Bate bien en un bol los huevos y añade la leche sin dejar de batir. Agrega el resto de los ingredientes y sigue aplicando las varillas hasta obtener una crema homogénea. Deja reposar 15 minutos.
Calienta una sartén al fuego y engrásala con uno poco de mantequilla. Solo tendrás que hacerlo con el primer pancake.
Cuando haya cogido temperatura (sin humear, no hay que pasarse) vierte en el centro medio cucharón de masa (o directamente con una jarra si te resulta más sencillo). Ella sola formará un disco que empezará a solidificarse con el calor. Procura que la sartén esté siempre caliente, pero no al máximo: al 7 o 7,5 en una escala de nueve llega para mantener la temperatura.
En un minuto o minuto y medio verás que la superficie se llena de burbujas.
Levanta un poco por un lado con una espátula y comprueba que el pancake se haya dorado bien. Dale la vuelta y aguarda otro minuto.
Al plato y a por el siguiente. Y listo. No tiene más misterio.
Notas
Es normal que el primero que haces no quede perfecto. Seguramente la sartén no ha alcanzado la temperatura suficiente. El segundo te quedará mejor. Si te gustan los pancakes más gruesos, añade a la receta 50 gramos más de harina, se expandirán menos en la sartén y tendrán un poco más de volumen.