La vida, en general, da los suficientes palos amargos como para que sea recomendable buscar vías para endulzarla. Una de ellas es dedicarse a la repostería. Sí, es más recomendable si tienes una cinta o una bicicleta fija en el salón, pero yo no los tengo y creo que ante tanta preocupación por la salud, tampoco será lo peor despacharse unos dulces, sobre todo si los hace uno en casa. Son muy buenos para la salud mental, que también se puede resentir si no se cuida.
Los roscos fritos no solo están buenos. Como toda la humilde repostería tradicional, sirven también como máquina del tiempo para regresar a la infancia idealizada, y también para conseguir que tus hijos suelten la tablet y se pongan a echar una mano en la cocina. La panadería y la repostería domésticas unen a la familia y además sus resultados se comen. El anís verde y el sésamo, además, le dan un toque que marca la diferencia con la mayoría de los roscos de medio pelo que se venden por ahí.
Los roscos son toda una tradición en Andalucía, de esas preparaciones de toda la vida de las abuelas que te unen con la tierra y la familia. Hay varias formas de hacerlos, pero a nosotros la nuestra nos encanta, y mucho más si los rebozas, una vez hechos, en almíbar y azúcar, que además de sabor te proporcionarán una cobertura levemente crujiente. Son una merienda excelente, con los delicados aromas de los cítricos y el anís. Los roscos están entre las cosas sencillas que sirven para evocar los momentos más amables de la vida, esos que tanto echamos de menos cuando vienen mal dadas y que, de la mano de la repostería, se pueden todavía recuperar.
Roscos fritos para endulzar la cuarentena
¿QUÉ VAS A NECESITAR?
- 1 bol mediano
- 1 sartén
- 1 báscula
- 1 papel absorbente
- 1 cazo para hacer el almíbar
Ingredientes
Para los roscos
- 600 g harina de repostería El Amasadero
- 150 g zumo de naranja natural
- 150 g aceite de girasol
- 150 g azúcar
- 1 huevos enteros
- 1 yemas de huevo
- 5 g canela de Ceilán en polvo El Amasadero
- 5 g polvos de hornear (levadura tipo Royal) (tipo royal)
- 5 g anís verde ecológico (matalahúga) El Amasadero
- 1 clavos El Amasadero
- ralladura de medio limón
- 25 g semillas de sésamo ecológico El Amasadero (opcional)
- azúcar glas ecológico para rebozar los roscos
- más aceite para freír
Para el almíbar
- 150 g agua
- 25 g azúcar
- piel de medio limón
- piel de media naranja
- 5 g anís verde ecológico (matalahúga) El Amasadero
Elaboración paso a paso
- Primero hacemos el almíbar mezclando en un cazo todo los ingredientes y calentando diez minutos a fuego medio, removiendo de cuando en cuando para evitar que se pegue. Ha de quedar un almíbar ligero, sin demasiada evaporación. Una vez hecho lo dejamos enfriar.
- En una sartén ponemos el aceite, el clavo y la matalahúga y ponemos al fuego unos minutos para que el aceite coja sabor y aromas. Una vez hecho, colamos y reservamos el aceite.
- En un bol mezclamos el resto de los ingredientes, incluyendo el aceite, dejando la harina para el final. Mezclamos y cuando se pueda, volcamos sobre la mesa para amasar brevemente hasta conseguir una masa homogénea. Dejamos reposar 20 minutos.
- Ponemos en una sartén abundante aceite y calentamos. Iremos cortando pequeños trozos de masa que estiraremos sobre la mesa o entre las manos, como hilos de plastilina. Juntamos bien los extremos para darles la clásica forma de aro y freímos en aceite caliente, pero que nunca llegue a humear.
- Cuando estén bien dorados los sacamos y los ponemos en un plato con papel absorbente para eliminar el exceso de aceite.
- Dejamos que enfríen un poco y cuando podamos manipularlos, los mojamos brevemente en el almíbar y acto seguido los rebozamos en azúcar glas. Y a por ellos sin parar.
Hummm, qué ricos. Ya sé que como están buenos-buenos es fritos, pero, si me da un ataque de «voy a cuidarme un poquito que vaya cuarentena llevo…» ¿se podrían hacer al horno o pierden toda la gracia? Muchas gracias.
Toda no la pierden, Eva, pero sí una poca.