Pon todos los ingredientes de la masa en el bol y comienza a mezclar y amasar hasta que se forme una bola y no quede harina suelta.
Sigue amasando hasta que la masa deje de ser pegajosa. A nosotros nos gusta terminar de amasar a mano, en la mesa, hasta que tenga un aspecto liso. Si ves que no queda lisa, tápala con un paño, déjala reposar 5 minutos y termina de amasar.
Forma una bola, ponla en un bol y tápalo con un plástico, un paño o con un gorro de ducha.
Deja fermentar hasta que duplique su volumen. A nosotros nos tardó de 2:30 a 3 horas a 22 ºC.
Una vez finalizada la fermentación en bloque, saca la masa del bol y colócala sobre la encimera ligeramente enharinada.
Desgasifica ligeramente aplastando la masa un poco y forma una bola. Si has hecho masa para más de una pizza, este es el momento de dividir en porciones de 450 g y bolear.
Pon la bola de masa en un túper o un bol y tápalo con un plástico o gorro de ducha.
Deja la masa reposar durante aproximadamente 1:30 horas a 22 ºC para que repose y crezca ligeramente, aunque no es necesario que llegue a duplicar su volumen.
Llegó el momento de formar la pizza. Para ello, pon un poco de harina en la mesa y vuelca la bola de masa. Pon un poco más de harina encima y comienza a aplastarla con un rodillo para formar un disco de masa unos 29 ó 30 cm de diámetro.
Engrasa el molde con un poco de aceite de oliva o con spray desmoldante.
Coloca la masa en el molde, ajustándola bien con los dedos para que llegue a las esquinas. Los bordes se caerán hacia dentro, es normal, cuando le pongas el relleno se sostendrán solos.
Es la hora de rellenar tu deep dish pizza. Añade la mozzarella rallada y repártela bien, sujetando los bordes para que no se doblen hacia el interior.
Añade la salsa de tomate y distribúyela con una cuchara sobre toda la pizza.
Pon encima del tomate los ingredientes que más te gusten y termina con queso parmesano rallado. También puedes pintar el borde de la masa con aceite de oliva.
Mete la pizza en el horno precalentado a 220 ºC, sin ventilador, calor arriba y abajo, en la posición central del horno. Cocínala hasta que esté bien dorada. En nuestro caso tardó 35 minutos.
Una vez bien cocinada, sácala del horno, desmonta el molde y colócala sobre una tabla. Córtala en porciones con un cuchillo y sírvela como si fuera una tarta.