nata y hornéalo durante 45-50 minutos.
  • Pasados 15 minutos dentro del horno si observas que el pan se dora demasiado rápido, cúbrelo con papel de aluminio.
  • Una vez finalizado el tiempo de horneado, comprueba si el pan está completamente cocido. Para ello, puedes introducir un palillo en el centro; si sale limpio, está listo. Otra opción es medir la temperatura interna del pan, que debe alcanzar los 93 ºC. Retíralo del horno con cuidado, desmóldalo y colócalo sobre una rejilla para que se enfríe por completo.
  • Deja que se enfríe completamente y ya lo puedes rebanar y disfrutar con un café.
  • Para conservarlo, córtalo en rebanadas, colócalas en una bolsa en forma de abanico y guardalas en el congelador, De esta manera evitarás que seque y tendrás pan siempre listo para consumir .
Sobre Mónica Prego

Soy gallega de nacimiento y de corazón, y empezé a filtrear con la cocina al lado de mi abuela, amasando pan en la artesa. La artesa sigue allí, y mi pasión por las masas y los fogones ha ido creciendo. Hoy me dedico de manera profesional a la creación de contenido digital para marcas y medios Me gusta recuperar tradiciones, despertar recuerdos y emociones a través de mis recetas y mis fotos. Defiendo el consumo de cercanía, la calidad y la autenticidad del producto local.

Sobre Alba Barbadillo

Ni periodismo ni cocinismo: igual…bahh. La que escribe es Alba Barbadillo, redactora a la fuga y placera conversa en A Coruña. Desde, A Parva, la cantina del mercado de San Agustín, improvisa recetas veganas, perpetra bocatas improbables y escribe sobre comida, comunicación y lo que le pidan allá donde puede. Antes tenía un blog llamado Paso del Raxo y antes aún trabajó en El Ideal Gallego y a Nós Diario.

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Entrevistas panarras

Entrevistas panarras: Veka, de Masas de madre

Entrevistas panarras: Veka, de Masas de madre


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Entrevistas panarras: Veka, de Masas de madre

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“La calma que me ha dado poder trabajar la masa es terapéutica”

Para Veka (así, con k, por su origen eslovaco), la llegada al mundo de las masas madre vino de la mano de su hijo. La maternidad fue lo que la motivó a explorar alternativas saludables al pan de supermercado y ese camino acabó por convertirse en una vía profesional.  Educadora de panes caseros de masa madre, fotógrafa gastronómica y autora de la web masasdemadre.com, Veronika Vanáková se declara entusiasta de esta materia prima y de sus beneficios y hasta ha bautizado a la suya: Quasimodo, un “bichito que hace trabajo bonito” en sus masas. 

PREGUNTAS:

¿De dónde viene el nombre de tu proyecto, Masas de Madre?

-Cuando hacía siempre cosas de masa madre en casa, mi marido me llamaba cariñosamente “la madre de las masas”. El término me gustó mucho. Más tarde, cuando surgió la idea de compartir estos conocimientos y recetas con los demás y creé mi cuenta de Instagram y la web, me di cuenta que “la madre de las masas” ya existía, así que le dimos una vuelta. Así surgió Masas de Madre. Como sobre todo trabajo con masa madre y empecé con todo esto cuando fui madre, creo que tiene sentido.

-¿Cómo definirías la labor que realizas? 

-Lo que hago es divulgar los beneficios de la masa madre y mostrar que no es tan complicada, si dispones de buena información. También me gusta crear recetas.

 ¿Qué fue lo que te motivó? 

-Me metí en este mundo cuando nació mi hijo pequeño, en el año 2018. Con peques en casa te cuestionas todavía más lo que significa comer sano. Era algo que ya  más o menos hacíamos, pero el pan que comprábamos era de supermercado y eso me molestaba mucho. Yo soy de Eslovaquia. Allí a los peques siempre se les da un poquito de pan para enseñarles a comer, pero yo no quería darle ese pan al mío y ahí empecé a aprender. Un amigo de allí me habló de la masa madre y me enganchó: me metí a tope, compré libros, comencé a hacer cursos… Luego, durante la pandemia, varias personas me preguntaron si les podía dejar un poco de mi masa madre  y empecé a grabar vídeos con explicaciones… Entonces una amiga me sugirió abrir la cuenta de Instagram y me emocionó la idea.  

-¿Qué hace de este tipo de pan algo diferente?

-Sobre todo, lo que lo hace distinto es la presencia de bacterias lácticas. Esto se consigue de forma natural, solo mezclando harina y agua y fermentando el tiempo que necesite la vida que está en la harina para despertar. Si lo comparamos con el pan hecho con levadura panadera, este lo que contiene es simplemente una única cepa de levaduras más activa, la que hace crecer más rápido la masa. Con la masa madre, en cambio, tenemos distintas cepas de levaduras y tenemos bacterias lácticas. Después de muchos procesos obtenemos un pan que puede parecer casi igual que el resto pero que en realidad es muy diferente. El gluten está más descompuesto y eso parece que lo hace más fácil de digerir. No podría decir si esto está demostrado o no, pero yo lo noto, así que creo que es verdad. Además, el sabor es más complejo, su índice glucémico es más bajo, y el ácido láctico  que se genera es un conservante natural que hace que el pan aguante más tiempo. Son muchísimas ventajas.

–¿Su elaboración es más compleja?

