¿Propósito o despropósito? Nuestros deseos panarras para 2026


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¿Propósito o despropósito? Nuestros deseos panarras para 2026

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Propósitos de año nuevo los hay de todas las formas y colores. Grandilocuentes o humildes. Quiméricos o asequibles. Posibles o imposibles. Cortazar, historiador de cronopios y de famas, no pedía mucho: “Solamente tu mano, tenerla como un sapito que duerme así contento”, mientras Kipling –el del Libro de la Selva, sí, y tantos otros–  se proponía aparcar sus vicios en el estante, seguir un camino “más piadoso y sobrio” y amar a sus vecinos, “excepto los dos o tres de siempre”. 

También en El Amasadero aspiramos a mejorar lo mejorable, y aunque nuestros anhelos nuestros son, hemos querido, en estas fechas, compartir con esta nuestra comunidad aquellos deseos que atañen a aquello que más nos une. Pimpán.

Andrés, la masa madre de todo esto, va fuertecito. “Aunque llevo muchísimo tiempo haciendo pan de forma muy regular, siempre he evitado meterme en aquellos que no me dan ‘alegrías’, o sea, que el resultado defrauda (tanto a mí como a la familia)”, contextualiza. Ese, confiesa, ha sido el caso de los enriquecidos como el brioche: “Aunque de sabor siempre están muy correctos, jamás he logrado sacar panes con una miga jugosa y tierna”. Así que después de varios intentos fallidos, decidió  «pasar» de ellos. Hasta ahora. “Para este 2026 quiero dedicarles más tiempo, hacer más pruebas y ver si soy capaz de sacar esas migas que sueño en ese tipo de piezas”, avanza. El primer intento va a ser con tang zhong: “Después de muchos años es el único prefermento que he usado con el que he visto un cambio importante en las migas finales de este tipo de panes”. Desde aquí le deseamos, como se estila en política, “suerte y aciertos”.

También Luzma, parte del equipo base de El Amasadero, fija en las masas dulces su propósito para el año que entra. “Entender cómo mejorar esos panes a los que hasta ahora no he dedicado tiempo porque aún estoy familiarizándome con los panes sin enriquecer y con los diferentes tipos de harinas. Me gustaría dedicarle más tiempo a masas como las de roscones, panettones, etc.”, planea. 

Para Ana, otra de las personas que está en el día a día de El Amasadero, 2026 está llamado a ser el año en el que mejorar sus habilidades con el pan, la fermentación y el amasado. “Conocer mejor los procesos básicos, ya que nunca he hecho pan antes de trabajar aquí, y aunque aquí cuento con la ayuda de los compañeros, aún me falta por entender y controlar las técnicas básicas”, reconoce. 

Los retos de su compañero Javier son variopintos. Desde el pan de pita, con el que nunca se ha atrevido, al roscón sin azúcar, a ver qué sale. “En lo que se dice pan ya he probado a hacer casi de todo: pan de molde, brioche, ciabattas, baguettes. Y con masas no fermentadas y dulces he hecho rosquillas, borrachuelos, bizcochos….. La verdad es que como me gusta tanto cocinar he hecho casi de todo: pan con masa madre, con polish, levadura seca… Me gustaría seguir aprendiendo más”, cuenta. No se nos ocurre proyecto más encomiable. 

A Pepa, que he hecho poco pan en casa y siempre con panadera e integral de espelta, le gustaría hacer baguettes o molletes, piezas más ligeras para bocatas y congelar. «Y, si cojo más confianza, probar con masas dulces», se propone.

Belén, que se ha llevado varias veces nuestra masa madre a casa, se propone «aprender a conservarla y a usarla».

Tras terminar de adecentar el pendello de su horno de piedraRodrigo, nuestro enlace con todas las patas de este pulpo hecho de harina, agua y levadura,  ansía recuperar las hornadas comunales, pero con un pequeño giro. “En vez de hacerla entre los vecinos (ya casi no quedan), me gustaría atraer a gente más urbanita con la excusa de pasar un día en el campo haciendo algo diferente y, de paso, darle un poco de vida a la aldea”, ambiciona.

La gente de Amarillo Limón, nuestros especialistas en Prestashop, también tiene sus metas, algunas de ellas, redondas. Javier Pardo quiere hacerse “amigo de las masas y aprender a hacer buen pan”, aunque no se siente muy confiado en sus herramientas. “Lo he intentado, pero nunca he sido capaz”, dice, con excepción de pizzas y tortillas de maíz. Paco Garrido, por su parte, se propone aprender a gestionar fermentaciones y porcentajes de humedad en las masas de pizza, “para que a la hora de darle forma no me encuentre el desastre de siempre”. 

