Cuando mi primer hijo tenía catorce meses y empezó a comer algo parecido a bocadillos, en casa llevábamos más de cinco años sin comprar pan de ningún tipo. Lo hacíamos nosotros en todas sus versiones y era 100% integral siempre. ¿Por qué hacernos panarras caseros? Tan simple como la necesidad ante un mercado que no te ofrece lo que buscas. El pan 100% integral era (y es en muchos lugares) una leyenda urbana. Incluso rural.
Teníamos claro que era echar piedras sobre nuestro propio tejado habituar a Iñaki al pan de molde y a los bollitos de leche, si luego pretendíamos que acabara comiendo el mismo pan que nosotros. Pero claro, la boca de un bebé no da para un bocadillo de barra…
Mi hermano finlandés, panarra también, me había enseñado unos años antes cómo hacen el pan de centeno para bocatas allí, y esa fue la clave: la masa se hornea plana y da como resultado un pan fino al que se puede hacer un corte transversal, en el que colocar ya el condumio. Y pensé que si lo dejaba bien fino y tierno podría entrar en la boca de un bebé. Un éxito desde el primer bocadillo.
De todos los panes que hago es el menos espectacular, pero es, de largo, del que más orgullosa me siento.

Primeros bocadillos integrales para niños y niñas de Cristina Mansilla
¿QUÉ VAS A NECESITAR?
- 1 bol
Ingredientes
- 650 g harina panadera integral ecológica El Amasadero
- 500 g agua
- 1,2 g levadura seca de panadería
- 11 g sal
Elaboración paso a paso
- DÍA 1: Mezclar bien todos los ingredientes menos la sal y dejar en autólisis (reposo tapado durante al menos media hora). Luego amasar según costumbre añadiendo la sal, clavando la espátula para que entre bien y no salga volando cuando amasemos.
- Dejar levar un rato, lo suficiente como para que la masa empiece a fermentar, tal vez 5 ó 10 minutos.
- Tapar con un paño y con una bolsa de plástico, o en recipiente hermético cuya tapa aguante bien la presión del gas de la fermentación, y meter en la nevera.
- DÍA 2 (puede ser después de 24 horas, pero podemos llevarlo hasta las 72): Sacar de la nevera y dejar atemperar entre media hora y una hora, según la temperatura ambiente.
- Amasar un poco para que pierda la rigidez del frío y, sobre una lámina de horno, estirar con un rodillo, hasta formar un rectángulo con las dimensiones de una bandeja de horno y un grosor no mayor al del dedo meñique.
- Tapar con un paño, dejar levar dos horas al menos.
- Meter al horno frío, y hornear a 100º unos 25 ó 30 minutos. Es súper importante este aspecto del horneado: el pan queda más tierno y evitamos que se hinche como un globo, dejando luego el pan cavernoso como una pita.
- Una vez horneado dejar enfriar en una rejilla despegándolo de la lámina. Es importante hacer esto rápido para que la base del pan no se humedezca. Pero claro, el pan quema. Yo separo la lámina con un movimiento rápido que consiste en coger el pan, lámina incluida, y volcarlo sobre una rejilla larga, de manera que la lámina quede arriba. Entonces ya es muy fácil tirar y despergarla. Y así el pan se enfría “bocaabajo”.
- Cuando esté bien frío, cortar en cuadrícula, haciendo trozos de las dimensiones que queramos.
- Para convertirlos en bocadillos, es tan fácil como hacer un corte transversal, separando la parte inferior de la superior.