-Yo creo que no. Tal vez lo difícil es conseguir información correcta y que sea útil. Lo que ocurre es que la gente que quiere empezar con la masa madre suele buscar una receta y seguirla a rajatabla. Pero, a diferencia de la levadura panadera, que por norma general tiene la misma fuerza, cada masa madre es distinta y se comporta de manera diferente en función de una serie de condiciones.  Lo que le funciona a una persona no tiene por qué funcionarle a otra, incluso cuando sigues los tiempos exactos, y eso muchas veces frustra. Pero cuando se entiende esto, resulta más sencillo. Una vez que uno conoce su masa madre, la temperatura de su casa, su horno  y las harinas que emplea, ya puede organizarse perfectamente y planificar el proceso. Yo lo hago con los ojos cerrados.  

¿Cómo fue el camino para hacer del mundo del pan tu ámbito laboral?

Cuando empecé estaba de excedencia, pero hoy me dedico de forma profesional a esto, compaginándolo con la fotografía gastronómica. 

-¿Cuál es la parte que más te gusta de tu trabajo?

Me gusta enseñar. Me gustan mucho los cursos presenciales, aunque cada vez hago menos, por la energía que se genera en ellos, que es superbonita. En los cursos online también tenemos grupos y tenemos conversaciones, aunque haya menos contacto. Y lo que más me gustaría, de cara al futuro, sería poder hacer un libro de recetas.  

-¿Cambió tu vida este proyecto?

-En todo. Sobre todo, meterte a emprender supone un gran cambio en cuanto a crecimiento personal. Cuando miro atrás veo que soy otra persona que aquella que empezó. Cuando comencé no sabía nada de márketing, ni de webs… Yo estudié matemáticas financieras, ese era mi campo. Ponerme con las masas madres y su divulgación me ha hecho aprender cosas que para la vida del día a día son más útiles que las de mi profesión -señala entre risas-. Otra cosa que me gusta es poder trabajar desde casa, aunque a veces, con la fotografía, tenga que salir. Con niños pequeños esto es algo que se agradece mucho, porque te organizas mejor.

-¿Cómo es un día normal de trabajo? 

-No tengo días normales (ríe). Algunos estoy en estudio sacando fotos, otros escribiendo, otros editando… Ninguno es igual que otro.

¿Qué es para ti lo mejor de trabajar en el mundo del pan? 

-Conocer a muchas personas, aunque sea a través de las redes, y formar esa red entre panaderos, como la gente del Amasadero, a la que valoro mucho y con la que llevo ya tiempo colaborando. Y, después, la calma que me ha dado poder trabajar la masa. Es algo terapéutico, cuando hay tiempo para ello. Cuando hay tiempo para disfrutarlo es muy relajante.

-¿Tienes alguna receta especial?

-Los panes que más hago son, entre comillas, normales. La receta está en mi blog, con 30% harina integral de espelta y 70% de harina panadera. Es mi favorito porque es esponjoso, con parte integral y con el sabor de la espelta, que me encanta. Cuando tengo más tiempo hago muchas recetas de mi país de origen. En concreto hay una, «rožky», que no sé bien cómo traducir, y que es algo parecido a unas baguettes más pequeñas con una masa en triángulo que se enrolla  y después se corta por la mitad y se rellena con ingredientes como queso blanco, jamón york, pimiento crudo u otras verduras. Era lo que llevaba al colegio y ahora, por  nostalgia, también se lo doy a mi hijo.

-¿Cómo te planteas el futuro?

-Tengo en mente otros dos cursos que me gustaría hacer. Este año me puse a crear uno, y ya lo tengo escrito, pero nunca pude llegar a grabarlo. Igual es el destino que dice que no es el momento, pero me gustaría poder acabarlo. También me gustaría tener más tiempo y publicar recetas en el blog, pero tengo dos manos, así que hago lo que puedo, aunque siempre que tengo un momento intento publicar. Y, algún día, intentaré sacar ese libro de recetas para el que aún no ha llegado el momento. 

Categorías
Masa madre Recetas de panes tradicionales

El pan italiano de harina “remolida” al que cantó el poeta

El pan italiano de harina “remolida” al que cantó el poeta


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El pan italiano de harina “remolida” al que cantó el poeta

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Para hablar del pan de Altamura debemos hacer una primera consideración: Altamura, que no Altamira, porque si bien estamos hablando de una elaboración italiana bastante antigua –tanto, que el poeta latino Horacio ya la mencionaba en una de sus sátiras allá por el año 37 a.C.-, no lo es tanto como para aparecer aquellas hogazas ensartadas en las lanzas prehistóricas inmortalizadas en las cuevas cántabras. 

Al grano. Estos panes, que se elaboran en el sur de Italia (provincia de Bari, región de Puglia) y que ostentan desde 2003 la DOP, están sujetos a unas normas estrictas de elaboración e ingredientes, que incluyen como parte principal el “lievito naturale” – lo que viene a ser masa madre– y la sémola rimacinata: harina “molida y remolida” de trigo duro, de unas determinadas variedades autóctonas. Con ello se consigue el color amarillento de la miga, el dulzor y consistencia de su interior y el acabado extracrujiente de su corteza. 

¿Y por qué usar esta variedad y no una sémola de trigo cualquiera? Además de por fardar de pureza para con la receta original, por algunos motivos más mecánicos: la sémola rimacinata tiene una molienda mucho más fina (para algo está “remolida”), lo que facilita una mayor absorción de agua de la masa, que la hace especialmente apta para elaborar panes y focaccias. Mientras, la sémola, llamémosla ordinaria, nos servirá para hacer pasta casera o cuscús.

