Marchando una de clásicos: magdalenas


Valoraciones:
Malo, como pan de plásticoRegular, como cruasán a la planchaNo está mal, como mi primer pan caseroBueno, como mi quinto pan casero¡Estupendo! Me acabo de comer la hogaza enterita
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8 Comentarios

Marchando una de clásicos: magdalenas

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Malo, como pan de plásticoRegular, como cruasán a la planchaNo está mal, como mi primer pan caseroBueno, como mi quinto pan casero¡Estupendo! Me acabo de comer la hogaza enterita
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Sobre esta receta

Los clásicos de la repostería se parecen a los del rock & roll en que en ambos proliferan las versiones. Las magdalenas entran en esa selecta lista de recetas reinterpretadas sin descanso. Tantas vueltas les han dado con el paso de los años que hasta les han cambiado el nombre. Ahora las llaman muffins. Bueno, sin pasarse, aquí las seguiremos llamando magdalenas. 

Es más, las famosas cápsulas de papel también son un añadido posterior porque, como es normal, nacieron sin papelitos. Pero eso es lo de menos. Vamos al meollo. Hay magdalenas estilo Jimmy Hendrix, y las hay estilo Enrique Iglesias. Las hay más heavy y las hay más pop. Las hay con relleno, las hay de toda la vida, con azúcar en la cima y sin ella, con mantequilla a dolor, sin mantequilla alguna, con aceite de girasol, con aceite de oliva

A quien guste de melodías más suaves les irá bien un aceite suave y mantequilla a medias. Sé que hay clásicos marchosos que las hacen solo con oliva virgen extra bien potente. Yo, afrancesado, abrazo las que llevan exclusivamente mantequilla, sin aceites de ningún tipo. 

Aquí nos gusta también espolvorearlas con azúcar antes de hornearlas. El azúcar crea esa película dorada y crujiente que está de vicio. Es cierto que, al caramelizarse, el azúcar se convierte en una barrera que a veces dificulta la expansión de la masa, pero si no te importa que de vez en cuando aparezca un chorretón lateral (la masa busca su camino al expandirse) es muy recomendable hacerlas así. 

Las magdalenas tienen, además de su sabor, una inmensa ventaja: se hacen en dos patadas y sin ningún esfuerzo, siempre y cuando tengas unas varillas eléctricas. Si vas a frecuentar la repostería, por favor, hazte con unas, porque batir a mano será muy artesanal, pero no aporta nada más que agujetas.

Qué voy a necesitar

Ingredientes para una docena de magdalenas grandes

Paso a paso

  1. Bate en un bol los huevos con el azúcar y la ralladura de limón hasta conseguir una mezcla espumosa. Con 5 minutos con la batidora de varillas o un robot de cocina, llega. Si vas a mano, te harán falta 15 minutos y alguna energía. 
  2. Sigue batiendo al tiempo que añades la mantequilla (previamente derretida en un cazo o en el microondas) y la leche. Otros 3 minutos.
  3. Añade la harina, la sal y la levadura química. Bate suavemente unos minutos más hasta conseguir una mezcla cremosa y homogénea.
    consistencia de la masa de magdalenas caseras
  4. Deja reposar la masa en un bol cubierto en la nevera entre 45 y 60 minutos. 
  5. Prepara los moldes sobre una bandeja de horno, dejando espacio entre ellos para evitar que se peguen. Pon una cápsula de papel dentro de cada molde de silicona, o en los huecos del molde metálico. Sin un soporte, las cápsulas de papel, solas, se expanden durante el horneado y no guardan la forma.
  6. Con un cucharón, una jarra o una manga pastelera (el cucharón va perfecto), vete rellenando cada una de las cápsulas. No las llenes hasta arriba, pero sí hasta las cuatro quintas partes.
    Rellena los moldes con la masa usando un cucharón
  7. Si buscas una forma perfecta, ya está, no espolverees con azúcar. Si te gusta ese toque del azúcar caramelizado (a nosotros sí), espolvorea con un poco de azúcar la parte superior. Si te pasas de azúcar, actuará como una barrera y la masa crecerá por donde pueda, generando algún que otro chorretón. Da igual, están muy buenos. 
  8. Introduce la bandeja en el horno, precalentado a 200 grados, a media altura con calor arriba y abajo y sin ventilador. En 20 o 25 minutos estarán listas.
  9. Sácalas de los moldes de silicona o metal cuando puedas y déjalas enfriar sobre una rejilla.

Se conservarán perfectamente varios días en una bolsa de plástico bien cerrada.

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