En un bol, bate 2 huevos y 1 yema con el aceite y el azúcar hasta que estén espumosos. Reserva la clara para preparar el glaseado de azúcar.
Agrega 50 ml de anís, mezcla nuevamente y reserva. Aparte, echa 300 g de harina floja de repostería con una pizca de sal y 8 g de bicarbonato en el bol de la amasadora. Añádele la mezcla líquida poco a poco y trabaja la masa durante 5 minutos a velocidad media hasta que esté integrada.
Vuelca la masa en la superficie de trabajo y amasala con las manos unos minutos hasta que quede suave y lisa.
Divide la masa en porciones de 70 g, formas bolas con ellas y luego colócalas en la mesa de trabajo.
Una vez que hayas preparado todas las bolas, enciende el horno a 200ºC y mientras se calienta, dale forma a las rosquillas. Coge una porción de masa, haz un agujero en el centro y moldea la rosquilla. Luego colócala en una bandeja de horno forrada con papel y presionala ligeramente.
Haz el resto de las rosquillas de la misma manera y cuando estén todas formadas,hornearlas durante 15 minutos.
Una vez que haya pasado el tiempo de horneado y las rosquillas estén doradas, retira la bandeja del horno y colócalas en una rejilla para que se enfríen.
Mientras, prepara el glaseado de azúcar. Pon la clara de huevo reservada en un bol y bátela ligeramente hasta que esté espumosa. Agrega 2 cucharadas de zumo de limón y sin dejar de batir, añade poco a poco 250 g de azúcar glass. Mezcla todo bien, hasta conseguir un glaseado blanco y denso.
A continuación, cubre la parte superior de cada una de las rosquillas con el glaseado y vuelve a colocarlas en la rejilla. Una vez que todas estén bañadas, espera a que se sequen, durante unas dos horas, y ya las tendrás listas para disfrutar.