Una curiosidad, en Andalucía, la sémola rimacinata tiene su equivalente en la harina panadera recia, elaborada igualmente a partir de trigo duro, y que es la que se usa para preparar esa maravilla achaparrada que es el pan cateto

Pero volvamos a Italia. Para seguir las directrices del auténtico pan de Altamura debemos tener en cuenta que la masa madre que usaremos de base ha de tener tres refrescos consecutivos para merecer su denominación y que las hogazas tendrán obligatoriamente forma de bola alta con solapa lateral (la versión A de la DOP, la del “pane accavallato” o solapado, nada que ver con los équidos) o de copete de cura (la versión B, o “pane a capelo di prete”, más baja y biensonante que la anterior). Eso y que, para rematarlo, deberéis plantarle una pegatina un tanto pasada de moda directamente en la corteza. Aunque esto no aparezca en la receta.

Pan de Altamura

Receta tradicional con masa madre y sémola rimacinata.
5 de 5 votos
Plato Pan
Cocina Italiana
Raciones 2 hogazas

¿QUÉ VAS A NECESITAR?

Ingredientes
  

Para la masa madre:

  • 50 g de masa madre inicial
  • 150 g de sémola rimacinata
  • 150 g de agua 18ºC

Para la masa final:

  • 500 g de sémola rimacinata
  • 100 g de masa madre al 100%
  • 320 g de agua a 18ºC
  • 10 g de sal marina

Elaboración paso a paso
 

Preparación de la masa madre (lievito naturale):

  • Para elaborar este pan, comienza 24 horas antes refrescando la masa madre en tres fases con sémola rimacinata:
  • Refresco 1: Mezcla 50 g de masa madre (usa la que tengas, sea de la harina que sea), 50 g de sémola y 50 g de agua. Fermenta 8 horas a 22 ºC.
  • Refresco 2: Usa 50 g de la masa madre del primer refresco, 50 g de sémola y 50 g de agua. Reposa 8 horas a 21 ºC.
  • Refresco 3: Mezcla 50 g de masa madre del segundo refresco, 50 g de sémola y 50 g de agua. Fermenta 6 horas a 21 ºC.
  • Después de estos refrescos, la masa madre estará lista para usar en el pan.

Proceso de elaboración del pan:

  • Echa la masa madre en el bol de la amasadora, añádele el agua y mézclalo. A continuación, agrégale la harina, la sal y mézclalo todo. Trabaja la masa a velocidad media en la amasadora durante 20 minutos.
  • Si lo amasas a mano, echa los ingredientes en un molde, mezclalos y trabaja la masa siguiendo el método francés, intercalando amasados plegados.
  • Una vez tengas una masa lisa, boléala y colócala en un bol amplio.
  • Cubre la masa con un paño grueso de algodón o lino para protegerla del frío excesivo. Deja reposar la masa en bloque durante 2 horas en un lugar cálido.
  • Pasado el primer reposo, vuelca la masa en la superficie de trabajo, boléala para preformarla y déjala reposar de nuevo 30 minutos. (Tradicionalmente, se usan cajas de madera cubiertas de lino para este paso)
  • Enciende el horno a 250 ºC para que alcance la temperatura adecuada mientras formas el pan.
  • Tras el segundo reposo, haz el formado final. Coloca la masa sobre una superficie y aplastala suavemente en el centro con las manos, empujando el gas hacia los bordes. Esto dejará el centro más fino y los laterales de la masa con más gas acumulado. Uno de los laterales debe quedar un poco más ancho que el otro.
  • En el lateral más ancho de la masa, realiza un pequeño corte (greñado), que en Altamura es donde se coloca la pegatina distintiva y que nosotros como hemos dicho anteriormente omitiremos.
  • A continuación coge el lateral más pequeño, levantalo y estira ligeramente.
  • Pliégalo sobre el lateral más ancho, como si estuvieras cerrando las solapas de un libro. La pegatina o el papel de horno, si lo usas, quedaría en medio.
  • Deja reposar el pan otros 30 minutos y justo antes de meter el pan en el horno, presiona con la palma de la mano sobre el extremo cerrado del pan (donde has hecho el último pliegue). Esto desplazará todavía más el gas hacia las solapas, ayudando a darle su forma característica.
  • Mete el pan en el horno previamente calentad, colocalo en la solera y añade agua en la Desh Stoom. Hornea el pan a 250 ºC durante los primeros 20 minutos.
  • Luego sube el pan a la rejilla, baja la temperatura del horno a 230 grados y dejalo cocer durante 30 minutos más. Abre la puerta del horno y déjalo dentro con el horno apagado 5 minutos para que se seque la corteza.
  • Una vez pasado el tiempo de horneado retíralo del horno y deja que se enfríe en una rejilla.
  • Y ya tienes el pan de Altamura listo para disfrutar.
    receta de pan de altamura
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Conceptos básicos

La fuerza no lo es todo: revisamos la absorción de agua de nuestras harinas

La fuerza no lo es todo: revisamos la absorción de agua de nuestras harinas


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La fuerza no lo es todo: revisamos la absorción de agua de nuestras harinas

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Dory, el pez azul de «Buscando a Nemo», encarna ese saber popular de que los peces no tienen memoria y que es tan falso como que la sal y la levadura no se pueden tocar porque la primera mata a la segunda.

Mitos y saberes populares que no son del todo ciertos hay muchos: el bacalao, por ejemplo, puede aprender a usar un mecanismo que le da comida cuando lo acciona, algo difícil de explicar si el delicioso bicho no tuviese memoria.

Otro creencia errónea, por suerte ya en decadencia, fue esa de que la harina de fuerza se elaboraba con trigo duro, ese cereal de molienda difícil que produce unas sémolas amarillentas con las que se hacen fideos y no roscones.