En Disruptivos, encargados del marketing automation en este 2025, se toman muy a pecho esto del amasado. “Para mí es un reto personal con mi hermano, porque llevamos varios años comiendo el panettone que mi hermano siempre prepara en Navidad. Para el año que viene voy a llevar el mío y superarlo”, se marca Josema Aranda. Por su parte, Salva Alvarado mira la masa madre “más como experimento y de capacidad propia”. “Mi hermana tiene una masa madre que lleva alimentando mucho tiempo y usa para diferentes recetas y quería tener la mía propia. Y el pan, porque después del taller con Andrés me parece la oportunidad perfecta para usarla”, proyecta.

Desde Femür, que nos ha apoyado este año en temas de comunicación, cada cuál tiene sus preferencias: Marieta quiere hacer pasta fresca, Judit, pan para los desayunos, y Carlos, hacer sus propias masas para pizza. “Y comerlas”, aclara. 

María Vázquez, diseñadora, admite que su curiosidad por el proceso de hacer pan nació de la colaboración con El Amasadero. “Es uno de mis propósitos para este nuevo año, con tiempo, paciencia y aceptando que los primeros no saldrán perfectos», se plantea.

María Sierra, encargada de gestionar nuestra cuenta de Instagram, ya se ve llegando tarde a su objetivo panarra para el año que viene. “Despedidos los Reyes Magos, apenas queda un mes para los carnavales, muy poco tiempo para acercarme, aunque solo sea un poco, al punto de amasado ideal de las ‘bolas de Entroido’, un postre tan típico de mi pueblo, Ortigueira (A Coruña), como único. Solo se hace en el Ortegal”, apunta, antes de contarnos sus razones: “Llevo años practicando discretamente, de Carnaval en Carnaval, y sigo sin pillar la fórmula mágica de «harina, la que te pida» que viene en el recetario de mi madre. Claro que ella era una campeona de las ‘bolas de Entroido’ (literalmente: ganó durante años el concurso local), así que obviamente la masa le hablaba. A mí, ni chis. O me quedo corta y aquello es un suflé o me paso y las ‘bolas’ son pan duro de nacimiento. Primer propósito, atinar con la harina. Segundo propósito, tratar mejor a la masa. Porque el proceso de estirarla requiere de una destreza que tampoco pillo del todo, es como una danza de dedos en la que yo claramente bailo otra cosa. Así que a practicar toca”. Que así sea. 

Mónica Prego, responsable de elaborar y explicar paso a paso muchas de las recetas que aparecen en nuestro blog, se fija para 2026 “potenciar sus cursos de masas” y no tenemos dudas de que lo conseguirá. 

“¿Fantasear con irse a vivir a una casa en la aldea con horno de leña donde montar un obrador para… quién-sabe-qué-si-una-no-es-quién-de-amasar-ni-una-baguette cuenta como propósito panarra de año nuevo?”, se pregunta la que  hoy escribe cuando quiere dar cuenta de sus delirios pretensiones con las masas a corto-medio-largo plazo.

Dando por hecha la respuesta sensata, apunta algunas ambiciones un poco más practicables, como acostumbrarse a hornear tu propio pan de molde. “Vale que esto es un poco ‘de cien a cero’ pero el primer paso es reconocerlo: no meto en el horno algo que no sea pizza, galletas o bizcocho desde hace eones y mi molde, de silicona fosforita, es de antes de que se inventara el cronut, así que volver a las viejas-buenas costumbres de la rebanada cuadrada que no viene dentro de una bolsa, si se logra un poco de regularidad, tampoco me parece demasiado modesto”. 

Como quimera de 2026, admite que también le ronda la idea de intentarlo con un roscón de reyes, “aunque me desanima tener que comprar fruta escarchada, el peor invento desde la bomba atómica o el sushi con queso crema”. Y eso sin meterse en los misterios insondables de las masas dulces enriquecidas. “Esta semana haré una asamblea conmigo misma para decidirlo –calcula–. ¡Deseadnos suerte!”.

Pues eso, deseadnos suerte. ¡Feliz año!

(Y no dudes en compartir en los comentarios tu propósito panarra para 2026).

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