La clave para esta receta está en tostar antes de usarla tanto la harina como la almendra. Para ello, extiende ambas en sendas bandejas de tal modo que las dos te quepan en el horno a la misma altura. Si no tienes sitio, tendrás que ir por turnos.
Mételas en el horno a 150 grados a media altura y deja la almendra unos 20 o 25 minutos, hasta que veas que se tuesta un poco. Un poco es que se ponga marrón suave, no que se queme. La harina necesitará algo más de tiempo, unos 35 minutos, verás que se tuesta levemente. A mitad del proceso puedes remover un poco el contenido de las bandejas para que el tostado sea más homogéneo.
Esa era la parte más difícil. Deja que se enfríen y mientras, mezcla la manteca con el azúcar hasta conseguir una pasta. Añádele la canela y la almendra (ya fría) y sigue mezclando a mano hasta lograr una masa homogénea. Ahora, poco a poco, súmale la harina tamizada. Tamizarla es importante porque tras pasar por el horno es fácil que queden partes apelmazadas. De tanto sobeteo la masa estará ahora bastante blanda, así que métela, en el bol tapado, en la nevera durante una hora.
Toca estirar la masa. Lo puedes hacer entre dos láminas de papel film o de papel de hornear. Ponerle papel de hornear debajo no es mala idea para evitar que se pegue, aunque esta masa no es especialmente pegajosa. Verás que la masa es quebradiza, así que estírala con cuidado hasta dejar un grosor de 1,5 o 2 centímetros. Gorditos están más buenos. Ahora aplica el corta pastas y vete completando una bandeja de horno con papel en la base. Deja algo de espacio entre ellos, no porque crezcan, que no lo hacen, sino para que te resulte después más fácil retirarlos uno a uno con sitio para maniobrar. Junta los restos de masa, estira de nuevo y repite el proceso hasta que no te quede nada. Coge la bandeja de horno con los polvorones sin hornear y métela media hora en la nevera.
Con el horno precalentado a 200 grados mete la bandeja directamente de la nevera a media altura (calor por arriba y por abajo sin ventilador). En unos 20 minutos estarán listos, cuando veas que se tuestan un poco.
Retira del horno y en cuanto puedas tocarlos sin quemarte pásalos con sumo cuidado (son quebradizos) a la rejilla. Espolvorea generosamente con azúcar glas y cuanto estén fríos del todo envuélvelos en sus papeles como si fueran caramelos. Ya puedes salir a repartir dicha y felicidad.