Seguimos: la proteína y la fuerza de la harina. ¿A más proteína, más fuerza tiene la harina? Sí, pero no. Puede servir de orientación, aunque en realidad no existe una relación directa entre las dos magnitudes porque la fuerza de una harina depende, tanto como de la cantidad total de proteínas, de la proporción entre dos de ellas en particular. Es como si creyésemos que la dureza de un forjado dependiese solo de la cantidad de hormigón y no de la proporción entre cemento y arena de la que está hecho.

Otra: ¿A mayor fuerza de una harina, mayor capacidad de absorción de líquidos? La respuesta es la misma que en el punto anterior: a veces se cumple y a veces no.

Aquí tenemos que pedir perdón porque llevamos años asumiendo que sí y respondiendo eso mismo a quien nos preguntaba. Hasta que nos dimos cuenta del error.

Hace unos meses publicamos, sin mucha fanfarria, una calculadora de hidratación. Como tuvimos que pesar y recopilar la cantidad de agua que usábamos para hacer bolas de masa con nuestras harinas, comprobamos con claridad cómo, por ejemplo, la harina de fuerza ecológica, con un W de 250, absorbía un 10 % más de agua que la harina especial para pizza, de W 400. ¡Incluso nuestra harina especial de repostería de fuerza cero absorbe más!

Por eso hemos decidido añadir en las páginas de producto de las harinas la hidratación mínima recomendada (también puedes usar la calculadora). Espero que a partir de ahora te resulte más sencillo saber la cantidad de agua que necesitas para preparar tu masa. Por nuestra parte, intentaremos evitar otras respuestas enlatadas.

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Empanadas Masa madre

La manzana y la ley del empanamiento universal

La manzana y la ley del empanamiento universal


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La manzana y la ley del empanamiento universal

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Si decimos empanada de manzana, habrá quien piense automáticamente en una tarta dorada y hojaldrada con superficie brillante de almíbar aroma a canela. Pues no. Nada que ver. De lo que venimos a hablar hoy se aleja del apfelstrudel y aledaños y se acerca a lo que en Galicia se entendería por “empanada, empanada”, si en Galicia se pudiese pensar en una única forma de empanada, que no es el caso. Pero a lo que íbamos: empanada básica, o lo que es lo mismo, masa de pan y bien de relleno. Sin complicaciones ni sutilezas. 

En este caso, la simplicidad de la cubierta (y de toda la receta) contrarresta la imposibilidad de subterfugios: aquí no valen láminas refrigeradas de hojaldre ni pasta filo, pero tampoco hacen falta, si tenemos en cuenta que la masa que prepararemos no lleva más que masa madre, harina panadera, agua y sal. Ni aceite, ni leche, ni huevo ni vino blanco, como sí llevan otras versiones de este emparedado al horno. Chimpún, que diría Newton al ver caer la manzana. 

Sí. La masa madre hay que prepararla con unas horas de antelación. Sí, la masa final hay que dejarla fermentar, amasarla y plegarla unas cuantas veces. Y sí, la manzana hay que pelarla y cortarla. Y cocinarla y extenderla sobre la masa. Y después llevarla al horno… Así son las leyes universales de esta empanada. Si algún  paso se os hace bola, igual es que no queríais formular vuestro propio postre. 

Si, por el contrario, el teorema de empanar manzanas os seduce, ni os contamos la satisfacción de ir ganando soltura con el repulgue (el cierre manual de la masa de empanada) o del olorcillo que desprende la fruta, el azúcar y la grasa durante el horneado. ¡Eureka!

Empanaza de manzana y la ley del empanamiento universal

Si decimos empanada de manzana, habrá quien piense automáticamente en una tarta dorada y hojaldrada con superficie brillante de almíbar aroma a canela. Pues no.
4.80 de 5 votos
Plato Merienda, Postre
Cocina Gallega
Raciones 1 empanada mediana

¿QUÉ VAS A NECESITAR?

Ingredientes
  

Para la masa madre:

Para la masa final

Para el relleno y el acabado:

  • 600 g manzanas dulces
  • 70 g azúcar
  • 40 g manteca de vaca cocida o mantequilla

