De la cultura nipona poseo un rasgo único, el de leer de derecha a izquierda, si bien es algo que solo hago en una circunstancia muy determinada. Cuando voy a un restaurante empiezo por el precio y acabo por el plato. Si eres de ese perfil entenderás mis dos momentos de zozobra a la hora de afrontar esta preparación, el primero ocurre al meter en una olla al fuego una buena cantidad de exquisita fruta fresca, y el segundo sucede cuando te pones a estragar pan de molde amputando cortezas y haciendo redondeles de miga.
Una vez pasados esos dos momentos de duda propios de la proletaria condición, todo aquí va en canoa. Hacer el pudin de verano es sencillo y aunque pueda parecer imposible, no se desparrama al desmoldarlo. El milagro de esta receta está en la transformación prodigiosa del pan de molde en una cobertura dulce y delicada gracias al líquido que libera la fruta durante la cocción. La clave está en tener algo de paciencia y dejarlo uno o dos días en la nevera antes de quitarlo del molde y servirlo. Tiene un sabor muy de Enid Blyton, de abuelita británica de posguerra, ideal para las tardes de verano. Si tienes un jardín con una mesa a la sombra de un árbol para disfrutarlo, habrás dado con el contexto ideal para este pudin (y en general para cualquier cosa), ideado en un mundo anterior al glutamato monosódico. Si no lo tienes, como es mi caso, y estás en tu piso urbano y tórrido, al menos te habrás comido un postre excelente, sano y fresco, con una presentación bien colorida y la alegría y desenfado propios de un tiempo previo a las esclavitudes estéticas del olimpo del nuevo gourmet. Lógicamente, para hacerlo en condiciones antes tienes que hacer un buen pan de molde como explicamos aquí.
Entiendo que los rigores estivales te alejen del horno. Vale, no pasa nada, pero si vas a comprar el pan de molde, por favor, que sea una excepción y que te lo venda un panadero que sepa hacerlo, evita las bolsas del súper de esa materia inerte con forma de pan.
Pudin de frutas y pan (o la milagrosa transformación del pan de molde)
¿QUÉ VAS A NECESITAR?
Ingredientes
- 600 g fruta fresca de verano pelada, lavada y deshuesada (yo he empleado fresas, arándanos, frambuesas y cerezas)
- 110 g azúcar
- 6 rebanadas pan de molde
Elaboración paso a paso
- Echa la fruta lavada y sin pepitas en una olla o cazo con el azúcar y ponla al fuego. Si vas a usar fresas y son muy grandes, córtalas en dos o tres trozos. Que no te agobie la precisión, no hay ningún tamaño modélico. Como te salga.
- Llévalo a ebullición pero sin que rompa a hervir, y mantenlo hirviendo a fuego bajo durante tres o cuatro minutos. Durante ese tiempo, remueve con una cuchara para evitar que se pegue. Sabrás que está listo cuando la fruta nade en su propio jugo. Aparta del fuego y déjalo enfriar un poco.
- Mientras enfría vete preparando el pan. Para ello, corta en triángulos varias rebanadas, a las que antes habrá retirado la corteza por los cuatro lados. Con esos triángulos harás los laterales del pudin. Para la base, coge un vaso y corta un círculo que cubra todo el fondo de la flanera. Los triángulos se apoyarán después sobre ese círculo.
- Coge un trozo grande de papel film, y mételo cubriendo todo el interior de la flanera. El papel film facilitará después el desmoldado. Ha de sobrar bastante papel film para poder cerrar al final el molde cuando esté listo.
- Ahora que la fruta ha enfriado algo, cuélala a través del colador o el escurridor, de forma que el líquido caiga en un bol.
- Coge la base redonda de pan de molde para el pudin y métela en el líquido por los dos lados. Se trata de mojarla para que se humedezca y coja color, no de dejarla en el zumo hasta que se desintegre.
- Mete el círculo de pan así mojado en la flanera forrada con papel film y sigue el mismo proceso para crear las paredes con los triángulos de pan. Si te queda algún hueco al final, puedes cubrirlo con un trocito más de pan.
- Ahora con una cuchara vierte la fruta en el interior, reservando un poco, si quieres, para decorar el pudin. Echa la fruta suficiente, pero no llenes el molde, piensa que tienes que dejar como un dedo libre desde el borde para poder ponerle después la tapa, también de pan.
- Cuando hayas acabado de poner la fruta, vierte algo del líquido dulce de la cocción. No tienen que quedar las fresas chapoteando, pero sí debe quedar todo bien mojado. Como con la fruta, puedes reservar un poco para decorar después.
- Con otra rebanada y recortes, haz la tapa, mojando también el pan antes de ponerlo.
- Cuando esté todo bien rematado, pliega los faldones de papel film que te sobraban para cerrar todo el pudin.
- Pon un plato con un diámetro algo menor que la flanera sobre la apertura, y sobre el plato, una lata de tomate o un peso de medio kilo improvisado con lo que tengas por casa.
- Mete así el conjunto en la nevera y olvídate de él al menos 24 horas, son suficientes, pero si esperas 48 horas tampoco le vendrá mal para asentarse.
- Transcurrido ese tiempo quita pesos y plato, abre el papel film, pon un plato y dale la vuelta. Retira con cuidado el resto del papel film, aunque saldrá sin dificultad. Si te apetece, ponle encima una o dos cucharadas de las frutas y el jugo que has reservado y llévalo a la mesa a que te doren la píldora.
Champán y summer pudding nos parece una excelente combinación, Sue 😉
Hola, me gustan mucho vuestras publicaciones, pero me gustaría aportar que este tipo de preparación es una charlota, no un pudding, es verdad que también se utiliza pan y admite cientos de variedades diferentes con muchos tipos de pan. Un saludo y muchas gracias por las publicaciones y las buenas harinas de la tienda.
Muchas gracias, Aida. Estoy de acuerdo contigo en que la técnica es de una charlota, pero me gusta el nombre de pudin de verano como antítesis del pudin de Navidad. Uno no se cuece, es ligero, refrescante y hay que comerlo pronto. El otro es una masa de azúcar, pasas, sebo y licor que mejora con dos o tres meses de reposo. ¡Solo se parecen en la forma!
Chicos, esto es summer pudding en inglés. No es una charlota. Y, con perdón, para nada «Tiene un sabor muy de Enid Blyton, de abuelita británica de posguerra». Esto es el postre por excelencia de picnics los días de opéra al fresco en Glyndebourne, carreras de caballos en Ascot, con copas de champán para acompañar. Jamás he ido a estos sitios, pero sí he catado el summer pudding. Muy bueno. Pero ojo que no te manches la camisa o el vestido… Un abrazo.