Mezcla la de harina de maíz nixtamalizado con el agua tibia en un bol.
Trabaja la masa con las manos durante dos minutos, agrégale 1 pizca de sal y 2 cucharadas de agua.
Sigue trabajando la masa hasta alcanzar la consistencia deseada. No debe de quedar demasiado seca y grumosa ni muy acuosa.
Coge porciones de masa de 30 g y forma bolitas del tamaño de una pelota de ping pong. Con las cantidades indicadas tendremos 20 bolas de masa.
Coloca las bolas de masa en la superficie de trabajo y cuando las tengas todas hechas, cúbrelas con un paño húmedo.
A continuación, forma las tortillas. Coloca una bola de masa entre dos hojas de papel de horno.
Presiona con una sartén o una olla de hierro de base plana hasta formar un disco de 13 cm de diámetro.
Apila las tortillas ya hechas separadas con papel de horno, para que no se peguen entre sí.
Una vez las tengas todas hechas, cocínalas. Para ello calienta una sartén de hierro a fuego medio. Cuando esté bien caliente, coloca una tortilla en la sartén y cocínala unos 50 segundos por cada lado, volteándola hasta tres veces.
Retira la tortilla y apílala con el resto, envueltas en un paño de algodón para que de esta manera se conserven calientes. Repite el proceso hasta tenerlas todas cocinadas.
Una vez las tengas todas hechas, ya las puedes utilizar en tus recetas preferidas.
Para conservar las tortillas frescas, guárdalas en la nevera dentro de una bolsa de plástico o un recipiente hermético. Cuando las vayas a cocinar, solo tendrás que calentarlas y las tendrás como recién hechas.