Elaboración paso a paso
 

  • Disuelve 50 g de masa madre activa en 50 ml de agua tibia. Luego, añade 50 g de harina de fuerza y mezcla todo.
    empanada_maza_1_Disuelve_la_masa_madre_con_agua_
  • Deja fermentar la mezcla tapada durante unas 4 horas, hasta que esté burbujeante y haya triplicado su volumen. En ese momento estará lista para añadir a la masa.
  • Una vez la masa madre esté activa, échala en un bol (o en el bol de la amasadora) y añade 230 ml de agua tibia. Mézclalo bien y luego añade la harina panadera.
  • Mezcla todo hasta que los ingredientes estén bien integrados. Deja reposar la masa durante 20 minutos para que se realice la autólisis, lo que ayudará a desarrollar una mejor estructura en la masa.
  • Pasado el tiempo de autólisis, añade la sal y el agua restante de la receta. Trabaja la masa durante 3 minutos, y cuando esté lisa y se separe de los bordes, vuélcala sobre una superficie de trabajo.
  • Trabájala con las manos para unificarla, boléala y pásala a un recipiente amplio.
    empanada_maza_4__trabaja_la_masa_
  • Realiza 4 tandas de pliegues en la masa cada 10 minutos. Cuando la masa esté lisa y tersa, tápala y déjala fermentar en un lugar cálido durante 1 hora y media.
  • Mientras la masa fermenta, pela y corta las manzanas en cubos. Colócalas en una sartén y añade 50 g de azúcar y 20 g de manteca cocida de vaca (ghee) o mantequilla. Mezcla bien y cocina las manzanas unos minutos, solo lo suficiente para que se ablanden un poco (no deben cocinarse completamente, ya que terminarán de cocinarse en el horno).
  • Aparta las manzanas del fuego y deja que se enfríen a temperatura ambiente mientras la masa termina de fermentar.
  • Una vez la masa haya fermentado y el relleno esté a temperatura ambiente, precalienta el horno a 210 ºC.
  • Divide la masa en dos partes.
  • Estira una de las partes y coloca encima el relleno de manzana, distribuyéndolo bien por toda la superficie.
  • Estira la otra mitad de la masa y colócala encima del relleno.
  • Haz el repulgue en los bordes para sellar la empanada.
  • Haz un agujero en el centro para que funcione como chimenea.
  • Con los restos de masa sobrantes, haz unos cordones y decora la superficie de la empanada.
  • Pincela la masa con el resto de la manteca de vaca o mantequilla fundida. Si te sobra un poco, viértela dentro del agujero central.
  • Hornea la empanada durante 30-40 minutos.
  • Unos minutos antes de retirar la empanada del horno, espolvorea azúcar por encima y vuelve a meterla en el horno para que se dore.
  • Saca la empanada del horno y déjala enfriar antes de cortarla y disfrutar de este postre sencillo y delicioso, que solía prepararse cuando se hacía pan y las huertas estaban llenas de manzanas.

Notas

El azúcar que se espolvorea sobre la masa debe añadirse cuando la empanada ya lleva un tiempo en el horno.
Si echas el azúcar antes de meterla en el horno, se quemará.
Sobre Mónica Prego

Soy gallega de nacimiento y de corazón, y empezé a filtrear con la cocina al lado de mi abuela, amasando pan en la artesa. La artesa sigue allí, y mi pasión por las masas y los fogones ha ido creciendo. Hoy me dedico de manera profesional a la creación de contenido digital para marcas y medios Me gusta recuperar tradiciones, despertar recuerdos y emociones a través de mis recetas y mis fotos. Defiendo el consumo de cercanía, la calidad y la autenticidad del producto local.

Sobre Alba Barbadillo

Ni periodismo ni cocinismo: igual…bahh. La que escribe es Alba Barbadillo, redactora a la fuga y placera conversa en A Coruña. Desde, A Parva, la cantina del mercado de San Agustín, improvisa recetas veganas, perpetra bocatas improbables y escribe sobre comida, comunicación y lo que le pidan allá donde puede. Antes tenía un blog llamado Paso del Raxo y antes aún trabajó en El Ideal Gallego y a Nós Diario.

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Masa madre

Fougasse: la focaccia que germinó

Fougasse: la focaccia que germinó


Valoraciones: 2 Comentarios

Fougasse: la focaccia que germinó

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¿Qué diferencia una fougasse de una focaccia, además del acento con el que se pronuncia? Si nos vamos a lo obvio, diremos que la forma, que en el pan italiano recuerda a una colcha de plumas, rectangular y abullonada, mientras que el de la Provenza, mucho más élégant, se convierte en espiga, estrella o corona. 

Existe también en la historia de la fougasse una funcionalidad que la distingue de su pariente, ya que este pan se usaba, tradicionalmente, en los hornos de leña franceses como medidor de temperatura: cuando nuestra espiga de masa estaba dorada, el horno estaba listo para acoger el resto de barras y hogazas, y el almuerzo del personal, preparado.

Pero es mucho más lo que las une que lo que las separa. Hablamos de panes tirando a planos que habitualmente (no siempre) se emplean en recetas saladas y que admiten multitud de condimentos: desde las más sencillas con aceite de oliva, sal en escamas y  hierbas aromáticas a combinaciones mediterráneas a base de aceitunas, cebolla o ajo y tomate seco, u otras más contundentes con anchoas o panceta. 

Los ingredientes que os proponemos para completar el pan no pueden adaptarse mejor al calendario hortícola: calabaza y nueces de otoño con queso azul, que aunque esté en las queserías todo el año contrasta a la perfección con la curcubitácea anaranjada, tanto en sabor como en tonalidad. En este caso, usaremos además sémolina, en un guiño a los panes planos italianos con queso por excelencia, y la combinaremos con harina integral, para un toque rústico, y con la de fuerza, para sostener todo este conglomerado. 

Con estos mimbres solo hace falta un poco de paciencia para obtener la masa y maña para espigarla, una vez que la tengamos aplanada y cortada en forma triangular, tipo abeto: un corte longitudinal en el centro bien abierto y otros tres a cada uno de los lados obrarán la magia de la germinación una vez pase por el horno.

Fougasse de calabaza, nueces y queso azul

5 de 3 votos
Plato Acompañamiento
Cocina otoño

¿QUÉ VAS A NECESITAR?

