Corta la paleta en trozos muy pequeños (medio centímetro de ancho, más o menos). No la piques o el relleno te quedará seco. Salpimenta generosamente y reserva.
Mezcla la sal y la harina en un bol.
Hierve la manteca con 200 ml de agua y echa sobre la harina. Mezcla bien con una cuchara.
Cuando la masa se enfríe y se pueda coger con las manos, la estiras con un rodillo hasta que tenga unos 3 milímetros de grosor. Luego corta un círculo de unos 20 centímetros de diámetro.
Enharina ligeramente el exterior del bote de cristal, lo forras con el círculo de masa, recortas las paredes para que tengan unos 10 cm de altura y lo metes en la nevera unos minutos. Mientras tanto, corta otro círculo de masa de unos 10 cm de diámetro.
Saca el bote de la nevera y desmolda la masa con cuidado.
Rellena generosamente con la carne picada hasta los bordes. Humedécelos y coloca el otro disco encima. Pellizca los bordes con las manos para sellarlos, intentando que quede bonito.
Reserva en la nevera 1 hora y precalienta el horno a 200º.
Coloca sobre una bandeja de horno forrada con papel, pinta con huevo batido, haz un agujero del tamaño de tu dedo meñique en la tapa y hornea durante una hora a media altura. Si ves que se tuestan demasiado por arriba, cubre con un poco de papel de aluminio.
Una vez hechos, deja enfriar sobre una rejilla.