Mezclamos las harinas en el bol y echamos 2/3 del agua (unos 160 g). Revolvemos con las manos hasta que la mezcla tenga el aspecto de migas de pan.
Echamos el resto del agua y mezclamos con las manos. La masa se irá amalgamando poco a poco, aunque el principio será quebradiza.
Pasamos la masa a la encimera y amasamos durante 5 minutos. La masa se irá volviendo cada vez más suave. Si a los 3 minutos ves que la masa se resquebraja mucho, mójate las manos y sigue amasando.
Al cabo de los cinco minutos, haz una bola y aplánala.
Echa un poco de maicena en la encimera y sobre la bola y comienza a extender el rodillo hasta obtener una lámina muy fina. Hazlo tranquilamente y sin agobiarte. La masá irá cediendo poco a poco sin pagarse al rodillo a la encimera (si usas máquina de pasta, divide la masa en trozos y estira en varias tandas, empezando con el máximo grosor y terminando con uno de 1,5 mm).
Con la masa ya extendida (será bastante grande), echa maicena en la superficie y extiende con las manos.
Dobla la masa por la mitad. Vuelve a espolvorear con maicena y dobla de nuevo. Repite un tercer doblado.
Vete cortando tiras finitas con un cuchillo afilado. Guarda los tallarines en un túper y reserva para cuando vayas a cocinar.
Para cocinar los tallarines ten a mano un escurridor. Cuece en agua abundante la pasta durante unos 40-50 segundos. Echa en el escurridor y ponlos bajo un chorro de agua fría durante 1 minuto.
Escurre bien y coloca en un plato.