Ingredientes
  

Para la masa madre:

Para la masa:

Elaboración paso a paso
 

  • Disuelve 50 g de masa madre activa en 50 ml de agua tibia. A continuación, añádele 50 g de harina de fuerza y mezcla todo.
  • Déjala fermentar tapada a una temperatura de 22 ºC unas 4 horas, hasta que esté burbujeante y que casi triplique su volumen. En ese momento estará lista para añadir a la masa.
  • Una vez lista, échala en el bol de la amasadora y añade solo 300 g de agua (el resto lo reservas para un paso posterior) y mézclalo bien.
  • A continuación, añade las harinas.
  • Mezcla todo hasta que los ingredientes estén integrados y deja reposar durante 20 minutos para que se realice la autólisis. Este paso ayudará a que la masa desarrolle una mejor estructura y sea más fácil de trabajar.
  • Pasado el tiempo de autólisis, añade la sal y los 30 gramos de agua restante, amasando a velocidad media (velocidad 3, en una Ankarsrum) durante 3 minutos.
  • Añade el puré de calabaza, y sigue amasando hasta que esté lisa y suave.
  • Tapa la masa y deja fermentar a temperatura ambiente.
  • A la media hora, haz un pliegue.
  • Pasada la siguiente media hora, pliega de nuevo la masa.
  • Deja fermentar 2 horas más o hasta que la masa haya doblado su tamaño.
  • A continuación, y una vez la masa haya fermentado, echa las nueces y el queso azuls, desmenuzados y haz unos plegados a la masa para integrarlos.
  • Coloca la masa sobre una superficie ligeramente enharinada y divídela en dos partes.
  • Bolea ligeramente cada una de ellas y déjala reposar 5 minutos.
  • Con la punta de los dedos, aplana suavemente la masa para eliminar el exceso de aire, dándole una forma redondeada y uniforme.
  • Forma 2 batards siguiendo estos pasos.
    Formado de batard
  • Toma el tercio superior de la masa y pliégalo hacia ti, hacia el centro de la masa. Usa los dedos para presionar ligeramente y sellar el pliegue, creando una línea de tensión en la masa.
  • Toma ambos extremos laterales de la masa (izquierda y derecha) y pliégalos hacia el centro, superponiendo ligeramente una encima de la otra. Usa los dedos para sellar esta unión y crear más tensión en la masa. Repite este paso 3 veces, hasta que hayas llegado al extremo inferior.
  • Ahora, toma el tercio inferior de la masa, más cercano a ti y pliégalo hacia el centro, alejándolo de ti. Esto creará más tensión en la parte superior de la masa.
  • Pliégalo una vez más y sellando con los dedos, generando tensión en la piel exterior. Este paso es clave para obtener una buena estructura y tensión superficial.
  • Repite el mismo proceso con la otra masa y deja las piezas de masa formadas reposar durante unos 20 minutos, cubiertas con un paño limpio, para que la masa relaje y a continuación formar las fougase.
  • Precalienta el horno a 230ºC. Cuando los batards hayan reposado, vuélcalos sobre una superficie enharinada y, con un rodillo, aplánalos suavemente para darles forma de triangulo alargado.
  • Realiza los cortes característicos de la fougasse: Un corte longitudinal en el centro y tres cortes transversales a cada uno de los lados.
  • A continuación, abre bien los agujeros para que mantengan su forma durante el horneado.
  • Colócalas en una bandeja forrada con papel de horno y déjalas reposar durante 30 minutos, mientras el horno alcanza la temperatura marcada.
  • Coloca la fougasse en la solera del horno, añade un poco de agua a la Desh Stoom para generar vapor y hornea a 230ºC durante unos 20 minutos, o hasta que esté bien dorada y crujiente.
  • Deja enfriar sobre una rejilla antes de disfrutar. Hornea la otra de la misma manera, o ambas juntas si tu horno es suficientemente amplio.
Sobre Mónica Prego

Soy gallega de nacimiento y de corazón, y empezé a filtrear con la cocina al lado de mi abuela, amasando pan en la artesa. La artesa sigue allí, y mi pasión por las masas y los fogones ha ido creciendo. Hoy me dedico de manera profesional a la creación de contenido digital para marcas y medios Me gusta recuperar tradiciones, despertar recuerdos y emociones a través de mis recetas y mis fotos. Defiendo el consumo de cercanía, la calidad y la autenticidad del producto local.

Sobre Alba Barbadillo

Ni periodismo ni cocinismo: igual…bahh. La que escribe es Alba Barbadillo, redactora a la fuga y placera conversa en A Coruña. Desde, A Parva, la cantina del mercado de San Agustín, improvisa recetas veganas, perpetra bocatas improbables y escribe sobre comida, comunicación y lo que le pidan allá donde puede. Antes tenía un blog llamado Paso del Raxo y antes aún trabajó en El Ideal Gallego y a Nós Diario.

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Masas dulces

Doowaps de Lola Benavides

Doowaps de Lola Benavides


Valoraciones: 4 Comentarios

Doowaps de Lola Benavides

Valoraciones: 4 Comentarios

Las masas dulces fermentadas cobran otra dimensión si usas poolish (si todavía no conoces el argot panarra, el poolish es una mezcla de harina, agua y muy poca levadura que se deja fermentar durante horas para luego añadir a la masa).

Esta receta de Lola Benavides es la versión casera de los doowaps de supermercado, dulces, tiernos y sabrosos, pero sin ese regusto de los mejorantes de la bollería industrial (tras un tiempo sin probarla, si recaes, reconoces el sabor al instante).

receta de poolish casero con poolish

Doowaps caseros

En esta receta usamos poolish para mejorar el sabor, textura y conservación.
5 de 10 votos
Plato Merienda
Cocina Internacional
Raciones 19 doowaps

¿QUÉ VAS A NECESITAR?

