Calienta el agua y la leche (las puedes mezclar) hasta que estén tibias, ayudará a activar antes la fermentación.
Mezcla todos los ingredientes, salvo las semillas, en un bol, y amasa sobre la mesa una vez que absorban la humedad. Verás que es un amasado agradecido y sencillo. Al principio se pegará un poco, pero al cabo de cinco minutos tendrás una masa tersa. Deja reposar cinco minutos y amasa otros dos minutos más.
Forma una bola e introdúcela en un bol aceitado, que dejarás fermentar tapado y a temperatura ambiente alrededor de una hora y media, hasta que haya doblado prácticamente su volumen.
Es el momento de agregar las semillas. A mi me gusta estirar la masa con las manos hasta conseguir un rectángulo, esparcir las semillas por toda la superficie, y después enrollarlo apretando bien. Así conseguirás que las semillas cojan una bonita forma de espiral.
Unta muy bien el molde con mantequilla (con aceite es más fácil que el pan se pegue, con mantequilla se desmolda sin ningún esfuerzo) e introduce dentro el pan, con los pliegues hacia abajo.
Cubre el molde con un plástico o papel film y déjalo a temperatura ambiente media hora más, verás que sube con fuerza. Mientras, precalienta el horno a 200 grados, con calor arriba y abajo y sin ventilador.
Antes de introducir el pan en el horno (en la segunda altura contando desde abajo) pinta la superficie de la pieza con leche, lo que contribuirá a darle un bonito color dorado.
Hornea durante 35 o 40 minutos. Como es fácil que la parte superior se dore en exceso, si ves que se oscurece demasiado, cúbrela con una hoja de papel de aluminio, pero no saques todavía el pan del horno. Deja que complete el tiempo.
Si te gustan los bordes dorados, al acabar el horneado, desmolda inmediatamente y vuelve a meter el pan cinco minutos más, ya sin molde, directamente sobre la bandeja. Si prefieres los bordes más blancos, ahórrate este paso. Tanto para sacarlo del horno como para desmoldarlo emplea unos guantes de horno adecuados, como estos, evitarán que te quemes no solo al tocar el molde, sino también los brazos cuando sin querer tocas los bordes del horno al sacar o meter panes dentro. Déjalo enfriar sobre una rejilla y listo. A por él. En la panera aguantará sin problemas cinco o seis días.