En un bol mediano bate el vino con la mantequilla, la manteca y el aceite.
Añade la yema del huevo, la sal y la levadura de repostería y bate hasta conseguir una consistencia cremosa y homogénea.
Ahora ve añadiendo la harina al bol por tercios y ayúdate de una rasqueta para mezclar.
Al final pasa la masa a una encimera y junta bien todos los trozos de masa para formar una bola, pero sin sobretrabajar la masa.
Guarda la masa en el bol y tápalo con un gorro de ducha o un plato y guarda en la nevera durante 30 minutos.
Mientras, prepara el relleno: Muele las nueces en pequeñas tandas con la ayuda de un procesador de comida.
En un bol pequeño mezcla las nueces con el resto de los ingredientes del relleno con la ayuda de una cuchara.
Tapa el bol y reserva en la nevera.
Saca la masa de la nevera y aplástala con un rodillo en una encimera ligeramente espolvoreada de harina.
Doblala por tercios: desde arriba hacía el centro y luego desde abajo hacía el centro.
Dale la vuelta y vuelve a aplastar la masa y doblarla de nuevo
Repite el paso 11 una vez más.
Guarda la masa de nuevo en el bol, tápalo y reserva en la nevera durante al menos 2 horas o incluso 1 día.
Una vez pasado ese tiempo, en una encimera espolvoreada de harina, aplasta la masa con un rodillo para crear un rectángulo de 30×50 centímetros.
Córtalo con un cuchillo en 14 partes iguales (unos rectángulos de 15×7 centímetros aproximadamente).
En cada rectángulo echa aproximadamente 30 g del relleno en forma de un rulo, sin llegar a los extremos del rectángulo.
Enrolla el relleno en la masa, junta los pliegues y aprieta en los extremos con un tenedor, como con una empanadilla, para juntarlos.
En una sartén echa aceite a fuego medio alto. Echa en el aceite una rama de canela y la cáscara de un limón.
Cuando esté bien caliente el aceite, fríe las casadielles hasta que cojan un color dorado. Frielas primero con el pliegue apuntando hacía abajo para sellarlo y luego dale la vuelta.
Sácalas encima de un plato con papel de cocina para que éste absorba los restos del aceite.
Pásalas con cuidado a un plato con azúcar blanco para rebozarlas. Ten cuidado porque son muy frágiles cuando están calientes.
Deja enfriar y sirve.