Pesa la harina y mide en el mismo vaso los 200 ml de agua y los 200 ml de aceite (así se respeta la tradición de medir por volumen).
En un bol mezcla ligeramente el agua con el aceite.
Coloca el rodillo y la rasqueta separadora en la Ankarsrum.En la cubeta de la amasadora mezcla agua y aceite y bate 1 min hasta ver una ligera emulsión.
Añade la harina mezclada con la sal.
Trabaja unos dos minutos a velocidad baja media hasta que no queden secos visibles. No amasar en exceso: no buscamos desarrollar gluten; solo una masa manejable y cohesionada
Saca la masa de la cubeta, colócala en la mesa de trabajo y unifícala. Bolea la masa y déjala reposar 10 minutos. Este descanso hará que se relaje y luego se estire fácilmente.
Forma un rulo, divide en porciones de 50 g y bolea cada una de ellas suavemente.
Déjalas reposar 10 minutos.Tras este reposo, verás que la superficie de la masa comienza a brillar con el aceite. Están listos para el formado.
Con rodillo muy fino (tradicionalmente de madera delgada), estira cada porción hasta 1–2 mm de grosor. Recorta bordes para obtener un cuadrado de ~12×12 cm (orientativo).
Espolvorea una capa fina de azúcar en el centro del cuadrado, dejando 2 cm libre en todo el perímetro para que el cierre selle bien.
Pliega cada lateral 1 cm hacia dentro: te quedará un rectángulo final
Lleva un extremo superior hasta la mitad
Finalmente pliega el otro extremo por encima solapando ~1,5 cm con el anterior.
Sella los bordes presionando ligeramente con los dedos para que el interior se infle en el horno.
Coloca los bollos con el pliegue hacia abajo sobre la bandeja del horno forrada con papel. Continúa formando todos los bollos de la misma manera.
Una vez estén formados, pincélalos con abundante aceite, formando una cruz para que empape bien.
Espolvorea abundante azúcar por encima, asegurándote que quede una capa uniforme y bien esparcido, sin pegotes, que se quedará humedecida por el aceite (si ves azúcar seca, añade unas gotas de aceite: si queda seca, blanquea y no carameliza bien).
Hornea a 200 °C, calor arriba y abajo, en la parte central de horno, y sin abrirlo durante la cocción.
Vigílalos constantemente,no te separes de la puerta del horno y verás como se van inflando poco a poco (cada horno es distinto; calcula unos 6-8 minutos).
Sácalos cuando estén dorados y enfríalos sobre una rejilla. Los más valorados son los que se inflan y quedan crujientes por fuera, pero los que quedan mas bajitos no desmerecen en absoluto.