Aunque hacerlos es muy fácil y puedes prepararlos en media hora, vale la pena, ya que estás metido en harina, hacer más de los que vas a comer. Una vez fritos, mételos en una bolsa y congélalos (siempre sin azúcar). Para descongelarlos, pasa directamente los churros del congelador al horno, precalentado a 220 grados. En siete u ocho minutos estarán igual que recién hechos.