Pesamos todos los ingredientes y en el bol de la amasadora añadimos por la harina y la mitad de la leche. La ponemos en marcha a mínima velocidad y añadimos la levadura, la sal y los huevos uno a uno. Dejamos que se vaya humedeciendo la harina y añadimos el azúcar.
Cuando se integre todo, añadimos la leche restante. Si ves que la masa queda muy seca, añade una cucharada más de leche.
Cuando la masa se haya hecho una bola alrededor de la espiral de la amasadora, añadimos la mantequilla poco a poco, dejando que se integre en la masa. Podemos apagar la amasadora unos minutos entre medias.
Seguimos amasando hasta que la masa desarrolle el gluten.
Ahora tenemos dos opciones: meterla en un bol bien tapadita y a la nevera hasta el día siguiente o esperar a que fermente a temperatura ambiente durante 1 hora y media, 2 horas.
Cuando la masa haya subido apreciablemente, la dividimos en porciones de unos 50 a 60 gramos y boleamos.
Dejamos 10 minutos reposando para que las bolas de masa se relajen y se estiren más fácilmente.
Untamos ligeramente con aceite la superficie de trabajo y estiramos las bolas con un rodillo o las puntas de los dedos . Tienen que quedar de forma redonda-ovalada.
Disponemos una cucharadita de crema en el centro de cada trozo de masa.
Plegamos sobre sí misma para que quede forma de media luna y sellamos apretando bien los bordes.
Dejamos que fermente un poco antes de freír, aunque no tiene que doblar de tamaño. Durante la fritura aumentarán bastante gracias a la cantidad de huevo que llevan.
Mientras tanto, preparamos el baño calentando la miel y el agua en un cazo hasta que aquella se disuelva y quede un líquido homogéneo.
Para freír necesitamos suficiente aceite para que no toquen el fondo. El aceite debe estar caliente pero no en exceso, ya que, si no se dorarían muy rápido y se quedarían crudas por dentro, así que mejor a fuego medio-bajo.
Freímos 2 ó 3 minutos por cada lado, hasta que estén doradas. Si ves que tardan en dorarse, sube un poco el fuego; si se hacen demasiado rápido, aparta la sartén del fuego, bájalo y colócala de nuevo tras esperar unos 30 segundos a que el aceite baje de temperatura.
A medida que se vayan haciendo, las sacamos de la sartén y las sumergimos en el baño de miel. Si nos sobra miel la podemos echar por encima… total, un poquito más de miel no va a revertir el efecto que estas japonesas van a producir en nuestro organismo… felicidad, me refería a la felicidad.