El otro día un tipo me abordó en un semáforo y mirándome a los ojos me preguntó: “¿Quieres percebes?”. Yo entendí, pero no comprendí, y me quedé callado.
-Que si quieres percebes.
Insistió meneando una bolsa de plástico del Mercadona.
Ya me conocen y saben que soy un tanto especial, pero creo que podría haberle pasado lo mismo a cualquiera. Me podía haber ofrecido kleenex, o pedirme la hora -otra cosa es que yo se la hubiera dado-, o preguntarme por una dirección. Pero me preguntó si quería percebes. Me empecé a encontrar mal y salí corriendo sin rumbo preciso, con el otro detrás un rato gritándome si quería percebes.
Me costó tres sesiones de psicólogo reponerme. Al final mi forense particular y yo concluimos que soy incapaz de soportar situaciones que destrozan el decoro, y que en mi ecuación percebes y semáforo eran cosas incompatibles, por mucho que el furtivo buscase vías civilizadas de obtener liquidez.
El mismo terror me invadió cuando comencé a preparar aquel pan. El primer día todo bien, más que nada porque aquella masa llevaba cerveza en cantidades moderadas, así que, abierta la lata, media para el pan y media para el coleto. Y tan amigos. Pero lo de la mañana siguiente fue demasiado. ¿Cómo iba a echar patatas cocidas en aquella cosa parduzca? ¡Y encima el agua de cocerlas! Pensé en abandonar, y en las sesiones de analista que tendría que pagar si seguía adelante. Entonces entró mi madre que llegaba de la compra.
-¿A qué andas, Jacinto?
Me preguntó asomando su cabeza por la puerta de la cocina.
-¡Sal de aquí! ¡No veas esto! ¡Sálvate tú!
-Hijo, qué estás haciendo…
-¡Vete!, y dile a mis hijos que los quiero…
-Jacinto, tú no tienes hijos…
Es igual. Conseguí recluirla frente a la telenovela y yo, regado en llanto, seguí adelante con aquello deseando salir corriendo como ante el vendedor de percebes del semáforo. ¡Sucias patatas en mi pan!
Lúgubre, abrí el horno al cabo del tiempo reglamentario y me enfrenté con mi engendro. No solo era hermoso. Volví a llorar, de amor, nada más probarlo. Noble, aromático y ligero. Cogí el tapete de ganchillo y lo puse sobre la mesa, encendí dos velas y descorché una botella de sidra.
-¡Mamá! ¡Ven a probar esto! ¡Vas a vivir un momento histórico!
-¡Ay, hijo! Espera diez minutos a que acabe la novela. ¿No podemos hacer historia más tarde?
Definitivamente, en el próximo semáforo compraría los percebes.

Pan inglés con cerveza y patatas
¿QUÉ VAS A NECESITAR?
Ingredientes
Para el prefermento:
- 125 g cerveza negra
- 25 g harina panadera ecológica El Amasadero
- 50 g masa madre
Para la masa:
- 150 g patatas parcialmente cocidas
- 215 g agua cocer las patatas
- 10 g sal
- 500 g harina panadera ecológica El Amasadero
- aceite de oliva virgen extra para amasar
Elaboración paso a paso
- El prefermento deberá reposar 24 horas, así que calcula. Si lo haces por la mañana, empiezas a trabajar al día siguiente por la mañana. Calienta la cerveza negra en un cazo hasta los 75 grados (¡no puede hervir!) y añade los 25 gramos de harina.
- Remueve hasta lograr una crema densa y oscura. En un par de minutos, más o menos, estará listo. Deja enfriar hasta que se ponga a temperatura ambiente, agrega la masa madre y mezcla. Tapa y deja reposar 24 horas.
- Mezcle el prefermento con las patatas cocidas y el agua de cocción, que también se habrá dejado enfriar previamente hasta alcanzar la temperatura ambiente, unos 20 grados. En un bol pon la sal y la harina y añádele la masa y mezcla con las manos hasta lograr una masa. Déjala reposar 10 minutos en el bol cubierta con un paño.
- Haz un amasado francés durante 15 segundos, y deja reposar 1 minuto. Repite otras tres veces y deja reposar la masa en un bol aceitado durante 30 minutos.
- Coge la masa, pliégala (en este vídeo puedes ver cómo hacerlo) y devuélvela al bol. Deberá reposar en total unas cuatro horas, repitiendo el plegado cada hora.
- Divide la masa en dos y dale a cada parte forma de barra (ver vídeo). Para hacerlo trabaja sobre una superficie enharinada. Pon las barras en un paño de lino bien enharinado (o en dos bannetones alargados) y cúbrelas con él y deja que leuden entre dos y tres horas, hasta que doblen su tamaño.
- Con el horno precalentado a 220 grados mete las barras con la bandeja o la plancha Celsiusenharinadas. Si usas pala, bastará la harina que haya puesto en la pala. Haz tres o cuatro cortes en cada barra y salpícalas con agua (o pon en el horno cuando las metas y cubito de hielo para producir vapor inmediato).
- Mételas 20 minutos y baja después la temperatura a 190 grados, dejándolas 20 minutos, aproximadamente. El color que vayan cogiendo te dirá cuando las tienes que sacar. Déjalas enfriar sobre una rejilla y disfruta.