Antes de nada, sobre todo si vas a emplear un sobre de levadura que lleve un tiempo abierto, comprueba que la levadura está activa. Basta con mezclar dos cucharadas de harina con tres de agua y un gramo de levadura. Si en diez minutos ves que sube, la levadura está activa. Si no, abre otro sobre.
Calienta el agua en un cazo hasta que esté tibia. Ayudará a activar la fermentación. Mezcla todos los ingredientes en un bol y, cuando la harina absorba el líquido, amasa sobre la encimera cinco o seis minutos hasta obtener una masa lisa y que no se pegue.
Forma una bola y déjala reposar en un bol aceitado durante tres horas, hasta que doble holgadamente su volumen.
Ya puedes extenderla y no hace falta rodillo. Aceita un poco la base de la bandeja y extiende la masa por toda la superficie apretando con los dedos. Cubre la bandeja con un paño y déjala fermentar otra hora.
Mientras, prepara la salsa. Pon en una sartén un poco de aceite, para darle un toque al aceite, cuando esté caliente, disuelve en él una anchoa. Basta con ponerla en la sartén y apretar con la cuchara de madera.
Agrega las cebollas picadas en trozos finos y deja que se pochen hasta que estén transparentes.
Ahora toca añadir el tomate. Nuestros excelentes pomodorinos vesubianos tienen piel, basta con que se la quites pellizcando uno a uno con los dedos. Yo prefiero echarlos con piel y pasar la salsa después por el chino. Escurre un poco el líquido, pero no hace falta que lo dejes seco. Al final, te sobrará una cuarta parte de la salsa, pero vale la pena hacerla toda y congelar lo que no uses. Agrega el azúcar y el orégano y en media hora tendrás una salsa de tomate fantástica. Si no vas a emplear anchoas, ponle un poco de sal. Y si vas a usar nuestra salsa de pizza ya hecha, lógicamente, obvia todo este paso.
Cuando la masa haya subido en la bandeja, después de la hora de reposo, reparte por toda su superficie trocitos de anchoas y trocitos de queso empujándolos con el dedo para que se hundan en la masa.
Agrega la salsa de tomate repartiéndola bien por toda la superficie con una cuchara.
Introduce en el horno precalentado a 210 grados, con calor por arriba y por abajo, sin ventilador y en la segunda altura contando desde abajo. Si tienes plancha Celsius, pon la bandeja directamente sobre la plancha.
Hornea 20 minutos. Sácala del horno y espolvorea un poco de pan rallado, el queso rallado, un pellizco generoso de orégano y un chorro de aceite de oliva. Déjala en el horno 10 minutos más y sirve. Verás.