Mezcla los ingredientes de la masa (harina, agua, aceite, sal, levadura y malta) en el bol y comienza a mezclarlos hasta que se absorba el agua. La malta tostada aporta sabor y color, pero si no la tienes, sigue sin ella.
Amasa sobre la encimera e incorpora poco a poco la albahaca (picada fina si es fresca). No hacen falta grandes esfuerzos de amasado. Amasa un minuto, deja reposar cinco y vuelve a amasar. Tras el tercer reposo la masa debería estar lista.
Según la prisa que tengas, puedes hacer dos cosas: mete la masa en un bol tapado en la nevera y olvídate de ella hasta el día siguiente, o déjala fermentar aproximadamente hora y media también en un bol tapado a temperatura ambiente. La primera de las opciones te evita esperas y no te estropea el final de la película, pero dependerá de tu agenda. Más facilidades imposible.
Transcurrido ese tiempo (hora y media o la noche en la nevera, al gusto) saca la masa del bol y extiéndela ligeramente con las manos.
Pásala a un trozo de papel de hornear, cúbrela con otro trozo de papel y extiéndela con el rodillo como en la imagen de abajo.
Una vez estirada la masa, coge el pincel y píntala generosamente con aceite de oliva. El que más rabia te dé mientras sea bueno. Tampoco hace falta dejar charcos, pero no seas cutre con el aceite.
Coge el cortador de pizzas y haz los palitos, con cortes rectos y espaciados unos dos o tres centímetros.
Cubre la masa así cortada con con papel film y déjala reposar media hora en una bandeja de horno. Si dejaste la películas en pausa al acabar la fermentación, ahora es buen momento para ver ese final, pero no te pases de tiempo, porque no interesa una segunda fermentación larga que aportará un volumen que no queremos.
Tras esta breve segunda fermentación retira el papel film y espolvore los palitos con el ajo finamente picado y con sal gruesa o Maldon.
Mete la bandeja con los palitos en el horno precalentado a 220 grados y nada más cerrar la puerta, baja la temperatura a 200 grados. En 20 minutos tienen que estar listos. Sácalos y déjalos enfriar un poco antes de atacar sin tregua.