Sobre un bol grande, pasa la harina integral de trigo por un cernidor o un colador grande hasta obtener 400 g de harina cernida. Reserva el salvado para más adelante.
Añade el resto de ingredientes secos al bol y remueve hasta que queden bien mezclados.
Echa el agua y mezcla hasta que no queden restos de harina seca.
Mete el bol dentro de una bolsa de plástico y deja fermentar en la nevera unas 8-10 horas. Si quieres, puedes plegar la masa un par de veces durante esta fermentación.
Pasado este tiempo, echa un poco de harina sobre la encimera, saca la masa del bol (si usas una rasqueta lo harás más fácilmente y sin rasgar la masa) y dale unos golpecitos con los dedos para aplanarla
Pliega la masa como si fuera una carta.
Echa en un plato el salvado que has reservado, coloca la masa encima y muévela un poco para que se cubra con él.
Pon la masa a fermentar en un banneton mediano o en el hueco hecho con un paño de lino plegado. En el primero, la parte lisa de la masa va hacia bajo; si usas el segundo, hacia arriba. Deja reposar entre una hora y media y tres horas, dependiendo de la temperatura de tu cocina.
Unos 20 minutos antes de meter la masa en el horno, precaliéntalo a 220º. Si usas una plancha Celsius, hazlo una hora antes (y no te preocupes por la factura de la luz). Pasa la masa a la bandeja de horno o a la plancha Celsius, hazle un corte bien marcado en la corteza con una cuchilla de panadero o un cuchillo de hoja lisa bien afilado y hornea durante 45 minutos. Si quieres, coloca un cacito metálico con agua hirviendo dentro del horno para generar vapor (esto ayuda a dar más volumen al pan).
Deja enfriar sobre una rejilla. Puedes comerlo cuando quieras, pero te recomiendo que repose un día.