Tartas de almendras hay muchas, pero como la de Santiago, ninguna. Y no tanto por su composición, que combina harina de almendra, azúcar y huevo en proporción similar a la de otros tantos bizcochos armados con estos ingredientes, sino por su devenir histórico, de al menos cinco siglos, el lugar que ocupa en la repostería gallega tradicional y la rigidez que marca su Indicación Geográfica Protegida. Y, claro, también por el diseño que la distingue como todo lo anterior.
Para quien no tenga claro aún a lo que nos referimos, decir que este pastel bajo y redondo recubierto de azúcar glas lleva una cruz dibujada en el centro –en alusión a la condición religiosa y militar que la tradición cristiana otorga a Santiago apóstol, y cuya plantilla puede descargarse fácilmente de internet para que la tarta de Santiago quede como dios manda– y es a la confitería gallega de toda la vida lo que la fabada asturiana, la ensaimada mallorquina o la ensaladilla rusa a sus respectivas culturas, reales o figuradas. Cosas que son así y punto.
En este caso, además, podemos señalar que la condición secular de este pastel, llamado “torta real» en la primera alusión conocida, allá por el año 1577, y recogido en el Diccionario General de Cocina de 1892 como “torta de almendras”, no es invent y puede rastrearse en distintos tratados gastronómicos a lo largo de los siglos sin demasiada variación: proporciones casi idénticas de almendra, azúcar y huevo, ingredientes que hasta no hace tanto tiempo eran muestra de capacidad económica y distinción, aromatizados con cáscara de limón y decorados con más azúcar, cruz mediante.
Y, ya que estamos metidas en harina (de almendra), decir también que la víspera del Día Nacional de Galicia –día grande las Fiestas del Apóstol, ese en el que el mundo recuerda cuán grande puede ser un botafumeiro, o Día da Patria Galega, en su forma autóctona y desacralizada– es la mejor fecha para ponerse a hacer tarta de Santiago: aunque no sea preceptivo, unas horas de reposo son lo que este dulce necesita para asentar sus sabores y afianzar esa textura granulada y esponjosa que le es característica, que sienta todavía mejor si la jornada es festiva. Cruzamos dedos.
Tarta de Santiago
¿QUÉ VAS A NECESITAR?
- amasadora opcional
- Rallador de cítricos
- Molde redondo
- Plantilla
- colador
Ingredientes
- 250 g huevo (4 o 5 dependiendo del tamaño)
- 250 g azúcar
- ralladura de limón
- 250 g almendra molida
- 50 g zúcar glas para decorar
Elaboración paso a paso
- Precalienta el horno a 180 °C, con calor arriba y abajo. Coloca el bol de plástico en la Ankarsroom y las varillas.
- Echa los huevos, el azúcar, la ralladura de limón y una pizca de sal. Bate a velocidad media 3 minutos.
- Cuando tengas una mezcla blanquecina y con una textura cremosa, baja la velocidad al mínimo.
- Incorpora la almendra molida poco a poco y mezcla hasta que esté integrada, pero sin batir en exceso.
- Engrasa un molde redondo de 24 cm de diámetro (o fórralo con papel de hornear) y vierte la mezcla.
- Coloca el molde en el horno, en la parte media-baja, y hornéala 30 minutos. Pasado el tiempo, pincha la tarta con un palillo y si sale limpio, sácala del horno y déjala enfriar completamente encima de una rejilla.
- Cuando esté fría, coloca la plantilla de la Cruz de Santiago sobre la superficie y espolvorea generosamente con el azúcar glas, usando un colador para que quede bien uniforme.
- Con cuidado retira la plantilla para que el dibujo de la cruz quede perfectamente marcado.
- Corta la tarta y disfruta de este delicioso postre tradicional gallego.
Notas
- Hemos respetado las proporciones tradicionales de la receta, en las que cada ingrediente representa aproximadamente un 33 % del total (azúcar, almendra molida y huevo a partes iguales), pero puedes reducir la cantidad de azúcar si prefieres un resultado menos dulce y más adaptado a tu gusto.
- Si la preparas el día antes, la tarta estará más asentada en sabor y tendrá mejor consistencia al cortarla. Es un postre perfecto para hacer con antelación.