Mañana de domingo. Ahora que lo pienso, en vacaciones de verano todas las mañanas son mañanas de domingo. ¡Eureka! ¿Quién decía que no le gustaban los domingos? ¿No será que siempre traen pegado un lunes por la mañana? Pues este no.
Testeo rápido desde la ventana: solazo, check; calorazo: check; ganas de echarse todo el día bajo una sombra y un algo de vientecillo, comer y merendar y cenar de campo en fiambrera con motivos setenteros, con bien de cerveza o limonada, libro, audiolibro, podcast…check.
Tenemos las fiambreras, la lectura, los auriculares, las bebidas a enfriar, la pandilla en preaviso. Lo que nos queda es diseñar el menú, y suerte que tenemos un buen fondo de armario de recetas y que, en realidad, llevamos ya días dándole vueltas al plan, así que hay algunos pasos previos que hemos dejado listos.
Como los aderezos para un bizcocho salado de tomate seco y alcaparras, una vuelta de tuerca de la versión dulce que triunfará o triunfará, porque, ¿alguien en la sala había tenido la idea de hornear esta masa plagada de sabor mediterráneo?
O, si preferimos el formato más rústico, la masa para un panino mediterráneo como el de Una Italiana en la Cocina, que comparte ingredientes con el anterior, pero conlleva la previsión de dejar lista la mezcla de harina, sémola, levadura, agua y sal la noche antes. ¿Se nota mucho que en realidad llevamos toda la semana fantaseando con salir de picnic?
Menos anticipación requiere el pan relleno de Webos Fritos, si lo hacemos en versión vagoneta, con pan comprado: lo único que hay que hacer entonces es quitarle la miga y rellenarlo con una mezcla de ingredientes de lo más estival, casi casi una ensaladilla, solo que en versión baguette y sin patata. Pero, ¿y el orgullo de hornear nuestras propias baguettes y dejar flipado al personal con la diferencia de las del súper? Total, el único esfuerzo (casi) es calcular un ratito seis horillas antes de ponerte con la masa para dejar listo el prefermento que le dará un aroma que ya quisieran en la France…
Si vamos con el tiempo justo y, además, queremos incluir algún untable vegetal en nuestro tupper dominguero, no hay manera de que no lo acompañemos de unas crackers de semillas y orégano como las que preparan en Masas de Madre. ¿Que le pusiste orégano a todo lo anterior? Pues dale a la cúrcuma, al ras el-hanout o a la albahaca, lo que te cuadre, saldrá genial siempre que no te pases con el aderezo.
¿Cómo? ¿Que el hummus de guisantes, de maíz o de pimientos se te hace demasiado healthy para las vacaciones?¿Que el calor te abre el apetito más lujurioso? Pues vengan aquí unos bollos hojaldrados de torreznos al estilo de la República Eslovaca y fin del antojo. Eso sí, incluye en la nevera portátil una botella de vino blanco fresquito, porque es indispensable para entender cómo se las gastan con estos hojaldres en toda centroeuropa.
Apropiación cultural
Aquí defendemos que copiar recetas de otras latitudes no es robar, solo tomar prestado. Y aunque el pan de jamón venezolano, como este de Vanessa Archila, es típico de la Navidad en su país de origen, la mezcla de masa de mantequilla, aceitunas, pasas y el susodicho ingrediente nos funciona perfecta también el resto del año. Además, es muy cómodo de transportar, repartir, comer, repetir… y, ¿sabemos acaso qué tiempo hace por allá en navidades?
Aún tenemos otra propuesta importada que podría ser postre, pero no, porque es salada: la clásica quiche lorraine francesa, aunque esta vez ¡sin queso! (pero con bien de nata, y de huevo, y de panceta, y de todo lo que hace delicioso este pastel).
Bajando unos cientos de quilómetros nos encontramos con una focaccia rellena de todas las cosas buenas (o, por lo menos, de muchas) que hay en Italia. ¡Advertencia! La masa necesita 24 horas de fermentación, así que más vale haberlo pensado con algo de antelación, porque de verdad que merece el esfuerzo, cuando le hincas el diente a este pan aceitado que casi nos recuerda a un bocadillo ligero de pizza.
Que no te empanas
¿Masa dorada encima y debajo y relleno a base de cebolla? ¿A qué nos recuerda eso? En el noroeste de la península no hay comida campestre o festiva sin su empanada, que viene a ser la solución definitiva para llevar contigo un plato completo, con el pan incluido, en una única porción.
Variaciones hay muchas, pero vamos a empezar con la clásica empanada de masa fina y rellena de bacalao con pasas, una de las imprescindibles de las panaderías gallegas, ligera pero contundente y sabrosísima. La bola de liscos que se estila en el interior de la provincia de Lugo es menos común, un poco-bastante más basta e igualmente deliciosa, con el plus de incorporar chorizo y tocino en el relleno (¿hace falta explicar más?)
Después de un pedazo de esta empanada no habrá manera de no echar una siesta debajo del árbol con el que llevamos días fantaseando, aunque no antes de probar los postres, que es festivo (o como si lo fuera).
Aunque lo primero que se nos viene a la mente es una de esas gelatinas bamboleantes de colores chillones y altura imposible, reconozcámoslo, solo funcionan en las ficciones norteamericanas de los años cincuenta, no en una excursión de verdad. En cambio, este pudin de verano hecho con pan de molde y frutos rojos es más que posible: es fresco, es jugoso, es rápido de preparar (aunque requiere un mínimo de 24 horas de nevera) y lleva fruta, lo que puede crear la ficción de que estamos aportando un bocado sano a nuestro picnic.
Para terminar, una extravagancia, un algo exótico, una suerte de petit four versión campestre: unos dumplins de fruta centroeuropeos como los que prepara Veka, con masa de patata y relleno de frambuesa o ciruela que te garantizarán que nadie, nadie coincidirá con tu postre en este largo banquete de domingo.