Ingredientes
  

Para el poolish

Para la masa final

Para el relleno y el horneado

  • Pepitas de chocolate para rellenar
  • 1 huevo batido para pintar

Elaboración paso a paso
 

  • Prepara el poolish la tarde anterior. Mezcla los ingredientes y tapa.
  • Deja fermentar a temperatura ambiente 3 horas.
  • Guarda en la nevera hasta el día siguiente. Tras este tiempo, tendrá este aspecto.
    Aspecto del poolish ya fermentado
  • Pon el poolish fermentado, la leche, la nata, el huevo, la vainilla, la sal, la levadura y el azúcar en el vaso de la Ankarsrum y programa a velocidad 3.
    añade todo, menos la harina a la cubeta
  • Añade un tercio de la harina. Cuando se incorpore al líquido, añade otro tercio. Espera de nuevo a que se incorpore y añade el último tercio.
    añade un tercio de la harina
  • Cuando esté toda integrada baja a velocidad 1 y deja que se amase durante 20 minutos. No olvides mover la pala y el rodillo 3 ó 4 veces durante esta primera parte
    La masa irá cogiendo fuerza
  • Sube la velocidad a 2 y deja que se amase otros 8-10 minutos, hasta que la masa cambie de aspecto y se vea lisa y mas brillante. Durante esta fase no olvides mover la pala y el rodillo otras 3 ó 4 veces.
  • Pasa la masa a la cubeta de fermentación y haz los primeros pliegues.
  • A 25 grados de temperatura y 2 horas después he hecho otra tanda de pliegues.
  • Deja que complete el primer levado hasta que la masa triplique su volumen.
    Deja que triplique su tamaño
  • Saca la masa sobre una tabla ligeramente aceitada.
  • Divide en porciones de 50 gramos. Me han salido 19 porciones.
  • Aplana con las manos cada porción e intenta darle forma circular.
  • Pon dentro entre 10 y 15 pepitas de chocolate.
  • Haz un paquetito como se ve en las fotos.
    haz paquetitos
  • Dale la vuelta y deja sobre la bandeja de horno (con papel de hornear).
    Coloca sobre papel de horno
  • Repite el proceso hasta completar la bandeja teniendo en cuenta el espacio entre bollitos para que hagan el segundo levado y lo que crecen en el horno.
    Dos bandejas
  • Mete en el congelador las pepitas de chocolate que han sobrado.
  • A falta de unos 20 minutos para que estén listos enciende el horno a 180 grados con calor arriba y abajo.
  • Cuando hayan duplicado su tamaño estarán listos para entrar en el horno.
  • Bate un huevo con un chorrito de agua y pinta los bollitos con la brocha.
  • Saca las pepitas del congelador y pon sobre la superficie de los bollos.
    Listos para hornear
  • Mete al horno (segunda altura contando desde abajo) y baja la temperatura a 170 grados. En 20 minutos están listos.
  • Apaga el horno, deja 1-2 minutos dentro y saca la bandeja.
  • Pon los bollitos a enfriar sobre una rejilla.
    coloca sobre una rejilla
  • Pon el horno ahora a 170 grados.
  • Pinta los bollitos de la segunda bandeja.
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Entrevistas panarras

Entrevistas panarras: Juan Rodríguez, de Panhabla

Entrevistas panarras: Juan Rodríguez, de Panhabla


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Entrevistas panarras: Juan Rodríguez, de Panhabla

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“En una micropanadería hay que ser profesional y tener cuidado para que esa idea romántica no se te vaya de las manos y acabes viviendo para trabajar”

Hablar de Panhabla Lab no es hablar por hablar. Del germen, como trabajo de fin de curso para una escuela gastronómica hace diez años, a su versión 2.0, con obrador, punto de venta y espacio de formación, y su canal digital funcionando a pleno rendimiento, el proyecto panarra de Juan Rodríguez, ciudadrealeño asentado vital y profesionalmente en Cáceres, ha ido transformándose, sin perder la esencia que lo impulsó en sus inicios: la vocación de divulgar y de no crecer desmesuradamente. Y esto, ¿cómo se hace? Al habla, Juan, de Panhabla.

-¿Por qué “Panhabla”?
Fue mi proyecto de fin de curso en los estudios de cocina que realizaba en Madrid hace una década. Se trataba de una panadería con espacio de divulgación, que creo que para aquel contexto podía haber sido viable, con una salita para lecturas y espacio para hablar de pan. De ahí viene el nombre.

-¿Qué queda de aquel proyecto?
Nunca he buscado seguir con aquello, pero creo que la esencia se mantiene en mi actual panadería, aunque el proyecto se haya trasformado y haya ido evolucionando. Aquí se habla mucho de pan, la divulgación es la base, así que podemos decir que la esencia ahí está, aunque tal vez haya perdido un poco de romanticismo.

-¿Cómo fue para ti el camino hacia el mundo del pan?
El motivo principal para adentrarme fue que empecé a alimentarme mejor, mejorar mis hábitos, ir al gimnasio… y como consecuencia, empecé a leer sobre nutrición. Era el año 2014. Casualidades de la vida, mi hermana empezó por aquella época a hacer pan espelta microondas, algo bastante raro. Pensé que aquello podía mejorarse, así que empecé a buscar en Youtube, en foros de pan, y llegué hasta el pan de espelta cuatro cuartos de Ibán Yarza, con su famoso proceso básico. Me encantó, salió pan, así que repetí y repetí. En aquella época trabajaba en un hotel como camarero, me gustaba tratar con la gente, aunque me di cuenta de que aquel era un nicho un poco raro. A quien lo probaba no le convencía ese pan, porque el que había, el que se tomaba, era un pan sin sustancia.

