Mezcla en un bol la harina con el azúcar y la levadura panadera.
Añade el yogur natural, aceite, agua y sal y amasa hasta conseguir una masa homogénea.
Cubre y deja reposar aproximadamente una hora, hasta que duplique el volumen.
Una vez duplicado el volumen, pon un poco de aceite en tus manos y en la encimera.
Desinfla la masa y repartela en 10 trozos iguales.
De cada trozo forma una bola.
Coloca las bolas formadas en algún recipiente engrasado con un poco de aceite.
Cúbrelas y déjalas fermentar hasta que otra vez dupliquen el volumen.
En una olla (es mejor usar un olla y no una sartén para no salpicar todo de aceite) echa aceite de girasol u otro apto para freír y calienta a fuego fuerte. La cantidad tiene que ser suficiente para que una vez coloques el pan formado, éste esté flotando y no tocando el fondo.
Una vez el aceite esté suficientemente caliente para freír, baja a fuego medio.
Coge una bola de masa y estírala con tus manos para formar un círculo.
Colócalo en el aceite y fríelo de un lado y luego del otro. Se tarda poco. Estará listo cuando los bordes empiecen a estar dorados.
Saca el langos frito y colócalo encima de un papel de cocina – éste absorberá los restos del aceite.
Haz lo mismo con el resto de las bolas de masa.
En un bol pequeño mezcla un poco de aceite de oliva y un diente de ajo machacado.
En otro bol pequeño mezcla un yogur griego natural con unas gotas de zumo de limón.
Antes de servir el langos, úntalo con un poco de aceite de ajo, el yogur griego y espolvoréalo con queso rallado.