Unta con mantequilla un molde de 25 cm de base desmontable (al desmontarse y poder empujarse hacia arriba, te ayudará a sacar la base sin romperla) y reserva.
Espolverea ligeramente la superficie de trabajo con harina y extiende la masa con un rodillo hasta que tenga entre 3 y 5 cm de grosor. Esto es más fácil si tu cocinas es fría. Si ves que la masa se vuelve muy blanda, métela en el congelador durante 10 minutos y luego sigue. También puedes probar a extender la masa entre dos hojas de papel de horno.
De vez en cuando, pasa una espátula metálica por debajo de la masa para evitar que se pegue a la encimera.
Cuando tengas un círculo de unos 27 cm de diámetro, quita la harina sobrante con un pincel, enrolla la masa sobre el rodillo y coloca encima del molde.
Presiona con los dedos la masa contra la base y las paredes del molde.
Pasa el rodillo sobre el molde para cortar la masa sobrante.
Vuelve a presionar las paredes hasta que la masa sobresalga ligeramente.
Pincha la masa con un tenedor, por toda su superficie, y mete en la nevera 30 minutos.
Mientras tanto, corta un círculo de papel de horno de unos 28 cm de diámetro.
Vete doblando por la mitad sucesivas veces hasta tener un triángulo.
Haz unos cortes de 3 cm en el borde exterior.
Deshaz las dobleces, coloca el papel sobre la masa y rellena con bolas de cerámica para hornear o judías secas. Hornea a 180º durante unos 18-20 minutos.
Retira las judías y el papel y hornea otros 6-7 minutos.
Retira la masa del molde y deja enfriar sobre una rejilla.