-Aún así, decidiste profesionalizarte.
Paralelamente a ese cambio de hábitos, con 25 años, tomé la decisión de estudiar cocina. Vi ahí una futura profesión, aunque nunca con la idea de trabajar de cocinero en un establecimiento. Lo que me gustaba era la rama formativa, transmitir lo que sé. Ya desde los inicios, con los primeros conocimientos sobre pan, empecé a dar algún taller. Me mudé de Alcázar de San Juan (Ciudad Real) a Madrid, empecé a estudiar e hice las prácticas en una panadería. Al terminar, me quedé trabajando en Panic. Fue cuando conocí a mi pareja y cuando decidimos marcharnos de Madrid a Cáceres. Con la experiencia que tenía, creí que lo más viable sería montar una micropanadería.

-¿Cómo definirías hoy tu proyecto?
Como una pequeña panadería de barrio. Hacia ahí ha evolucionado desde que nació en 2020. Al inicio realizaba ventas solo bajo pedido, que entregaba a domicilio con una bicicleta de reparto, y hacía lo mismo con las formaciones. En mayo de este año cogí el local actual, que se ha convertido en una pequeña panadería, que va a seguir siendo pequeña y a la que van a seguir viniendo personas que quieran aprender para montar su propio proyecto, pero que ha ganado en calidad y profesionalidad.

-¿Cuál es la relación de Panhabla Lab con su entorno?
No hay una parte romántica aquí. Yo no tenía ningún vínculo emocional con Cáceres, como tal, cuando llegamos, aunque hoy puedo decir que la gente, el carácter extremeño, me encanta y cuadra mucho con mi forma de ser. Me traje mi experiencia, mi manera de hacer, y ha tenido demanda, porque en Cáceres no había esto que yo hago. Es un nuevo registro, pan de calidad, fermentado con masa madre, con harinas integrales o semintegrales.

¿Qué panes ofeces?
Los fijos son la hogaza de trigo blanco con algo de integral, la de trigo integral, en hogaza o en versión molde, y el de mezcla, que tienen partes iguales de trigo blanco, integral y centeno integral, y que es el que más se demanda. También tengo centeno integral, espelta integral y trigo blanco con semillas. Después hago otras variedades, como el semintegral con sésamo tostado, con nueces y pasas, con aceitunas que traigo de mercado… Trabajo con productos de cercanía, del mercadillo que tengo aquí al lado, directamente con los productores.

-¿Cómo es una jornada de trabajo?
A las siete de la mañana se empiezan a amasar las masas del día siguiente. Antes, a las 06.15 horas, cargo la bicicleta con los productos del mercado. En paralelo al amasado, comienzan a hornearse las masas del día. Tengo un ayudante de panadería y trabajamos en paralelo. Entre las nueve y media y las diez abre la tienda, que atiende el otro empleado, mientras en el obrador seguimos plegando y dividiendo masas. El horno termina sobre las 10.30 o las 11.00h, aunque si hay masas en directo –masas retardadas, que no van a la nevera, sino que fermentan a temperatura constante, de obrador, como las broas de maíz o la de centeno, nos explica Juan– se puede alargar hasta las 12.00 horas. Y entre todo eso, hacemos masas de repostería.

Panadería panhabla en Caceres

-¿Qué dulces preparáis?
Hago galletas clásicas con mantequilla, cookies de chocolate, pastas de caramelo, que llevan mantequilla tostadita y dejan un regusto como a tofe… También preparo unas galletas de centeno integral con canela y jengibre, otra mítica receta de Ibán Yarza. Y magdalenas de trigo integral, o galletas abizcochadas de spéculoos y calabaza asada, que viene directa del mercadillo y es como una celebración: comprar una calabaza enorme, asarla e ir elaborando. Para nosotros son como rituales, aunque no deje de ser trabajo.

-¿Cómo ha cambiado tu vida el mundo del pan?
Tiene que haber vocación, si no no merece la pena. Muchas veces las micropanaderías nacen de una profesión frustrada, personas que se dedican a algo con lo que no se identificaban y prueban con el pan y ahí se encuentran. Cuando te gusta este mundo hay una conexión que hace que te encante. No es nada espiritual, sino que tomas decisiones que afectan a tu producto y eso mola. Entonces, hay que tener la cabeza en su sitio para no frustrarse. La profesión de panadería, como cualquier negocio artesano, va aumentando su complejidad burocrática según va creciendo, y eso hace que la llama romántica se vaya apagando poco a poco. Esto es lo que no se cuenta, es la parte fea. Cuando vas creciendo desde algo pequeñito, y vas gustando a más gente, todo se complejiza. Necesitas ser profesional, más allá de saber hacer buen pan. Hay que estudiar y prepararse para definir hacia dónde va tu micropanadería, plantearse cómo mejorar, cómo ser profesional, y tener cuidado para que esa idea romántica no se te vaya de las manos y acabes viviendo para trabajar.

-¿Y cuál es la parte bonita?
En mi caso, me propuse el proyecto mentalmente, desplegué una estrategia y lo conseguí, y esto me da tranquilidad personal y me hace sentirme contento conmigo mismo. No dependo de un trabajo en que alguien se coloca a mi lado o encima de mí. Eso no tiene precio.

–¿Cómo te ves en el futuro, por ejemplo, en diez años?
Esa es una pregunta que hago mucho a la gente que viene a hacer formaciones, cómo ven su proyecto a tres o cuatro años vista. En diez, veo una vida relativamente tranquila y un proyecto consolidado, que no me quite mucho tiempo, que no me genere intranquilidad. No me importa tanto en qué punto esté el proyecto como que allí donde llegue lo haga mediante decisiones correctas. Es lo que busco.